ETA seguía actuando, pese a las movilizaciones en contra. El PSOE sistematizó una nueva estrategia antiterrorista, basada en un plan global para la actuación policial (el llamado plan ZEN, Zona Especial Norte), la acción internacional para quitar a ETA su refugio francés (con deportaciones y extradiciones) y la reinserción para quienes abandonasen las armas.
En 1983 Bizkaia y Álava sufrieron graves inundaciones que ocasionaron numerosas muertes y pérdidas de más de 500.000 millones. Por entonces las cada vez más frecuentes movilizaciones contra ETA y las protestas abertzales contra acciones policiales y por sospechas de actuaciones irregulares de los aparatos estatales enrarecieron el clima político. Contribuyó a ello la aparición a fines del 83 del GAL (Grupos Armados de Liberación), con oscuras implicaciones policiales y atentados a refugiados en el País Vasco francés, así como el asesinato del senador socialista Enrique Casas, en la campaña electoral de febrero de 1984.
En las autonómicas de 1984 el PNV obtuvo 450.000 votos, pero pronto le estalló un problema interno, en torno a la Ley de Territorios Históricos, que regularía la articulación política del País Vasco. Garaikoetxea defendía que se consolidase el poder gubernamental. Frente a él los
foralistas
abogaban por transferir competencias a las Diputaciones. El conflicto se enconó y Garaikoetxea hubo de dimitir a fines del 84. El nuevo lehendakari fue Ardanza, a la sazón diputado general de Gipuzkoa. Su pacto de legislatura con el PSOE agilizó las transferencias, bloqueadas desde 1982.
Varios acontecimientos importantes se produjeron en 1986. España ingresó en la Comunidad Europea, acabando con su histórico aislamiento internacional. Se celebró el referéndum sobre la OTAN: ganó la permanencia en la Alianza Atlántica, pero el País Vasco tuvo de nuevo un comportamiento diferencial, pues la abstención y el no fueron mayoritarios. Y se convocaron elecciones generales, en las que el PNV, con tensiones internas, perdió 150.000 votos. Las disputas entre
críticos y oficiales
se recrudecieron, hasta estallar la escisión de Eusko Alkartasuna (EA), el partido que formó Garaikoetxea. La crisis forzó elecciones anticipadas al Parlamento Vasco, realizadas a fines de año. El PNV fue el partido más votado, pero perdió otros 50.000 votos y el PSOE le superó en parlamentarios. EA conseguía 180.000 votos, mientras las otras dos formaciones nacionalistas, HB y EE, aumentaron su peso. La fragmentación política exigió formar una coalición gubernamental. La realizaron PNV y PSOE, con la presidencia de Ardanza.
En 1983, Bizkaia y Álava sufrieron grandes inundaciones que ocasionaron numerosos muertos y pérdidas de más de 500.000 millones de pesetas.
Los ayuntamientos, disponiendo de mayores recursos, acometen nuevas obras y conservan el patrimonio histórico. Plaza de la Brulleria, con la catedral de Santa María y la torre de los Anda. Vitoria.
En esta legislatura se firmó el pacto de Ajuria Enea, el acuerdo de todos los partidos parlamentarios, excepto HB, por la pacificación. Impulsó una postura común de aislamiento a quienes apoyaban la violencia política. Por entonces, ETA defendía la estrategia negociadora. En la primavera de 1988 fracasaron las negociaciones de Argel, entre ETA y Gobierno.
Hacia 1986 se inició una recuperación económica. Comenzaron a crearse empleos netos y el Producto Interior Bruto creció, en 1987 y 1988, en torno al 5 %. Ascendía la inversión extranjera y se contenía la inflación. Pero la mejoría no incidió por igual en todos los sectores sociales. Crecían los beneficios empresariales, pero se mantenía un paro superior al 18 %. La euforia económica quedaba reservada a quienes participaban de las alegrías bursátiles, mientras sólo poco a poco aumentaba la capacidad adquisitiva de los asalariados. Se inició una fase de crisis social, con tensiones entre Gobierno y sindicatos. Su máxima expresión fue la huelga general del 14 de diciembre de 1988, con rotundo éxito en el País Vasco.
Las euforias financieras de fines de los ochenta no sirvieron para reestructurar la economía vasca, que mantendría un síntoma de su precaria modernización: es la región de la Comunidad Europea donde tiene mayor peso la industria, que aporta el 48,3 % del PIB. Tan extrema especialización implica un deficiente desarrollo del sector servicios. Además, tiene el mayor índice de paro de las regiones industriales, el 19,1 %. El censo de 1990 mostraba un hecho sin precedentes en más de un siglo: bajaba la población vasca respecto a la de diez años antes.
El terrorismo siguió condicionando la política vasca, pero las acciones de ETA disminuyeron desde fines de los ochenta. Contribuyeron a ello éxitos policiales como la detención de parte de la cúpula de ETA en 1987 y en 1992. HB mantuvo su propuesta de negociación y una amplia capacidad de movilización, pero sus apoyos electorales descendieron ostensiblemente hacia 1993 (perdió cerca de 60.000 votos sobre los casi 200.000 de 4 años antes). De otro lado, el secuestro de Julio Iglesias Zamora provocó este año una amplia reacción popular, encabezada por los grupos pacifistas surgidos los años anteriores, tras la aparición de Gesto por la Paz. Los primeros enfrentamientos armados entre la policía autonómica y comandos de ETA agudizaron las tensiones entre el nacionalismo moderado y el radicalismo abertzale.
Una adecuada política de construcción de viviendas, con apoyo de diversas instituciones públicas, trata de amortiguar los elevados costes del suelo. San Sebastián.
Las elecciones autonómicas de 1990 consolidaron al PNV en la cabeza de la comunidad autónoma. Tras un efímero gobierno tripartito nacionalista, del PNV, EA y EE, se llegó a fines del 91 a la fórmula PNV-PSOE-EE, convertida en bipartito al fusionarse PSOE y EE. Y tras lo que se llamaron los fastos del 92 comenzó la crisis del sistema de poder socialista. A fines de 1992 todo pareció quebrar. Lo hizo primero la economía, con un rebrote de la inflación y del paro. Siguieron las tensiones internas del PSOE, que ganó las elecciones generales de 1993, pero perdió la mayoría absoluta. Después, llegaron los escándalos financieros y la corrupción.
Los apuros socialistas se tradujeron en las autonómicas de octubre de 1994: el PNV repetía victoria, mientras el PSOE perdía 4 de sus 16 parlamentarios de 1990. IU conseguía hacerse con una presencia significativa en el Parlamento Vasco y UA —la fuerza alavesista que desde 1990 se oponía a políticas nacionalistas como la euskaldunización— se consolidaba. Las elecciones mostraban graves riesgos para la cohesión interna del País, por la fragmentación politica del Parlamento (de nuevo con 7 partidos diferentes) y las distintas dinámicas provinciales. A fines de 1994 se formaba un nuevo gobierno tripartito, presidido por Ardanza y compuesto por PNV, PSOE y EA.
Fue el ejecutivo que gobernó hasta mediados de 1998, cuando el PSOE lo abandonó, tras negarse los nacionalistas a exigir el acatamiento a la Constitución para acceder al Parlamento Vasco. Quedaba un gobierno bipartito PNV-EA, pero eran ya inminentes las elecciones autonómicas, a celebrar el 25 de octubre. Significaban éstas el final de una etapa, pues Ardanza no sería el candidato del PNV a lehendakari.
Durante los tensos años 1994-1998 se consumó el desgaste del PSOE, derrotado en las elecciones de 1996 por el PP, que formó Gobierno en Madrid. Por entonces se desvelaban las implicaciones políticas del GAL, hasta llegar al juicio y condena de antiguos altos cargos socialistas.
En parte, la política vasca giró en torno al terrorismo. ETA emprendió el hostigamiento al PP, asesinando a varios de sus concejales. El de Miguel Angel Blanco desencadenó en julio de 1997 la mayor movilización antiterrorista hasta entonces conocida. Pareció detener el desgaste de la Mesa de Ajuria Enea. Las tensiones políticas entre sus componentes, sin embargo, la paralizaron los meses siguientes.
Se gestaba una nueva línea divisoria. Los nacionalistas, junto con IU, se mostraban partidarios de negociar con ETA. PP y PSOE rechazaban esta estrategia. Ambas opciones tuvieron sus apoyos intelectuales. HB siguió sosteniendo la tesis de la negociación. Su decisión de acudir a las elecciones con otras siglas —EH, Euskal Herritarrok— se presentó como una apertura política. Precedió a la formación del
Foro de Irlanda,
en el que participaban las organizaciones nacionalistas, incluidas PNV y EA. Defendía el diálogo como vía pacificadora. La iniciativa ahondó la crispación, pues fue contestada por los dos principales partidos no nacionalistas del País Vasco.
La agudización de las tensiones políticas coincidieron, en estos años, con una real recuperación económica, propiciada por la coyuntura internacional y los ajustes realizados para entrar en la unidad monetaria europea. Sus principales síntomas fueron la caída de la inflación y la mejoría del empleo. Las nuevas infraestructuras transformaron en parte la imagen del País Vasco. Algunas realizaciones, como el Museo Guggenheim de Bilbao, inaugurado en 1997, se convirtieron en el símbolo de una sociedad que apostaba por la modernización.
En la noche del 16 de septiembre de 1998 ETA anuncia una tregua indefinida.
Menos de cien años separan estas dos fotos.