Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España (103 page)

BOOK: Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España
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y cuando yo estaba en Méjico por procurador síndico de la villa de Guazacualco platicando con él sobre negocios de la conquista de la Nueva España, de una plática en otra me dijo que antes que fuese obispo de Santo Domingo había sido inquisidor en Sevilla. Quiero dejar esta materia, aunque ha sido muy larga y prolija, en la cual por ella verán las licencias de Su Majestad que para herrar esclavos teníamos y de los señores de su Real Consejo. Dejemos esto y diré de los gobernadores que gobernaron la Nueva España
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Capítulo CCXIV: De los gobernadores que ha habido en la Nueva España hasta el año de quinientos y sesenta y ocho

El primer capitán y gobernador fue el valeroso e buen capitán Hernando Cortés, que después el tiempo andando fue marqués del Valle y na tuvo otros ditados y los tres bien merecidos, y gobernó muy bien y pacíficamente más de tres años, y luego fue a las Higueras y cabo de Honduras... y dejó por gobernadores y tenientes para que gobernasen al tesorero Alonso de Estrada, natural de Ciudad Real, y en su compañía al contador Rodrigo de Albornoz... o de Ramaga, y gobernaron obra de tres meses. Y luego gobernaron al fator Gonzalo de Salazar, natural de Granada, y en su compañía el veedor Peralmírez Chirinos
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, de Úbeda, y de la manera que fueron gobernadores ya lo he escrito otra vez en el capitulo que dello habla, y de los escándalos que en Méjico hobo sobre si habían de gobernar o no, y estuvieron gobernando más de año y medio. Y como Cortés alcanzó a saber las alteraciones que en Méjico había por su mala gobernación, les envió a revocar el poder desde la provincia de Honduras, y volvieron a gobernar otra vez el tesorero y contador, según y de la manera que Cortés les había dejado el poder. Y entonces echaron presos los mismos gobernadores al fator y veedor en unas jaulas de maderos gruesos. Y dende a obra de un año e medio volvió Cortés desde Honduras para Méjico, y así como llegó tomó en si la gobernación, y aun no habían pasado quince días que estaba entendiendo en cosas que convenían
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sobre las alteraciones pasadas, en aquel tiempo vino de Castilla por gobernador un licenciado que se decía Luis Ponce de León, natural de Córdoba, y trujo provisión para tomar residencia a Cortés y a los capitanes y justicias que había en aquella sazón en la Nueva España, y estando tomando la residencia fallesció de modorra, y quedó su poder en el testamento a un licenciado que se decía Marcos de Aguilar, el cual el mismo Luis Ponce había traído en su compañía cuando pasó por la isla de Santo Domingo; otras personas de las que el Luis Ponce traía consigo le llamaban el bachiller Aguilar. Y el poder que le dejó en su testamento: que en ninguna cosa de la gobernación hiciese mudanza, ni pudiese quitar indios a ningún encomendero, ni sacase de las prisiones al fator y veedor, sino que estuviesen presos ansimismo de la manera que los halló. Y más le encargó que luego hiciese relación dello a Su Majestad para que enviase a mandar lo que sobrello más fuese servido. Y desta manera gobernó el Marcos de Aguilar más de diez meses, y murió de ético y de mal de bubas, y dejó en el testamento poder para que gobernase el tesorero Alonso de Estrada; por manera que son tres veces las que gobernó el tesorero. Y cuando le dieron esta gobernación se concertó con los procuradores de la Nueva España, que para que tuviese más autoridad en su gobernación gobernase juntamente con él Gonzalo de Sandoval, que era alguacil mayor y había sido capitán, persona muy preeminente
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; y el tesorero lo hobo por bien; dijeron ciertas personas que porque quería casar una hija con él. Y estando gobernando entrambos a la obra de diez meses, vino mandado de Su Majestad que sólo el tesorero gobernase, y quitaron de la gobernación al Sandoval. También vino cédula real que sacasen de las prisiones al fator y veedor y les volviesen sus bienes, que estaban secrestados, y dende a pocos días mandó Su Majestad que viniese Audiencia Real, y por presidente della vino un Nuño de Guzmán, natural de Guadalajara, goberndor que en aquel tiempo era de la provincia de Pánuco. También vinieron por oidores cuatro licenciados que se decían: Delgadillo, natural de Granada, y Matienzo, decían era de hacia Vizcaya, y un licenciado Parada... estar en la isla de Cuba, y un Maldonado, de Salamanca, no lo digo por el licenciado Alonso Maldonado el Bueno, que ansí le llamamos, que fue gobernador de Guatimala y adelantado de Yucatán. Volvamos a nuestra plática. Que ansí como llegaron a Méjico los licenciados que he dicho que venían por oidores, fallesció el Parada y el Maldonado, y estuvo asentada la Real Audiencia con el presidente, ya por mi nombrado, y los dos oidores más de dos años, y porque Su Majestad fue informado que no hacían lo que eran obligados, los mandó quitar redondamente, y luego vino por presidente don Sebastián Ramírez de Villaescusa, obispo que en aquella sazón era de la isla de Santo Domingo, y cuatro oidores, que se decían: el licenciado Salmerón, de Madrid; Alonso Maldonado, de Salamanca, y el licenciado Ceinos, de Zamora, y el licenciado Bernaldo de Quirova, de Madrigal, y fueron muy retos y buenos jueces. Y desque a ciertos años Su Majestad mandó llamar para que fuese a Castilla al presidente don Sebastián Ramírez para se informar dél de las cosas de la Nueva España; y así como llegó le dieron el obispado de Túy y le pusieron por presidente en la Audiencia Real de Granada, y en aquel tiempo vacó el obispado de León y le mejoraron y le pasaron a la chancillería de Valladolid, y luego vacó el obispado de Cuenca y se lo dieron, y en aqueste instante quiso Dios llevarle para su sancta gloria. Digamos agora del licenciado Salmerón, que había más de cuatro años questaba en la Nueva España por oidor y estaba rico; envió a demandar licencia para se ir a Castilla, y después de dada buena residencia, se fue y le pusieron en el Real Consejo de Indias, y dende que era viejo Su Majestad le mandó jubilar, y al licenciado Bernaldo de Quirova le dieron el obispado de Michuacán. Al licenciado Maldonado, por ser muy bueno y reto juez, vino por presidente y gobernador a esta provincia de Guatimala y Honduras, y sirvió muy bien a Su Majestad en los cargos que tuvo. Volvamos a decir que en aquel tiempo
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mandó Su Majestad que viniese por visorrey y presidente de la Nueva España don Antonio de Mendoza, hermano del marqués de Mondéjar, y por oidores cuatro licenciados, que se decían: Tejada, de Logroño, y un licenciado anciano que se decía Loaisa, de la Ciudad Real, y el licenciado Santillán, que después fue dotor, natural de Sevilla, y el doctor Quesada Ledesma; y dende a pocos días vino el licenciado Mejía, que después fue dotor, natural de Sant Martín de Valdeiglesias, y el doctor Herrera decían que era natural de cerca de Guadalajara. No se me acuerda del tiempo que estuvieron por oidores, porque unos iban a Castilla y otros venían y otros quedaban; no hace mucho al caso a nuestra relación no declarallo. En aquel tiempo vino por visitador de toda la Nueva España, y para hacer guardar las reales ordenanzas, el licenciado Tello de Sandoval, natural de Sevilla, y tomó residencia al visorrey don Antonio de Mendoza y a los oidores, y halló que eran retos jueces, puesto que tuvo ciertos pundonores y cosquillas con el visorrey; y después que tomó la residencia se volvió a Castilla a ser oidor, y dende a poco tiempo fue presidente del Real Consejo de Indias y después obispo de Osuna o de...
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. Y en aquellos tiempos vino a Méjico por juez de residencia de Nuño de Guzmán, y para hacer ciertas averiguaciones en lo... Jalisco, un licenciado que se decía de la Torre, natural de Badajoz.... licenciado como traía buenas ganas de hacer justicia sobre ,el caso que venía, y fue él al que hobieron metido unos naipes en la manga del tabardo, según dicho tengo en el capítulo que dello habla, y de enojo dello murió. También en aquella sazón vino de Castilla un licenciado que se decía Vena, y hizo encreyente al virrey y a toda la Audiencia Real que Su Majestad le enviaba para tomar residencia al licenciado Tejada y quedar por visitador de la Nueva España, y sobre ello tuvo tales embustes, que el virrey y Audiencia Real se lo creían y le mandaron asentar un día en los estrados juntamente con ellos; y desque vieron que no mostraba las provisiones, sino unos papeles falsos que traía sellados, y decían en ellas y en los sobrescriptos títulos y provisiones reales que Su Majestad le dio para ser visitador y tomar residencia al Tejada, y todo lo demás de dentro lo vían en blanco, y desque alcanzaron a saber sus maldades le mandaron dar docientos azotes muy bien pegados; porque demás desto tenía otra manera para con sus embustes lo prestaron ciertas personas que tenían pleitos dineros, y por todo le desterraron de Méjico después de azotado. Y en este tiempo mandó Su Majestad ir al Perú al visorrey don Antonio de Mendoza para pacificar aquel reino, que estaba alterado, y ansí como llegó y encomenzó a hacer justicia, quiso Dios llevarle para su santa gloria, y de su muerte se hizo gran sentimiento, y tuvieron mucha razón, porque en lo que vimos cuando era visorrey en la Nueva España la gobernó muy bien y es digno de muy loable memoria por sus muchas virtudes. Luego vino en su lugar por visorrey don Luis de Velasco, natural de Palencia, de tierra de Campos
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; nunca con él comuniqué sino por cartas mensivas que le escrebí y me respondía acerca de un hijo mío que residía en su casa, y dicen que tuvo el cargo de virrey y gobernador diez y seis años, a cabo de los cuales fallesció, y pocos meses antes que Dios le llevase desta vida había enviado Su Majestad a Méjico a un licenciado o dolor que se decía
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de Valderrama, natural de Talavera; dicen que vino por visitador de la Nueva España. y según oí decir, que después que fallesció el virrey don Luis de Velasco, quiso ser supremo en el mando, y los señores oidores de la Real Audiencia no se lo consintieron, y hicieron relación dello a Su Majestad, y le envió a mandar que se volviese a Castilla a ser oidor, como de antes era, en el Real Consejo de Indias, y así como llegó fallesció. Y también en aquel tiempo o medio año antes volvió de Castilla el licenciado Zainos a ser oidor, como lo había sido antes, de la Real Audiencia de Méjico. Y volviendo a nuestra relación, como en Castilla se supo que era fallescido el don Luis de Velasco, mandó Su Majestad venir por visorrey y gobernador a un caballero que se decía don Gastón de Peralta, marqués de Falces, conde de Santisteban, mayordomo mayor de Su Majestad, del reino de Navarra. Estuvo cierto tiempo en la ciudad de Méjico; dicen
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que era apacible y de buena conversación, y en el tiempo que estuvo en Méjico no hobo tantas alteraciones
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sobre las cosas que el marqués don Martín Cortés, y de un Alonso de Ávila, y de un su hermano que se decía Gil González de Benavides, hijos que fueron de Gil González de Benavides el Viejo y sobrinos de un capitán que pasó con Cortés de los primeros a la Nueva España, que se decía Alonso de Ávila, otras veces ya por mi memorado. Y volviendo a la plática, aquestos sus dos sobrinos fueron los que degollaron, y se hicieron otras muchas justicias sobre las alteraciones y rebeliones, y para que más claramente se entienda sobre qué fueron, es de la manera que agora diré: El capitán Alonso de Ávila, tío de los dos sobrinos de quien hicieron justicia, tenía depositado, por cédula de encomienda que le dio el marqués don Hernando Cortés, un buen pueblo e indios que se dice Cuautitlán, cerca de Méjico, y como falleció el Alonso de Ávila, cúyo de antes era el pueblo, demandóle el fiscal de Su Majestad por estar vaco y ser de la corona real, porque el Gil González de Benavides, hermano de Alonso de Ávila, no tuvo titulo ni cédula de encomienda del pueblo, sino que se servía dé] por poder que le había dado su hermano el capitán Alonso de Ávila, y porque el Gil González de Ávila de Benavides, padre de los que degollaron, nunca fue conquistador de Méjico; cuando vino a Méjico ya estaba conquistada la Nueva España, salvo que fue en compañía de Cortés cuando fuimos a las Higueras. Y porque otras personas sabrán muy más por extenso contar los trances que en Méjico hobo sobrello mejor que no yo, remítome a lo que en aquella causa está escrito, y porque yo vivo en la ciudad de Santiago de Guatemala, donde soy regidor, y no voy a Méjico ni tengo allá en qué entender con virreyes ni la Real Audiencia, no tocaremos en estas teclas. Volvamos agora en la provincia de Jalisco, que el primer capitán que en ella hobo se decía Nuño de Guzmán... estuvo sujeta aquella provincia a la Audiencia Real de... años. Mandó Su Majestad hobiese Real Audiencia en ella sin... cosas que convenían, era suprema en el mando la... agora me han dicho en esta sazón que está sobre sí con y... provincias, no tengo más noticia de ellas de lo que aquí digo... de Yucatán, ques en la banda del Norte, que los primeros... capitanes se decía el adelantado don Francisco de Montejo su hijo... Montejo, naturales de Salamanea, y estuvo ciertos años de... y en el año de quinientos y cincuenta mandó Su Majestad que estuviera sujeta de Guatemala, y dende a cuatro o cinco años que estuvo de la manera que he dicho, mandó Su Majestad que volviese a estar sujeta a Méjico. Y en aquel tiempo fue a Castilla un licenciado que se decía Quijada, que después fue dotor, natural de Sevilla, el cual solía ser vecino en Guatemala, y tenía pueblos de indios en encomienda que le rentaban setecientos pesos, y por cudicia de ser gobernador suplicó a Su Majestad que le hiciese merced de la gobernación de Yucatán, con tal que dejó los indios y los pusieron en cabeza de Su Majestad, y tuvo la gobernación ciertos años, y en la residencia que le tomaron parece ser que no gobernó como debía, le privaron de la gobernación, por manera que por cudicia de querer mandar perdió los indios que tenía ciertos, y condenado en costas, y fue a Castilla sobre ello e allá murió. Y en su lugar vino por gobernador de Yucatán un Luis de Céspedes, natural de Ciudad Real, y tuvo la gobernación cuatro años, y según entendí no gobernó bien y se la quitaron; dicen que se fue huyendo a Castilla. Dejemos lo de Yucatán, pues siempre ha ido desde el principio de mal en peor en la mala gobernación, y pasemos a la gobernación de Guatimala, que el primer capitán y gobernador que en ella fue se decía don Pedro de Alvarado, natural de Badajoz, y en el año de veinte y seis fue a Castilla a suplicar a Su Majestad le hiciese merced de la gobernación destos reinos, y entretanto que fue dejó por su lugarteniente a un su hermano que se decía Jorge de Alvarado, el cual en aquella sazón se había casado con una hija del tesorero Alonso de Estrada, el cual tesorero en aquel tiempo era gobernador de Méjico, y desde obra de un año questaba él gobernando a Guatemala envió Su Majestad la primera Real Audiencia que hobo en Méjico, según dicho e memorado tengo, y ansí como llegaron a Méjico enviaron a tomar residencia al Jorge de Alvarado, y el que vino para se la tomar se decía Francisco Orduña, y era hombre anciano, natural de Tordesillas. Lo que en la residencia pasó no lo alcancé a saber, salvo que me han dicho que mandaba como gobernador, y dende a obra de tres meses que estaba el Orduña tomando la residencia, volvió de Castilla el don Pedro de Alvarado con título de gobernador y trujo una encomienda de Santiago. Entonces vino casado con una señora que se decía doña Francisca de la Cueva, la cual murió ansí como llegó a la Veracruz. Volvamos a nuestra plática. Que llegado el adelantado a Guatemala, luego con mucha presteza hizo una buena armada, con la cual fue al Perú, y entretanto que fue dejó por su teniente de gobernador al propio su hermano Jorge de Alvarado, y dende en ciertos años volvió el adelantado del Perú muy rico. Y en aquella sazón envió la Real Audiencia de Méjico otra vez para tomar residencia y por juez de agravios al licenciado Alonso Maldonado, natural de Salamanca, que era oidor de la Real Audiencia de Méjico, y según paresció en la residencia y cosas que acusaron al adelantado hobo de volver a Castilla ante Su Majestad, y como nuestro rey e señor era cristianísimo y tuvo noticia de los servicios que le hizo, le dio por libre de los agravios y casos que le pusieron en las cosas que convenía e que pagase a Su Majestad. Y en aquella sazón se casó con otra señora hermana de la primera mujer, la cual se decía doña Beatriz de la Cueva, y como le favorescía el duque de Alburquerque y el comendador mayor de Alcántara, don Pedro de la Cueva, y don Alonso de la Cueva, parientes de su mujer, Su Majestad le hizo merced que fuese gobernador, como lo era antes, por ciertos años, y venido a Guatemala hizo una muy grande armada para irse por el poniente a la China, islas de la Especería, todo lo cual tengo declarado en el capítulo que de ello habla... armadas, y entretanto que fue con su flota dejó por su teniente de gobernador a don Francisco de la Cueva, que era licenciado y primo de la mujer, y aun he oído decir que le... sé cosa alguna cierta de la gobernación si no fuese con parescer y acuerdo... moría don Francisco Marroquín, e yendo ya el adelantado con trece navíos y sobre seiscientos soldados, llegó con toda su armada a la provincia de Jalisco, y estando para hacerse a la vela y seguir su derrota, le trujeron cartas, las cuales le envió un capitán que se decía Cristóbal de Oñate, enviándole a suplicar con grandes ruegos, y en nombre de Su Majestad le pedía que luego le fuese a socorrer, que estaba para perderse él con un su ejército de españoles en unos pueblos o fortalezas que se dicen Nochiztlán, y que de día y de noche le herían y mataban muchos españoles, y que no se podía valer, y que estaba en grande aprieto y necesidad, porque si los indios de Nochiztlán quedasen con vitoria, toda la Nueva España corría riesgo. Y desque el don Pedro de Alvarado oyó y entendió aquellas nuevas y tan ciertas, mandó a sus capitanes y soldados que con brevedad le fuesen a socorrer, y con mucha presteza fue a los peñoles y con su socorro aflojé alguna cosa el combate que los indios de aquella provincia daban a los españoles, mas no de manera que les quitasen de hacer con grande esfuerzo como valientes guerreros, y no embargante el socorro, estaban en grande necesidad los españoles, porque les mataban muchos soldados. Pues desque encomienza la adversa fortuna viene un desmán tras de otro; y es que estando el don Pedro de Alvarado peleando contra los escuadrones de los indios guerreros, paresció ser que un soldado, estando peleando, se le desriscó un caballo y vino rodando por el peñol abajo, con tan gran ímpetu por donde el adelantado estaba, que no se pudo apartar a cabo ninguno sin que el caballo lo tomase debajo, de arte que le magulló el cuerpo, y fue de tal manera que se sintió dello muy malo, y para guarecerle y curalle le llevaron en andas a una villa que allí había más cercana de aquellos peñoles, que se dice La Purificación, e yendo por el camino se comenzó de pasmar, y llegado a la villa, después de haberse confesado y comulgado, dio el ánima a Dios que la crió; algunas personas dijeron que testamentó

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