Todo ello era un teatro previsto para atraer a los síndicos adonde la Alianza quería que fueran.
No obstante, resultó un tormento cada vez mayor ver que los síndicos se dirigían hacia la formación Gamma, que estaba manteniendo su posición, pero que había acelerado de cinco centésimas a setenta y cinco milésimas de la velocidad de la luz. Para los síndicos, aquello debía de tener el aspecto de un intento de escapada, pero en realidad la intención era determinar el emplazamiento en el que los mismos interceptarían a la formación Gamma. Ahora todo se reducía a una simple cuestión de física. Para entrar en el radio de acción de Gamma, los síndicos tendrían que ir adonde la Alianza quería que fueran. La clave era evitar que los enemigos cambiaran de opinión y, consecuentemente, de rumbo. Así pues, Gamma fingió que estaba intentando acelerar más allá de las setenta y cinco milésimas de la velocidad de la luz y dio la sensación de que la
Trasgo
se quedaba atrás, como si no pudiera mantener el ritmo. El resto de las naves de Gamma frenaron para reagruparse con la
Trasgo
con la esperanza de haber llevado a cabo una interpretación convincente a ojos de los síndicos.
Tras finalizar la composición de su propia formación, Geary la hizo girar y descender para iniciar la interceptación de la fuerza síndica Alfa. Había conservado el nombre de formación Delta, a pesar de que ahora estaba compuesta por más del doble de naves. En el extremo más alejado de la formación Gamma se había situado a la formación Bravo, también engordada hasta alcanzar el doble de su fuerza, a treinta minutos luz, pero esperando ponerse en movimiento de un momento a otro. Una fuerza mucho más pequeña, la formación Eco con la
Hechicera,
estaba fingiendo regresar al tercer planeta para seguir saqueando más reservas y destruir más instalaciones en la superficie. Por fin, el destacamento especial Furiosa había recibido instrucciones para permanecer en el lado más alejado del sistema como último recurso para evitar que los síndicos salieran indemnes. Si todo el plan fallaba, el destacamento especial Furiosa podía conseguir algunos buenos disparos cuando los síndicos trataran de volver a salir del sistema.
—Ahora seguro que se dan cuenta de lo que estás haciendo —señaló Rione.
—Pues espero que no —respondió Geary—. A los síndicos no debería resultarles tan evidente. Ellos creerán que estamos decididos a acelerar, pero que no vamos a poder alcanzar la velocidad de combate antes de que ellos lleguen a la formación Gamma. Y lo mismo con la formación Bravo, ya que el punto de interceptación está todavía más lejos que el nuestro. Los síndicos piensan que se han hecho con una formación más débil que hemos permitido que se quede demasiado rezagada respecto a las formaciones de apoyo. Planean acercarse rápido, frenar de golpe, arrasar Gamma con todo lo que tienen y luego dar media vuelta en aceleración para frustrar las interceptaciones que hemos planeado por parte de esta formación y la Bravo.
—Es usted más enrevesado de lo que pensaba, capitán Geary —observó Rione.
—La capitana Desjani me ayudó a idear el plan.
Desjani sonrió.
—En todo caso, si sale bien, el plan síndico no sobrevivirá ni siquiera a su contacto con Gamma. Empezará a venirse abajo mucho antes. La parte complicada de verdad ha sido conseguir que haya suficientes naves que crucen la zona por la que van a tener que transitar los síndicos para obstaculizar a Gamma sin que ellos adivinen que esas naves están soltando ristras de minas a lo largo de un único canal relativamente estrecho.
—Y —añadió Desjani—, como está claro que el plan de los síndicos exige que ellos lleguen muy rápido manteniéndose cercanos a las dos décimas de la velocidad de la luz todo el tiempo que puedan antes de frenar bruscamente para entrar en combate con Gamma, la distorsión por la relatividad les va a dificultar mucho la visión de las minas, sobre todo porque no se trata de un único campo de minas denso, sino una serie de ristras diseminadas.
Ahora solo era cuestión de observar. Todos se encontraban a varias horas de cualquier contacto y la representación de diversas formaciones parecía estar arrastrándose lentamente por la pantalla del sistema estelar Sancere. Geary aprovechó el tiempo para reordenar su formación de un modo que, según pensaba él, funcionaría mejor. Suponiendo que los síndicos tratarían de evitar luchar contra él, Geary dispuso sus naves en un bloque rectangular, con los acorazados y los cruceros de batalla apiñados por divisiones en el centro y las escoltas a su alrededor. Si solo conseguía disparar una vez, quería asegurarse de que todas sus unidades más pesadas lograban alcanzar a los síndicos una tras otra.
Con los nervios en aumento, Geary por fin se levantó.
—Voy a dar una vuelta por la nave.
Sin duda, la tripulación entendía sus paseos como una señal de interés por ellos, y en verdad lo eran, pero en ocasiones como esa, los paseos también obedecían a una necesidad de soltar tensiones y matar el tiempo durante el lento y largo acercamiento a un combate.
Todos los miembros de la tripulación con los que se cruzó parecían cansados tras largos días de alerta creciente en el transcurso de su paso por el sistema estelar Sancere, pero también se mostraban animados y confiados. Los gestos de esperanza y de seguridad que le dedicaban a Geary tenían tendencia a desquiciado, pues él sabía lo falible que era en realidad, pero al menos también sabía que todavía no los había decepcionado. Mientras se paseaba, Geary notó que algunos miembros de la tripulación lo miraban al pasar como esperando ver a alguien con él, y se dio cuenta de que estaban buscando a la copresidenta Rione, aunque nadie la mencionó. Aquello también fue un poco desconcertante.
En un momento dado, pasó por el área de culto, entró en la zona ancestral, pasó a una de las pequeñas salas, y encendió una vela antes de pronunciar una breve oración. Las estrellas del firmamento sabían que necesitaba toda la ayuda que pudiera. Pero, por muy tentador que fuera quedarse allí a hablar un rato con la única audiencia con la que podía sentirse seguro, sus antepasados muertos, Geary sabía que no podía esconderse allí mientras la flota se encaminaba a una batalla.
Todo aquello no bastó para matar el tiempo. Geary constató que la situación no había cambiado en absoluto, todos seguían avanzando hacia sus respectivos puntos de interceptación y los síndicos se aproximaban siguiendo el mismo rumbo hacia las minas; entonces se obligó a acercarse a la zona de los comedores y fingió que comía algo. La mayor parte de lo que tenían eran raciones síndicas saqueadas de lugares como Kaliban y, ahora, Sancere. Lo mejor de la comida síndica, tal y como convinieron Geary y los tripulantes con los que habló, era que, en comparación, la comida habitual de la flota parecía buena.
—Si les ofreciéramos a los síndicos unas comidas decentes, probablemente se rendirían en masa —sugirió una de las tripulantes después de atragantarse con algo que se suponía era picadillo, aunque estaba hecho a base de una carne inidentificable y una cosa muy rara que parecían patatas con la textura y el sabor de un bloque de cartón.
Geary regresó al puente de mando. Rione no se encontraba allí y Desjani volvía a estar dormida en su silla. Un capitán que se pasaba tanto tiempo en el puente de mando podía llegar a volver loca a su tripulación, pero Desjani no era de las que se dedicaba a gritar ni a estar encima de sus subordinados constantemente, de modo que su presencia no hacia mella en sus consultores. Se despertó justo cuando Geary entraba y lo saludó con la cabeza.
—Una hora para que los síndicos lleguen a las primeras minas. Siguen lanzados en picado.
—¿Cuándo cree que empezarán a frenar? —preguntó Geary.
—En una media hora. Eso les dará un margen de error mínimo. —Desjani señaló la trayectoria prevista en la pantalla—. Si frenan demasiado pronto, se deslizarán por la ruta que lleva al campo de minas, pero con esta formación tendremos opciones de disparo mucho mejores para cazarlos. En cambio, si quieren atacar a la formación Gamma, tendrán que empezar a frenar en este punto.
Geary se acomodó haciendo todo lo posible por relajarse. Para matar el tiempo, se puso a revisar los suministros que la flota había recogido en Sancere y cómo llevaban las naves auxiliares las tareas de fabricación de repuestos. Se había llevado a cabo una intensa actividad industrial aquí en Sancere, quemando pastillas de combustible, de manera que Geary transmitió un mensaje rápido a la capitana Tyrosian, a la
Hechicera,
para asegurarse de que estaban dando prioridad a la fabricación de estas pilas de combustible. Toda la metralla, las minas y misiles del mundo no servirían de nada si las naves no podían maniobrar.
La copresidenta Rione volvió e hizo un reconocimiento del puente de mando del
Intrépido,
de la capitana Desjani y del capitán Geary con su habitual actitud imperturbable y desafiante. Dándole la bienvenida con un gesto de cabeza, Geary se dio cuenta de que estando en el puente de mando no había muchas posibilidades de que la llamara Victoria. Tal vez la copresidenta Rione que ocupaba el asiento de observador se pareciera a la Victoria que compartía cama con Geary, pero su ademán era tan distinto que parecía ser otra persona, una que mantenía las distancias y la desconfianza hacia el capitán Geary.
Al fin y al cabo, fui yo quien le pidió que mantuviera esa actitud de desafío. Aunque me da la sensación de que habría seguido comportándose así tanto si se lo hubiera pedido como si no.
También Desjani la saludó con un gesto casi amistoso. Estaba claro que, a ojos de Desjani, el hecho de estar con el capitán Geary hacía que Rione pareciera más de fiar, aunque sospechaba que Rione reaccionaría de forma bastante negativa ante esa idea. Sin duda, no sería él quien le dijera algo al respecto. Pero también era verdad que, probablemente, ella ya se había dado cuenta, lo cual podía estar contribuyendo a la frialdad con la que Rione estaba tratando a Geary en el puente de mando. Quizá debería olvidar lo de mencionarle a Rione que la tripulación parecía ansiosa por verlos juntos. O a lo mejor ella quería que los vieran juntos, para convertir su relación en un espectáculo público en la medida de lo posible.
Geary volvió a concentrarse en la situación, mucho menos compleja, que se estaba desarrollando entre la flotilla síndica y sus cinco formaciones. Su pantalla indicaba que todas las naves de la Alianza estaban completamente listas para el combate. Él y otros miles de oficiales y tripulantes tenían por delante un buen rato sin nada que hacer, salvo ver pasar el tiempo hasta que llegara el momento en que los síndicos se toparan con las primeras minas.
Los síndicos viraron hacia arriba y hacia atrás prácticamente en el lugar previsto, encarando sus unidades de propulsión hacia delante para poder disminuir la velocidad de la formación síndica hasta alcanzar la velocidad de combate. Unos minutos más tarde, Geary vio que la formación Gamma incrementaba su velocidad en una fracción para hacer que la trayectoria de los síndicos se cruzara exactamente con la ruta que los llevaría a atravesar el campo de minas. Seguro que los síndicos sospecharían algo, ¿no? Aunque, tal vez, tan obcecados como estaban en sus objetivos, los síndicos ajustarían su ruta exactamente en la medida en que la Alianza lo necesitaba.
Pasaron otros quince interminables minutos.
—Aquí vienen —murmuró Desjani.
Las intrincadas maniobras que se habían dispuesto para tender la trampa habían enviado a las naves o formaciones a través del espacio en que la flotilla síndica se disponía ahora a frenar. El resultado no era tanto un campo de minas como una múltiple serie de hileras y de ristras de minas diseminadas a lo largo de una distancia de segundos luz a lo largo de la ruta. Los buques de guerra síndicos se estaban poniendo primero rumbo a popa, adentrándose en la zona que albergaba esas minas. Cualquier impacto caería sobre las principales unidades de propulsión de popa, que era exactamente donde la Alianza quería que golpearan.
La formación síndica frenó mientras atravesaba las dos primeras líneas de minas sin toparse con ninguna. Frustrante, pero no había muchas probabilidades de impacto. La tercera línea se encontraba justo en su camino.
Una nave de caza asesina síndica recibió un impacto directo en la popa. La mina hundió los escudos traseros y voló las unidades de propulsión de la nave, condenándola a no poder maniobrar. Uno de los cruceros de batalla recibió dos impactos y perdió una unidad de propulsión. Hubo una pausa mientras los síndicos seguían avanzando, hasta que llegaron al punto en que la cuarta y la quinta líneas se cruzaban. Esta vez, varios impactos provocaron chispas en las naves síndicas y un crucero pesado se apartó de la formación dando tumbos, y otro crucero de batalla perdió otro par de unidades de propulsión.
A estas alturas, los síndicos ya se habían hecho una idea de que iban a toparse con algo. La respuesta más efectiva sería hacer girar sus naves para encararse al frente y recibir cualquier nueva colisión en la proa. Pero hacerlas girar significaba que los buques de guerra ya no podrían emplear sus principales sistemas de propulsión, lo cual evitaría que pudieran frenar lo suficiente como para interceptar a la formación Gamma. Geary supuso que el líder síndico decidiría que era preferible continuar recibiendo impactos esporádicos antes que dejar pasar la oportunidad de dar un golpe a las naves que tenía la Alianza en Gamma. Si los síndicos se hubieran encontrado todas las minas de una sola vez y hubieran recibido todos los daños de un solo golpe, probablemente eso habría provocado que el líder suspendiera el ataque, pero, en cambio, los impactos seguían produciéndose de uno en uno, o de dos en dos, lo cual, en cierto modo, contribuiría a que el comandante síndico tardara demasiado en hacerlo, mientras centraba todos sus esfuerzos en los buques de guerra que la Alianza tenía en Gamma.
—El capitán Tulev ha disparado espectros —observó Desjani—. Parece que está soltando todos los espectros que tiene. Interceptarán la formación síndica justo cuando esté despejando la última línea de minas.
—Buen movimiento —admitió Geary.
Una ráfaga final de tres impactos de mina marcó la última ristra, y los síndicos pudieron volver al azote de la formación Gamma sin más obstáculos de por medio. Pasados unos instantes, los espectros de Gamma entraron en contacto con un fogonazo. La velocidad relativamente elevada provocó algunos errores, pero otros proyectiles se incrustaron en algunas naves que, en muchos casos, ya tenían los escudos dañados por los impactos de las minas y todavía no se habían repuesto. Otro crucero de batalla recibió disparos en sus sistemas de propulsión, otra nave de caza asesina se convirtió en una nube de escombros y dos de los cruceros pesados restantes estaban gravemente afectados. Aún mejor, dos de los acorazados perdieron un par de unidades de propulsión.