James Potter y la Encrucijada de los Mayores (11 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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De vuelta a la sala común donde esperaba encontrar a Ted o a uno de los Gremlins antes del desayuno, James recordó que aún no había saludado de parte de sus padres al profesor Longbottom. Decidió hacerlo en el desayuno, y aprovechar la oportunidad para preguntar a Neville sobre el fantasma y el hombre de la cámara.

En el Gran Comedor, sin embargo, a Neville no se lo veía por ninguna parte. Las largas mesas estaban ahora abarrotadas de estudiantes con sus túnicas del colegio.

—¿Así que viste a un tipo sacando fotos en los terrenos? —preguntó Ralph en torno a un bocado de tostada francesa— ¿Qué tiene eso de raro?

—Yo estoy más interesado en el fantasma —dijo decidido Zane— ¿Me pregunto cómo murió? ¿Los fantasmas sólo vuelven cuando han resultado muertos de un modo realmente turbio?

James se encogió de hombros.

—No lo sé. Pregunta a uno de los chicos mayores. Para este tema pregunta a Nick cuando le veas la próxima vez.

—¿Nick Casi Decapitado? —dijo Sabrina desde más abajo en la mesa.

—Sí. ¿Dónde está? Tenemos una pregunta que hacerle.

—Desaparecido —dijo Sabrina, sacudiendo la cabeza de tal forma que la pluma que llevaba en ella se bamboleó—. No ha estado con nosotros desde nuestro primer año. Finalmente fue aceptado en La Caza sin Cabeza después de todos estos años. Montamos una fiesta para él, y entonces se fue. Nunca volvió. Debe haber sido lo que necesitaba para seguir finalmente adelante. Bien por él, además. Aún así…

—¿…sin Cabeza? —preguntó Ralph tentativamente, como si no estuviese seguro de desear una aclaración.

—¿Nunca volvió? —repitió James— ¡Pero era el fantasma de la Casa de Gryffindor! ¿Quién es nuestro fantasma ahora?

Sabrina sacudió la cabeza otra vez.

—En este momento no tenemos ninguno. Algunos pensamos que sería el viejo Dumbledore, pero no hubo suerte.

—Pero…—dijo James, pero no supo como continuar. Todas las casas tienen un fantasma ¿no? Pensó en la forma tenue que se había convertido en el silencioso joven sobre el césped delantero.

—¡El correo! —gritó Zane. Todos levantaron la mirada cuando las lechuzas comenzaron a entrar por las altas ventanas. El aire estaba de repente lleno de agitadas alas y de cartas y paquetes cayendo. Los ojos de James se ensancharon cuando recordó el extraño proyecto de Peeves de esa mañana temprano. Antes de que pudiese decir algo, la primera pequeña explosión ruidosa sonó y una chica gritó de sorpresa y enfado. Se levantó de una mesa cercana, con la túnica salpicada de amarillo.

—¡Mis huevos han explotado! —exclamó.

Más pequeñas explosiones estallaron a lo largo del salón a medida que las lechuzas pasaban volando entre las vigas.

Zane miró frenéticamente alrededor, intentando ver qué estaba pasando.

—¡Hora de irse, colegas! —gritó James, intentando no reírse. Mientras hablaba, una judía balística peruana cayó desde una viga cercana, aterrizando en una taza medio vacía y estallando con una ruidosa explosión. El zumo estalló fuera de la taza como un diminuto volcán. Mientras James, Zane y Ralph huían del caos, Peeves descendió y se lanzó de cabeza a través del Gran Comedor, riendo alegremente y cantando sobre fruta musical.

La clase de Tecnomancia tenía lugar en una de las aulas más pequeñas en los niveles sobre el salón principal. Tenía una ventana inmediatamente detrás del escritorio del profesor, y el sol de la mañana brillaba directamente a través de ella, haciendo de la cabeza del profesor Jackson una corona de luz dorada. Este se inclinaba sobre el escritorio, rascando con una pluma y un pergamino cuando Zane y James llegaron. Encontraron asientos en el incómodo silencio del aula, teniendo cuidado de no romperlo al arrastrar sus sillas. Lentamente, el aula se llenó, pocos estudiantes se atrevían a hablar, así que ningún ruido podía oírse, excepto el atareado roce de la pluma del profesor. Finalmente, este consultó el reloj de su escritorio y se puso en pie, alisando la parte delantera de su túnica gris oscuro.

—Bienvenidos, estudiantes. Mi nombre, como ya es posible que sepáis, es Theodore Jackson. Os instruiré este año en el estudio de la Tecnomancia. Creo mucho en la lectura, y pongo mucha atención al escuchar. Haréis mucho de ambas cosas en mi clase. —Su voz era tranquila y comedida, más refinada de lo que James había esperado. Su cabello gris acerado estaba peinado con pulcritud militar. Sus espesas cejas negras formaban una línea tan recta como una regla a través de su frente.

—Se ha dicho —continuó Jackson, empezando a caminar lentamente alrededor del aula— que no hay tal cosa como una pregunta estúpida. Sin duda vosotros mismos lo habréis dicho. Las preguntas, se supone, son señal de una mente inquisitiva. —Hizo un alto, estudiándolos críticamente—. Al contrario, las preguntas son simplemente señal de un estudiante que no ha estado prestando atención.

Zane dio un codazo a James. James le miró, luego a su pergamino. Zane ya había dibujado una simple pero notablemente exacta caricatura del profesor. James ahogó una risa, tanto ante la audacia de Zane como ante el dibujo. Jackson continuó:

—Prestar atención en clase. Coger apuntes. Leer los textos asignados. Si podéis llevar a cabo estas tareas, encontraréis las preguntas muy poco necesarias. Cuidado, no estoy prohibiendo las preguntas. Simplemente os advierto que consideréis si una pregunta requiere que me repita. Si no es así, os elogiaré. Si lo es,...—hizo un alto, dejando que su mirada vagara por el aula—
recordaréis
esta conversación.

Jackson había completado su circuito por el aula. Se giró hacia la pizarra que había junto a la ventana. Sacando su varita de una funda de su manga, hizo un movimiento rápido con ella hacia la pizarra.

—¿Quién, ruego, sería capaz de decirme qué comprende el estudio de la Tecnomancia? —En la pizarra la palabra se escribió correctamente con una pulcra caligrafía ladeada. Hubo una larga e incómoda pausa. Finalmente, una chica levantó la mano tentativamente.

Jackson le hizo gestos.

—Dígalo, señorita, er...perdónenme, aprenderé todos sus nombres con el tiempo. Gallows, ¿no?

—Señor —dijo la chica en voz baja, aparentemente pensando en el consejo de Franklyn del día anterior— la Tecnomancia es, creo, ¿el estudio de la ciencia de la magia?

—¿Pertenece a la casa Ravenclaw, señorita Gallows? —preguntó Jackson, mirándola. Ella asintió con la cabeza—. Cinco puntos para Ravenclaw entonces, aunque no apruebo la palabra "creo" en mi clase. La creencia y el conocimiento tienen poco, si acaso nada, en común. En esta aula nos aplicaremos al conocimiento. Ciencia. Hechos. Si quieren creer, la clase de la señora Delacroix se reunirá en el salón de abajo la próxima hora —indicó, y por primera vez asomó algo parecido al humor en su fachada de piedra. Unos pocos estudiantes se atrevieron a sonreír y reír discretamente. Jackson se giró, haciendo un rápido movimiento con su varita hacia la pizarra otra vez.

—El estudio de la ciencia de la magia, sí. Es un común y triste malentendido que la magia es un pasatiempo místico o poco natural. Aquellos que creen, y aquí uso el término "creer" intencionadamente, aquellos que creen que la magia es simplemente misticismo son también propensos a creer en cosas tales como el destino, la suerte, y el equipo de Quidditch americano. En resumen, causas perdidas sin asomo de evidencia empírica para apoyarlas—. Más sonrisas aparecieron en el aula. Obviamente había más en el profesor Jackson de lo que se veía a simple vista.

—La magia —continuó, mientras la tiza empezaba a garabatear sus notas—no, repito,
no
rompe ninguna de las leyes naturales de la ciencia. La magia explota esas leyes usando métodos muy específicos y creativos. Señor Walker.

Zane saltó en su asiento, levantando la mirada del dibujo en el que había estado trabajando mientras los demás garabateaban notas. Jackson estaba todavía de cara a la pizarra, de espaldas a Zane.

—Necesito un voluntario, señor Walker. ¿Puedo tomar prestado su pergamino? —No era una petición. Mientras hablaba, hizo un rápido movimiento con la varita y el pergamino de Zane zigzagueó hacia la parte delantera del aula. Jackson lo atrapó hábilmente con una mano levantada. Se giró lentamente, manteniendo el pergamino en alto, sin mirarlo. La clase miraba en significativo silencio la caricatura bastante buena de Jackson que Zane había dibujado. Zane empezó a hundirse en el asiento, como si estuviese intentando derretirse bajo el escritorio.

—¿Es simplemente magia lo que hace que el dibujo de un verdadero mago cobre vida? —preguntó Jackson. Mientras hablaba, el dibujo del pergamino se movió. La expresión cambió de una caricatura de severa mirada acerada a una caricatura enfadada. La perspectiva se amplió, y ahora había un escritorio delante del dibujo de Jackson. Una versión diminuta en caricatura de Zane se acobardaba tras el escritorio. El dibujo de Jackson sacó un gigantesco portafolios y empezó a trazar barras rojas en el papel, que tenía las letras T.I.M.O. en la parte superior. El Zane de dibujo cayó de rodillas, suplicando en silencio a la caricatura de Jackson, el cual sacudía la cabeza imperiosamente. El Zane del dibujo lloró, su boca era un boomerang gigante de infortunio, lágrimas cómicas brotaban de su cabeza.

Jackson giró la cabeza y finalmente miró al pergamino que tenía en la mano mientras la clase estallaba en carcajadas. Sonrió con una pequeña pero genuina sonrisa.

—Desafortunadamente, señor Walker, sus cinco puntos menos cancelan los cinco puntos concedidos a la señorita Gallows. Mmm. Así es la vida.

Empezó a pasear por el aula otra vez, dejando el dibujo delicadamente en el escritorio de Zane al pasar.

—No, magia no es, como quien dice, simplemente una palabra mágica. En realidad, el verdadero mago aprende a imprimir su propia personalidad en el papel usando
otro
medio aparte de la pluma. No ocurre nada antinatural. Simplemente tiene lugar otro medio diferente de expresión. La magia explota las leyes naturales, pero no las rompe. En otras palabras, la magia no es antinatural, pero es
sobre
natural. Es decir, está más allá de lo natural, pero no fuera de ello. Otro ejemplo. Señor mm…

Jackson señalo a un chico próximo a él, el cual se inclinó de repente hacia atrás en su silla, mirando bizco al dedo que le señalaba.

—Murdock, señor —dijo el chico.

—Murdock. Tienes edad para Aparecerte. ¿Estoy en lo cierto?

—Oh. Sí, señor —dijo Murdock, pareciendo aliviado.

—Describe la Aparición para nosotros, ¿quieres?

Murdock parecía perplejo.

—Es bastante básico, ¿no? Quiero decir, es sólo cuestión de conseguir un lugar agradable y sólido en tu mente, cerrar los ojos, y, bueno hacer que pase. Entonces, bang, estás ahí.

—¿Bang, dices? —dijo Jackson, con la cara en blanco.

Murdock enrojeció.

—Bueno. Sí, más o menos. Tú sólo te envías allí. Tal cual.

—Así que es instantáneo, dirías.

—Sí. Supongo que eso diría.

Jackson alzó una ceja.

—¿Supones?

Murdock se retorció, mirando a los que estaban sentados cerca de él en busca de ayuda.

—Eh. No. Quiero decir, sí. Definitivamente. Instantáneamente. Como ha dicho.

—Como
usted
ha dicho, señor Murdock —corrigió Jackson afablemente. Se estaba moviendo otra vez, procediendo de vuelta al frente del aula. Tocó a otra estudiante en el hombro mientras pasaba—. ¿Señorita?

—Sabrina Hildegard, señor —dijo Sabrina tan clara y educadamente como pudo.

—¿Sería tan amable de hacernos un pequeño favor, señorita Hildegard? Se requiere la utilización de dos cronómetros de arena
diez-segundos
de la clase de pociones del profesor Slughorn. Segunda puerta a la izquierda, creo. Gracias.

Sabrina se apresuró a salir mientras Jackson enfrentaba al aula otra vez.

—Señor Murdock, ¿Tiene alguna idea de qué es, exactamente, lo que pasa cuando te Apareces?

Murdock aparentemente había determinado que la más absoluta ignorancia era su rumbo más seguro a seguir. Sacudió la cabeza con firmeza.

Jackson pareció aprobarlo.

—Vayamos a estudiarlo de esta manera. ¿Quién puede decirme a dónde van los objetos Desaparecidos?

Esta vez Petra Morganstern levantó la mano.

—Señor, los objetos Desaparecidos no van a ninguna parte, es decir, van a todas partes.

Jackson asintió con la cabeza.

—Una respuesta de libro de texto, señorita. Pero vacía. La materia no puede estar en dos sitios a la vez, ni puede estar a la vez en todas partes y en ninguna. Nos ahorraré tiempo al no sumar otras contribuciones a la ignorancia de esta clase sobre el tema. Esta es la parte donde ustedes escuchan y yo hablo.

Alrededor del aula, las plumas estaban empapadas y listas. Jackson comenzó a caminar otra vez.

—La materia, como incluso todos ustedes saben, está compuesta casi enteramente de nada. Los átomos se reúnen en el espacio, tomando una forma que, desde nuestro punto de vista, parece sólida. Este candelabro —Jackson puso las manos sobre un candelabro de bronce que había sobre su escritorio— nos parece una sencilla y muy sólida pieza, pero es, de hecho, billones de diminutas motas cerniéndose con la suficiente proximidad unas de otras como para implicar forma y peso a nuestra torpe perspectiva. Cuando lo hacemos desaparecer. —Jackson hizo un rápido movimiento con su varita despreocupadamente hacia el candelabro y éste desapareció con un estallido apenas—. No estamos moviendo el candelabro, o destruyéndolo, o causando que la materia que lo comprende deje de ser, ¿verdad?

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