James Potter y la Encrucijada de los Mayores (10 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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—Sí, es bastante espeluznante —admitió James, decidiendo no contar a Ralph alguna de las cosas que había oído sobre cómo vivían las familias de los Slytherin—. Aún así, espero que sea solo para impresionar.

—¿Qué es eso? —dijo Zane de repente, saltando hacia adelante sobre la cama—. ¿Es un Game Dec? ¡Lo es! ¡Y tienes el uplink inalámbrico para competiciones online y todo! —Rebuscó en una bolsa de lona en el extremo de la cama de Ralph, sacando una pequeña caja negra de más o menos el tamaño y la forma del mazo de cartas con el que habían estado jugando antes. Tenía una diminuta pantalla en la parte delantera, con un imponente y abrumador conjunto de botones bajo ella.

—¿Qué juegos tienes? ¿Tienes el Armaggeddon Master Tres?

—¡No! —jadeó Ralph, alejando la diminuta máquina de Zane—. ¡Y no permitas que nadie más vea esta cosa! Se ponen como locos por cosas como estas.

Zane parecía incrédulo.

—¿Qué? ¿Por qué?

—¿Cómo voy a saberlo? ¿Qué pasa con los magos y la electrónica? —Ralph dirigió la pregunta a James, que frunció el ceño y se encogió de hombros.

—No sé. Principalmente, no la necesitamos. La electrónica, como los ordenadores y los teléfonos, son solo cosas muggles. Hacemos lo que necesitamos con magia, supongo.

Ralph estaba sacudiendo la cabeza.

—No es así como actúan estos tipos. Hablan de ello como si hubiera traído algo asqueroso a la escuela conmigo. Me dijeron que si pretendía en serio ser un auténtico Slytherin tenía que abandonar toda mi falsa magia y mis máquinas.

—¿Falsa magia? —preguntó Zane, mirando a James.

—Sí —suspiró él—. Eso es lo que piensan algunas familias mágicas de la electrónica y las máquinas muggles. Dicen que esas cosas son solo sustitutos baratos de lo que hacen los auténticos magos. Creen que cualquier mago que utilice máquinas muggles es un traidor a su herencia mágica o algo así.

—Sí, eso se parece mucho a lo que me dijeron —asintió Ralph—. ¡Son bastante
apasionados
, al respecto! Escondí mis cosas de inmediato. Imagino que se lo daré todo a papá en las próximas vacaciones.

Zane dejó escapar un silbido bajo.

—Apostaría a que a tus magos ortodoxos no les gustó ver a mis compatriotas aterrizar hoy en esos trozos de hierro rodantes. No puedes conseguir algo que sea más máquina que un Dodge Hornet.

James lo consideró.

—Sí, puede que no les gustara mucho, pero hay una diferencia entre la electrónica y la mecánica. Piensan que los coches son sólo un manojo de engranajes y pistones. No son tan falsa magia como simplemente máquinas innecesariamente complicadas. Son los ordenadores y esas cosas lo que realmente odian.

—Ya te digo —respiró Ralph, bajando la mirada a su Game Deck, y después volviendo a meterla en su bolsa. Suspiró—. Salgamos de aquí. La cena será pronto y estoy hambriento.

—¿Alguna vez te llenas, Ralph? —preguntó Zane mientras saltaba de la cama.

—Tengo los huesos grandes —dijo Ralph automáticamente, como si lo hubiera dicho muchas veces antes—. Es un problema glandular. Cállate.

—Solo preguntaba —dijo Zane, levantando las manos—. Francamente, ya que estamos, me gusta la idea de tener un amigo del tamaño de un contenedor de basura.

En la cena, los tres se sentaron juntos en la mesa Gryffindor. James estaba un poco preocupado por ello hasta que apareció Ted y golpeó la espalda de Zane afectuosamente.

—Nuestro pequeño diablillo Ravenclaw. ¿Qué tal la vida en la segunda mejor Casa de la escuela? —Después de eso, James notó que Zane y Ralph no eran los únicos estudiantes sentados a la mesa de otra Casa.

Después de la cena discutieron el horario del día siguiente. Zane se uniría a James en la clase de Tecnomancia con el Profesor Jackson, y Ralph estaría con James en Defensa Contra las Artes Oscuras. Los chicos exploraron la biblioteca, revoloteando un rato fuera de la sección de libros prohibidos hasta que la bibliotecaria los espantó con su mirada severa. Finalmente, se desearon buenas noches y fueron por caminos distintos.

—¡Te veo mañana con el Profesor Cara de Piedra! —gritó Zane, que tenía una predisposición única para poner motes a los profesores, mientras subía las escaleras hacia la sala común Ravenclaw.

Entrando en sus propias habitaciones, James encontró a Ted sentado en el sofá con el brazo casualmente alrededor de Petra. Sabrina y Damian estaban en una mesa cercana, discutiendo calladamente sobre unos papeles extendidos sobre la mesa entre ellos.

—¿Listo para las clases de mañana, Junior? —exclamó Ted cuando James se unió a ellos.

—¡Sí! Eso creo.

—Lo harás bien —dijo Ted tranquilizadoramente—. El primer año es principalmente práctica con la varita y teoría. Espera a que estés en cuarto y tengas a la profesora Trelawney.

—Al menos podremos diluir a Trelawney con esa nueva bolsa de huesos de los Estados Unidos —dijo Petra.

James alzó las cejas.

—¿Qué quieres decir?

Ted respondió.

—Parece ser que se van a dividir las clases. El último curso era de Trelawney y Firenze, el centauro, pero él se fue este año, volvió con los centauros del valle en Greyhaven. Así que este año son Trelawney y la reina vudú, Madame Delacroix.

—Imagino que serán las mejores amigas —anunció Damian filosóficamente—. Como guisantes en una vaina. Como cáscara de huevo de dragón en polvo y savia de mandrágora.

James parpadeó, pero antes de poder preguntar a Damian qué quería decir, Ted sacudió la cabeza, sonriendo maliciosamente.

—Usa tu imaginación, colega.

Unos minutos después, James se separó del grupo y subió a los dormitorios.

Sentía una mezcla agradable de nerviosismo y excitación respecto al día siguiente. Por un momento, simplemente se quedó de pie en la habitación iluminada por la luz de la luna, empapándose de la emoción de estar allí, de ser un Gryffindor, y empezar sus estudios. Sintió una momentánea y vertiginosa sensación de aventuras y desafíos a los que se enfrentaría en los años venideros, y en ese momento deseó poder saltar hacia adelante, y recibirlos todos a la vez.

Noah apareció saliendo del diminuto baño. Miró a James antes de lanzarse sobre su cama.

—Todos nos sentimos así a veces —dijo, como si hubiera leído los pensamientos de James—. Espera a mañana por la noche y volverás a la normalidad. Una buena dosis de sermones y deberes hace milagros. —Y sopló la vela que había junto a su cama.

3. El fantasma y el intruso

James se levantó temprano. La habitación estaba silenciosa excepto por la respiración de sus compañeros Gryffindor y el ronquido silbante de Noah varias camas más allá. La luz en la habitación eran sólo unas pocas sombras sobre la noche, una especie de color rosa perlado. James intentó volver a dormir pero su mente estaba demasiado llena de todo lo desconocido que estaba seguro iba a experimentar en las próximas doce horas. Después de unos pocos minutos, sacó los pies de la cama y comenzó a vestirse.

Los pasillos de Hogwarts, aunque relativamente en calma y vacíos, parecían concurridos de una forma completamente diferente a la de la mañana. Un frescor cubierto de rocío y sombras mañaneras llenaban los espacios, pero había un indicio de ocupación justo fuera de la vista, detrás de las puertas sin marcar, bajo tramos de estrechas escaleras. A medida que James se movía por el pasillo y pasaba junto a clases vacías que estarían más tarde llenas de actividad, captó pistas indirectas de la actividad de los elfos domésticos que se desarrollaba en horas tempranas; un cubo y una fregona, todavía goteando, sostenían abierta la puerta de un baño; el aroma a pan horneado y el estrépito de ollas y sartenes subía por un corto tramo de escaleras; una hilera de ventanas estaban cubiertas con tapices cuidadosamente sacados para airearse.

James serpenteó hasta el Gran Comedor, pero lo encontró en calma y vacío, el techo brillando con un rosa pálido a medida que el cielo de afuera absorbía la luz del amanecer. Parpadeó y miró otra vez. Algo se movía entre las semi-transparentes vigas y travesaños. Una forma gris revoloteaba, tarareando una pequeña melodía un tanto molesta. James observó, intentando averiguar lo que era. Parecía la forma de un hombre bajito y gordo con una expresión alegremente traviesa de concentración. Contra toda probabilidad, la figura parecía estar equilibrando muy cuidadosamente objetos diminutos en los bordes de algunas de las vigas. James notó que los objetos en equilibrio estaban directamente encima de las mesas de la sala, organizados a intervalos, y equilibrados tan delicadamente como para caer con la más mínima brisa.

—¡Fi! —gritó de repente la figura, haciendo saltar a James. Le había visto. Se abalanzó sobre él tan rápidamente que James casi dejó caer los libros—¿Quién espía al espía cuando está planeando sus travesuras mañaneras? —cantó la figura, con irritación y alegría se mezclaban en su voz.

—Oh —dijo James, suspirando— te conozco. Mi padre y mi madre me hablaron de ti. Peeves.

—Y yo te conozco a ti, ¡bollito! —anunció alegremente Peeves, haciendo bucles alrededor de James —¡Pequeño chico Potter, James! ¡Oooh! Saliendo a hurtadillas de madrugada, no como su papá. ¡Él prefería la noche, la prefería! Buscando un lugar para desayunar ¿verdad? Oh, lo siento, todos los pequeños elfy-welfies están todavía cocinándolo en los sótanos. Hogwarts pertenece sólo a Peeves esta madrugada. ¿A menos que quieras judías balísticas peruanas?

Peeves empujó un brazo tenue hacia la cara de James. Los objetos diminutos que ocupaban la mano de Peeves parecían judías verdes secas.

—¡No! ¡Gracias! Entonces, me... me voy —James señaló con el pulgar sobre su hombro y comenzó a retroceder.

—¿Estamos seguros? ¡Mmm! Judías, judías, ¡la fruta musical! — Peeves despidió a James y se abalanzó hacia las vigas otra vez.— ¡Cuánto más coloco, más pitan! ¡Quizás, frutas pitadoras en el jugo de calabaza del pequeño Potter!— cacareó alegremente.

James se alejó hasta que estuvo fuera del alcance del canto de Peeves. Después de pocos minutos se encontró en un largo balcón con pilares que dominaba los terrenos del colegio. La bruma surgía del lago en una gran nube dorada, desvaneciéndose al sol. James se apoyó contra una barandilla, absorbiendo la felicidad y el entusiasmo de comenzar su primer día.

Algo se movió entre la calma. James miró hacia allí. Había sido en la linde del bosque, cerca de la cabaña de Hagrid. Quizás Hagrid estaba de vuelta. Estudió la cabaña. Todavía no había humo en la chimenea. El jardín parecía desatendido y cubierto de maleza. James frunció el ceño ligeramente. ¿Por qué Hagrid no había vuelto aún? Sabía que el semi-gigante sentía una conocida debilidad por bestias y monstruos, y le preocupaba, al igual que a sus padres, que eso tarde o temprano fuera su perdición. Quizás la alianza con los gigantes, provisional en el mejor de los casos, se había roto. Puede que hubiesen atacado a Hagrid y a Grawp, o los hubieran apresado de algún modo, quizás…

Un movimiento llamó la atención de James de nuevo. Justo detrás del montón de leña junto a la cabaña de Hagrid se produjo un parpadeo de color y un destello. James entrecerró los ojos, inclinándose tanto como pudo sobre la barandilla del balcón. Ahí estaba otra vez. Una cabeza asomó por encima de la leña. En la distancia, James pudo ver solamente que era un hombre, más o menos de la edad de su padre. La cara pareció estudiar los terrenos, y luego el hombre se puso de pie lentamente y levantó una cámara. Se produjo otro destello cuando el hombre tomó una foto del castillo.

Estaba por irse a buscar a alguien a quien contar su extraña visión, un profesor o incluso un elfo domestico, cuando de repente algo pasó volando ante él. James saltó a un lado, dejando caer los libros de veras esta vez. La figura era blanca, semi-transparente, y completamente silenciosa. Pasó ante él y se abalanzó hacia los terrenos de abajo, apuntando hacia el intruso de la cámara. La forma fantasmal era imprecisa a la brillante luz del sol, pero el intruso lo vio venir como si lo hubiese estado esperado. El hombre soltó un pequeño chillido de miedo pero no huyó, a pesar del hecho de que por lo menos parte de él parecía desearlo. Bruscamente, levantó la cámara otra vez y disparó unas pocas fotos rápidas a la forma fantasmal a medida que ésta iba acercándose él. Finalmente, justo cuando la forma estaba a punto de alcanzarle, el hombre giró sobre sus talones y corrió torpemente hacia el linde del bosque, desapareciendo en la oscuridad. El fantasma se detuvo en el borde del bosque como un perro al final de su correa. Espió dentro, luego merodeó inquietamente de acá para allá. Después de un minuto, se giró y comenzó a volver al castillo. Mientras James miraba, empezó a tomar una forma un tanto más sólida. Para cuando la figura hubo regresado al terreno que había frente al balcón, parecía un hombre joven. El hombre fantasmal caminaba con paso determinado, aunque algo desanimado, y con la cabeza gacha. Entonces levantó la mirada, vio a James, y se detuvo. Hubo un largo momento de perfecta inmovilidad en la cual el hombre miró fijamente a James, su transparente rostro inexpresivo. Luego la figura simplemente se evaporó, rápida y completamente.

James miro fijamente al lugar donde la figura había estado. Sabía que no se lo había imaginado. Los fantasmas eran tan parte de Hogwarts como las varitas mágicas y las pinturas en movimiento. Había visto al fantasma de la casa de Ravenclaw, la Dama Gris, justo el día anterior, deslizándose por un pasillo y con aspecto extrañamente malhumorado. Esperaba con impaciencia encontrarse con Nick casi Decapitado, el fantasma de la casa de Gryffindor. Pero este fantasma era nuevo para él. Por supuesto, sus padres no podían haberle contado todos los pequeños detalles de la vida en Hogwarts. Mucho de esto era nuevo para él. Aún así, la figura le molestó, como lo había hecho la visión del hombre con la cámara, acechando por ahí y tomando fotos. ¿Podía haber sido de uno de los periódicos sensacionalistas mágicos? No del
El Quisquilloso
, por supuesto. James conocía a la gente que dirigía esa publicación, y a ellos no les interesaría la amodorrada vida mañanera de Hogwarts. Aún así, había muchas publicaciones mágicas sensacionalistas siempre interesadas en los supuestos sucios secretitos de Hogwarts, el Ministerio, e incluso del padre de James.

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