James Potter y la Encrucijada de los Mayores (13 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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James y Ralph se vieron atrapados con él. Ralph se inclinó, leyendo las hojas de suscripción en voz alta.

—Equipos de debate, Club de ajedrez mágico, equipos de las Casas de Quidditch.

—¿Qué? ¿Dónde? —dijo Zane, todavía sosteniendo la pluma como si fuese su intención intentar algo con ella. Encontró el pergamino para las pruebas del equipo de Quidditch de Ravenclaw y empezó a firmar con su nombre—. Simplemente tengo que subirme a una de esas escobas. ¿Cuáles crees que son mis posibilidades, James?

James le cogió la pluma a Zane, sacudiendo la cabeza con diversión.

—Todo es posible. Mi padre fue buscador del equipo de Gryffidor en su primer año. El buscador más joven de la historia del equipo. Él es en parte la razón por la que cambiaron las reglas. Antes los de primer año no podían estar en el equipo. Ahora está permitido, pero es realmente, realmente raro.

James escribió su nombre en la parte inferior de la hoja para el equipo de Quidditch de Gryffindor. Las pruebas, vio, eran después de clase al día siguiente.

—Ralph, ¿Vas a firmar para los Slytherins? ¡Venga! ¡Todos tus amigos lo están haciendo! —Zane miró de reojo al chico más grande.

—No, nunca fui muy bueno en los deportes.

—¿Tú? —gritó Zane con ganas, tirando un brazo más bien con torpeza sobre el hombro de Ralph. —¡Eres una pared de ladrillos! ¡Todo lo que tienes que hacer es aparcarte delante del aro y la defensa ya está reforzada! Todo lo que hace falta es encontrar una escoba que sostenga, tu gran lastre.

—¡Cállate! —dijo Ralph, desembarazándose del brazo de Zane, pero sonriendo y poniéndose rojo—. En realidad estaba pensando en apuntarme al equipo de debate. Tabitha cree que sería bueno en eso.

James parpadeó.

—¿Tabitha Corsica te ha pedido que entres en el equipo de debate de Slytherin?

—Para ser exactos —dijo Zane, estudiando detenidamente las hojas de inscripción del equipo de debate—. Los equipos de debate no están divididos por casas. Son sólo equipos aleatorios A y B. Mirad, gente de las diferentes Casas están en el mismo equipo. Incluso hay algunos invitados de Alma Alerons aquí.

—¿Por qué no te lanzas y firmas, Ralph? —preguntó James. Ralph obviamente quería.

—No sé. Puede que lo haga.

—Oh, mira, Petra esta en el equipo A —dijo Zane. Empezó a inscribir su nombre otra vez.

James frunció el ceño.

—¿Te estás uniendo al equipo de debate sólo porque Petra Morgansterne está en él?

—¿Se te ocurre una razón mejor?

—Ya lo sabes —dijo James, riendo—, que Petra está saliendo con Ted, ¿no?

—Mi padre dice que las chicas no saben cómo les gusta el helado hasta que han probado todos los sabores —dijo Zane sabiamente, dejando la pluma de vuelta en su funda.

Ralph arrugó la frente.

—¿Qué significa eso?

—Significa que Zane cree que puede hacer sudar a Ted en el apartado romántico —dijo James. Admiraba y le preocupaba a la vez la falta de inhibición de Zane.

—Significa —replicó Zane— que Petra no sabrá lo que quiere en un hombre hasta que haya tenido oportunidad de llegar a conocer a tantos como le sea posible. Sólo estoy pensando en lo mejor para ella.

Ralph estudió a Zane por un momento.

—Sabes que tienes once años, ¿no?

James se detuvo mientras Zane y Ralph empezaban a andar. Una foto en la vitrina de trofeos había llamado su atención. Se inclinó, ahuecando las manos alrededor de la cara para bloquear el resplandor del sol. La foto era en blanco y negro, en movimiento, como todas las fotos mágicas. Era su padre, más joven, más delgado, su pelo negro salvaje y revuelto sobre la famosa y característica cicatriz. Sonreía incómodamente a la cámara, sus ojos se movían como si estuviese evitando el contacto ocular con alguien o algo fuera del foco de la cámara. Junto a la foto enmarcada había un gran trofeo de metal y de una especie de cristal azul que brillaba con una luz cambiante y ondulada. James leyó la placa que había bajo el trofeo.

LA COPA DE LOS TRES MAGOS

CONJUNTAMENTE CONCEDIDA A HARRY POTTER Y CEDRIC DIGGORY
,

ESTUDIANTES DE HOGWARTS DE LAS CASAS DE GRYFFIDOR Y HUFFLEPUFF, RESPECTIVAMENTE
,

POR GANAR EL TORNEO DE LOS TRES MAGOS, QUE TUVO LUGAR EN ESTOS TERRENOS CON LA COOPERACIÓN DE REPRESENTANTES DE LA ACADEMIA DE DURMSTRANG Y LA ESCUELA DE BEAUXBATONS.

Había más, pero James no lo leyó. Conocía la historia. El nombre de Harry Potter había sido vilipendiado como competidor fraudulento, habiendo sido situado en la competición por un mago oscuro llamado Crouch. Esto había conducido a ambos, Harry y Diggory, a ser enviados vía Traslador a la guarida de Voldemort, lo que llevó al regreso corporal del malvado mago. No era de extrañar que su padre pareciese tan incómodo en la foto. Estaba por debajo de la edad legal para el torneo, y había sido el añadido cuarto concursante en una competición de tres magos. Había estado en una habitación llena de gente que sospechaba de él por fraude y magia oscura, en el mejor de los casos.

James miró a la imagen del otro lado de la copa, la de Diggory. Su sonrisa parecía genuina y cordial en comparación con la de su padre. James nunca había visto una foto de Diggory antes, y sin embargo le pareció familiar. Conocía la historia de Diggory, sabía que había muerto junto a su padre en el cementerio al que los habían enviado, asesinado por orden de Voldemort. Su padre pocas veces hablaba de esa noche, y James entendía por qué, o por lo menos creía que lo hacía.

Suspiró, y luego corrió para alcanzar a Zane y Ralph.

Más tarde ese día, cuando James se detuvo en su habitación para intercambiar libros para su clase de Defensa contra las Artes Oscuras, encontró a Nobby esperándole, arañando el alféizar impacientemente. James asió el pergamino enroscado de la pierna de Nobby y lo leyó.

Querido James:

Tu padre y yo estamos encantados de oír que te estás adaptando bien, como sabíamos que harías. Tu tío Ron dice que enhorabuena por ser un Gryffindor, y todos nosotros coincidimos. No podemos esperar para escuchar como te ha ido el primer día de clases. También quiero que escuches esto de nosotros en primer lugar: han pedido a tu padre que vaya a Hogwarts para un encuentro sobre Seguridad Internacional y otros temas de "interés común" con los magos americanos. Yo me quedaré en casa con Albus y Lily, pero tu padre espera verte la próxima semana. Para cerciorarse de que comes algo más que pasteles y empanadas y para estar seguro de que lavas tus túnicas y a ti mismo por lo menos una vez a la semana (eso era broma. En realidad, no lo era.)

Con cariño y besos,

Mamá

James dobló la nota y la metió en el libro que llevaba mientras corría hacia las escaleras. El conocimiento de que vería a su padre la próxima semana le había dejado con sentimientos entremezclados. Por supuesto que le emocionaba verlo y poder presentarlo a sus nuevos amigos. Aunque, tenía miedo de que la visita también hiciera que fuera mucho más difícil escapar a la sombra de su famoso padre. Se sintió fugazmente agradecido de que Zane y Ralph fuesen ambos nacidos muggles, y por lo tanto relativamente ignorantes de las hazañas de su legendario padre.

Cuando se unió a la multitud de estudiantes que entraban en la clase de Defensa contra las Artes Oscuras, James vio otra de las insignias en la túnica de un Slytherin. "
Magos Progresistas Contra La Discriminación Mágica
" decía. Sintió una especie de sensación de hundimiento sin rumbo, y entonces se fijó en el recorte de periódico clavado con tachuelas a la pared cerca de la puerta. "
Harry Potter en la Cumbre de Unión Internacional Mágica
" decía el titular. Debajo, un mecanografiado más pequeño decía: "
El Jefe de Aurores se reunirá con los representantes de Estados Unidos durante la Ceremonia en Hogwarts. Prevalecerán las Cuestiones de Seguridad
." Sujeta al recorte de periódico, clavado de modo que ocultaba la foto de un sonriente Harry Potter adulto había otra de las insignias azules. "
Cuestiona a los Vencedores
", centelleaba.

—Vamos —urgió Ralph, uniéndose a James— llegaremos tarde.

Mientras navegaban por el aula llena y encontraban dos asientos cerca de la parte delantera, Ralph se inclinó hacia James.

—¿Era ese tu padre, el de la historia del recorte de periódico?

James había supuesto que Ralph no se había dado cuenta de ello. Miró a Ralph mientras se sentaban.

—Sí. Mi madre me acaba de escribir al respecto. Estará aquí a principios de la semana que viene. Un Gran Encuentro con los americanos, supongo.

Ralph no dijo nada, pero parecía incomodo.

—Ya lo sabías, ¿no? —susurró James cuando la clase se quedó en silencio.

—No —murmuró Ralph— al menos, no específicamente. Aunque mis compañeros de Casa han estado hablando de una especie de protesta todo el día. Parece que es sobre tu padre, supongo.

James miró fijamente a Ralph, con la boca ligeramente abierta. Así que eso era lo que tramaban Tabitha Corsica y sus Slytherins, tras todas esas sonrisas amistosas y habladurías. Las tácticas de Slytherin habían cambiado, pero no su propósito. James apretó los labios en una línea inflexible y se giró hacia delante mientras el profesor Franklyn se aproximaba al escritorio principal. El profesor Jackson caminaba junto a él, llevando su maletín de piel negro y hablando en voz baja.

—Saludos, estudiantes —dijo Franklyn secamente— Sospecho que muchos de vosotros ya habéis conocido al profesor Jackson. Por favor perdonad el pequeño retraso.

Jackson miró por encima del hombro a los estudiantes sentados, con su cara de granito. El apodo de Zane para el hombre parece bastante apropiado, pensó James. Franklyn se giró hacia Jackson y habló con voz silenciosa. Jackson parecía descontento con lo que le estaba diciendo Franklyn. Colocó su maletín en el suelo junto a él, liberando su mano para hacer gestos.

James se fijó en la maleta. Sólo treinta centímetros o así de donde estaba sentado en la fila delantera. Jackson no había sido visto nunca sin la maleta, lo que habría sido corriente en casi todos los sentidos si no fuese por el hecho de que la vigilaba muy atentamente. James intentó no oír la conversación entre los dos profesores, que evidentemente pretendía ser un secreto. Por supuesto, eso lo hacía todo de lo más intrigante. Escuchó las palabras "oculto" y "Merlín". Luego, una tercera voz atravesó el aula.

—Profesor Jackson —dijo la voz, y aunque no era una voz fuerte, resonó con un aire de sencillo poder. James se dio la vuelta para ver quien había hablado. Madame Delacroix estaba de pie justo en el interior de la puerta de entrada al aula, su mirada ciega cerniéndose en alguna parte sobre las cabezas de todos—. Creí que quizás le gustaría saber que su clase le está esperando. Usted es siembre tan... —pareció buscar en el aire la palabra correcta—,
riguroso
, insistente en la puntualidad. —Su voz tenía una cadencia lenta que era en cierta forma francesa y americana sureña a la vez. Sonrió vagamente, luego se giró, con su bastón haciendo
click
en el suelo, y desapareció por el pasillo.

El rostro de Jackson se mostró incluso más duro de lo normal mientras miraba al ahora vacío umbral. Miró intencionadamente a Franklyn, y luego dejó caer la mirada, alargando la mano hacia su maleta. Se quedó congelado a medio camino, y James no pudo evitar mirar a los pies del profesor. El maletín de cuero negro al parecer había quedado un poco abierto cuando lo había dejado en el suelo. Los cierres de latón centelleaban. Nadie más parecía haberse dado cuenta excepto James y el profesor Jackson. Jackson reanudó el camino hasta la maleta, y lentamente, accionando los cierres la cerró con una gran mano nudosa. James sólo obtuvo una visión fugaz del interior de la maleta. Parecía estar llena de pliegues de alguna tela rica y oscura. Jackson se enderezó, recogiendo la maleta, y cuando lo hizo vio a James, su pétrea cara estaba sombría. James intentó apartar la mirada, pero era demasiado tarde. Jackson sabía que lo había visto, aunque no supiera lo que era.

Sin una palabra, Jackson avanzó a zancadas hacia el pasillo, moviéndose con esa determinación y modo de andar marcial que tanto le hacía parecer un viejo buque de guerra a toda vela, y luego giró por el pasillo sin mirar atrás.

—Gracias por vuestra paciencia —dijo Franklyn a la clase, ajustándose las gafas— Bienvenidos a Defensa contra las Artes Oscuras. Ahora mismo, la mayoría de vosotros sabéis mi nombre, y muchos de vosotros, asumo, sabéis algo de mi historia. Sólo para quitar algunas preguntas obvias del camino: Sí, soy
ese
Benjamin Franklyn. No, en realidad no inventé la electricidad para los muggles, pero les di un pequeño empuje en la dirección correcta. Sí, era parte del Congreso del Continente Americano, aunque por razones obvias, no fui uno de los que firmó la Declaración de Independencia. Por aquel entonces utilizaba dos ortografías diferentes de mi nombre, sólo una de ellas era conocida para el mundo muggle, lo que me hacía más fácil saber que correspondencia debía abrir primero. Sí, me he dado cuenta de que mi cara adorna el billete americano de cien dólares. No, en contra del mito popular, no llevo hojas sin cortar de los de cien para recortar y firmar a los admiradores. Sí, soy en efecto bastante viejo, y sí, eso se logra a través de medios mágicos, aunque os aseguro que esos medios son mucho más mundanos y prosaicos de lo que muchos han asumido. Enfáticamente no, no soy inmortal. Soy un hombre muy, muy viejo que ha envejecido bastante bien con un poco de ayuda. ¿Cubre eso la mayor parte de las preguntas obvias? —finalizó Franklyn con una sonrisa socarrona, contemplando la clase extraordinariamente llena. Hubo un murmullo de asentimiento.

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