–Me estoy perdiendo –dice.
–Vamos a ver, Javier Giner, Juan Ernesto, Bésametonto, La Tasero, Antonia Delata son los chicos que han aparecido asesinados. ¿Hasta ahí todo bien?
–Sí.
–Vale, pues todos escribieron un relato en el dichoso libro.
–Ok, ahora mejor.
–Encontramos unos
flyers
donde aparecían Roberta Marrero, los chicos de «La Mesa Camilla» (Antonia Delata y Misternny) y Aviador Deluxe.
–Pero Antonia falleció.
–Sí, sí, pero sigue quedando Misternny de «La Mesa Camilla».
–Vale.
–Pues estas tres personas también escriben en el libro.
–Ya.
–Además de estos hay cuatro personas que son Jonás Vega, Popy Blasco, Miguel G. y Álex Rei, de los que todavía no hemos tenido noticias.
–¿Y por qué has citado a Popy Blasco y no al resto? –pregunta intrigado.
–Es lo que te iba a contar ahora. Popy tiene un
blog
que es uno de los enlaces de «La Mesa Camilla», donde se dedica a destripar a toda la gente que es medio conocidilla en Madrid, entre otros a todos los participantes del libro, especialmente a los asesinados, y de qué forma.
–¿Y por qué hace eso?
–Supongo que por notoriedad pero llega incluso a decir cosas como que merecían la muerte.
–Pero eso es echarse tierra encima.
–Tal vez no sepa que fueron asesinados y siga pensando que fueron suicidios.
–Eso es imposible, alguien se lo filtró a la prensa, ya es de dominio público.
–Sí, de hecho en los foros de Internet la gente habla ya de «el asesino de
El último Baile
» –le cuento.
–Todo este asunto se me escapa de las manos. Sólo hay una cosa clara: debemos reunir al resto de autores vivos y alertarles de lo que está ocurriendo.
–¡Pero tal vez uno de ellos sea el asesino! –grito.
–Eso lo tengo clarísimo pero él no sabe que nosotros lo sabemos. Nos ha marcado una cita, que es el día del concierto de Roberta. Pues allí estaremos todos para arrestarlo.
–Pero hay algo que no me cuadra. Si yo fuese el asesino y alguien me pone a caldo sería al primero al que quitaría de en medio, ¿no?
–No tiene por qué, de todas formas, le está haciendo una publicidad al psicópata increíble y, aunque le guste jugar a los misterios, en el fondo con tanto jueguecito lo que busca es notoriedad, de eso estoy seguro.
–¿Crees que pretende hacerse famoso –pregunta García.
–Estos escritores nunca se sabe, están todos como cencerros.
–¿Había alguna conexión entre los relatos escritos?
–¿Qué quieres decir? –pregunto.
–Si hablan de algo en especial, no sé…
–Pues aún no te puedo decir, no he podido conseguir el libro. De todas formas cuando acabemos el interrogatorio quiero pasar por la editorial para hacer unas preguntillas y de camino le pediré el libro. Es lo bueno que tiene ser policía, algún trato de favor tendremos que tener, ¿no?
Un policía viene a avisarnos de que ha llegado Popy Blasco.
–Gracias. Ahora mismo vamos. Ven conmigo, creo que va siendo hora de que juguemos al poli bueno y al poli malo –le digo a García.
–Está bien. Oye, con respecto a lo del otro día, yo…
–Déjalo estar. Ahora tenemos mucho trabajo. Llevemos al chismoso a la sala de interrogatorios.
García baja la cabeza de nuevo y no dice nada más. Camina detrás de mí.
Cuando nos reunimos con el fanático de los
blogs
nos encontramos con un chico aparentemente encantador a la par que tímido. Si no supiese las cosas que ha sido capaz de decir incluso juraría que es adorable. Parece tan inofensivo… Seguro que es de esa imagen de achuchable de lo que se aprovecha para clavar la puñalada. Lleva vaqueros y un polo rojo. No es guapo pero tampoco feo, del montón. De cuerpo está mejor, aunque según su
blog
no para de comer en el McDonalds. Supongo que se matará en el gimnasio para quemar toda esa grasa que ingiere. Grandes misterios de la humanidad…
–Hola, soy el agente Mulleras y este es el agente García. Tú debes ser Popy Carrasco –le estrecho la mano habiendo dicho su apellido mal a posta.
–Blasco, es Blasco –corrige.
–Ay, perdón. Lo siento mucho –finjo estar afligido.
–No pasa nada.
–El agente Mulleras tiene la cabeza en las nubes no le hagas caso. Síguenos por aquí por favor –dice García.
–¿Dónde me llevan?
–A una celda de castigo –le digo.
–¡¿Qué?! –grita asustado.
–Era una broma. No puedo creer que seas tan gallina, con lo valiente que parecías –le digo disfrutando de mi superioridad.
–Perdona Popy, no le hagas caso al agente Mulleras.
Lo metemos en la sala de interrogatorios y cuando él entra salimos nosotros. Lo dejamos ahí encerrado un rato y lo observamos por el espejo. Cuando Popy ve que se cierra la puerta tras de él y escucha cómo echamos la llave se pone a dar golpes en las paredes, en la puerta. Comienza a gritar, a sudar…
–¡Sacadme de aquí! –grita–. ¡Yo no he hecho nada, soy inocente!
Popy grita y grita. Arremete contra el espejo. Sabe que le estamos observando a través de él. Escupe contra nosotros. Tira las sillas. Está completamente fuera de sí. El agente García le habla por el intercomunicador.
–Soy el agente García, si no te calmas será mucho peor para ti.
–¿Por qué me hacen esto? Yo no he matado a nadie –grita Popy llorando.
–Parece que dice la verdad –le digo a mi compañero.
–¿Qué? Pensé que sabías que era el asesino.
–Tal vez me equivoqué –digo agachando las orejas.
–No me lo puedo creer –dice enfadado García.
–Vamos dentro.
–Esto es ilegal. No podemos tenerlo retenido.
–Y no lo haremos, es sólo para que se le bajen un poco los humos.
–Cada día flipo más contigo.
Cuando entramos está en una esquina de la sala sentado en el suelo y llorando. Parece que está más calmado así que empezamos las preguntas.
–¿Mataste tú a tus compañeros del libro? –pregunto directamente.
–¿Qué? ¿En serio piensan que lo hice yo? –dice Popy asustado.
–No lo sabemos, por eso queremos que tú nos lo digas.
–Yo no he hecho nada.
–Está bien, yo te creo –dice García– pero cuéntanos qué pasó con
El último Baile
.
–¿Qué pasó?
–Cuéntanos cómo empezó, cómo llegaste hasta ahí… –sugiero.
–El libro fue editado por Odisea Editorial a principios de año. Era un proyecto en el que se debía hablar del mundo de la noche. A cada uno nos pidieron que escribiésemos un relato. –cuenta Blasco.
–¿Cómo os eligieron?
–La editorial le encargó a Misternny y a Miguel G. que eligiesen a personas que pudiesen encajar en el proyecto. Pronto se hicieron dos grupos y la rivalidad no tardó en aparecer.
–¿Entre los grupos? –pregunto.
–A veces también dentro de un mismo grupo. Hubo muchos problemas para poder sacar el libro adelante y soy consciente de que los dos encargados lo pasaron bastante mal porque todos intentaban vetar a alguien.
–Supongo que tú serías el más vetado –comento.
–Sí, claro. Pero precisamente por eso también estaba ahí. Cuando el libro se publicó empezaron los comentarios a cuchillo. Primero dirigidos a la editorial: que si la portada no les gustaba, que si el título, el orden de los relatos, etc. Luego fueron dirigidos a los dos organizadores y luego incluso entre nosotros mismos. Llegó un momento en el que no había dos grupos, había doce grupos y cada uno iba por su lado.
–Pero no entiendo cuál era el fin.
–Destacar. Fue un libro muy sonado a nivel nacional, de hecho importantes cadenas de televisión decidieron apoyar la promoción. Ese fue el caos absoluto. Las puñaladas se convirtieron en tiros y ya nadie respetaba a nadie.
–Pero si tú fuiste el primero que los pusiste a parir a todos en tu
blog
¿cómo vienes ahora de víctima?
–Lo único que yo hice fue darle más promoción al libro, nada más –cuenta sereno.
–Pero a costa de hablar mal de tus compañeros.
–Lo importante es que hablen de uno, da igual si es bien o mal, pero es la única forma de estar en el candelero –dice Popy.
–No creo que las doce personas jugasen al mismo juego –sospecho.
–No, por supuesto que no, de hecho incluso hubo gente a la que ni siquiera conocíamos nosotros, que éramos los protagonistas de la noche y, por lo que se supone que nos habían elegido.
–¿Qué quieres decir, que los impusieron?
–Eso lo has dicho tú.
–¿Por ejemplo?
–Juan Ernesto no se qué y Jonás Vega. Bueno y luego algunos que se atribuyeron el papel de famoso nocturno sin haber hecho nada, como Miguel G., aunque todo el mundo sabe que ese es el enchufado de la editorial.
–¿Por qué dices eso?
–Primero porque trabaja en ella, igual que Misternny, pero a él le encanta figurar. Es un trepa que está dispuesto a pisotear a cualquiera por subir un peldaño en la escalera.
–Eso tampoco es motivo para hablar así de nadie, todo el mundo es ambicioso, ¿no? –pregunto.
–Sí, pero no es sólo eso, luego se hizo una especie de votación en Internet donde la gente podía votar su relato favorito de todo el libro y casualmente la ganó él.
–¿Y qué le pasa a su relato, tan malo era?
–Hombre, si además le sumas que lo pusieron el primero y que su relato daba título al libro…
–No has contestado a mi pregunta.
–Sí, era de principiante.
–¿Entonces?
–Lo que ocurre es que querían publicarle una novela y utilizaron todo esto como campaña de promoción ¿Quieres más pistas?
–Sinceramente, no sé dónde nos lleva todo esto. No veo el delito por ninguna parte. ¿Qué tiene que ver todo esto con los asesinatos? ¿Por qué alguien que como tú dices es el enchufado y consigue todo lo que quiere de la editorial iba a querer asesinar a nadie? No lo entiendo.
–Lo que yo no entiendo es por qué me tienen aquí retenido –dice Popy.
–No estás retenido, estas manteniendo una amistosa charla con nosotros –le comento.
–¡Pero eso es ilegal! –grita amenazante.
–Ilegales son las burradas que tú has dicho en tu
blog
sobre algunas personas.
–No lo creo.
–Te has dedicado a destruir vidas y todo por ser popular. Eres un mercenario.
–Todos tenemos un precio.
–Das asco, pero tranquilo, el tiempo pone a cada uno en su sitio.
–Eso espero –me dice–, ya me reiré yo cuando tengas que venir a pedirme perdón. ¿Puedo irme?
–Claro, pero procura estar disponible y, por cierto, el sábado tenemos una fiestecita.
–No puedo ir.
–¿Por…?
–Roberta Marrero me tiene vetado en todos los sitios donde pinche o actúe por las cosas que dije de ella en el
blog
.
–Bueno, por eso no te preocupes, tendrás un pase VIP.
–Estáis dando palos de ciego.
–¿Qué quieres decir?
–¿No habéis pensado quién se está forrando con todo esto?
–No te entiendo.
–Nosotros no cobramos derechos por los relatos hasta dentro de un año, pero si todos los autores han muerto y el libro se convierte en un autentico
bestseller
¿quién se lleva el dinerito?
–La editorial –afirmo dándole la razón.
Popy sonríe porque sabe que ha ganado la partida. Se cree más listo que nosotros. Tal vez ha sido cuestión de suerte. Esa frialdad con la que me desafía me recuerda a la del asesino. Me pregunto si no estaré cometiendo un error al dejarlo libre.
Me jode enormemente haber pasado ese detalle por alto. El bloguero tenía razón. Tiene mucha lógica, probablemente la editorial esté detrás de todo esto. El agente García ha estado todo el interrogatorio con la boca cerrada, escuchando, analizando. Tiene la misma sensación de desazón que yo. Ambos estamos jodidos, lo hemos tenido delante de nuestras narices todo el rato y no nos hemos dado cuenta. Me pongo en marcha. En una hora es el entierro de Antonia Delata, después me pasaré por la oficina de Odisea para hacer unas preguntas.
El entierro de Antonia es desolador. Sus padres, sus familiares y poco más. La gente de la noche tiene miedo a salir, a reunirse, porque saben que entre ellos puede haber un asesino. Hay alguien a quien me sorprende encontrarme. Lo veo entre la pequeña multitud que no se parece en nada a la gran marabunta que visitaba el cementerio días atrás en el entierro de Javier Giner.
–JL ¿qué haces tú aquí? –pregunto intrigado.
–Nos volvemos a encontrar en un entierro, lástima que esta vez sí que es de un amigo.
–Te acompaño en el sentimiento. ¿Lo conocías mucho?
–Sí, bastante. Tenemos miedo.
–¿Quiénes tenéis miedo? –le pregunto.
–Los integrantes de
El último Baile
–contesta.
–Y tú ¿qué tienes que ver ahí?
–Soy Álex Rei, también soy escritor.
–¡Coño! ¿Por qué no me lo dijiste?
–No me lo preguntaste. Qué sabía yo si eso era importante.
– Te he tenido delante de mis narices todo el tiempo y no me he dado cuenta. Había olvidado a Álex Rei.
–¿Quién más hay aquí del libro?
–Misternny y Aviador Deluxe.
–¿Y el resto?
–Tienen miedo, cualquiera puede ser el asesino.
–Muy bien, pues os venís conmigo.
–No podemos irnos, estamos… –dice atropelladamente.
–He dicho que os venís conmigo –ordeno.
Agarro a los tres sonámbulos, los meto en un coche de policía y los mando directos a la comisaría, es la única forma de que estén a salvo de ellos mismos. Yo me dirijo a las oficinas de Odisea Editorial. Veremos con qué me encuentro allí.
Al llegar descubro para mi sorpresa que el sitio es bastante cutre. Es una oficina vieja en la que trabaja menos gente de la que yo pensaba. Me recibe un tal Manuel Pérez, que se identifica como encargado de la editorial.
–¿Puedo ayudarle en algo? –me pregunta.
–Sí, quiero una copia del informe de las ventas oficiales del libro
El último Baile
–le digo.
– Y eso ¿por…?
–Lo necesitamos para nuestra investigación.
–Creo que están buscando en el sitio equivocado –me dice chulo y déspota el encargado.
–No me gusta su tono señor Pérez.
–Es la chulería de Madrid, que no puedo evitarla –me contesta.