—¡A mí también me tocó! —gimió la señorita Li—. Abe, enciende. ¿No tengo aquí alguna ampolla?
—No, no tienes nada, Queridita —le aseguró Abe, que hubiera besado muy a gusto su rodilla. Pero Queridita, preocupada, seguía restregándose la pierna.
—Era algo tan frío y desagradable… —se quejó Queridita.
—Ha perdido usted una perla, señorita —dijo de pronto uno de los marinos, entregando a Li una bolita que acababa de recoger de la arena.
—¡Dios mío, Abe! ¡Si me han traído otra vez perlas! —gritó la señorita Li—. ¡Muchachos, vengan a ayudarme a buscar perlas! Por aquí debe de haber una barbaridad de perlas, esos pobrecitos me las han traído. Son simpatiquísimos, ¿verdad, Fred? ¡Otra perla! ¡Y aquí!
Tres linternas volvieron sus círculos luminosos hacia el suelo.
—¡He encontrado una tremenda!
—¡Es mía! —gritó la señorita Li.
—¡Fred! —sonó la fría voz de Judy.
—¡En seguida! —respondió Fred, que estaba de rodillas en la arena.
—Fred, quiero volver al yate.
—Alguien te puede llevar —aconsejó Fred muy ocupado—. ¡Caramba, qué divertido es esto!
Tres hombres y una señorita, Queridita Li, se movían por la arena como enormes luciérnagas.
—¡Aquí hay tres perlas! —anunció el capitán.
—¿A ver, a ver? —gritó Li entusiasmada arrastrándose de rodillas hacia el capitán.
En aquel momento brilló la luz de magnesio y se oyó la manivela de la cámara cinematográfica.
—Bien, ahora sí que los he filmado —declaró vengativa Judy—. Será una magnífica fotografía para los periódicos. «La Alta Sociedad Americana busca perlas.» «Lagartos marinos arrojan perlas a la gente.»
Fred se sentó de pronto.
—¡Caramba! Judy tiene razón. Eh, chicos, debemos publicar esto en los periódicos.
Li se puso de pie.
—Judy es un encanto. Judy, por favor, rueda algunas escenas más, esta vez de frente.
—Perderías mucho, queridita —aseguró Judy.
—Niños, haríamos mejor en seguir buscando. Empieza la marea alta.
En la oscuridad, a la orilla del lago, se agitó una sombra negra. Li dio un grito horrorizada.
—Allí, allí…
Tres linternas enfocaron su luz hacia aquel lado. Era Greta que, de rodillas, buscaba perlas.
Li tenía en su regazo la gorra del capitán, que contenía 21 perlas. Abe servía licores y Judy atendía al gramófono. La hermosura de una noche estrellada brillaba sobre el eterno susurro del mar.
—Bien, ¿qué título vamos a ponerle? —preguntó Fred.
—LA HIJA DE UN INDUSTRIAL DE MILWAUKEE FILMA A LOS REPTILES FÓSILES.
—LAGARTOS ANTEDILUVIANOS RINDEN HOMENAJE A LA BELLEZA Y A LA JUVENTUD —propuso Abe poéticamente.
—EL YATE GLORIA PICKFORD DESCUBRE SERES DESCONOCIDOS —aconsejó el capitán—. O quizás EL MISTERIO DE LA ISLA DE TAHUARA.
—Eso serviría solamente para el subtítulo. El título debe decir mucho más.
—Quizá: BASEBALL FRED LUCHA CONTRA LOS MONSTRUOS —exclamó Judy—. Fred estaba formidable cuando se lanzó contra ellos. Lo que hace falta es que salga bien en el film.
El capitán tosió:
—Es que yo llegué antes, señorita Judy, pero no hablemos de eso. Yo creo que el título debe ser científico. Ha de ser sucinto y… en resumen, científico. ANIMALES PREDILUVIANOS EN UNA ISLA DEL PACÍFICO.
—¿Prediluvianos? —corrigió Fred—. ¿Prediluvianos? ¡Caramba!, ¿cómo se dice? Antediluvianos… antidiluvianos… anteluvianos… No, eso no puede ser. Hay que poner un título más sencillo, para que todo el mundo pueda pronunciarlo. Judy es un hacha en eso.
—Antediluvianos —dijo Judy.
Fred negó con la cabeza.
—Demasiado largo, Judy. Más largo que esos bichos, con cola y todo. El título ha de ser conciso, pero Judy es fantástica ¿no? ¡Dígalo usted, capitán! ¿Verdad que es magnífica?
—Lo es —corroboró el capitán—. Una muchacha excelente.
—Es usted un buen muchacho, capitán —dijo agradecido el joven coloso—. Muchachos, el capitán es un tipo formidable. Pero prediluviano es una estupidez. ¡No es titular para un periódico! Mejor sería: LOS AMANTES DE LA ISLA DE LAS PERLAS, o algo así.
—LOS TRITONES LLENAN DE PERLAS A LA BLANCA LILY —gritó Abe—.HOMENAJE DEL IMPERIO DE POSEIDÓN. ¡NUEVA AFRODITA!
—Una idiotez —protestó Fred excitado—. Tritones no han existido nunca. Eso está comprobado científicamente, muchacho. Y tampoco ha habido ninguna Afrodita, ¿verdad que no, Judy? ¡CHOQUE DE SERES HUMANOS CONTRA LAGARTOS PREHISTÓRICOS! UN VALIENTE CAPITÁN ATACA A LOS MONSTRUOS ANTEDILUVIANOS. Hombre, un título así sería impresionante.
—Edición especial —gritó Abe—, UNA ARTISTA DE CINE ATACADA POR MONSTRUOS MARINOS. EL SEX-APPEAL DE LA MUJER MODERNA VENCE A LOS LAGARTOS PREHISTÓRICOS. ¡LOS REPTILES FÓSILES LAS PREFIEREN RUBIAS!
—Abe —se oyó la voz de Li—, tengo una idea.
—¿Cuál?
—Para una película. Sería algo formidable, Abe. Imagínate que me estaría bañando en la playa…
—Ese bañador te sienta formidablemente, Li —respondió apresuradamente Abe.
—¿Verdad? Y esos tritones se enamorarían de mí y me llevarían al fondo del mar para que fuese su reina.
—¿Al fondo del mar?
—Sí, bajo el agua. A su imperio secreto, ¿sabes? Ellos, desde luego, tendrán sus ciudades.
—¡Pero Queridita, te ahogarías!
—No te preocupes, sé nadar —dijo Queridita sin alterarse—. Una vez al día, saldría a la superficie para respirar. Li hizo una excelente exhibición de ejercicios respiratorios, acompañados por agitados movimientos de busto y acompasadas brazadas de nadadora. Algo así, ¿te parece? Y en la playa se enamoraría de mí… quizás un joven pescador. Y yo de él. ¡Locamente! —suspiró Queridita—. Él sería fuerte y hermoso. Los tritones tratarían de ahogarlo, pero yo lo salvaría y huiría con él a su cabaña. Los tritones nos cercarían y después… Bueno, después podríais llegar vosotros y salvarnos.
—Li —le dijo Fred seriamente—, eso es tan estúpido que, ¡por mi salud!, te juro que podría filmarse. Raro sería que el viejo Jesse no hiciese de eso una gran película.
Fred tenía razón. Con el tiempo, de «eso» se rodó una gran película, producción Jesse Loeb Pictures, con la señorita Lily Valley en el papel principal. Además, fueron empleados seiscientas nereidas, un Neptuno y doce mil extras vestidos de los más variados lagartos antediluvianos. Pero antes de ocurrir todo esto, corrió mucha agua por los ríos y ocurrieron diversos acontecimientos, entre otros:
1) El animal capturado, guardado en la bañera del camarote de queridita Li fue, durante dos días, el centro de la atención de todo el grupo. Al tercer día dejó de moverse, asegurando la señorita Li que «el pobrecito sentía nostalgia.» Al cuarto día empezó a apestar y tuvo que ser arrojado al mar, en avanzado estado de descomposición.
2) De las escenas filmadas en el lago, solamente dos estaban en buenas condiciones. En una de ellas Queridita Li, en cuclillas, se defendía aterrorizada de los animales erguidos que la rodeaban. Todos aseguraron que era una toma magnífica. En la segunda se veía a tres hombres y a una joven, arrodillados y con las narices rozando el suelo. Todos estaban de espaldas y parecía que adoraban a alguien. La toma fue rechazada por unanimidad.
3) En lo referente a los titulares para los periódicos, hay que decir que fueron aprovechados todos (sí, hasta aquellos de la fauna antediluviana), y que salieron publicados en cientos y cientos de diarios americanos y, en general, en periódicos, semanarios y revistas de todo el mundo. Bajo los titulares iba una relación de los acontecimientos, con toda una serie de detalles y fotografías como, por ejemplo: fotografía de Queridita Li entre los lagartos; fotografía del lagarto en el baño; fotografía de Li en traje de baño; fotografía de la señorita Judy, Mr. Abe, Baseball Fred, el capitán del yate, el yate
Gloria Pickford
, la isla de Tahuara y las perlas, colocadas sobre terciopelo negro. La carrera de Queridita Li estaba asegurada. Hasta rechazó los ofrecimientos que se le hacían para trabajar en varietés y declaró en una entrevista que pensaba dedicarse solamente al arte.
4) Desde luego, también hubo gente que, basándose en sus conocimientos científicos, aseguró que —según se podía juzgar por las fotografías— no se trataba de lagartos prehistóricos, sino de una especie de salamandras. Gente todavía más experta dijo, más tarde, que dicha clase de salamandras no estaba reconocida científicamente y que, por lo tanto, no existían. Hubo largos debates en la prensa con este motivo, que fueron cerrados por las declaraciones del profesor J. W. Hopkins (Universidad de Yale). La destacada autoridad dijo que había examinado detenidamente las fotografías y que las consideraba falsas o, mejor dicho, trucos cinematográficos; que los animales retratados recordaban, en cierto modo, a la Gran Salamandra
(Cryptobranchus japónicas, Sieboldia máxima, Tritomegas Sieboldia
o
Megalobatrachus Sieboldia)
, pero no exactamente, sino que parecían una imitación torpe, hecha por personas que entienden poco del tema. Así quedó el asunto resuelto científicamente, por algún tiempo.
5) Finalmente, y en el momento oportuno, el señor Abe Loeb contrajo matrimonio con la señorita Judy. Baseball Fred, su mejor amigo, fue testigo de la boda, celebrada con gran solemnidad y con la asistencia de destacadas personalidades de los círculos políticos, artísticos y otros.
Andrias Scheuchzeri
La curiosidad humana es insaciable. La gente no se conformó con las declaraciones del profesor J. W. Hopkins (Universidad de Yale), la mayor autoridad en reptiles de la época, de que aquellos misteriosos animales eran una verdadera estafa anti-ciéntifica y pura fantasía. En la prensa especializada y en los demás periódicos empezaron a multiplicarse las noticias sobre la aparición de ciertos animales, hasta entonces desconocidos, parecidos a enormes salamandras, en los lugares más diversos del Océano Pacífico. Las noticias relativamente más convincentes eran que se habían encontrado algunas de estas salamandras en las islas Salomón, en la isla Schouten, en Campingamarangi, Butaritari y Tapeteuea y, además, en todo el siguiente grupo de islas: Nukufeta, Funafuti, Nukomo y Pucapuca, luego hasta en Hiau, Uahuka, Uapu y Fukaofu. Se citaron leyendas sobre los diablos del capitán van Toch (principalmente, en la región de Melanesia), y sobre los tritones de la señorita Lily (más bien en la región de Polinesia). Los periódicos juzgaron que se trataba, seguramente, de alguna especie descendiente de los monstruos submarinos antediluvianos (especialmente porque había empezado la temporada de verano y no había de qué escribir). Los monstruos prehistóricos gozaban de gran éxito entre los lectores, en particular en los EE.UU., donde los tritones se pusieron de moda. En Nueva York se presentó, más de trescientas veces consecutivas, un show sobre Poseidón y trescientos hermosos tritones, nereidas y sirenas. En Miami y en las playas californianas, la juventud se bañaba con trajes «Tritón» y «Nereida», o sea, tres hileras de perlas, y nada más, mientras que en los Estados del centro y centro-oeste se fortaleció extraordinariamente el Movimiento para la Defensa de la Moral (MDM), y con este motivo se celebraron manifestaciones por las calles durante las cuales varios negros fueron en parte colgados y en parte quemados. Finalmente se publicó, en
The National Geographic Magazine
, un boletín de la Expedición Científica de la Universidad de Columbia (organizada a expensas de J.S. Tinsker, llamado el Rey de las conservas); las informaciones estaban firmadas por P.L. Smith, W. Kleinschmidt, Charles Kovar, Louis Forgeron y D. Herrero, es decir, autoridades de fama mundial, especialmente en la rama de parásitos de los peces, gusanos circulares, plantas y biología, embudos y pulgones. Del total de noticias publicamos un extracto:
…En la isla Rakahanga tropezó la expedición, por primera vez, con huellas de las patas posteriores de una salamandra desconocida hasta ahora. Dichas huellas tienen cinco dedos, cuya longitud oscila entre 3 y 4 cm. Por el número de huellas encontradas en las playas de Rakahanga, ha de haber en dicha isla un verdadero hormiguero de las citadas salamandras. Por no haberse encontrado huellas de las patas delanteras (a excepción de una huella de cuatro dedos, seguramente de alguna salamandra pequeña, dedujo la expedición que estas salamandras andan, con toda probabilidad, sobre sus extremidades inferiores.
Queremos subrayar que en la islita de Rakahanga no existe ningún río ni pantano; estas salamandras deben vivir, pues, en el mar, y son con toda seguridad las únicas de su especie que habitan un ambiente pelágico. Es, desde luego, conocido, que el ajolote mejicano
{Amblisto-ma mexicanum)
, habita en lagos de agua salada, pero sobre las salamandras pelágicas (que habitan en los mares), no encontramos referencia alguna ni siquiera en la obra clásica de W. KORNGOLD,
Anfibios {Urodelos)
, Berlín, 1913.
…Esperamos hasta la caída del sol para poder cazar o, por lo menos ver, un ejemplar vivo, pero todo fue inútil. Con sentimiento abandonamos la encantadora islita de Rakahanga, en la que D. HERRERO consiguió encontrar una hermosa y nueva clase de chinche…
En la islita de Tongarewa tuvimos mucha más suerte. Esperamos en la playa con los fusiles preparados. A la caída de la tarde surgió de las aguas una cabeza de salamandra, relativamente grande y un poco aplastada. Al cabo de unos momentos empezaron a salir salamandras del mar y caminaron hacia la playa, balanceándose, pero bastante firmes en sus patas posteriores. Sentadas tenían una altura, aproximadamente, de un metro. Se sentaron formando un círculo y empezaron, con ciertos movimientos especiales, a retorcer la parte superior de su cuerpo como si bailasen. W. KLEINSCHMIDT se levantó para ver mejor. Al ruido, las salamandras volvieron las cabezotas y, por un momento, quedaron paralizadas. Luego se acercaron a él a bastante velocidad, produciendo sonidos guturales como si ladrasen. Cuando estaban ya a unos pasos de distancia, disparamos nuestros fusiles. Las salamandras huyeron precipitadamente y se zambulleron en el mar. Aquella tarde ya no volvieron a salir. En la playa quedaron, solamente, dos salamandras muertas y una con el espinazo roto, que emitía unos sonidos especiales como «o
god, o god, o god»
. Más tarde murió, al abrirle W. KLEINS la cavidad torácica…
(Sigue un informe anatómico detallado, que nosotros, legos en la materia, difícilmente comprenderíamos; los lectores especialistas pueden consultar el citado boletín)
.