La Silla del Águila (13 page)

Read La Silla del Águila Online

Authors: Carlos Fuentes

Tags: #Ensayo

BOOK: La Silla del Águila
6.81Mb size Format: txt, pdf, ePub

¿Describo un objeto del deseo? Creo, con sinceridad, que sí. Usted; mi bella y esquiva dama, que tantos lujos se ha dado y le da a sus preferencias, me entiende. Este muchacho es tan hermoso que nadie —hombre o mujer— puede dejar de desearlo. Los jeans apretados, la playera corta, los pies descalzos cuando sale sorprendido a ver quién soy, se lo explico y él se dedica a echarle maíz a las palomas. Sabe que he ayudado a su padre y lo agradece. Me mira directamente con algo de sorna y otro poco de sospecha y me dice:

—No voy a la Universidad porque lleva dos años cerrada.

Le echa alpiste a las palomas.

—¿Usted me pagaría una Uni privada?

Su mirada oscura es tan inteligente que no necesito hacer la siguiente pregunta.

—Sería una pérdida de tiempo salir a trabajar en un empleo miserable, de esos que lo agotan a uno de pura aburrición...

—Y achatan para siempre la ambición y el talento —terminé su frase y me miró con admiración sarcástica.

Entonces indica el interior de esta "cabaña en las nubes" que tiene una cama plegadiza de lona, una mesa raquítica y un taburete ("para no quedarme dormido cuando leo") y sobre todo, la rústica estantería llena de libros, libros viejos, de esos que venden en la calle de Donceles a dos pesos el ejemplar, libros desencuadernados, con sellos editoriales vetustos, desaparecidos como animales de otra era, Espasa Calpe, Botas, Herrero, Santiago Rueda, Emecé... Algo así como una cosecha de trigo seco argentino, español y mexicano... Quisiera curiosear, yo que tuve el privilegio de leer en la Biblioteca Nacional de Francia, pero él me lo impide señalando los tres volúmenes sobre su mesa de trabajo, Maquiavelo, Hobbes, Montesquieu.

No necesita decirme nada. Su mirada lo dice todo.

—Yo soy un hombre joven que pone atención, señor Valdivia.

Ah, mi peligrosa dueña y señora, si algún día se cansa usted (como se cansará) de mí, ya le tengo su siguiente candidato, su Galatea masculina, para calmar su vocación de Pigmalión, mi bella dama. Se llama Jesús Ricardo Magón. Tiene veintiséis años.

Habita un miserable palomar de la Calzada Cuitláhuac.

Dese prisa, María del Rosario, o se lo gano yo. ¿Y de qué habla con la sonsa de su hermana?, le pregunto.

—Le cuento las vidas de las princesas europeas que lee en
Hola!
y le enseño a resolver crucigramas. Va a tener una vida aburrida.

25

Andino Almazán a Presidente Lorenzo Terán

Señor Presidente, ni usted ni yo nos engañamos sobre los problemas que aquejan al país. Algunos tienen nombres técnicos: controlar la inflación, atraer la inversión, aumentar el empleo sin aumentar los salarios. Otros son de índole internacional y se limitan, de manera al parecer fatal y monomaniaca, a nuestra vecindad con los Estados Unidos de América. Otros más son de naturaleza social interna: estudiantes, campesinos, obreros. Otros más, en fin, del orden político: la sucesión presidencial dentro de menos de tres años.

Le pongo, con la franqueza que usted me autoriza, las cartas sobre la mesa. Usted se ha creado la fama de resolver los problemas esquivándolos. Ello se debe, lo sé, a su confianza en la sociedad civil, las decisiones de los tribunales y el estado de derecho, en suma. Ha renunciado a la prepotencia tradicional del Ejecutivo.

Yo, en cambio, tengo doble mala fama. Dicen que soy el Job del gabinete. Tengo paciencia infinita, pero mi virtud es mi defecto. Mi propia pasividad es tal, dicen mis detractores, que mi única acción debía ser la renuncia. Me encojo de hombros y le digo, señor Presidente, que soy el único miembro de su Gabinete que le ha dado las cuatro mejillas a sus enemigos.

Soy su pararrayos. Mi estrategia parecería ser, por lo menos, paradójica. Se da usted cuenta, por una parte, de que soy yo quien inventa los problemas que usted debe resolver. Entre ellos, convertir a la oposición en nuestro mejor aliado. Mientras más problemas creo, más me gritan, es cierto. Pero también, más presupuesto me dan. Es un juego parlamentario infalible, sobre todo cuando, como en su caso, no cuenta usted con mayoría legislativa.

Todos se oponen a sus iniciativas fiscales, mismas que yo presento a sabiendas de que serán rechazadas y me guardo en la manga las que sí serán aprobadas porque el Congreso no quiere aparecer como una colección de abúlicos, ignorantes o enemigos de la salud fiscal. Ya ve usted. Seguimos sin pasar el IVA a medicinas y alimentos —lo que propusimos—, pero es el Congreso el que fortalece la taxación progresiva y distributiva —lo que nosotros no pedimos para no ofender a los ricos, pero sí queríamos para sanear las finanzas.

Le digo todo esto, señor Presidente, para recordarle lo que ya sabemos. Usted y yo formamos un buen equipo. La oposición es nuestro mejor amigo Mientras más nos gritan por razones "A", más presupuesto nos dan por razones "B". Lo cierto es lo opuesto: no queremos lo que proponemos y anhelamos lo que no queremos.

Formamos parte de la región más desolada y estúpida, financieramente, del mundo: la América Latina. La importancia de Latinoamérica es que no tiene finanzas sanas. Somos importantes porque les creamos problemas a los demás. Se lo he dicho repetidas veces. No somos, como cree un vulgar populismo trasnochado, víctimas del Fondo Monetario o esclavos del Primer Mundo. Todo lo contrario. Ellos son nuestras víctimas. De ellos sacamos, gracias a nuestros errores y debilidades calculados, la única fuerza de Latinoamérica, que consiste en aplazar.

Aplazamiento tras aplazamiento. De la deuda. De la devaluación. De la flotación de la moneda. De los servicios públicos. De la educación. De la salud. De la capacitación del capital humano. Todo lo aplazamos porque nos basta con ser problema para ser "salvados" una y otra vez y continuar aplazando problemas y soluciones hasta que el infierno se congele.

¿Qué quiere que le diga, señor Presidente? La estrategia nos ha funcionado. Nos mantiene a flote, con la cabeza apenas fuera del agua. De allí mi alarma. Sume usted todos nuestros problemas y piense con serenidad: ¿Nos conviene romper este status quo? ¿Verdad que no? De allí mi alarma y la razón de estas líneas.

Señor Presidente: el jefe de la policía federal, el general Cícero Arruza, se nos impacienta peligrosamente. Por fortuna, aún no le contagia los nervios al secretario de la Defensa (con quien cultivo buena relación y es quien me da a conocer lo anterior), mas ganas (y argumentos) no le faltan. Sume usted los problemas: huelgas de estudiantes, obreros y campesinos; agresión extranjera; pobreza endémica, lo que todos sabemos. Pero ahora un nuevo factor aparece. Vacíos de poder. Vacíos de poder, lo subrayo, señor Presidente. Ausencia de autoridad, aquí, allá, acuyá. Trabajadores mexicanos que no pueden entrar a los USA acampados en los estados del Norte o de regreso, desalentados e inquietos, en Guanajuato, Puebla y Oaxaca. Trabajadores guatemaltecos colándose por la frontera sur desguarnecida y demandando trabajo inexistente o quitándoselo a los mexicanos. Y el narcotráfico circulando de sur a norte y de este a oeste, desde las fronteras y desde las costas, sin barrera alguna pero con poderes ciertos: el de los caciques resurrectos, algunos aliados al narco (Narciso "Chicho" Delgado en Baja California, José de la Paz Quintero en Tamaulipas), otros independientes y por eso más temibles (Félix Elías Cabezas en Sonora), otros más íntimamente ligados a los movimientos de desempleo, pobreza, insatisfacción (Rodolfo Roque Maldonado en San Luis Potosí, el "Mano Prieta" Vidales en Tabasco, ufanándose de que si lo matan a él, lo siguen sus "nueve hijos malvados") y señoreando las fronteras de tierra y mar el Rey del Narco, Silvestre Pardo.

Movimientos de desempleo, pobreza, insatisfacción... y ambición generacional. ¿Qué edad promedio tenemos en su gabinete, señor Presidente Terán? ¿Cincuenta, sesenta años? Somos vejestorios, momiza, mamuts para un país con setenta millones de hombres y mujeres de menos de veinte años. Estos son los ejércitos que los caciques quieren movilizar y Cícero Arruza lo sabe. Lo sabe y lo quiere organizar para crear el caos y tomar el poder antes de que, dentro de un año, se inicien las campañas.

¿Qué queremos usted y yo? El status quo con todos sus defectos, pero con orden y sin sangre. ¿Qué quieren los caudillos locales? Pescar en río revuelto. Un país sin más ley que la suya, balcanizado como la Argentina, ya ve usted, alguna vez una república unida y hoy un conjunto deplorable de republiquetas "independientes", Córdoba, San Luis, La Rioja, Catamarca, Jujuy, Santiago del Estero, cada una con su Facundo local, su caciquillo prepotente y su propia emisión de papel moneda sin valor. Argentina, Jauja miserable, Edén arruinado, Pampa Bárbara de vuelta... "Séneca" dice que siempre lo salva la cultura. César Aira es el primer argentino que recibe el Premio Nobel de Literatura.

¿Eso queremos para México? Dese cuenta de la estrategia de Cícero. Primero, la ruptura del orden establecido. Segundo, la balcanización. Tercero, la unidad restablecida con mano militar. En ese momento, el muy leal y profesional divisionario Mondragón von Bertrab se une, en nombre de la patria, al régimen castrense.

¿Qué cómo sé todo esto? ¿Son simples conjeturas, adivinanzas de mi parte? No, señor Presidente. Perdone mi franqueza, pero mi lealtad es sobre todo con usted. Sé todo esto de boca del propio secretario de la Defensa, Mondragón von Bertrab.

¿Por qué me lo dijo? Para que se lo dijera a usted. ¿Me lo pidió así? No, pero hubo de suponerlo. ¿Por qué no se lo dijo directamente a usted?

—Con el Presidente, yo no supongo. Afirmo.

¿Para qué me lo dijo? Para alertarle de lo que ocurre. Von Bertrab, con esta estrategia, queda bien con usted —pero también con los revoltosos, si éstos triunfan. Es un doble juego inherente a la vida política. Pero eso no le resta ni peligro ni verdad a la situación. Señor Presidente: Estamos caminando como un ciego desorientado al que le gritan desde la banqueta que se cuide de los automóviles que se le vienen encima desde varias direcciones. ¿Estará el ciego, también, sordo?

26

La Pepa" Almazán a Tácito de la Canal

Mi amor, no te pases de discreto, Date cuenta. Van a dar las doce y nuestros enemigos no están dormidos. El tiempo se nos acaba. Mi abuelita, que Dios tenga en su gloria, decía siempre:

—Hay que ser Belcebú para vencer a Satanás.

Tú y yo tenemos que ser más diablos que el diablo. Dirígete a lo alto. Si quieres ganar el cielo, tienes que mirar a Dios. Date cuenta de la legión de mandingas que te rodea. Tu P de p sólo tiene la fama, pero eso es como navegar con bandera de p. El BH está aliado con esa Lucrecia Borgia de Las Lomas, la puta de la MR. Abre los ojos, cariño. La parejita te ha metido en tu mera oficina, boshito, al novato NV pero yo siempre desconfío de los inocentes. Son cínicos que fingen ser santos para engañar al Señor y llegar al Paraíso. Tú y yo vamos aplicando nuestra nacional y consabida Ley de Herodes: o te chingas o te jodes.

El regreso del exrugiente complica las cosas porque ese es como Juan Pirulero, sólo atiende a su juego y ni tú ni yo tenemos canicas para competir con él, lindo hermoso. Allá en Veracruz el vejete juega al misteriosón con su dominó y quién sabe en qué momento nos ahorque la mula de seises. O sea que nos rodean puros poderes enemigos. Lo bueno es que no se necesita demasiado para organizar una buena calumnia. La güila esa de Las Lomas dice de ti que matarías a tu propia madre para llegar al poder. Cariño santo: yo sé que tú nunca harías semejante cosa. Mejor mata a la madre de tu enemigo.

Pasa revista, pues, al desmadre de nuestro "régimen". El P primero, nomás faltaba. Quién no se pregunta: ¿Qué sucede en la cabeza del P? ¿Cuál es su estrategia? ¿Qué sabe, qué no sabe? ¿Qué calcula? ¿Qué anticipa? ¿A quién quiere? ¿A quién detesta? Bosh, no hay quien no se pregunte todo esto el día entero, dentro y fuera del gobierno, y por eso no te insisto, ¿qué te parece a ti el P? No me contestes. Nomás recuerda que allí no hay un gran misterio. Un P no tiene dónde esconderse.

No me contestes, te digo. Mejor hazte la pregunta en secreto. Y ándate con pies de plomo. Tú estás más cerca de él que nadie en el G y ya sabemos que un G presidencial es una ensalada de frutas. ¿En quién vas a confiar, amor mío, en la cereza o en la uva? Es lo malo de compartir secretos y allí es donde más debemos cuidarnos. Menos mal que el sistema de archivos que tienes en Los P no lo entiende ni Dios y el viejo archivista ese Magoo o Magón no sabe ni cómo se llama, mucho menos dónde guarda los papeles y cuáles son destruidos por órdenes tuyas. Tu invento —o el nuestro, si quieres ser generoso con tu bobosh preferido— es que hacemos perdedizos los papeles comprometedores, pero no los destruimos por si nos hacen falta y calculamos que si nuestros socios se vuelven habladores habrá o no habrá documentos que los desmientan, asegún...

Pero el peligro está allí, querido, nunca bajes la guardia. Ya sabes cómo piensa un P cuando siente que un ministro no le sirve. No dice:

—Es que era inservible.

Qué va. Mejor dice:

—Me ha traicionado.

Ahora, echa lista de los sospechosos de siempre. ¿Quién es tu rival mayor? Lo sabemos con certeza. El secre BH. Ahora dime, ¿por qué le temen? Es a mis ojos un hombre sin sexapil y en consecuencia no tiene la menor oportunidad de ser un candidato ca-rismá-ti-co. ¿Tendrá, a pesar de todo, la oportunidad de llegar a La Silla? Es muy águila, eso sí. Todo el mundo lo señala como precándido y él pone cara de

—¡Yo no sé por qué!

Válgame Dios, si tú y yo sabemos por qué: porque se siente único y es la leona política de la MR la que le alimenta esa idea.

A mí otra idea es la que me da de vueltas en el coco. ¿Cómo hacerle saber que la vieja esa lo engaña y le hace creer que él es el preferido del P para sucederle? Nadie se lo dirá. Tendrá que darse un porrazo para entenderlo. Pero los yucatecos somos artistas del cultivo, tú sabes. De modo que aquí es donde entramos tú y yo a fin de que toda esta marrullería sea vista negativamente para BH y los suyos. Que la gente diga:

—El P lo hizo candidato para deshacerse de un político indeseable.

Por fortuna, hay tantos factores de poder, hay tantas ambiciones sueltas, lindo hermoso, que tú y yo podemos pescar en el río revuelto. Revuelto por pescadores tan contradictorios como el leonino ex, el ex-ex-ex de Veracruz, el bobo que preside el Congreso (¡que me oiga!), el novato NV y hasta la propia MR, a la que se le pasa la mano dando tanto consejo sabihondo que un día van a decirle lo mismo que ella pregona como advertencia con su cara de
Cruela De Vil
:

Other books

Treats for Trixie by Marteeka Karland
Island of Darkness by Rebecca Stratton
Tulip Season by Bharti Kirchner
Fifth Ave 01 - Fifth Avenue by Smith, Christopher
Totentanz by Al Sarrantonio
Bearly A Squeak by Ariana McGregor
The Venetian Contract by Fiorato, Marina
Doubleback: A Novel by Libby Fischer Hellmann
Marked for Love 1 by Jamie Lake