Las Brigadas Fantasma (25 page)

Read Las Brigadas Fantasma Online

Authors: John Scalzi

Tags: #ciencia ficción

BOOK: Las Brigadas Fantasma
13.88Mb size Format: txt, pdf, ePub

—Tu argumento es excelente. Pero esto es una maravilla. Un amigo mío trabajó en el diseño y me ha contado algunas cosas. La mayoría de los impulsores de salto requieren que salgas al espacio-tiempo plano antes de poderlos utilizar. Hay que alejarse mucho de un planeta. Este es menos quisquilloso: puede usar un punto de Lagrange. Mientras tengas un planeta con una luna razonablemente grande, tienes cinco puntos cercanos en el espacio donde éste es lo suficientemente plano a nivel gravitacional como para poder poner en marcha este aparato. Si logran solucionar las pegas, podría revolucionar el viaje espacial.

—¿Solucionar las pegas? —dijo Jared—. Estoy a punto de utilizar este cacharro. Las pegas son malas.

—La pega es que el impulsor es sensible a la masa del objeto al que va unido —dijo Wilson—. Una masa excesiva crea demasiada distorsión local del espacio-tiempo, y entonces el impulsor de salto hace cosas extrañas.

—¿Como qué?

—Como explotar.

—Eso no me da muchos ánimos.

—Bueno,
explotar
no es la palabra adecuada —dijo Wilson—. La física de lo que realmente hace es mucho más extraña, te lo aseguro.

—Déjalo ya.

—Pero tú no tienes que preocuparte —continuó Wilson—. Hacen falta unas cinco toneladas de masa para que el impulsor empiece a temblequear. Por eso este aparato parece un trineo. Está por debajo del umbral de masa, incluso contigo dentro. Deberías estar bien.


Debería.

—Oh, deja de comportarte como un bebé.

—Ni siquiera tengo un año de edad —dijo Jared—. Puedo comportarme como un bebé si me apetece. Ayúdame a subir a esta cosa, ¿quieres?

Jared consiguió sentarse en el sillón; Wilson lo amarró, y colocó su MP dentro de una caja, a un lado.

—Haz una comprobación de sistemas —dijo Wilson. Jared activó su CerebroAmigo y conectó con el trineo, comprobando la integridad del impulsor de salto y los motores de iones: todo era nominal. El trineo no tenía controles físicos; Jared lo controlaría con su CerebroAmigo.

—El trineo va bien —dijo.

—¿Cómo está el unicapote?

—Está bien.

El trineo tenía una cabina al descubierto; el unicapote de Jared estaba formateado para el vacío, incluida una caperuza que se cerraría por completo sobre su cara, sellándolo dentro. El tejido nanobiótico del unicapote era fotosensible y pasaba información visual y electromagnética directamente al CerebroAmigo de Jared. Como resultado, Jared podría «ver» mejor con los ojos cubiertos por la caperuza que si los estuviera utilizando. Alrededor de su cintura había un sistema de re-respirado que podría, si era necesario, proporcionarle aire para una semana.

—Entonces allá vamos —dijo Wilson—. Tus coordenadas están programadas para este lado, y debes tenerlas también para volver desde el otro lado. Introdúcelas, acomódate y deja que el trineo haga el resto. Szilard dijo que el equipo de recuperación de las Fuerzas Especiales estaría preparado al otro lado. Tienes que buscar al capitán Martin. Tiene una clave de confirmación para que verifiques su identidad. Szilard dice que sigas sus órdenes al pie de la letra. ¿Entendido?

—Entendido.

—Muy bien. Me marcho. Vamos a empezar a extraer el aire. Cierra el traje. En cuanto las puertas de la bodega se abran, activa el programa de navegación y él se encargará de todo a partir de ahí.

—Entendido —repitió Jared.

—Buena suerte, Jared —dijo Wilson—. Espero que puedas encontrar algo útil.

Salió de la bodega con el sonido del sistema de mantenimiento vital de la
Shikra
extrayendo el aire. Jared activó su caperuza: hubo una negrura momentánea, seguida de una impresionante ampliación de la conciencia periférica de Jared cuando la señal visual del unicapote entró en funcionamiento.

El sonido del aire al ser vaciado se redujo a la nada; Jared estaba sentado en el vacío. A través del metal de la nave y las fibras de carbono del trineo, pudo sentir que las puertas de la bodega se abrían. Jared activó el programa de navegación. El trineo se alzó y salió suavemente por la puerta. La visión de Jared incluía el seguimiento visual de su plan de vuelo, y su destino a más de mil kilómetros de distancia: la posición L4 entre Fénix y su luna Benu, actualmente vacía de cualquier otro objeto. Los motores de iones se pusieron en marcha; Jared sintió su peso bajo la aceleración de los motores.

El impulsor de salto se activó cuando el trineo intersectó la posición L4. Jared advirtió la súbita y desconcertante aparición de un amplio sistema de anillos a menos de un kilómetro sobre su punto de vista, rodeando el extremo de un planeta azul parecido a la Tierra a su izquierda. El trineo, que antes había estado avanzando a una velocidad impresionante, se quedó inmóvil. Los motores de iones habían dejado de funcionar justo antes del paso al salto y la energía inercial del trineo no lo afectaba. Jared se alegró. Dudaba de que los diminutos motores de iones hubieran podido detener al trineo antes de que se internara en el sistema de anillos y entonces se habría aplastado contra una roca en movimiento.

:::Soldado Dirac —oyó Jared, mientras una clave de verificación sonaba en su CerebroAmigo.

:::Sí —dijo.

:::Soy el capitán Martin. Bienvenido a Omagh. Por favor, sea paciente; vamos a recogerlo.

:::Si me envían sus coordenadas, podría ir hacia ustedes —dijo Jared.

:::Preferimos que no lo haga —dijo Martin—. Los obin han estado recorriendo la zona más de lo acostumbrado últimamente. Es mejor que no vean nada. Quédese a la espera.

Un minuto más tarde, Jared advirtió que tres de las rocas del anillo se movían lentamente en su dirección.

:::Parece que unos residuos se dirigen hacia mí —le envió a Martin—. Voy a tener que maniobrar para apartarme.

:::No lo haga —dijo Martin.

:::¿Por qué no?

:::Porque no nos gusta tener que correr tras la mierda —dijo Martin.

Jared dirigió su unicapote para que se concentrara en las rocas que se acercaban y las ampliara. Advirtió que las rocas tenían miembros, y que una de ellas arrastraba lo que parecía ser un cable remolcador. Jared vio cómo se aproximaban y finalmente llegaban junto al trineo. Una de ellas maniobró para situarse delante mientras las otras dos colocaban los dos cables. La roca era de tamaño humano e irregularmente semi-esférica; de cerca parecía un caparazón de tortuga con una abertura por cabeza. Cuatro miembros de igual longitud sobresalían en simetría cuadrilateral. Cada uno de ellos estaba a su vez compuesto por otros dos miembros con articulaciones y terminaban en manos desplegadas con pulgares oponibles en cada lado de la palma. La parte inferior de la roca era plana y moteada, con una línea que corría por el centro, sugiriendo que el interior podía abrirse. En la parte superior de la roca había parches planos y brillantes que Jared sospechó eran fotosensibles.

:::¿No es lo que esperaba, soldado? —dijo la roca, usando la voz de Martin.

:::No, señor —respondió Jared. Accedió a su base interna de datos sobre las pocas especies que eran amistosas con los humanos (o al menos no abiertamente antagónicas), pero no encontró nada que se pareciera remotamente a esa criatura—. Esperaba a alguien humano.

Jared sintió un agudo pinchazo de diversión.

:::Nosotros
somos
humanos, soldado —dijo Martin—. Tanto como usted.

:::No parecen humanos —respondió Jared, y lo lamentó de inmediato.

:::Por supuesto que no. Pero tampoco vivimos en entornos humanos típicos. Hemos sido adaptados para el medio en que vivimos.

:::¿Dónde viven? —preguntó Jared.

Uno de los miembros de Martin se movió a su alrededor.

:::Aquí —dijo—. Estamos adaptados para la vida en el espacio. Cuerpos a prueba de vacío. Franjas fotosintéticas para conseguir energía —Martin se tocó la parte inferior—. Y aquí dentro, un órgano que alberga algas modificadas para proporcionamos oxígeno y los componentes orgánicos que necesitamos. Podemos vivir aquí durante semanas seguidas, espiando y saboteando a los obin, sin que ni siquiera sospechen que estamos aquí. Siguen buscando naves de las FDC. Hemos logrado confundirlos.

:::Apuesto a que sí —dijo Jared.

:::Muy bien, Stross me dice que podemos irnos. Estamos preparados para remolcarle. Agárrese.

Jared sintió un tirón y luego una pequeña vibración mientras el cable se enrollaba, arrastrando el trineo hacia el anillo. La roca mantuvo el ritmo, manipulando pequeños impulsores con sus miembros traseros.

:::¿Nacieron ustedes así? —preguntó Jared.

:::Yo no —respondió Martin—. Crearon este tipo de cuerpo hace tres años. Todo nuevo. Necesitaban voluntarios para probarlos. Era demasiado arriesgada meter una conciencia sin probarlo antes. Necesitábamos saber si las personas podían adaptarse sin volverse locas. Este cuerpo es un sistema cerrado casi por completo. Obtengo oxígeno, nutrientes y humedad de mi órgano alga, y mis residuos vuelven a dentro para alimentar a las algas. No comemos ni bebemos como lo hace la gente. No meamos normalmente. Y no hacer cosas que uno siempre ha hecho puede volverte loco. Uno no piensa que no mear vaya a afectarle la cabeza. Pero, créame, lo hace. Fue una de las cosas que tuvieron que resolver antes de pasar a la producción en masa.

Martin señaló hacia las otras dos rocas.

:::Stross y Pohl, por cierto, sí que nacieron en esos cuerpos. Y se sienten perfectamente cómodos en ellos. Les hablo de comer una hamburguesa o poner un mojón, y me miran como si estuviera loco. Y tratar de describirles el sexo normal es una completa pérdida de tiempo.

:::¿Practican el sexo? —preguntó Jared, sorprendido.

:::No es bueno joder el impulso sexual, soldado —dijo Martin—. Es malo para la especie. Sí, practicamos el sexo todo el tiempo —Indicó su parte inferior—. Nos abrimos por aquí. Los bordes de nuestros caparazones pueden sellarse con los de otro. El número de posiciones que podemos ejecutar es un poco más limitado que el vuestro. Vuestro cuerpo es más flexible que el nuestro. Por otro lado, podemos follar en el vacío. Cosa que está muy bien.

:::No lo dudo —comentó Jared. Sentía que el capitán se internaba en el territorio del «exceso de información».

:::Pero somos una raza diferente, no cabe duda —continuó Martin—. Incluso seguimos un plan de nombres distinto que el resto de las Fuerzas Especiales. A nosotros nos ponen nombres de antiguos escritores de ciencia ficción, en vez de nombres de científicos. Yo incluso adopté un nombre nuevo, después de cambiar.

:::¿Va a cambiar de nuevo? —preguntó Jared—. ¿A un cuerpo normal?

:::No. Cuando cambié, pensé que lo haría. Pero te acostumbras. Éste es mi cuerpo normal ahora. Y esto es el futuro. Las FDC nos crearon para conseguir ventaja en el combate, igual que hicieron con las Fuerzas Especiales originales. Y funciona. Somos materia oscura. Podemos acercarnos a una nave y el enemigo piensa que somos escombros, hasta que la nuclear de bolsillo que le pegamos al rozar su casco estalla. Y luego no piensan nada más.

»Pero somos más que eso —continuó Martin—. Somos las primeras personas adaptadas
orgánicamente
para vivir en el espacio. Todo el sistema corporal es orgánico, incluso el CerebroAmigo: tenemos los primeros CerebroAmigos totalmente orgánicos. Es una mejora que se aplicará a la población general de las Fuerzas Especiales la próxima vez que hagan una nueva emisión de cuerpos. Todo lo que somos está expresado en nuestro ADN. Si pueden encontrar un modo de que nos reproduzcamos de manera natural, tendremos una nueva especie: el
Homo astrum,
que podrá vivir entre los planetas. Entonces no tendremos que luchar contra nadie por el territorio. Y eso significa que los humanos vencerán.

:::Siempre que quieran parecer tortugas —dijo Jared.

Martin envió un agudo toque de diversión.

:::Ciertamente. Lo sabemos. Nos llamamos a nosotros mismos «los gameranos».

Jared vaciló un instante hasta que recordó las noches en el Campamento Carson, cuando había estado viendo películas de ciencia ficción a diez veces su velocidad.

:::¿Como el monstruo japonés?

:::Exactamente —dijo Martin.

:::¿También disparan fuego?

:::Pregúntele a los obin —dijo Martin.

El trineo entró en el anillo.

* * *

Jared vio al muerto en cuanto atravesaron el agujero que había en un lateral de la Estación Covell.

Los gameranos habían informado a las Fuerzas Especiales de que la estación estaba casi intacta, pero «casi intacta» significaba claramente algo muy distinto para los soldados que vivían en el vacío. La Estación Covell carecía de aire, de vida y de gravedad, aunque algunos sistemas eléctricos aún tenían energía, gracias a los paneles solares y la ingeniería especializada. Los gameranos conocían bien la estación: habían estado allí antes, recuperando los archivos, documentos y objetos que no habían sido destruidos ni saqueados por los obin. Lo único que no recuperaron fue a los muertos: los obin continuaban yendo a la estación de vez en cuando y podrían darse cuenta si el número de muertos se reducía drásticamente a lo largo del tiempo. Así que los muertos permanecían, flotando helados y disecados por toda la estación.

El muerto estaba apoyado contra el mamparo de un pasillo. Jared sospechó que no estaba allí cuando se hizo el agujero del casco por donde habían entrado: la explosión descompresiva lo habría sacado al espacio. Jared se volvió para confirmarlo con Martin.

:::Es nuevo —dijo Martin—. En esta sección, al menos. Los muertos flotan mucho por aquí, junto con todo lo demás. ¿Es alguien que esté buscando?

Jared se acercó al muerto. Su cuerpo estaba reseco y cuarteado, sin rastro de humedad. Habría sido imposible reconocerlo aunque Boutin lo hubiera intentado. Jared miró la bata de laboratorio que vestía; el nombre lo identificaba como Uptal Chatterjee. Su piel ajada era verde. El nombre estaba bien para un colono, pero había sido claramente ciudadano de una nación occidental en algún momento.

:::No sé quién es —dijo Jared.

:::Vamos, entonces —repuso Martin. Se agarró a la barandilla con sus dos manos izquierdas y se impulsó pasillo abajo. Jared lo siguió, soltándose de la barandilla de vez en cuando para dejar pasar a algún cadáver que daba tumbos por el pasillo. Se preguntó si podría encontrar a Zoe Boutin flotando en los pasillos o en cualquier otra parte de la estación.

Other books

Dark Awakening by Patti O'Shea
The Flood Girls by Richard Fifield
Untitled by Unknown Author
Trials by Pedro Urvi
The Way We Bared Our Souls by Willa Strayhorn
Atonement by J. H. Cardwell
SovereignsChoice by Evangeline Anderson
Witch's Harvest by Sara Craven