Las Marismas (30 page)

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Authors: Arnaldur Indridason

BOOK: Las Marismas
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—No entré en su casa para matarlo —dijo Einar—. Pero seguramente él consideró que estaba en peligro. No sé por qué cogí el cenicero. Tal vez tenía la intención de tirárselo a la cabeza. Tal vez tema ganas de atacarlo. Pero él se precipitó. Se abalanzó sobre mí y me apretó el cuello. Entonces le golpeé en la cabeza y cayó al suelo. Lo hice sin pensar. Estaba muy enojado y podría haberlo atacado. Había pensado en cómo terminaría nuestro encuentro, pero nunca se me había ocurrido este final. Nunca. Al caer se golpeó la cabeza con la esquina de la mesita y empezó a sangrar. Ya sabía que estaba muerto cuando me incliné sobre él. Miré a mi alrededor, vi un lápiz y un papel y escribí que yo era él. Que yo era ese hombre. Y que ese hombre era mi padre.

Einar miró dentro de la tumba abierta.

—Hay agua aquí dentro.

—Eso lo arreglaremos fácilmente —repuso Erlendur—. Si llevas una escopeta, será mejor que me la des.

Erlendur se le acercó poco a poco y a Einar no pareció importarle.

—Los niños son filósofos —dijo—. Mi hija me preguntó una vez en el hospital por qué tenemos ojos. Le contesté que era para poder ver.

Se calló un momento.

—Me corrigió —añadió como hablando consigo mismo.

Miró a Erlendur.

—Me dijo que era para poder llorar.

En aquel momento pareció tomar una decisión.

—¿Qué eres si no eres tú mismo? —preguntó.

—Tranquilo —dijo Erlendur.

—¿Entonces quién eres?

—Todo se arreglará.

—No quería que terminara así, pero ya es demasiado tarde.

Erlendur no entendía el significado de sus palabras.

—Esto va a terminar.

Erlendur le miró fijamente a la pálida luz del farol.

—Se termina aquí —dijo Einar.

Erlendur vio cómo sacaba la escopeta de debajo de su abrigo. Einar apuntó primero a Erlendur, que se le acercaba poco a poco y que ahora se quedó quieto donde estaba. Entonces, dio la vuelta al cañón y se apuntó al pecho. Lo hizo con mucha rapidez. Erlendur reaccionó y gritó a la vez que Einar. El estruendo rompió la tranquilidad del cementerio. Erlendur ensordeció por un momento. Se arrojó encima de Einar y cayeron los dos al suelo.

Capítulo 45

Se sentía como si su vida hubiese desaparecido y sólo le quedase el cuerpo, mirando a la oscuridad, con los ojos vacíos.

Erlendur estaba de pie, mirando a Einar, echado al lado de la pequeña tumba. Cogió el farol y dejó que la luz se desparramara sobre él; vio que estaba muerto. Volvió a depositar el farol en el suelo y empezó a deslizar el pequeño ataúd hacia su tumba. Antes lo abrió para colocar dentro el frasco de cristal, luego lo cerró. Le costó trabajo meter el ataúd en la tumba sin ninguna ayuda, pero al fin lo logró. Encontró una pala que alguien había dejado al lado del montón de tierra. Después de hacer la señal de la cruz encima de la tumba empezó a cubrirla de tierra. Notaba un dolor agudo cada vez que oía el sonido hueco de la tierra cayendo sobre el ataúd.

Determinado a ponerla en su sitio, cogió la cerca blanca que estaba rota y caída junto a la tumba. Necesitó toda su fuerza para colocar también la lápida. Estaba a punto de terminar su tarea cuando oyó llegar los primeros coches. Escuchó cómo le llamaban Sigurdur Óli y Elinborg, alternativamente. Oyó también las voces de otras mujeres y hombres que llegaban iluminados por las luces de los coches. Sus sombras eran gigantes en la oscuridad de la noche. Vio rayos de linternas que se multiplicaban rápidamente y se acercaban.

Distinguió a Katrín, que estaba en el grupo, y poco después también a Elín. La mirada de Katrín se abría en un interrogante inmenso. Cuando descubrió la escena, se arrojó llorando encima de Einar y le abrazó con fuerza. Erlendur no se interpuso. Vio cómo Elín se dejaba caer de rodillas, al lado de Katrín.

Oyó que Sigurdur Óli le preguntaba si estaba bien y entrevió cómo Elinborg recogía la escopeta del suelo. Advirtió que se acercaban varios agentes de policía y vio los relámpagos de los flashes de las cámaras fotográficas.

Levantó la cabeza. Había vuelto a llover, pero tenía la sensación de que era una lluvia más suave.

A Einar le enterraron al lado de su hija en el cementerio de Grafarvogur. La ceremonia se celebró en privado.

Erlendur se puso en contacto con Katrín. Le contó el encuentro de Einar con Holberg. Erlendur habló de defensa propia, pero Katrín sabía que intentaba disminuir su dolor. Él sabía cómo se sentía.

Seguía lloviendo, pero los vientos otoñales se habían calmado. Pronto llegaría el invierno, con el frío y la oscuridad. A Erlendur eso no le preocupaba.

Por insistencia de su hija, Erlendur acabó yendo al médico. Le dijo que el dolor del pecho se debía a un cartílago dolorido, probablemente por dormir en un colchón de mala calidad o quizá por falta de movimiento.

Un día, mientras comían un delicioso cocido, Erlendur preguntó a Eva Lind si, en caso de que fuera niña, le dejaría elegir el nombre de su bebé. Ella dijo que ya suponía que él iba a darle alguna idea.

—¿Cómo te gustaría que se llamara? —le preguntó.

Erlendur la miraba.

—Audur. Creo que me gustaría que se llamara Audur.

* * *

Reseña Bibliográfica

ARNALDUR INDRIÐASON

Nació el 28 de enero de 1961, en Reykjavik. Escritor islandés, hijo del también escritor Indriði G. Þorsteinsson. Licenciado en historia, es periodista, crítico de cine y autor de novela negra. Ha trabajado, durante veinte años, principalmente para Morgunbladid, el diario más importante de Islandia. Vive con su mujer y sus tres hijos en Reykjavik. Sus novelas policiacas han sido publicadas en doce idiomas y más de veinte países. Se hizo famoso al crear en 1997 al inspector islandés Erlendur Sveinsson, un hombre obsesionado por el pasado y la sombra de su hermano, un niño que desapareció. Solitario y deprimido, tiene una hija drogadicta a la que sólo habla cuando no puede escucharle. La investigación criminal en sus novelas suele ser un prtetexto para resolver un enigma del pasado, y en ellas el lirismo cumple un papel importante. Los autores que le han influido más son dos escritores suecos de los años sesenta, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, que escribieron las aventuras del inspector Martin Beck. Logró The Gold Dagger Award, el premio más importante de novela negra en el mundo anglosajón por La mujer de verde (Silencio Sepulcral), así como el Glasnyckeln (Glass Key o Llave de cristal) a la mejor novela negra nórdica con La mujer de verde, y por Las marismas. Además ha recibido el Premio de la Crítica Francesa a la mejor novela negra por Las marismas.

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