Los muros de Jericó (27 page)

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Authors: Jorge Molist

BOOK: Los muros de Jericó
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» Linda recordó, como tú lo estás haciendo, su vida cátara con mucha facilidad. Era una noble joven occitana que se convirtió al catarismo como simple creyente. Era bella e inteligente y, como muchas de las damas occitanas de aquel tiempo, se consideraba igual a los hombres.

» La corte de su padre estaba siempre llena de juglares que cantaban y recitaban, trovadores que componían y caballeros presentando sus respetos a los barones y a su bella hija.

» En el salón del castillo las veladas con poesía, canciones, otros entretenimientos y algún sermón cátaro se repetían casi cada noche. Jóvenes caballeros erraban por las tierras occitanas, y el barón, como era costumbre, les ofrecía su abierta hospitalidad; algunos incluso se atrevían a competir, con los trovadores recitando y cantando.

» El amor galante, espiritual que no físico, era uno de los pilares de aquel renacimiento cultural, y así los jóvenes caballeros confesaban su amor y hasta solicitaban a la propia baronesa, la madre de Linda, en presencia del barón y de toda su corte, que fuera su dama a pesar de la diferencia de edad y del obvio compromiso de la baronesa con el barón. Tanto la señora del castillo como su esposo se sentían halagados por tal gentileza. La baronesa contestaba a los versos con sus propios versos y aceptaba ser la dama de algunos de los caballeros que lo solicitaban. Claro que las damas jóvenes y en especial Linda recibían muchas más declaraciones de amor galante.

» Entre los caballeros errantes apareció Douglas, y Linda lo ha reconocido con toda seguridad. Procedía del norte, de la zona de la Ille de France, zona devastada y empobrecida entonces por las continuas guerras. Él no estaba habituado al uso de la lengua de oc, ya que su habla materna era la lengua de oïl, de la que deriva el francés actual. Fue acogido con toda generosidad, y no tardó en enamorarse de Linda. Las reglas del juego eran difíciles para él, pero quiso competir por su amor con sus poesías y hacerla su dama.

» Los tolerantes occitanos le animaron, apoyándolo en su empresa; pero su pobre manejo de la lengua de oc le hizo fracasar en su intento poético de conquistar el favor de Linda. Ella no pudo evitar la risa y contestarle con unos graciosos versos que provocaron las carcajadas de toda la concurrencia. Era un rústico gracioso y se convirtió en motivo de bromas en la sofisticada civilización occitana.

» Douglas se sentía rechazado y objeto de burlas, regresando a sus tierras del norte con un fuerte sentimiento de humillación y odio hacia aquellos occitanos pedantes y engreídos, que se afeitaban las barbas como afeminados.

» Pronto llegó su tiempo de venganza. Un año después, a inicios del 1208, en todas las iglesias del norte de Europa sacerdotes, obispos y abades católicos llamaban a sus fieles a las armas. Había que defender la verdadera religión de la plaga infecta de los cátaros, que según el papa Inocencio III eran «peores que los sarracenos, que adoraban a Mahoma».

» Una cruzada en las ricas tierras occitanas prometía ser una aventura mucho más provechosa y con menos peligro que las Cruzadas en Tierra Santa o en España contra los mahometanos, donde había que recorrer grandes distancias y los años de lucha habían endurecido al enemigo y empobrecido a gentes y ciudades. Todo el botín de guerra que los cruzados pudieran conseguir pasaba a su propiedad y, como todo pecado cometido antes y durante la empresa les era perdonado, los cruzados tenían carta blanca para cometer todo tipo de fechorías.

» Además, el compromiso mínimo en la Cruzada contra los cátaros era sólo de cuarenta días, y los nobles podían regresar con el botín conseguido, sin ausentarse demasiado, para cuidar de sus propiedades en Francia, Alemania, Borgoña o cualquier otro país del norte.

» Para el pueblo llano, que no tenía nada que perder, y los que tenían cuentas pendientes con la justicia divina o humana, la oportunidad de obtener perdón y riquezas era también espléndida.

» Douglas se unió con entusiasmo a la Cruzada; su recompensa sería mayor que la de los demás: la venganza.

» El 24 de junio de 1209, tres años antes de la batalla de las Navas de Tolosa contra los almohades, que tú recordaste, la Cruzada se puso en marcha.

» Desde Lyon partieron veinte mil caballeros, en su mayoría franceses, al mando del legado del Papa, el abate de Citeaux, Arnau Almeric, y una corte de obispos, abades y diversos eclesiásticos. Entre los caballeros se encontraba Douglas con un grupo de hombres a caballo y tropa que su padre le había cedido dada su insistencia. Detrás de los caballeros marchaban miles y miles de hombres del pueblo llano con la ilusión de grandes riquezas en la tierra y de un lugar en el cielo cuando murieran.

» El 25 de julio llegaron frente a las murallas de la población occitana de Béziers, muy cerca del Mediterráneo. El obispo católico de Béziers propuso a la ciudadanía que entregara a los doscientos veintidós herejes cátaros, que estaban bien identificados, para que los cruzados los quemaran y así salvar la población del asalto y la ruina.

» El obispo no pudo convencer a sus fieles, y a pesar de las amenazas de los sitiadores Béziers se negó y decidió resistir. Pero las defensas de la ciudad fueron insuficientes frente al enorme ejército y los cruzados entraron pronto, fácilmente. Y lo hicieron a sangre y fuego.

» Los veinte mil habitantes de Béziers, incluidos las mujeres y los niños que se habían refugiado en las iglesias, fueron degollados. La ciudad fue saqueada, quemada, arrasada.

» La barbarie y la borrachera de sangre fue tal que incluso repugnó a soldados curtidos en múltiples batallas y carnicerías. Un caballero francés se dirigió al abate Almeric para preguntarle cómo distinguir a los herejes de los que no lo eran. No podía degollar a mujeres y niños que rezaban en las iglesias católicas, con sacerdotes en hábitos católicos, ya que lo lógico sería que fueran fieles al Papa.

» La respuesta del legado papal ha pasado a la historia: «No os preocupéis si no podéis distinguir a los buenos católicos de los herejes. Matadlos a todos. Dios sí sabrá reconocer a los suyos.»

» Y así se hizo.

» Menos sangrientas pero también crueles fueron las conquistas de Carcasona y de múltiples pueblos menores donde los cruzados sembraban un terror premeditado.

» La mayoría de los nobles franceses, asqueados porque lo que creían una noble Cruzada estaba resultando ser una matanza indiscriminada, una vez cumplido su compromiso de cuarenta días regresaron a sus tierras. Un pequeño noble de la Ille de France llamado Simón de Montfort, que había encontrado en aquella carnicería su vocación, y el abate Almeric pasaron a capitanear, a partir del abandono de los grandes, la Cruzada.

» Douglas, que por entonces no había cumplido aún con su venganza, puesto que el castillo de Linda continuaba intacto, permaneció con los cruzados, que establecieron su base para el invierno en la bien fortificada ciudad de Carcasona.

» La retirada de la mayor parte de los nobles franceses no fue un problema, puesto que al año siguiente la Iglesia católica hizo un nuevo llamamiento a la Cruzada y nuevas hordas de gentes de buena fe junto a mercenarios y aventureros llegaron desde el norte.

» Simón de Montfort y el abate reemprendieron las conquistas mientras los occitanos continuaban presentando una débil resistencia.

» La nobleza occitana estaba desunida y más acostumbrada a torneos por su honor y por los favores de sus damas que al verdadero campo de batalla organizado. Sus súbditos, en su mayoría católicos, no sentían gran entusiasmo combatiendo contra los cruzados del Papa, ya que éste era su guía espiritual. Por su parte, los creyentes cátaros consideraban las armas instrumentos del diablo, y la guerra y la violencia, actos diabólicos, hasta el punto de que los Buenos Hombres tenían prohibido luchar ni aun para salvar su vida. Por el contrario, la motivación de los cruzados, que al combatir ganaban cielo y riquezas, era muy alta, y así pueblos y castillos caían uno tras otro.

» Mientras tanto tú, el rey Pedro, veías con preocupación la invasión de los moros almohades desde el sur y no querías involucrarte militarmente en una guerra en el norte.

» La única resistencia era la de los cátaros, y no con las armas, sino con la negativa a abjurar de su religión, y miles y miles de creyentes y sospechosos fueron quemados en las hogueras.

» Cuando llegó el turno al castillo de Linda, Daniel pidió el honor, que le fue concedido, de ser recompensado con él por sus servicios a la causa cruzada. El castillo resistió unas pocas semanas y finalmente una brecha en la muralla permitió la entrada del enemigo. La matanza fue la habitual, pero Douglas conservó con vida a los padres y hermanas de Linda encarcelándolos.

» Con el poder de la victoria y de tener a su familia en sus manos, Douglas pudo al fin disponer de Linda a su voluntad. Era una dulce y placentera venganza.

» Ella cedió a sus pretensiones, porque el cuerpo es obra del diablo, y el cuerpo no contamina el alma, que es obra del Dios bueno. Jamás aceptó el matrimonio que Douglas le ofrecía, convirtiéndose en su prostituta pero negándose a convertirse en su dama. Y jamás abjuró de su fe cátara.

» Pronto la situación se hizo insostenible para él. Tener como amante a una hereje reconocida y recalcitrante le ponía en una posición difícil frente a los eclesiásticos católicos. Éstos le preguntaban si el veneno cátaro no le estaría entrando en la sangre, y la situación se hizo tan peligrosa que él mismo se arriesgaba a terminar en la hoguera.

» Así que una tarde ofreció a Linda la última oportunidad de renegar de la fe cátara, casarse con él y convertirse en señora del castillo. Ella respondió con el mismo verso con el que le rechazó dos años antes entre las risas de la corte de su padre. Douglas enfureció, cediéndola a sus dos lugartenientes, que pasaron la noche con ella, y a la mañana siguiente la puso, junto a su familia, en manos de los inquisidores. La misma tarde murieron todos en la hoguera sin haber renunciado a su fe.

—Linda era mi mejor amiga entonces —intervino Karen—. Nos reconoció a Douglas y a mí en la primera sesión en la que rememoró su vida del siglo XIII.

—¿Cómo pueden ocurrir esas casualidades? —preguntó Jaime extrañado—. ¿Cómo pueden coincidir amigos y enemigos en las distintas reencarnaciones?

—Funciona así —contestó Kevin—. Sorprende pero es así. Tenemos asuntos pendientes de vidas anteriores o misiones conjuntas que resolver. La evolución espiritual no ocurre de forma aislada, sino en grupos amplios de almas. Se coincide con muchos de los seres con los que vivimos vidas anteriores y con otros no se vuelve a coincidir; depende de las deudas que tengamos con ellos. Dubois te podrá contar mejor que yo. Pero es así.

—Tenemos deudas pendientes con Douglas y los suyos —continuó Karen—, y no por venganza de vidas anteriores, aunque para su evolución espiritual, ellos también necesiten experimentar el dolor que la derrota produce.

» Ahora los Guardianes del Templo representan la ideología intolerante, fanática y autoritaria que los cruzados representaban entonces y pretenden controlar la compañía de comunicación más grande del mundo para transmitir sólo su mensaje, acallando, ahogando y dejando sin voz a gente como nosotros. Tal como hicieron en la Edad Media con cátaros, valdenses y otros a los que llamaban herejes. Ésta es la forma actual de guerra; los medios de comunicación. —La muchacha tenía lágrimas en los ojos y hablaba emocionada y con fuerza—. Pero esta vez será distinto, Jaime. No se saldrán con la suya. Nosotros, los cátaros vamos a ganar. ¡Les venceremos!

50

Aquella avalancha de información y sentimientos confundía a Jaime; recorrió con la vista la apacible y soleada tarde. El agua azul de la piscina. El trino de los pájaros. En contraste con su tormenta interior, el entorno invitaba a la paz y el descanso.

Miró a Karen. Ella le estaba mirando a él. Sostuvo la mirada por unos instantes. Era bella. Y la amaba. Sentía que se había excedido hacía unos momentos, pero temía que le estuviera utilizando. Sólo pensarlo le enfurecía. Quería equivocarse; que fuera sólo un pensamiento negativo.

Pero de ser verdad, si ella sólo quisiera usarlo para ganar su guerra, a él le rompería el corazón. Porque la necesitaba. Dependía de ella. Desvió la mirada hacia los árboles y su mente racional empezó a funcionar de nuevo.

—Bien, de acuerdo —dijo Jaime—, imaginemos que los Guardianes son una pequeña mafia religiosa, que ha montado un sistema por el que roba a la Corporación. De aquí a que tengan un complot para controlarla existe un abismo.

—No es una pequeña mafia, al contrario, son muy poderosos —afirmó Kevin—, y el complot existe, lo sabemos muy bien, tanto por Linda como por otros infiltrados. Recordarás la bomba que terminó con la vida del presidente de los estudios Phoenix, Steven Kurth, ¿verdad?

—Sí, claro.

—Bien. Pues la bomba fue obra de los Guardianes.

—¡Pero qué dices! Se supone que lo hizo un grupo radical violento, opuesto a los contenidos de algunos de los programas que se producen.

—¡Correcto en todo! Los Guardianes es una secta religiosa radical y violenta a la que no le gustan los contenidos actuales de los programas televisivos o cinematográficos de la Corporación. Pero además, como tiene planes para controlarla, ha camuflado su acción como la de un grupo exterior inventado.

—Pero ¿qué ganan asesinando a Kurth?

—Kurth era un viejo judío liberal de la misma ideología que Davis. Ambos creían en la libertad de expresión de ideas, en la no discriminación por raza, sexo o religión, y en que la tolerancia es la mejor protección para todos, porque todos somos, alguna vez o en alguna parte del mundo, una minoría. Pero Kurth tenía el mismo estilo personalista y autocrático que Davis, y nunca se preocupó de establecer una sucesión para su cargo en la Corporación; quizá pensaba que la vejez y la muerte nunca le afectarían.

» El sucesor más claro de Kurth es el vicepresidente actual de los estudios Eagle, Cochrane, un alto personaje en la secta de los Guardianes. Imagínate lo que obtendrían colocando a Cochrane como presidente de Eagle: mayor control sobre la programación y una inmejorable posición para suceder a Davis.

—¿Por qué no los denunciáis al inspector Ramsey?

—No tenemos aún suficientes pruebas materiales y las pocas de que disponemos son de procedencia poco legal. La policía nos pondría en su lista de sospechosos y pasaríamos a ser el primer objetivo a destruir para los Guardianes. No; no es aún el momento, hay que esperar.

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