Marea oscura I: Ofensiva (14 page)

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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Marea oscura I: Ofensiva
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Jacen Solo sintió que cierto malestar se arremolinaba en su interior, como las nubes de Belkadan, y supo que en parte se debía a la impaciencia. Luke Skywalker y él habían entrado en el sistema por un extremo, y R2-D2 había diseñado una ruta sencilla en dirección a Belkadan. La idea era que la nave entrara en la atmósfera del planeta empleando la gravedad, como si fuera un escombro espacial a la deriva. Para acentuar el truco, habían desactivado los motores y casi todas las fuentes de energía, lo cual dejaba a la pequeña nave algo fría y muy oscura.

Jacen se sentó a solas en el puente, viendo pasar las estrellas mientras Belkadan se acercaba cada vez más. Estudiando el perfil planetario de la visita anterior de Luke y Mara, y complementándolo con el informe proporcionado por ExGal-4 acerca del planeta, Jacen se había preparado para una bola verde amarillenta con una atmósfera compuesta principalmente de dióxido de carbono y metano, pero había nuevas lecturas que indicaban que la atmósfera de Belkadan había vuelto a una relativa normalidad. El nivel de dióxido de carbono seguía siendo algo elevado, y eso contribuía a que las temperaturas fueran más altas de lo que indicaban los datos de los archivos, pero no demasiado.

Eso dice Luke, pero es que él creció en Tatooine
.

Una parte de Jacen comprendía exactamente lo que había sucedido en Belkadan. Los yuuzhan vong habían liberado una especie de agente biológico que había alterado radicalmente la ecología del planeta; pero algo lo había devuelto a una relativa normalidad, al menos en apariencia. El método de los yuuzhan vong no carecía de precedentes. Jacen estaba al tanto de otros ejemplos de poblaciones que alteraban el clima o la ecología de un mundo para hacerlo más habitable.

Lo que sí era sorprendente era la velocidad con la que habían tenido lugar los cambios. Apenas habían pasado dos meses desde que Yomin Carr destruyera la estación de ExGal, y Belkadan ya casi se había recuperado. Jacen quería creer que las lecturas anteriores recogidas por sus tíos podían haberse visto alteradas por concentraciones localizadas de gases, pero sabía que era un argumento que carecía de peso, por mucho que quisiera creerlo.

Él quería creerlo por el malestar que sentía. Era un Caballero Jedi, entrenado y dotado con las habilidades de la Fuerza, pero cuando intentaba percibir algo sobre Belkadan no sentía nada realmente malo en él. El planeta estaba vivo, pero no albergaba nada maligno.

Este último hecho le contrariaba porque había visto a los yuuzhan vong y había escuchado la historia de Danni acerca de lo que le habían hecho a Miko y a ella. Y no le cabía ninguna duda de que los yuuzhan vong eran malignos.

Tanta maldad debería refulgir de ese planeta como la luz de un panel de iluminación
.

El hecho de que la Fuerza no registrara la maldad de los yuuzhan vong conmocionaba a Jacen. Su vida se basaba en la oposición entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad. No llegó a conocer al Emperador o a Darth Vader, pero estaba tocado por el mal. El reconocimiento de esa sensación, como un montón de agujas clavándose violentamente en su piel, se había convertido en un mecanismo por el cual se había guiado siempre. Y ahora, de repente, se sentía a la deriva, como el bombardero que pilotaban, y no sabía cómo evitar el peligro.

Mientras pensaba eso, Jacen supo que no era verdad, pero la invisibilidad de los yuuzhan vong era parte importante a la hora de decidir si su tío se hallaba en la senda correcta para el desarrollo de los Caballeros Jedi. La formación de Luke había girado en torno al bien y el mal, pero ahora se enfrentaban a una amenaza evidente, y los Caballeros Jedi estaban en clara desventaja. Nada de lo que habían aprendido les ayudaría a la hora de enfrentarse y vencer a los yuuzhan vong.

Se preguntó si su propio enfoque, la idea de retirarse para dedicarse a la contemplación de la Fuerza, le proporcionaría los medios necesarios para reconocer y derrotar a los yuuzhan vong. No podía creer que no estuvieran conectados de algún modo con la Fuerza. Jacen sabía que no había podido registrar la presencia de los yuuzhan vong en ningún nivel de la Fuerza experimentado por él. Algunos animales podían escuchar sonidos que para él eran inaudibles, y había especies alienígenas que veían dimensiones invisibles a sus ojos.
¿Será posible localizar a los yuuzhan vong en la Fuerza ampliando la conciencia que uno tiene de ella?

No tenía respuesta a esa pregunta, pero estaba seguro de que el enfoque que tenía su tío sería inútil en la confrontación con los yuuzhan vong. Sabía muy bien que los Caballeros Jedi lucharían con todas sus fuerzas durante mucho tiempo, e incluso contaba con que ganasen algunas batallas. Mara había conseguido asesinar a un guerrero yuuzhan vong en un duelo en Belkadan, pero hasta ella admitió que se encontró en seria desventaja al ser incapaz de percibirlo con la Fuerza.

Aun así, por muy seriamente que Jacen contemplara la idea de retirarse, no podía evitar sentirse culpable y egoísta. Las desgarradoras descripciones de lo que los yuuzhan vong habían hecho a Danni le dolían en alma. También se acordaba de lo mucho que habían trabajado sus padres para ayudar a los que se encontraban indefensos. Había crecido en una familia en la que responsabilizarse de los demás era tan vital como respirar, y rechazar esos ideales le parecía algo que simplemente no podía estar bien.

Al mismo tiempo, había visto lo que eso había hecho a sus padres y a su tío.

Luke luchó contra el Imperio durante veinte años, y su madre más aún. Siempre estaban viviendo al límite, y ni un solo momento de su vida podía considerarse normal. Si no eran perseguidos por secuestradores o asesinos, era alguna población de un planeta que intentaba exterminar a otra especie. Sus padres y su tío nunca tenían tiempo para sí mismos.

Jacen frunció el ceño y decidió no caer en la autocompasión. Pese a tener que solucionar los problemas ajenos, sus padres siempre habían hecho todo lo que habían podido para criar a sus hijos. Hubo épocas en las que su madre tuvo que ausentarse por motivos oficiales, pero siempre se las arreglaba para compensarlo, y no lo hacía trayendo regalos de mundos lejanos, sino pasando tiempo con él y con sus hermanos. Y su padre había pasado de ser su protector a convertirse en un buen amigo y confidente. Luke fue su amigo y su mentor, y todos ellos significaban para Jacen más de lo que nunca sería capaz de expresar.

Por esa razón le parecía mal rechazarlos y desviarse del camino Jedi, pero, por otra parte, se le antojaba necesario. Apretó los puños y se obligó a abrir las manos de nuevo. Al crecer con conciencia de la Fuerza, la comprendía de una forma que Luke no podría entender nunca. Tenía información que podía compartir con su tío o con su madre, pero ellos nunca la descubrirían por su cuenta.
Ellos ven las cosas a grandes rasgos, y yo puedo ver los detalles de esos rasgos
.

— ¿Ya es casi la hora, no?

Jacen se sobresaltó y se dio la vuelta para ver a su tío colgando de la escotilla de la cabina.

—Sí. La gravedad de Belkadan nos hace descender. Quedan dos minutos para la atmósfera. Si quieres puedo aterrizar yo.

Luke asintió, se deslizó en la cabina y se sentó en el sillón del copiloto. R2-D2 entró tras él y se colocó en un soporte de aterrizaje. Luke sonrió al androide y miró a Jacen.

—Recuerda, nada de cosas raras. Queremos que todo parezca lo más natural posible.

Jacen asintió. Su tío había desarrollado la teoría de que si los yuuzhan vong empleaban criaturas vivas como si fueran máquinas, era probable que los patrones de conducta que esas criaturas percibieran con mayor facilidad fueran aquéllos poco naturales o caóticos, es decir, los patrones de comportamiento de una presa. Un aterrizaje suave y con pocas alteraciones de ruta sería bastante discreto, o eso pensaba él. Jacen le daba la razón, pero desde un punto de vista humano.
Sólo espero que los yuuzhan vong piensen igual
.

Colocó las manos sobre el volante y encendió los motores. No aceleró, pero dio un poco de potencia a los repulsores giratorios. Un poco de timón y algo de orientación hacia delante llevaron al bombardero Skipray
Coraje
dentro de la atmósfera. Al principió se estremeció un poco, pero Jacen mantuvo las manos firmes en los controles. Miró a Luke para ver si su forma de conducir la nave le complacía.

Luke asintió ligeramente y se fijó en el monitor que mostraba los datos de navegación.

—Estamos a diez mil kilómetros de la ubicación de ExGal. Dirígete a 33 punto 30 y baja poco a poco.

—De acuerdo. Quería pasar las montañas antes de girar a babor.

—Buen plan —Luke cerró los ojos y comenzó a respirar muy despacio—. Nada raro de momento.

—Gracias —Jacen pulsó un interruptor para ir hacia atrás y aceleró. La velocidad relativa comenzó a descender, y el bombardero hizo lo mismo. No cayó tan rápido como para perder el control, sino lo justo para dar la impresión de que la nave era tan aerodinámica como un meteorito irrumpiendo en la atmósfera.

Hizo descender la nave más y más hasta que, en el centro del continente norte, se acercó a una cordillera que daba hacia el este. Cuando se ocultó tras ella, dio potencia a los motores y aumentó rápidamente la velocidad. Voló casi a ras de suelo, acelerando a fondo. Volvió a pulsar el interruptor para ir hacia delante, activó los motores para que le impulsaran en esa dirección y utilizó la Fuerza para inspeccionar la zona en busca de señales de vida.

Encontró mucha, y casi toda dentro de los límites normales de lo que esperaba encontrar. Alguna era algo discordante y se mostraba como colores chillones, así que procuró alejarse de esas zonas. Se dirigió hacia el norte y atravesó un desfiladero entre dos montañas, orientando luego la nave hacia la ubicación de ExGal. Aterrizó al noreste, lejos de las instalaciones de las antenas adjuntas a la torre de comunicaciones, apagó los motores y se quitó el cinturón de seguridad.

—Hemos llegado.

Luke abrió los ojos lentamente y asintió.

—Sí. ¿Has reconocido la fuente de Fuerza procedente de allí, verdad?

—He captado algo y no me ha parecido nada bueno. ¿Qué crees que era?

—No lo sé. Formas de vida que sufren, sin duda alguna, quizá por alguna enfermedad. Parecen desgastadas, como débiles. Lo que sé es que no las percibí cuando vine hace unas semanas.

Jacen levantó la cabeza.

— ¿Es así como percibes a Mara?

Luke dio un respingo al oír la pregunta, lo que indicó que le había sorprendido.

—No, así no, Mara es fuerte. Si es la misma enfermedad, puede que esas formas de vida estén en la fase terminal, pero no hay forma de saberlo.

El Jedi más joven salió en primer lugar de la cabina. Se puso un cinturón del que pendía su sable láser, una bolsa con un respirador, una cantimplora con agua y una pistola láser. Su tío hizo lo mismo, cogió un cinturón parecido del armario de equipamiento y dio a Jacen un par de gafas.

Jacen se extrañó.

— ¿Para qué es esto?

— ¿Te acuerdas de la descripción que nos hizo Mara de su combate con Carr? No sé si el anfibastón de los yuuzhan vong escupe veneno cegador, o si tienen algún otro tipo de arma que sirva para el mismo fin. Y dado que no podemos percibirlos a través de la Fuerza, la vista será nuestro aliado más poderoso. No podemos arriesgarnos a perderlo —Luke se puso sus gafas y se quitó la pistola láser de la funda—. Mara me contó que sus armaduras rechazan los disparos láser y que incluso ralentizan los sables, así que dispara bien y utiliza el sable lo mejor que puedas.

Jacen sonrió.

—Vaya, por un momento has sonado como papá.

R2-D2 silbó un comentario rápido.

Luke ladeó la cabeza un momento y asintió.

—Tengo la impresión de que cuando estoy en una situación en la que las probabilidades de éxito son bastante escasas, pienso en lo que haría o diría tu padre. Lo que no significa que luego haga lo mismo, pero su ejemplo es difícil de olvidar.

Luke apretó un gran botón rojo y la rampa de descenso del bombardero comenzó a deslizarse hacia afuera. Él salió primero y se agazapó al pie de la rampa. Apoyó una mano en el suelo, cogió un puñado de tierra y lo olió.

— ¿Qué?

—Cuando estuve aquí por última vez había mucho sulfuro en el aire, pero ahora ya no lo huelo en tanta cantidad. Algo lo ha extraído del aire —señaló a una capa de vegetación verde que se extendía por la mayor parte de los edificios y las paredes—. Eso tampoco estaba. Quizá fue lo que limpió el aire.

Jacen se encogió de hombros.

—Tú te criaste en una granja.

—Era una granja de humedad en un planeta desierto —su tío le miró—. ¿Hay algo parecido en los archivos que has revisado?

—No, que yo recuerde.

Luke se levantó y se dirigió hacia la puerta de ExGal. Estaba abierta, pero la frondosa planta verde la había cubierto por completo. Luke apartó las ramas y metió la cabeza para abrirse camino. Jacen le seguía de cerca y pronto se encontró atravesando un túnel verde.

El muchacho se miraba los pies para asegurarse de no tropezar, por lo que acabó por echarse encima de su tío.

—Perdón.

—No pasa nada. Mira esto.

Luke salió de entre las ramas y entró en un pequeño patio. Jacen le siguió y R2-D2 se deslizó tras ellos. El pequeño androide se balanceó de un lado a otro y dejó escapar un lamento triste.

Luke puso una mano sobre la cabeza del androide.

—Ya lo sé, Erredós, ya lo sé.

Las plantas verdes lo cubrían todo excepto un amplio óvalo, en cuyo extremo se encontraba la entrada al recinto de ExGal. Había un montón de equipo apilado en el óvalo, a tan solo dos metros de la puerta, y a Jacen le bastaron dos segundos para identificarlo. Sabía lo que era, claro, pero nunca lo había visto dispuesto así.

El centro del amasijo era una unidad R5 que había sido decapitada. En el lugar donde debía haber estado la cabeza descansaba un cráneo humano descarnado. De las cuencas de los ojos y de la boca salían cables de todos los colores, y de esta última salía un cable enrollado como si fuera una lengua.

Esparcidos alrededor como si fueran juguetes que se hubieran caído de la caja había piezas de ordenador, placas de holoproyectores, sintetizadores de comida y un secador de pelo de una unidad de aseo. Todos los objetos habían sido destrozados hasta quedar inútiles, y las abolladuras de su carne metálica eran como marcas de patadas y pisotones.

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