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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

Marea oscura I: Ofensiva (2 page)

BOOK: Marea oscura I: Ofensiva
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—Se aproxima otro, capitán. Eliminará el escudo de popa. .

Pen Grasha, el oficial de control de cazas del
Autarca
, gritó por encima del estruendo de las sirenas:

—Capitán, nuestros cazas se quedan sin escudos. Los disparos y los láseres no llegan al enemigo.

El duro agitó una mano y se agarró con fuerza a su panel de control.

—Preparados para el impacto. Nos han disparado.

¿Impacto?
Xhaxin miró la pantalla de visualización y vio una bola dorada chisporroteante, quizá de plasma, que pasaba de largo. El objeto alcanzó a la fragata en plena maniobra, justo en el centro y a babor. El escudo absorbió el impacto, pero cayó a los pocos segundos, enviando una lluvia de chispas al puente y derribando a un tripulante. Un instante después, aquella cosa que había atravesado el escudo golpeaba el casco blindado del
Autarca
.

Menos mal que tenemos blindaje extra.
Xhaxin había invertido gran cantidad de recursos en reforzar el escudo de su fragata. La nave había soportado los disparos de un destructor estelar imperial, y todos habían vivido para contarlo.

Pero, antes, habían escapado para contarlo
.

El impacto desactivó momentáneamente los generadores de gravedad artificial de la nave, por lo que Xhaxin salió disparado y chocó contra la doctora Karl. Al cabo de un segundo, la gravedad regresó y depositó a ambos en el puente sin demasiada brusquedad. Xhaxin se apoyó sobre una rodilla y ayudó a la doctora a sentarse mientras miraba al duro.

— ¿Qué ha sido eso?

—No lo sé, capitán, pero sigue adentrándose en el casco —la criatura de piel azulada palideció—. Creo que en veinte segundos abrirá una brecha en el fuselaje de la cubierta siete.

— ¡Evacuad el área y cerrad las compuertas!

— ¡Más disparos!

¡No! ¡Esto no puede estar pasando!
Xhaxin apretó las manos con fuerza, tanto la de carne como la de metal. Dejó a un lado la desesperación y el pánico que le atormentaban.
Es hora de ser la clase de hombre que atrae a una tripulación tan leal.

—Pen, llama a los cazas. Que entren primero los que no tengan hipervelocidad. Khwir, calcula un salto que nos saque de aquí.

Los lekkus de la twi'leko palidecieron.

—Las anomalías gravitatorias cambian constantemente. Es imposible hacer los cálculos.

— ¿Son suficientes para impedirnos saltar?

—No, pero...

Xhaxin gruñó y cayó al suelo cuando otro disparo del asteroide sacudió la fragata.

—Entonces saltaremos a ciegas. Envía las coordenadas a nuestros cazas, pero saltaremos a ciegas.

—Capitán, un salto a ciegas podría matarnos.

—Un salto a ciegas podría matarnos —Xhaxin señaló enérgicamente la pantalla de visualización—, pero eso nos matará. ¡Hazlo, Khwir, hazlo ya!

—A sus órdenes, capitán —la twi'leko comenzó a introducir las coordenadas en el ordenador de navegación—. Preparados para saltar en cinco segundos, capitán. Cuatro, tres...

Xhaxin miró por la pantalla de visualización y vio una bola dorada brillante que llenaba la imagen. No sabía quién le atacaba, ni qué hacía allí ni cómo funcionaban sus armas. Mientras pensaba en ello, la visión del espacio explotó.

En ese momento, y de alguna manera, supo que la respuesta a esa pregunta quizá le proporcionaría algo de paz interior, pero no podía decirse lo mismo de la Nueva República.

Capítulo 1

Mientras esperaba junto a la cámara del Senado a que el jefe de Estado Borsk Fey'lya la invitara a subir al estrado, Leia Organa Solo se sintió algo nerviosa. Habían pasado los años; de hecho, habían pasado las décadas, y se acordó de cómo se sintió cuando entró por primera vez en el Senado Imperial como la diputada electa más joven de la historia. Se presentó como candidata para ayudar a su padre, Bail Organa, y para continuar con su oposición a Palpatine y a la locura que permitió la creación de cosas como la Estrella de la Muerte.

Por entonces yo era joven, muy joven, y era normal que estuviera nerviosa
. Leia contempló la gran sala y el mar de senadores que la poblaban. No era tan imponente como la antigua, en la que ella sirvió por primera vez; pero podía palparse en ella la tradición de los días de la Nueva República. En la era del Imperio, después de que Palpatine se hiciera con el poder absoluto, apenas había unas pocas criaturas que no fueran humanas en la cámara, y sólo asistían los senadores humanos. Ahora, como había ocurrido en la Antigua República, los humanos eran minoría. Vio a la senadora Viqi Shesh, de Kuat, y a uno de sus telbuns, y al senador Cal Omas, de Alderaan; pero, aparte de ellos, no distinguía otros humanos.

Y la edad no es lo único que se aprecia en mis ojos
. Leia sonrió para sus adentros.

No quería recordar que ya había transcurrido buena parte de su vida, y que la mayoría se la había pasado allí, en Coruscant, ayudando a constituir la Nueva República como la confederación de planetas surgida de las sombras del Imperio.
También salí a luchar contra el Imperio y a recibir disparos. Aquí los ataques eran más sutiles, pero casi igual de letales
. Se estremeció al recordar el bombardeo que sufrió la antigua cámara del Senado.

Echó un vistazo hacia atrás y vio a Danni Quee, la joven que dos meses antes había sobrevivido al ataque y a la captura de un violento grupo alienígena que invadió varios planetas del Borde Exterior. Danni había trabajado en una estación de investigación que se ocupaba de observar el espacio más allá del borde galáctico, y había recogido pruebas que indicaban que los invasores procedían de otra galaxia. Sus despiadadas tácticas, junto con el esfuerzo y los recursos necesarios para organizar una invasión desde una galaxia lejana, sugerían a Leia que los alienígenas estaban decididos a apropiarse de una buena parte de esta galaxia. Ahora, ella se presentaba ante el Senado para advertir a la Nueva República de esta amenaza y reunir ayuda para los planetas del Borde Exterior que tuvieran que enfrentarse a la peor parte del ataque alienígena.

Junto a la pequeña mujer morena estaba Bolpuhr, el guardaespaldas noghri de Leia. Bolpuhr se dedicaba en cuerpo y alma a proteger a Leia y a su hermano Luke, para agradecerles los esfuerzos que habían realizado al reparar los daños que el Imperio había provocado en Honoghr, el planeta de los noghri. La gratitud con la que Bolpuhr recompensaba a Leia y a su familia se traducía en una feroz lealtad sólo superada por la que demostraría un wookiee que le debiera la vida a alguien.

La voz de Borsk Fey'lya ascendió desde su tono monótono a un punto algo más elevado. Leia recordó cómo alzaba la voz cuando estaba estresado. El tono le hizo levantar la cabeza y centrar su atención en lo que estaba diciendo el bothan.

—Es, por tanto, un placer para mí dar la bienvenida de nuevo a esta cámara a una mujer que lleva más tiempo en esta casa que ninguno de nosotros. Les presento a Leia Organa Solo, embajadora de Dubrillion.

Ya era hora
, pensó Leia.
Has estado dándome largas demasiado tiempo
. Leia llevaba varias semanas intentando conseguir esa audiencia.

Fey'lya salió del estrado y le cedió el sitio. El bothan había decidido llevar una túnica de color tierra, algo más oscura que su piel crema, que lucía un ribete morado a juego con sus ojos. Esas vestimentas recordaron a Leia las sencillas prendas que Mon Mothma solía vestir al dirigirse al Senado o al pueblo; pero, de alguna manera, no imprimían al bothan el aire de nobleza y sencillez que otorgaban a Mon Mothma.

Leia vestía unas botas negras y una túnica color pálido. También llevaba el pelo recogido para que su atuendo y su porte subrayaran los encuentros bélicos que eran la base de su informe. Sabía que sus vestimentas eran poco apropiadas para la opulencia del Senado, pero también esperaba que los presentes recordaran los días en los que la indumentaria de batalla estaba a la orden del día, y las decisiones tenían que tomarse rápidamente.

—Gracias, jefe Fey'lya. Estimados senadores y respetables invitados, les traigo el saludo y los mejores deseos del pueblo de Dubrillion. He sido enviada para informarles de una grave crisis que ha tenido lugar en el Borde Exterior.

Una especie desconocida hasta ahora ha realizado allí una serie de ataques.

Eliminaron la estación ExGal-4 en Belkadan, atacaron el planeta Dubrillion, destruyeron en Helska la nave de la Nueva República
Renovador
y aniquilaron el planeta Sernpidal estrellando su propia luna contra él. Conseguimos localizar la base alienígena de Helska 4 y la destruimos, pero no hemos acabado con la amenaza.

Leia contempló al público y le sorprendió ver la cantidad de senadores que parecían estar aburriéndose, como si les estuviera narrando una obra costumbrista kuati.
Bueno, tampoco les he contado nada que no supieran, pero ahora tienen que reaccionar y solucionar el tema
. Se aclaró la garganta y contempló el datapad para recordar sus notas.

—Luke Skywalker encontró en Belkadan pruebas de un desastre ecológico que alteró radicalmente la composición atmosférica del planeta. Ese desastre fue atribuido a un agente alienígena que se encontraba en el planeta y que, posteriormente y tras atacar a Mara Jade Skywalker y a mi hermano, fue asesinado. Las pruebas parecen indicar que los alienígenas estaban acondicionando el planeta para utilizarlo como base para la invasión.

Antes de que pudiera continuar, un senador jorobado y de aspecto sauriano que representaba a las distintas comunidades baragwinianas se levantó lentamente.

Con permiso del Senado, me gustaría preguntar a la oradora si ella es la misma Leia Organa Solo que medió en el conflicto entre Osarian y Rhommamul.

Leia entrecerró los ojos y levantó la barbilla.

—El senador Wynl sabe perfectamente que fui yo quien intentó conseguir la paz en esa disputa.

—¿Y no fue la acción de un Caballero Jedi insensato lo que obligó a los osarianos a iniciar el ataque que, posteriormente, desembocó en una guerra para el sistema, y que provocó la muerte de Nom Anor, el líder rhommamuliano, en el proceso?

Leia alzó las manos.

—Con todos mis respetos, senador, el conflicto entre Rhommamul y Osarian tiene poco o nada que ver con la invasión de la que estoy hablando ahora.

Borsk Fey'lya se acercó a Leia desde su posición a la derecha del estrado.

¿Poco o nada? Eso indica la posibilidad de algún tipo de conexión. Ella asintió incómoda.

—Cuando el invasor atacó a Mara, primero intentó destruir a Erredós, el androide astromecánico que utiliza mi hermano. El alienígena profirió el mismo tipo de retórica en contra de los androides que los Caballeros Rojos de la Vida de Rhommamul utilizaban en sus cruzadas.

El bothan parpadeó con sus ojos violeta.

—¿Está sugiriendo que esos Caballeros Rojos están detrás del enve-nenamiento de Belkadan, la destrucción de Sernpidal y el ataque a Dubrillion? ¿Y que tenían armamento suficiente para arrancar una luna de su órbita, pero no eran capaces de defender a sus líderes de un ataque osariano? ¿Está diciendo eso?

—No, en absoluto, jefe Fey'lya —Leia dio un toque gélido a su tono de voz—. No creo que el alienígena de Belkadan estuviera bajo la influencia de los Caballeros Rojos, pero es posible que éstos formen parte de una tapadera para distraer a la Nueva República.

Otro senador, esta vez un rodiano, se puso en pie.

— ¿Quiere hacernos creer, embajadora, que sus esfuerzos diplomáticos fracasaron a merced de una conspiración surgida más allá de la galaxia? —No estoy diciendo eso.

Niuk Niuv, el senador sullustano, se levantó.

—Yo tampoco lo creo. Creo que está intentando distraernos de la amenaza que los Jedi representan para la Nueva República. Fue un Jedi el que añadió tensión a la situación osariana y provocó esa guerra. Dice usted que fue un Jedi el que informó sobre ese alienígena y sobre sus palabras. No soy tan estúpido como para no ver los esfuerzos de un Jedi para apartar nuestra atención de los problemas que causa la Orden.

— ¡El Jedi de Belkadan era mi hermano, Luke Skywalker, Maestro Jedi!

— ¿Y quién podía desear más que él que los errores de sus discípulos cayeran en el olvido?

Leia se agarró con fuerza al podio para controlarse.

—Soy muy consciente de la controversia que rodea a los Jedi, pero les pido, con la mejor intención, que vayan más allá de ese debate y se concentren en lo que les estoy contando. Se ha iniciado una invasión procedente de más allá de esta galaxia y, si no actúan para detenerla de inmediato, destruirá la Nueva República.

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