Read Memorias de un sinverguenza de siete suelas Online
Authors: Ángela Becerra
Tags: #Drama, #Romántico
Dar las gracias es algo que me llena de ilusión. Y es que a mí, personalmente, me gusta más dar que recibir. Por eso, porque estoy aprendiendo a recibir, quiero dejar constancia de que esta historia no hubiese sido la que es sin haber contado con tantos que a lo largo de este duro camino me tendieron su mano.
En primer lugar, agradezco de todo corazón a Juan Eslava Galán, escritor insigne e íntegro, por dejarme sus libros que ampliaron mis miras y regalarme desinteresadamente sus íntimos conocimientos sobre sus vivencias en Sevilla; a su mujer, Isabel Castro Latorre, que con su vital entusiasmo y delicadeza me abrió caminos.
A Javier Prieto Moreno, andaluz de pura cepa y amante de la vida, por leer mis escritos y aportar su pasión por el arte del toreo, y su larga experiencia como Capataz, Cofrade y Rociero.
A Ángel Cequier, vecino y amigo antes que eminente cardiólogo, por permitirme asistir a una cirugía a corazón abierto, experiencia indescriptible que en algún momento todos deberíamos vivir. A su maravilloso equipo del Hospital Universitario de Bellvitge de Barcelona. Al doctor Carles Fontanillas, jefe del servicio de Cirugía Cardíaca del área de enfermedades del corazón, que actuó como cicerón y me explicó con todo detalle y paciencia el delicado proceso. Al doctor Jacobo Toscano, que me dejó observarle mientras sus diestras manos operaban. A la doctora Luisa Rivero, anestesista. A Luisa Bonet, enfermera instrumentalista.
A Paco Acosta, por regalarme la descripción más bella de un coche rociero.
A Ildefonso García Serena, por prestarme los incunables libros de su padre médico, con los que conocí los efectos de los venenos. Y al farmacéutico Mario Cerra, que los amplió y me instruyó en sus antídotos.
A mis hermanos, que desde la lejanía siempre me acompañan.
A Patri, mi amada hermana, por su amor incondicional.
A Ángela y María, María y Ángela, mis adoradas hijas. Mi vida no sería la misma sin tenerlas. ¡Aprendo tanto de ellas!
María, mar inagotable de sensibilidad, inteligencia y amor, a quien me unen ¡tantas cosas!… entre ellas la pasión por la magia de la palabra escrita y la búsqueda por descubrir entre los recovecos de la vida, su belleza y verdadera esencia.
Ángela, pozo profundo de comprensión, inteligencia y amor —que me ha acompañado en los instantes más áridos de mi vida—, y con su maravilloso talento y sensibilidad me regaló la más bella portada de esta historia.
Y por último y primero, como siempre, a mi Joaquín, compañero de vida y travesías, que en todos los momentos de mi vida me acompaña.
Gracias… Muchas gracias.