Read Mi novia Online

Authors: Fabio Fusaro

Tags: #Autoayuda

Mi novia (8 page)

BOOK: Mi novia
4.2Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Dejá de pensar que tu ex es única en el mundo. Es igual que todas, o que la gran mayoría. ¿Creíste que era diferente? Bueno, los hechos actuales te están demostrando que no. ¿Duele? Y sí… duele, pero es mejor darse cuenta de todo, asumirlo y tirarse a llorar un par de horas (o de días) en la cama boca abajo y a los gritos, que seguir pensando cosas que no son reales.

Es clásico engañarse creyéndoles, por ejemplo, cuando nos dicen «Estoy confundida».

¿Alguna vez estuviste «confundido» con respecto a lo que sentís por ella?

No.

Si alguna vez hubieras estado «confundido», ¿se lo hubieras dicho?

No.

Lo que hubieras hecho en ese caso es esperar a que se te pase la «confusión» antes de abrir la boca y hacer macanas.

Y entonces, ¿por qué ella dice con tanta naturalidad y seguridad «estoy confundida»?

En el amor nunca nadie está confundido. La confusión no existe. Uno se confunde cuando en lugar de agarrar por una calle agarra por otra y se va a parar a la mierda.

Todo el mundo sabe perfectamente si quiere o no a su pareja.

O sea que ahí te está mintiendo. Reconocelo. No te engañes.

Puede ser que no te quiera más, o que sí te quiera pero hay algún nabo que le está moviendo el piso. Ojo, dije el piso y no el guiso (al menos por ahora).

Bueno, che… lo del guiso fue un chiste… no te pongas así… pero guarda, hay que ser fuerte con respecto a todo. Yo sé que es casi imposible bancarse la idea de que tu novia o ex novia esté en bolas en la cama con otro tipo, pero si esa es la realidad que tenemos que enfrentar, también vamos a tener que poner huevos y asumirla, y no tratar de taparla para no verla. Porque en ese caso estaríamos viviendo una situación irreal y nuestro accionar nunca nos conducirá a buen puerto.

Sería algo así como estar en New York creyendo que estamos en París y decirle a un taxista que nos lleve a la torre Eiffel. Evidentemente no vamos a llegar a ningún lado.

O sea. Conozcamos y asumamos la realidad de lo que está pasando.

Si le gusta otro tipo, le gusta otro tipo.

Si es lesbiana, es lesbiana.

Si es medio atorranta, es medio atorranta.

No disfracemos las cosas aunque duelan.

Desaparecé

Tu novia te pidió un tiempo. O simplemente te dejó.

Ambas cosas son lo mismo.

No te engañes diciendo: «Sólo me pidió un tiempo».

¿Vos le hubieras pedido un tiempo? No. En este período en que están separados, ella sabe por medio de amigos en común, o a veces por vos mismo, todo cuanto sucede en tu vida: que estás mal, que no tenés ganas de salir, que te compraste una camisa verde, que se te rompió el auto, que la extrañás, que diste mal un examen, que fuiste a jugar fútbol, que hiciste un gol de cabeza, etc. Entonces, ¿qué problema tiene? Ninguno.

Para ella ésta es una situación fácil de sobrellevar, porque no te pierde el rastro y sabe que vos estás esperándola y que en el momento en que ella lo decida, con un simple llamado telefónico vos estás a sus pies.

¿Y por qué provoca toda esta situación si realmente te quiere? Y bueno… no le tratemos de encontrar una explicación es una cuestión de conchudaje. Pero, ¿qué pasaría si ella de vos no supiera nada? Si vos jamás la llamás, ni te la encontrás «de casualidad» en ningún lado, si ella «de casualidad» va a algún sitio donde sería lógico encontrarte y vos no estás, si los amigos en común no le cuentan absolutamente nada, pensemos, ¿qué pasaría? Y… entonces no estaría segura de que te tiene esperándola.

Por primera vez empezaría a sentir que si quiere volver tal vez no pueda.

La idea de pensar que vos podés estar bien sin ella la mata. Como la luz del sol a los vampiros. Estas alimañas se mueren de pensar que estamos bien a pesar de que ellas nos dejaron. Sin duda va a querer saber algo. Es tu trabajo hacer que no pueda saber nada de vos.

No le cuentes a los amigos en común que estás mal por ella, ni que la extrañas, ni nada. Demostrá que tu vida sigue sin complicaciones. Salí, reíte delante de ellos (aunque no tengas ganas). Cuanto más tiempo transcurra sin que ella sepa algo de vos mejor, y si cuando se entera de algo es de que vos estuviste en la fiesta de Pirulito cagándote de risa, te puedo asegurar que se le viene toda la estructura abajo. «¿Pero cómo? ¿no me extraña?». Son conchudas.

Y el golpe maestro es salir con otra mina. Tener un romancesito aunque mucho no te entusiasme. Es fundamental que no parezca hecho a propósito para darle celos porque ahí sonaste. Ella se va a enterar. No hace falta que se la trates de mostrar. Siempre alguien se lo va a contar. Y ahí explotan. No se lo bancan ni un segundo. Si te quiere, va a volver seguro. Lo principal es de-sa-pa-re-cer.

¿Querías un tiempo? Ahí lo tenés.

Un encuentro inevitable

En ese período de ruptura momentánea (o no momentánea) resulta que te la encontrás en el cumpleaños de un amigo en común, o algún otro evento similar. Qué situación. Pero hay que afrontarla y hay que capitalizarla a tu favor.

Qué buena oportunidad para volver a verla y decirle cuanto la querés, cuanto la extrañas y que por qué no vuelven a estar juntos ¿no? ¡¡¡NO!!!

Ponete tus mejores ropas y ejercitá la sonrisa frente a un espejo durante por lo menos veinte minutos antes de ir a la fiesta, para que no se note que hace muchos días que no sonreís.

Saludala como a todos los demás. Sin más ni menos efusividad. No busques estar en el grupo donde está ella, pero si naturalmente se da, actuá como si ella fuera uno más de tus amigos. Si tenés que decirle algo, decíselo con naturalidad: «¿Me pasás ese vasito? Gracias».

El darle demasiada bola, como el ignorarla totalmente, son señales de debilidad. Demuestran que estás incómodo por su presencia y eso sólo puede suceder cuando estás hecho mierda por ella, y eso es lo que estamos tratando de ocultar.

Una acción inteligente es estar en un grupo donde esté ella y de repente separarte de ese grupo e irte a hablar con otros, o a otra habitación. No lo va a poder creer. Esto la va a desconcertar totalmente.

Y lo que es la estocada final: andate del lugar antes que ella. Aunque sea temprano. No importa. Sin dar mayores explicaciones saludás a todos y te vas.

Si algún amigo te pregunta adónde vas, como mucho simplemente decís: «Me tengo que ir, bolú…»

Si pudiste de antemano programar algo para hacer, mejor. Y si no, andate a tu casa, metete en la cama, mirate alguna película, llorá un rato y quedate dormido. Te aseguro que ella la va a pasar peor que vos y que éste será un paso importantísimo hacia tu reconciliación. Jamás podría haberse imaginado que estando ella en un lugar vos te irías.

¿Qué está pasando? Ya no te tiene bajo su control. Eso es bueno para vos.

Consejos de mujeres

Germán y Mariana se conocieron en un cantobar. Ambos iban allí todos los viernes y sábados con sus hermanos y amigos. Todos eran habitués del lugar.

Un día, Marianita «se confunde» y le pide a Germán «un tiempo», a lo que Germán responde: «Ningun tiempo, si no me querés cortamos».

Hasta ahí diez puntos lo del tipo, a pesar de que después de decir eso, quedó como si lo hubiera pisado un desfile.

Pero hete aquí que de esta manera, la que quedó también destruidita fue ella, porque con eso de pedir «un tiempo» las mujeres se aseguran su libertad de acción, actúan como si no tuvieran pareja, pero sabe que cuando quieren vuelven y nosotros ahí estamos.

Además seamos conscientes de que ese tiempo puede ser un día, como un mes, como una vida.

Germán y Mariana entonces no se vieron ni hablaron durante toda la semana.

El sábado siguiente, Germán no fue al cantobar por consejo de su hermano, quien sí fue, acompañado de su novia Marta.

Esa noche Mariana estaba sola sentada en un rincón y se la veía muy triste y callada.

Fue entonces cuando Marta (la novia del hermano de Germán) se le acercó para charlar un poco y preguntarle qué le pasaba. Mariana rompió en llanto: «Lo extraño. Lo quiero», fueron algunas de las mil cosas que ella dijo entre llantos y sollozos. Mariana a los tres días se iba a ir de viaje una semana. Estaba desolada. Destruida.

Al día siguiente Marta le contó a Germán todo lo que había pasado. Y además le aconsejó llamarla «urgente» para que hablen y se arreglen.

Su hermano en cambio le aconsejó otra cosa: «Si ella está llorando, —le dijo—, es por una situación que ella misma buscó. Dentro de tres días se va una semana de viaje. Dejala que se vaya llorando, total a vos qué te cambia, si igual a ella durante toda la semana no la vas a ver. ¿O acaso vos no estuviste destruido también estos días? ¿Para qué vas a hacer que se vaya de viaje con la tranquilidad de que te tiene? ¿Para que se confunda de nuevo? Si ella ahora está tan mal por vos, dejala que se vaya llorando y llamala cuando vuelva».

Por supuesto Marta saltó para el carajo: «No seas hijo de puta, pobrecita, que está hecha mierda. Llamala, llamala».

Está demás decir que Germán le hizo caso al consejo de Marta y al de su corazón y no al de su mente y al de su hermano. Y llamó.

Riiiiing, riiiiing.

Ella: Hola.

El: Hola Mariana, soy Germán.

Ella: Ah, como estás. (Epa, no se notaba mucha emoción).

El: Bien… Me gustaría que hablemos un poco. ¿Podríamos ir a tomar un café?

Ella: Hoy no puedo.

El: ¿Mañana?

Ella: Mañana tampoco.

El: Bueno, ¿cuándo?

Ella: Y… podría ser… el viernes.

Y ahí fue como quedaron en verse el viernes, pero obviamente algo no olía bien. La actitud de ella no era acorde a lo descrito por Marta.

Y se encontraron nomás.

Cuando Germán le propone que vuelvan a estar juntos, ella muy en superada le dice que no. Que en todo caso volverían a hablar al regreso de su viaje.

Y ni rastros de las lágrimas, ni de los «lo extraño» y los «lo quiero».

Y como si todo esto fuera poco y por el mismo precio, la tipa se va de viaje (muy tranquila sabiendo que su ex estaba muerto con ella y esperándola), conoce otro tipo y se «confunde» más todavía, motivo por el cual a su regreso, cuando Germán la llama, ella le saca una tarjeta roja más grande que una casa.

Conclusión, nunca aceptes consejos de mujeres. Ellas ven las cosas desde otra óptica. Puede ser que alguna vez acierten en algo, pero éste sería un hecho fortuito.

Es muy sencillo, no pueden dar consejos sobre lo que no saben. Ellas, excluyendo las lesbianas, nunca se levantaron una mina, nunca una mujer las dejó, ni nunca tuvieron que remar para recuperar una.

Ellas que opinen de hombres porque de mujeres no saben nada.

Y si no fijate cuando la ven a Pamela Anderson y te dicen: «Mide un metro cincuenta» y a vos te dan ganas de decirle: «¡Y a mí que carajo me importa cuanto mide!», o que tal o cual «está toda operada», y vos la partirías como un queso.

Las mujeres no pueden opinar sobre mujeres.

La lástima, el peor enemigo

«Lo que pasa es que me da lástima», dijo Alejandra con respecto a Alberto, su ex novio. Y ése seguramente fue el final de las aspiraciones de Alberto de recuperar a Alejandra.

Es muy probable que en el momento de cortar, ella no sintiera lástima por él, pero las actitudes que éste tomó en pos de recuperarla despertaron ese sentimiento en ella.

Cuando una mujer siente lástima por un hombre se acabó el juego. Y el hombre perdió.

La persona que en algún momento sintió amor por nosotros, y ahora nos ve mal por su culpa, es probable que sienta lástima.

La lástima es un recurso que utilizan algunos hombres como un último salvavidas sin darse cuenta que están tratando de florar agarrándose de un yunque.

Como Pablo, que con un aerosol negro pintó en una pared en frente de la casa de su ex un graffiti que decía: «Me enseñaste a amarte pero no a olvidarte. Pablo».

Pablo cagó.

Las mujeres no vuelven con uno porque le tienen lástima. La lástima no es un sentimiento que provoque amor.

Parece lógico pensar que si una mujer nos quiere, no le guste vernos sufrir, y si estamos sufriendo porque ella nos dejó y no desea lastimarnos, va a volver con nosotros. Pero no.

La lástima y el amor son dos sentimientos que nunca pueden coexistir.

¿Y por qué pueden tenernos lástima?

Porque un amigo nuestro va y le cuenta lo mal que estamos. (Por lo general por indicación nuestra).

Porque nos encuentra hasta en la sopa con cara de «mi amor no puedo vivir sin vos». (Busqué infructuosamente otro ejemplo para esa cara, pero no lo encontré. Es única.)

Porque le suplicamos.

Porque lloramos.

Porque le escribimos una carta contándole que no podemos estar sin ella.

Porque se lo escribimos en una segunda carta por si no entendió la primera.

Porque andamos desaliñados y con barba de una semana.

Porque llamamos por teléfono doce veces por día.

O te quieren o te tienen lástima, por lo tanto si provocamos lástima, estamos evitando que nos quieran. Y si no nos quieren no vuelven. Elemental Watson.

Si saben que estás muerto, estás muerto

En una noche de viernes, me puse a chatear en una sala donde lo hago habitualmente.

Conozco, aunque no personalmente, a mucha gente de allí.

Esa noche me puse a charlar con «Dana» (ese es su nick en la sala).

Dana es una chica que vive en Chascomús y ya varias veces habíamos estado chateando, por lo que teníamos bastante confianza. La conversación que se desarrolló, fue la siguiente.

Yo: Hola Dana, ¿Cómo estás?

Dana: Estoy muy mal.

Yo: ¿Querés contarme?

Dana: Sí, estoy destrozada por amor.

Yo: Epa, si me querés contar tal vez te pueda ayudar en algo…

Dana: Estoy re enamorada de alguien con quien no puedo estar. No puedo más…

Yo: Pero contame bien la situación.

Dana: El es mi ex pareja, estuvimos juntos siete años. Hace un año nos peleamos pero mantuvimos una relación de amistad. Hace como un mes, empezamos a hacer el amor de nuevo y me di cuenta que es el amor de mi vida… lo amo… y él también me ama con toda su alma, pero está con otra mujer y no la va a dejar… creo que me voy a morir.

Yo: si te ama tanto, ¿por qué no puede estar con vos?

Dana: Porque dice que no quiere hacerme mal. Que no quiere borrar la sonrisa que lo enamoró.

BOOK: Mi novia
4.2Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Slipperless by Sloan Storm
The Waterstone by Rebecca Rupp
Portrait of Seduction by Carrie Lofty
Being Shirley by Michelle Vernal
Wedgewick Woman by Patricia Strefling
Rivers West by Louis L'Amour
Always Upbeat / All That by Stephanie Perry Moore