Notas a Apocalipsis Now (27 page)

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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
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10 de abril, Napa

Esta tarde di un largo paseo por caminos de tierra, hacia la bodega. Junto al camino había guisantes y altramuces silvestres. Caminé hasta la pista del helicóptero. Hace meses que no se utiliza. Detrás hay un cerro con un viñedo recién plantado. Cada nueva vid está protegida con un pote de helado Foremost. Los trabajadores deben de haberlos tomado del material de utilería en el granero. La última vez que vi estos potes estaban apilados en la carpa de lona de Iba donde yo esperaba que cesara la lluvia.

Cuando el equipo de producción terminó su trabajo, se mandaron varios contenedores por barco desde Filipinas. Alguien debió de dar la orden general de empaquetado todo y enviado. Lo descargaron aquí, en nuestro granero. Parte del material se utilizó para filmar tomas de relleno el verano pasado. Hay un montón de muñecos, armas militares de utilería, cascos, cantimploras, mesas de montaje, latas de Coca-Cola de la época, ventiladores, lanzas de ifugaos, tótems, cajas de libros mohosos del set de la plantación francesa, manteca de maní, café instantáneo, sábanas, almohadones, dos bañeras japonesas, uniformes militares, guantes de béisbol, cinturones de balas, taparrabos de ifugaos, cestas, joyas falsas, apliques de luces, megáfonos, muebles de oficina, material de consulta, sandalias vietnamitas. Los niños tienen la tabla de surf del coronel Kílgore en la piscina.

13 de abril, Napa

El viernes fue el cumpleaños de Francis. El tercero durante la filmación de
Apocalipsis Now
. En su oficina se celebró una fiesta. Luego vino aquí, Sus regalos fueron descargados sobre la mesa de la sala. Esta mañana estuve ordenando, y no pude evitar leer una de las tarjetas: «Gracias por dejarme ser parte de tu grandeza. Con cariño… ».

Algunos días me siento cansada y sólo tengo ganas de huir. Siempre habrá una nueva camada de devotas jóvenes discípulas esperando en los flancos. La situación actual empezó durante la filmación de
El Padrino II
. Yo estaba en la locación con Francis, lejos de San Francisco, de mis amigos y de las cosas que en aquel momento me interesaban y me estimulaban. Estaba furiosa conmigo misma, enojada por no sentirme totalmente feliz, incapaz de concentrarme en Francis y la filmación de su película. Otra sí lo hizo.

14 de abril, Napa

Francis estaba recostado en el sofá y dijo: «Quizá los dientes de mi alma tengan caries».

15 de abril, Napa

Hoy me siento muy mal porque le he pedido a Francis que este fin de semana no venga. Pego un respingo cada vez que suena el teléfono. Acaba de hacerla. Era un niño que quería saber si podía llevados a él y Roman a la tienda de motocicletas. Luego hubo una llamada a cobro revertido de Gio, preguntando si podía comprarse un perro en San Francisco. Una parte de mí espera que Francis vuelva a llamar. Anoche tuvimos una larga conversación, y esta mañana otra. Yo estaba histérica. Me había enterado por casualidad de que la otra mujer estuvo con él durante una proyección de la película entera. A mí todavía no me han invitado. Me siento totalmente traicionada. Por mi mente pasó la imagen de un calendario, dos años llenos de días, con las páginas corriendo rápidamente, como en las viejas películas. En cada página había una imagen de algo, una foto nuestra yendo hacia el set en un bote, otra de los insectos revoloteando alrededor de una luz en un día de lluvia, otra de los chicos en el aeropuerto, la mesa de la cena el día 200 de filmación, y así una tras otra.

Me duele todo. No quiero ver a Francis durante un tiempo. No sé si lo estoy ayudando o estoy agudizando su dilema, si estoy haciendo algo saludable para los dos o siendo cobarde. No sé si me estoy ayudando a mí misma o si estoy cortando los nuevos brotes que crecen entre nosotros.

El teléfono sonó. Era Francis, que me llamaba desde el radioteléfono del coche. Viene hacia aquí.

19 de abril, Napa

El domingo pasado Francis y yo tuvimos una tremenda disensión italoirlandesa. Es como si los viejos rencores entre nosotros no pudiesen simplemente desvanecerse, tienen que explotar, ser detonados con dinamita. Todo el domingo por la tarde intensifiqué la discusión como si hubiera algo que necesitara vomitar y no pudiera. Al final, hacia el anochecer, Francis agarró todo lo que había en la mesita ratona y lo hizo añicos contra el vidrio. En el suelo quedaron un montón de vidrios rotos, velas, un bol de frutos secos, la tetera japonesa, las tazas y las servilletas empapadas de té. Pensé en cómo todo esto debe estar afectando a los niños. Sofía bajó a la sala; pensé que debía ver lo que verdaderamente sucede en nuestras vidas. Miró la mesita, con su marco abollado y su vidrio roto y dijo: «Oh, ahora no les importará si pongo los pies encima».

El lunes me dolía todo el cuerpo como si me hubieran dado una paliza. Francis y yo estuvimos hablando por teléfono mucho rato, intentando comprender por qué hemos estado destrozando nuestro matrimonio trocito a trocito desde hace un año, Por la tarde tomé un largo baño caliente. Llamé a una amiga y fui a la ciudad para cenar e ir al cine. Fuimos a ver
Una mujer descasada
, una historia clara y sencilla. El protagonista llora, le dice a su mujer que está enamorado de otra y que se va a vivir con ella. La mujer se marcha y vomita y empieza el proceso de seguir adelante con su vida. Él vuelve y le dice: «¿No puedes considerar que he estado enfermo durante una temporada?». Eso es lo que llevo más de un año diciéndome. Francis no está bien.

Ayer fui al correo. Fuera había una niña nueva de la clase de Sofía. Había oído que acababa de venir a vivir con su abuela. Pregunté si me la podía llevar conmigo a jugar un rato con Sofía. En el camino de un kilómetro de regreso a casa me contó que su madre había muerto el 13 de febrero. Me dijo que su coche había quedado atrapado en un desprendimiento de barro durante una tormenta, pero que no había muerto de eso, que entonces sólo se hizo un corte en la cabeza. Murió después de neumonía. Dijo que ella misma estuvo a punto de morir en el accidente, pero que pudo salir por la puerta trasera. Me contó que su hermana gemela había muerto cuando tenía cinco semanas de un ataque al corazón, a las cinco de la madrugada del 9 de octubre, el cumpleaños de su madre. Me dijo que su abuela no podía creerlo hasta que vio el aviso en el periódico. Me contó que su gato también había muerto. Cuando vio nuestra gran casa victoriana se le llenaron los ojos de lágrimas. Me preguntó:

-¿Tiene escalera de caracol?

-Sí -le contesté.

-Eso da mucho miedo -me dijo.

Llegamos a la puerta de atrás. Saltó del coche y corrió por el césped a hamacarse con Sofía. Me quedé alarmada por la manera en que informaba de los acontecimientos de su vida. No había modo de integrarlo todo en sus solo seis años de vida.

20 de abril, Napa

Apocalipsis Now todavía no está terminada. Hay un enorme contingente de editores. Hay preestrenos. Hay gente filmando tomas de relleno y grabando la narración. Se está montando un gran departamento de sonido y música. Se están haciendo y revisando los cronogramas, queda trabajo de óptica y laboratorio por hacer. Hay una hoja para apuntarse a la fiesta
roller skating
de la compañía, y hay noches en las que se sirve vino. Hoy ha llegado un telegrama desde el reducto de Kurtz para mantener los ánimos bien altos. La gran producción continúa, pero ha quedado en mi visión periférica.

Hoy los niños están en el colegio; desconecté el teléfono. Estoy totalmente a solas. Me encanta.

22 de abril, Napa

Ayer fui en coche a la ciudad. La atmósfera estaba muy límpida y las colinas parecían muy cercanas, encrespadas con densos matorrales y zonas de flores silvestres. Los lugares en que había vacas parecían postales de Suiza. Vacas, en medio de un mar de verdor salpicado de ranúnculos y altramuces. Fui a ver parte del metraje que filmé para el documental. No había mirado nada desde hacía un año. Me gustó el buen aspecto que tenía.

Mirar lo que ahora me parece como una vida anterior me provocó una extraña sensación. Yo misma salía en un par de tomas. Parecía más joven, con el pelo corto. Una persona distinta. Francis también era otra persona. Había una toma en la que salía él al lado de Gio. Pesaba veinte kilos más y Gio era un niño. Ahora Gio tiene bigote y vello en las piernas.

23 de abril, San Francisco

Estoy en la sala de montaje, medio en penumbras. Los operarios están cambiando los rollos. Tres rollos de banda sonora y una banda de imágenes están siendo colocados alrededor de los cabezal es. Unas tiras amarillo brillante serpentean a través del aparato. De fondo hay un trozo de pared de color óxido. Todo lo demás está silueteado por una pequeña luz. Acabamos de ver varios rollos de un nuevo corte del final. Estoy experimentando una avalancha de emociones que parece fuera de lugar. Todos los demás están charlando.

Es domingo. El equipo trabaja, preparándose para el primer gran preestreno. Dentro de dos días, novecientas personas acudirán a ver este montaje. Francis estudiará sus reacciones. Dice que está verdaderamente aterrorizado. Y es cierto.

Hace poco dijo que se había dado cuenta de que, cuando volvió de Filipinas, había desaparecido la base de su estabilidad económica, y que cuando miraba el metraje no sabía si sentirse como un loco o como un artista. Su vida personal estaba en crisis. En su vida no había ninguna parte segura a la que aferrarse, así que se desmoronó.

25 de abril, San Francisco

Estoy esperando. Francis va a reunirse con los publicistas. Sobre la mesa del café hay un montón de encuestas respondidas después de la proyección de esta mañana. Francis las está dividiendo en dos pilas: aquellos a los que les ha gustado la película y aquellos a los que no. Están hablando de lo fuerte que ha sido la reacción del público. Francis dice: «No está funcionando como yo quiero. Estoy intentando pensar en los pasos siguientes».

El dilema es si hay que mostrar la película entera a los dueños de los cines para la licitación y las fechas de exhibición, o mostrarles sólo algunas partes.

28 de abril, San Francisco

Estoy en la oficina de Francis. Tiene cuarenta y ocho fichas dispuestas en una hilera larga e irregular por el suelo. Cada ficha tiene mecanografiada una escena diferente. Las está cambiando de lugar para reestructurar la película.

30 de abril, San Francisco

Estoy en la sala de montaje de Walter. Acabamos de ver un nuevo montaje del principio de la película. He experimentado una ola de pánico. Hay partes de mi cuerpo que todavía están erizadas de electricidad. El inicio que acabo de ver no es tan bueno como el anterior. Tiene una intención distinta y aún no se ha logrado. El montaje final está todo desmembrado y todavía no puede reconstruirse. La proyección para los dueños de los cines es dentro de dos días. Francis acaba de decir: «Si no les gusta la película y no quieren comprarla, no tendremos la obligación de mostrarla al público». Hay risas nerviosas.

Es domingo. Me pregunto dónde están las familias de los editores. Nuestros hijos se encuentran en Napa. Cuando nos marchamos, Roman estaba lloriqueando. Decía que no tenía a nadie con quien jugar y tampoco nada que hacer. Durante el trayecto hasta San Francisco me he sentido mal, con la sensación de que debería haberme quedado con Roman, de que Francis tenía prisa por no hacer esperar a los editores, consciente de que Roman tiene que aprender a solucionar sus propios problemas sin la ayuda de mamá, pero llena de culpabilidad por no pasar el tiempo suficiente a su lado. Roman es el que más se parece a Francis. Cuando Francis ha tenido problemas, Roman es quien más lo ha notado.

Ahora la máquina de montaje se ha detenido en una imagen de Willard recostado en la cama del hotel. Hay material de montaje todo a mi alrededor. Rollos de cinta, empalmadores, guantes blancos, cepillos, ejes, bobinas, listados, gomas, tazas de café, rebobinadores, cuadernos y pilas y pilas de cajas de lata con rollos de banda sonora o de imagen. Cada caja lleva una etiqueta numerada de cinta amarilla. Me pregunto qué habrá en la caja RK4012-4710, o en la BD7012-7814. Varias lámparas iluminan partes de la sala. No hay ventanas. No puedo ver cómo pasa el tiempo. Quizá sean las cuatro de la tarde, o de la mañana. Francis está fuera, sentado a la máquina de escribir, reescribiendo una parte de la narración para volver a probar este montaje. Tengo hambre.

2 de mayo, Napa

Francis acaba de llamar. Va de camino al preestreno para los dueños de los cines. Me ha dicho que desmontar la película e intentar hacer cambios importantes en tan poco tiempo no ha sido práctico ni inteligente, pero que, de alguna manera, había que hacerla. La evolución de la película continúa.

Me describió lo que había hecho, cómo había reestructurado el principio. Ahora Willard estaba en la habitación del hotel, esperando a ser interrogado y revisando mentalmente la experiencia vivida, en vez de estar en la habitación esperando una misión. Básicamente, Francis está intentando utilizar la habitación del hotel como principio y final. Para empezar y terminar en ella, en vez de la explosión del reducto de Kurtz como escena final.

10 de mayo, vuelo de Nueva York a San Francisco

La azafata acaba de anunciamos que el pato del menú ha sido sustituido por pollo. Francis y yo estamos en el avión de regreso a San Francisco. Los seis días que acabamos de pasar en Nueva York son ahora un montón de fragmentos de recuerdos.

Francis hizo una proyección para los dueños de las salas. No les mostró la película entera. Decidió que no será posible acabarla para estrenarla en diciembre, y que su estreno se aplazará hasta la primavera de 1979.

En la máquina de escribir encontré esta nota que había escrito para él mismo: «¿Cuáles son mis problemas? Lo que más me aterroriza desde hace varios meses es que la película es un caos. Un caos de continuidad, de estilo. Y, lo más importante, el final no funciona ni a nivel de público ni a nivel filosófico. Brando resulta una decepción para el público. La película alcanza su punto álgido durante la batalla de helicópteros. Tengo los nervios destrozados. El corazón roto. La imaginación muerta. No tengo autoconfianza. Pero, como un niño, lo único que quiero es que venga alguien a salvarme… ».

El mismo día encontré este artículo en la columna de chismes de un periódico de Nueva York: «¿La suerte llama dos veces? ¿Será capaz Francis Ford Coppola de volver a repetir su fantástico éxito de la serie
El Padrino
, con su terriblemente pasada de presupuesto, terriblemente cara, pero altamente alabada,
Apocalipsis Now
?».

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