Read Olympos Online

Authors: Dan Simmons

Olympos (85 page)

BOOK: Olympos
3.07Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Acaba de amanecer el tercer día, posiblemente el último día, ya que los troyanos se han movido toda la noche trasladando fuerzas, trayendo más soldados, carros y equipo para cavar trincheras, y más de cien mil soldados troyanos relativamente frescos se agrupan en torno al perímetro defensivo mientras hablo.

He traído la grabadora al campamento de Agamenón porque Néstor ha convocado a sus caudillos supervivientes. Al menos a los que pueden abandonar sus puestos en estos momentos. Estos hombres cansados y sucios ignoran mi presencia... o más bien probablemente recuerdan que pasé mucho tiempo con y cerca de Aquiles, durante los ocho meses de guerra con los dioses, así que aceptan mi presencia. Y la visión de esta grabadora del tamaño de una galleta en mi mano no significa nada para ellos.

Ya no sé para quién observo y grabo estas cosas. Imagino que sería la persona
non grata
definitiva si apareciera en el Olimpo y entregara esta grabación a una de las musas que pretendieron matarme, así que haré estas observaciones y grabaré estas palabras sólo como el estudioso que una vez fui, no como el esclavo escólico en que me convirtieron. Y aunque ya no sea estudioso, puedo servir como corresponsal de guerra en estas últimas horas de la última resistencia de los griegos y el final de esta época heroica.

NÉSTOR

¿Qué noticias hay? ¿Creéis que vuestros hombres aguantarán la posición hoy?

IDOMENEO

(Comandante del contingente cretense. La última vez que lo vi, acababa de matar a la amazona Bremusa de un lanzazo. Momentos después, el Agujero Brana se cerró. Idomeneo fue uno de los últimos en abandonar a Aquiles)

Las noticias son malas en mi zona del frente, noble Néstor. Por cada troyano que hemos matado en estos últimos dos días, otros tres han ocupado su lugar durante la noche. Preparan sus lanzas y herramientas zapadoras para el ataque. Sus arqueros siguen congregándose. Hoy será un día decisivo.

AYAX EL MENOR

(por distintos que fueran los Ayantes —los dos Ayax—, eran como hermanos. Nunca he visto tan sombrío a este Ayax de la Lócride. Las ojeras y arrugas de su cara están tan marcadas de sangre y lodo que parecen una máscara
kibuki
)

Néstor, hijo de Neleo, héroe de los tiempos más sombríos, mis combatientes de la Lócride resistieron al enemigo durante gran parte de la noche mientras los exploradores de Deífobo intentaban rodearnos por el flanco norte del perímetro. Los combatimos hasta que la marea se volvió roja. Nuestra sección de la trinchera se está llenando de muertos propios y muertos troyanos y pronto estarán pisando cuerpos amontonados diez palmos de altura. Un tercio de mis hombres ha muerto, los demás están agotados. Héctor ha enviado tropas nuevas para reemplazar sus pérdidas.

NÉSTOR

Podalirio, ¿cómo le va al último hijo de Atreo?

PODALIRIO

(El hijo de Asclepio es uno de los últimos médicos que les quedan a los griegos. También es, junto con su hermano Macaón, comandante de los tesálidos de Trica)

Noble Néstor, Agamenón tiene el brazo en cabestrillo, no ha tomado ninguna hierba para el dolor y está despierto y razona.

NÉSTOR

¿Por qué entonces no ha salido de su tienda? Sus tropas constituyen el número mayor que le queda a nuestro ejército, pero se protegen en el centro como mujeres. Sus corazones han desaparecido sin su líder.

PODALIRIO

El corazón de su líder ha desaparecido sin su hermano Menelao.

TEUCRO

(El maestro arquero, hermanastro y querido amigo del caído Ayax
el Grande
)

Entonces Aquiles tenía razón hace diez meses cuando se enfrentó a Agamenón ante nuestros ojos y dijo que el gran rey tiene el corazón de una cierva.
(Escupe en la arena.)

EUMELO

(Hijo de Admeto y Alcestis, comandante de los tesalios de Feras. A menudo Aquiles y Odiseo lo llamaban «señor de hombres»)

¿Y dónde está su acusador, Aquiles? El cobarde se quedó atrás en la base del monte Olimpo en vez de enfrentarse aquí a su muerte con sus camaradas. El de los pies ligeros también ha resultado tener el corazón, y los pies, de una cierva.

MENESTIO

(El enorme capitán de los mirmidones, antiguo teniente de Aquiles)

Mataré a cualquier hombre que diga eso del hijo de Peleo. Él nunca nos abandonaría por propia voluntad. Todos vimos y oímos a la diosa decirle a Aquiles que había sido encantado por el hechizo de Afrodita.

EUMELO

Encantado por el coño de la amazona, querrás decir.

(Menestio avanza hacia Eumelo y empieza a desenvainar la espada.)

NÉSTOR

(Interponiéndose entre ambos)

¡Basta! ¿No nos matan los troyanos con suficiente rapidez que necesitamos aumentar nuestra propia carnicería? ¡Eumelo, atrás! ¡Menestio, envaina tu espada)

PODALIRIO

(
Hablando como último médico de los aqueos, no como doctor personal de Agamenón)

Lo que nos está matando es la enfermedad. Hay otros doscientos muertos, sobre todo entre los epeos que defienden la ribera del río al sur.

POLIXENO

(Hijo de Agastenes, comandante de los epeos)

Es cierto, mi señor Néstor. Al menos hay doscientos muertos y otros mil están demasiado enfermos para combatir.

DRESEO

(Capitán de los epeos, recién ascendido a comandante)

La mitad de mis hombres no respondieron a diana esta mañana, mi señor Néstor.

PODALIRIO

Y se está extendiendo.

ANFIÓN

(Otro capitán de los epeos recién ascendido)

Es el arco de plata de Febo Apolo el que nos golpea, como hizo hace diez meses cuando la enfermedad difundida por el dios hizo que tuviéramos que quemar cadáveres todas las noches. Fue eso lo que produjo la primera discusión entre Aquiles y Agamenón... y lo que causó todas nuestras cuitas.

PODALIRIO

Oh, al carajo con Febo Apolo y su arco plateado. Los dioses, incluido Zeus, nos causaron grandes males y ahora se han ido, y sólo ellos saben si volverán. Personalmente, no me importa si lo hacen o no. Estas muertes, esta enfermedad, no viene del arco plateado de Apolo... creo que viene del agua hedionda que estamos bebiendo. Nos estamos bebiendo nuestros propios orines y nos sentamos en nuestros propios excrementos. Mi padre, Asclepio, tenía una teoría sobre la enfermedad en el agua contaminada y...

NÉSTOR

Sabio Podalirio, nos alegrará escuchar la teoría sobre la enfermedad de tu padre en otro momento. Ahora mismo necesito saber si podremos contener a los troyanos hoy y qué nos aconsejan que hagamos nuestros capitanes.

EQUEPOLO

(Hijo de Anquises)

Deberíamos rendirnos.

TRASIMEDES

(El hijo de Néstor que tan valientemente combatió el día anterior. Sus heridas están vendadas, pero parece sufrir por ellas más hoy que en el calor de la larga lucha de ayer)

¡Rendirnos, una mierda! ¿Quién en nuestro círculo de argivos se acobarda por el miedo y sugiere una vergonzosa rendición? Ríndete a mí, hijo de Anquises, y pondré fin a tus miserias con la misma seguridad con que lo harán los troyanos.

EQUEPOLO

Héctor es un hombre honorable. El rey Príamo solía serlo y tal vez lo será. Viajé con Odiseo a Troya, los de Ítaca vinimos a razonar con Príamo, para intentar recuperar a Helena con conversaciones para evitar esta guerra, y tanto Príamo como Héctor fueron hombres razonables y honorables. Héctor oirá nuestra rendición.

TRASIMEDES

Eso fue hace once años y cien mil almas enviadas al Hades, necio. Viste el grado de merced de Héctor cuando Ayax
el Grande
le suplicó por su vida, su largo escudo destrozado y los mocos y las lágrimas corriéndole por el rostro. Héctor le atravesó con la espalda y le arrancó el corazón. Sus hombres probablemente no serán tan misericordiosos contigo.

NÉSTOR

Sé que se ha hablado de rendición. Pero Trasimedes tiene razón: ya se ha derramado demasiada sangre en suelo troyano para que haya ninguna esperanza de merced. Nosotros no habríamos dado ninguna a los ciudadanos de Ilión, ¿no?, si hubiéramos quebrado sus murallas con más éxito hace tres semanas... o hace diez años. Todos los presentes sabéis que habríamos matado a todo hombre lo bastante mayor o lo bastante joven para empuñar una espada o un arco, y habríamos eliminado a sus viejos por engendrar a nuestros enemigos, violado a sus mujeres, nos habríamos llevado como esclavos a todas sus mujeres y niños supervivientes y habríamos prendido fuego a la ciudad y sus templos. Pero los dioses... o los Hados, quienquiera que decida el resultado de esta guerra, se han vuelto contra nosotros. No podemos esperar de los troyanos, que sufrieron nuestra invasión y nuestros diez años de asedio, más merced que la que nosotros les habríamos concedido. No, decid a vuestros hombres, si oís esos murmullos, que es una locura rendirse. Es mejor morir de pie que de rodillas.

IDOMENEO

Mejor todavía es no morir. ¿No hay ningún plan para salvarnos?

ALASTOR

(Comandante teucro)

Las naves han sido quemadas. Se nos está acabando la comida, pero todos habremos muerto de sed antes que de hambre. La enfermedad se lleva a más gente cada hora.

MENESTIO

Mis mirmidones quieren hacer una salida, que nos abramos paso entre las líneas troyanas y nos dirijamos al sur, al monte Ida y los densos bosques de allí.

NÉSTOR

(asintiendo)

Tus mirmidones no son los únicos que piensan en hacer una salida y escapar, valiente Menestio. Pero tus mirmidones no pueden hacerlo solos. Ninguna de nuestras tribus o grupos puede. Las líneas troyanas se extienden durante kilómetros y las de sus aliados aún más. Esperan que intentemos salir. Probablemente se estarán preguntando por qué no lo hemos intentado. Tú conoces las leyes del combate con la espada, el escudo y la lanza, Menestio, todos los mirmidones y aqueos las conocen: por cada hombre que cae en el combate escudo-contra-escudo, cien caen abatidos mientras huyen. No nos quedan carros, los jefes de Héctor los tienen a centenares. Nos alcanzarán y nos masacrarán como a corderos antes de que crucemos el lecho seco del río Escamandro.

DRESEO

¿Entonces nos quedamos? ¿Moriremos aquí, hoy o mañana, en la playa, junto a los maderos quemados de nuestras grandes naves negras?

ANTILOCO

(El otro hijo de Néstor)

No. La rendición queda fuera de toda cuestión para cualquier hombre que tenga pelotas, y defender esta posición será imposible dentro de unas horas... puede que lo sea durante el siguiente ataque. Pero yo digo que tenemos que intentar hacer una salida todos al mismo tiempo. Nos quedan treinta mil soldados, y más de veinte mil están lo bastante bien para luchar y correr. Cuatro de cada cinco de nosotros pueden caer, cierto, y morirán como ovejas antes de que lleguemos a los bosques del monte Ida... pero con esas probabilidades, cuatro o cinco mil de nosotros sobrevivirán. La mitad de ese número puede incluso sobrevivir a las batidas por el bosque que harán los troyanos y sus aliados, como nobles persiguiendo a una presa, y la mitad de ese número restante puede encontrar su camino para salir de este maldito continente y cruzar los mares oscuros como el vino y volver a casa. Esas probabilidades me bastan.

TRASIMEDES

Y a mí.

TEUCRO

Cualquier probabilidad es mejor que la certeza de que nuestros huesos se blanquearán en esta puñetera playa maldita de mierda.

NÉSTOR

¿Votas entonces por hacer una salida, hijo de Telemón?

TEUCRO

Tienes toda la maldita razón, mi señor Néstor.

NÉSTOR

Noble Epeo, no has hablado aún en este consejo. ¿Qué opinas?

EPEO

(Arrastrando los pies y mirando avergonzado hacia el suelo. Epeo es el mejor púgil de todos los aqueos y su cara y su cabeza afeitada muestran sus años como deportista: orejas rotas, la nariz aplastada, tejido cicatrizado permanente en sus mejillas y entrecejo, incontables cicatrices incluso en el cuero cabelludo. No puedo dejar de ver la ironía en la postura de Epeo en este consejo y mi propio efecto sobre su vida y su destino. Nunca famoso por su habilidad en la batalla, Epeo habría ganado las competiciones de boxeo en los juegos funerarios de Patroclo, celebrados por Aquiles, y habría sido el capataz encargado de la construcción del caballo de madera concebido por Aquiles si yo no hubiera empezado a cargarme la versión Homérica de esta historia hace casi un año. Si Epeo forma ahora parte del consejo de jefes es sólo porque todos sus oficiales al mando, hasta Menelao, han muerto)

Mi señor Néstor, cuando tu oponente está más confiado, cuando cruza el espacio de la lucha hacia ti con la certeza en el corazón de que vas a caer para la cuenta, incapaz de levantarte, entonces es el mejor momento para golpearle con fuerza. En este caso, golpearle duro, aturdirlo, derribarlo y correr por nuestras vidas. Estuve en los Juegos una vez cuando un púgil hizo exactamente eso.

(Todos ríen.)

EPEO

Pero tendrá que ser de noche.

NÉSTOR

Estoy de acuerdo. Los troyanos ven demasiado lejos y sus carros son demasiado veloces para que tengamos oportunidad de combatir de día.

MERÍONES

(Hijo de Molo, camarada de Idomeneo, segundo al mando de los cretenses)

No tendremos muchas más probabilidades a la luz de la luna. La luna está casi llena.

LAERCES

(Un mirmidón, hijo de Hemón)

Pero el sol de invierno se pone antes y la luna sale más tarde esta semana. Tendremos casi tres horas desde el principio de la auténtica oscuridad, la oscuridad en la que necesitas una antorcha para encontrar el camino, y la salida de la luna.

NÉSTOR

La cuestión es: ¿Podremos aguantar las horas del día y tendrán nuestros hombres fuerzas suficientes para luchar? Tendremos que concentrar nuestro ataque y luchar con fiereza para abrir una brecha en las líneas troyanas. ¿Les quedará suficiente energía para correr los treinta kilómetros o más que nos separan de los bosques del monte Ida?

IDOMENEO

Tendrán la energía para luchar hoy si saben que pueden tener una posibilidad de vivir esta noche. Yo digo que ataquemos a los troyanos en el centro de sus líneas, justo donde se encuentra Héctor, ya que ha concentrado sus fuerzas en ambos flancos para la batalla de hoy. Digo que hagamos la salida esta noche.

BOOK: Olympos
3.07Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Kiss Me First by Lottie Moggach
And in time... by Jettie Woodruff
Love Is Blind by Lynsay Sands
Tree Girl by T. A. Barron
Lost Dreams by Jude Ouvrard
The Third Victim by Lisa Gardner
Reckless Abandon by Stuart Woods