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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Osada (43 page)

BOOK: Osada
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—Así que no fue mala suerte. Parece que los alienígenas misteriosos se han puesto del lado de los síndicos. Ya te dije que no te dejarían hacerte con la victoria.

—¡Pero si estoy bastante lejos de ganar nada! Sigo concentrándome en sobrevivir, y no sé durante cuánto más tiempo podré seguir haciéndolo.

—¿Has tenido en cuenta todo lo que eso implica?

—¡Pues claro! —La miró, y luego se paró a pensar—. ¿Qué implica?

Rione señaló el visor estelar.

—¿Cómo han sabido nuestros, cada vez menos hipotéticos, alienígenas que la flota se dirigía a Lakota para así desviar a los síndicos allí?

Geary notó que se le aceleraba un poco el pulso.

—O disponen de algún medio para detectar nuestros movimientos casi en tiempo real y a distancias interestelares, o tienen un espía en la flota. ¿Crees que pueden parecerse lo suficiente a los humanos como para pasar desapercibidos?

—Eso si no son humanos. También puede ser que hayan contratado a alguien para espiarnos. O a lo mejor ni siquiera se trata de una criatura viviente, sino de un gusano alojado en nuestros sistemas para informar de nuestras actividades.

Geary asintió.

—No son más que hipótesis, pero la verdad es que me parecen más factibles que eso de poder observarnos a años luz de distancia sin retraso. Si esos... lo que sean, pueden hacer algo así, la tecnología humana está bastante atrasada en comparación con la suya. Y aunque no sea muy agradable, prefiero creer que tienen algún espía que les pasa la información. —Se paró a pensar durante un instante—. Por supuesto, tus informadores no han encontrado nunca rastro de espías alienígenas, quiero decir, si así fuese me lo habrías dicho, ¿no?

Rione puso mala cara y lo miró, casi irritada.

—Los que están a mi servicio están al tanto de muchos otros espías que trabajan para distintas personas. No obstante, gran parte de los informantes permanecen ocultos, estoy segura, y a las identidades de la mayoría de los que trabajan para ellos les sucede lo mismo, en el mejor de los casos. Y ahora pasemos a la siguiente implicación. ¿Cómo consiguieron los alienígenas la información justo a tiempo para actuar?

Geary la miró fijamente.

—Debería haberme dado cuenta de eso. La única forma para que lo hayan podido hacer es disponiendo de un sistema de comunicación más rápido que la velocidad de la luz que no implique tener que usar una nave para transportar el mensaje físicamente.

—Ya habíamos especulado sobre la posibilidad de que las puertas hipernéticas pudiesen hacer algo parecido.

—Sí... pero no había puerta en Ixion, que es desde donde fuimos a Lakota. De hecho, no hemos estado en un sistema estelar con puerta hipernética desde Sancere, y quedó destruida antes de que nos fuésemos.

—Cierto. —Rione hizo una mueca—. Un método de transmisión más rápido que la velocidad de la luz, y suficientemente pequeño como para pasar desapercibido en una nave. ¿Cuánto de avanzados tecnológicamente podrían estar esos alienígenas inteligentes?

Geary estaba mirando el visor cuando, de repente, se dio cuenta de otro detalle.

—Mierda.

—¿Qué pasa?

—Puede que la peor de las implicaciones. Hemos estado deseando encontrar una puerta hipernética síndica poco defendida, de modo que pudiésemos utilizarla y alcanzar, por lo menos, las cercanías del espacio de la Alianza.

Ella asintió con la cabeza.

—Ahora no podemos hacerlo, ni siquiera aunque encontrásemos una sin ninguna defensa.

Entonces Rione también se percató, y clavó las uñas en las palmas de la mano.

—Si entrásemos en el sistema hipernético síndico y los alienígenas nos desviasen a otro sistema...

—Podríamos acabar en cualquier parte. En lugar de aparecer en el destino que planeábamos, en la frontera con el espacio de la Alianza, podríamos salir en el punto opuesto del espacio síndico. O incluso en un sistema con todas las flotas síndicas esperándonos.

—¿Y fuera de la hipernet síndica? —preguntó Rione—. Se supone que es imposible, pero últimamente se están volviendo realidad un montón de cosas que antes considerábamos imposibles.

Geary se sentó y se recostó en su asiento intentando entender todo aquello.

—No lo entiendo. Supongamos que pueden hacer todo eso, y seguramente algo pueden hacer. ¿Por qué iban a mancharse las manos? ¿Por qué iban a dejar que nos diésemos cuenta?

—A lo mejor los rangos más altos de los líderes síndicos ya los conocen y saben quién hizo que su flota llegase a Lakota en lugar de a Andvari. —Rione sacudió la cabeza—. Con respecto a nosotros, los alienígenas no esperan que sobrevivamos, o a lo mejor ni siquiera saben lo que pasó realmente. De un modo u otro, me sorprende que nos permitan ver lo que pueden hacer.

—Puede que sea porque no nos beneficia en absoluto. Seguimos estando atrapados. —La ira de Geary no hacía más que aumentar. Con todos los problemas que tenían, todavía faltaba que los alienígenas saltasen a la palestra para empeorar las cosas. No era como para llegar a esos extremos, pero no era justo, y al final se puso como una furia—. Parece que al final esta flota va a tener que pasarlo fatal para volver a casa sí o sí. Y puedes estar segura de que va a volver.

Rione lo miró sorprendida, casi sin creérselo. Luego sonrió.

—De la desesperación a la determinación. Ha sido un buen día para los cambios de humor, sobre todo en lo que respecta a ti. —Dejó de sonreír, y frunció el ceño—. Hay una opción que todavía no hemos considerado.

—¿Cuál?

—A lo mejor los alienígenas nos han permitido saber lo que pueden hacer con los sistemas hipernéticos a propósito. Puede que esperasen que escapases de ese sistema estelar, igual que has hecho hasta ahora. Es posible que no estén ayudando a los síndicos, sino que intentan decirnos algo.

Geary miró el visor, mientras dejaba que aquella idea se asentase en su mente.

—Ya hay suficientes humanos que creen que puedo hacer lo imposible, como para que ahora los alienígenas opinen lo mismo. ¿Por qué iban a hacer algo así?

—No lo sé —dijo Rione claramente frustrada—. No sabemos nada sobre las metas de esos misteriosos contendientes. No sabemos cómo piensan, eso suponiendo que no sean humanos. ¿Qué es lo que quieren, que la humanidad siga enzarzada en una guerra sin fin? ¿Es que están esperando a que se construya el número suficiente de puertas hipernéticas para hacerlas colapsar y que liberen suficiente energía como para esterilizar cada recoveco del universo colonizado por la humanidad? A lo mejor es algo totalmente distinto, algún objetivo basado en un concepto alienígena que ni siquiera podemos nombrar.

—¿Intentas decirme que podrían no ser hostiles? ¿Incluso después de desviar a esa flotilla síndica a Lakota y que casi nos atrape?

—Sí, eso es precisamente lo que estoy diciendo. Si apareciese una flota alienígena ante nosotros mañana mismo, ¿qué harías?

Geary se paró a pensar.

—No estoy seguro. Si abriesen fuego sería fácil tomar una decisión, pero si solo apareciesen, sin más... Supongo que lo más inteligente sería intentar comunicarnos con ellos. Averiguar qué quieren.

—Y después —añadió Rione, mientras lo observada con mirada severa—, decidir si lo que quieren es algo con lo que la humanidad podría vivir.

—Sean lo que sean, nos deben algo por las pérdidas de la
Audaz
, la
Infatigable
y la
Atrevida
—replicó Geary, también con tono severo—. Más les vale tener una buena explicación.

Tres días más para pensar, y tres días más sin encontrar respuestas. En cuanto salieron al espacio normal en Ixion, Geary sintió amargura. No había ningún campo de minas a la salida del punto de salto, por lo que se limitó a presenciar la reunión de las unidades de la Alianza alrededor del
Intrépido
. Se centró en los informes de estado de las naves que llegaban en aquel momento, observando las actualizaciones de daño y reparaciones, las reservas de células de combustible y la munición restante. Todo tenía mala pinta. Peor incluso, puesto que algunas de las naves estaban todavía trabajando para recuperar sus sistemas de propulsión principales. Hasta que lo consiguiesen, la flota no podría alcanzar una velocidad adecuada sin que se quedasen rezagados.

Hacerlo implicaría dejarlos atrás, al alcance de los síndicos que saldrían por el mismo punto de salto, persiguiéndolos. Geary no tuvo el más mínimo problema en imaginarse la escena, puesto que ya había ejecutado simulaciones de las peores situaciones posibles. La flota de la Alianza salía, escapando, por el punto de salto, con los síndicos justo detrás, con sus enjambres de cruceros ligeros y naves de caza asesinas alcanzando a las naves aliadas que no podían mantener el ritmo, para luego atacar al mismo cuerpo principal de la flota. Después dirigirían su fuego contra la retaguardia de la formación para que, una a una, fuesen perdiendo terreno hasta ser abatidos por el cuerpo principal de los perseguidores síndicos.

Realizó simulaciones sobre lo que pasaría si intentaba reorganizar la flota allí mismo para luchar contra las fuerzas síndicas que saldrían por el punto en su busca, y que todavía los superaban en número. No obstante, el hecho de tener tantas naves dañadas, las reservas de combustible bajas, y estar casi sin munición, hacía que el resultado fuese siempre la destrucción total de la flota de la Alianza.

Eso suponiendo que siguiese al mando de la flota después de la reunión de oficiales que debería convocar. La amenaza exterior lo acechaba para destruirlo, pero también era consciente de que tenía que enfrentarse con una amenaza interior más peligrosa si cabe.

No podían perder ni un segundo en Ixion, y no serían capaces de salir de allí sin perder muchas más naves. Después de aquel sistema estelar, si es que alguna nave de la Alianza conseguía salir adelante, no parecía haber forma de escapar de los perseguidores síndicos, ni se justificaría el sacrificio de todas las naves que se perdieron en Lakota. Miró a su alrededor, al puente de mando del
Intrépido
, y pudo ver a los consultores mirándose unos a otros con cara de impotencia, asustados y abatidos al contemplar el estado de la flota.

No podían resistir, ni podían escapar.

Fue entonces, en esa situación, cuando Geary se dio cuenta de lo que tenían que hacer.
Que le den a la reunión. He tomado una decisión, y van a seguir mis órdenes
.

Suspiró profundamente, miró durante un largo rato la maltrecha flota que escapaba del punto de salto y luego, con tranquilidad, manipuló los controles.

—A todas las naves de la flota de la Alianza, les habla el capitán Geary. Den la vuelta, inmediatamente. Repito, que todas las naves den la vuelta. Inviertan inmediatamente su curso virando en dirección ascendente y rotando.

La capitana Desjani le dio las órdenes a su tripulación automáticamente, y luego se giró para mirar a Geary, perpleja. Este no necesitaba ver las caras de los demás para saber cuales serían sus reacciones.

—¿Señor? —preguntó Desjani—. ¿Invertir el curso? Si vamos a intentar situar las minas que nos quedan...

—No vamos a hacer nada con las minas —afirmó Geary—. No tenemos suficientes como para que sirvan de algo.

Al momento le llegó un mensaje.

—Capitán Geary, al habla el capitán Duellos, de la
Osada
. Por favor, confirme la última orden.

—Confirmado. A todas las naves, inviertan su curso inmediatamente. Adelante.

Geary se preguntó si alguna de las naves seguiría su curso, adentrándose cada vez más en aquel sistema estelar, escapando hacia un lugar en el que no había refugio ni escondite alguno, solo la vasta extensión de nada que rodeaba Ixion. Al final pareció que nadie iba a ignorar la orden y quedarse solo en aquel vacío.

Vio que las naves trazaban un arco ascendente y rotaban sobre sí mismas. En aquel instante no estaban dispuestas precisamente en formación, pero tampoco tenía tiempo para organizarlas. Pese a salir del punto de salto a una velocidad relativamente baja, ejecutar la maniobra les llevó más tiempo del que a Geary le hubiese gustado, pero finalmente la flota de la Alianza al completo se orientó hacia su nuevo destino.

—Al habla el
Coloso
. ¿Cuál es el plan, capitán Geary? ¿No debería convocar una reunión en cuanto fuese posible? Deberíamos hablar sobre algunos asuntos críticos que atañen al mando de la flota.

—Al habla la
Conquistadora
. Estoy de acuerdo con el
Coloso
.

—Gracias por su sugerencia —respondió Geary—. No hay tiempo para reunirnos. Nos vamos de este sistema estelar. —Hizo una pausa suficientemente larga como para que todo el mundo lo escuchase y se preguntase qué pretendía—. A todas las naves de la Alianza, al habla el capitán Geary. No vamos a escapar ni un kilómetro más. Hemos dejado un trabajo sin terminar en Lakota, por lo que es allí a donde nos dirigimos. Vamos a saltar a ese sistema estelar, y en cuanto lleguemos, vamos a acabar con todas las flotillas síndicas que haya. Luego veremos cuántos miembros de las tripulaciones de la
Infatigable
, la
Audaz
, la
Atrevida
, la
Paladín
, la
Afamada
, y de las demás naves podemos rescatar, y finalmente seguiremos nuestro camino hacia el espacio de la Alianza, con determinación, sin importar lo que los síndicos interpongan en nuestro camino.

Volvió a suspirar profundamente mientras se preguntaba qué estarían pensando todos en ese instante.

—Vamos a atravesar el punto de salto de este modo para ahorrar tiempo y asegurarnos de sorprender a los síndicos. En cuanto salgamos en Lakota, que todas las naves viren a estribor ochenta grados y estén preparadas para el combate. No vamos a irnos de Lakota otra vez sin darles a los síndicos una lección que nunca olvidarán sobre cómo lucha la Alianza.

Y a lo mejor, de paso, les daremos también una lección a los alienígenas sobre lo difícil que es derrotar a la humanidad
. Aunque tuviesen espías repartidos por toda la flota, no tendrían tiempo de avisar a sus superiores de que la formación de la Alianza estaba retrocediendo hacia el punto de salto. Sin los alienígenas ayudando a los síndicos, la batalla sería más justa.

—¡Sí, señor! —Desjani tenía una sonrisa en los labios, y el puño en alto. Los consultores que Geary podía ver en el puente del
Intrépido
estaban gritando y alentándose unos a otros. Pudo escuchar un leve rugido que poco a poco reconoció como el sonido producido por una tripulación del
Intrépido
entusiasmada.

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