Read Ponga un vasco en su vida Online
Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Kike Díaz de Rada
Tags: #Humor
¿Quiere usted vivir como Dios?
Suponiendo que la respuesta sea «sí», permítanos recomendarle este libro mágico, donde encontrará las claves para mejorar su existencia. El título ya le da una primera pista: hay que poner un vasco en su vida; claro, pero no crea que ya tiene la solución. Y leyendo este texto de la contraportada tampoco va a conseguir enterarse de mucho más; no se engañe. Esto es el cebo para que usted elija este libro y no los otros que le están tentando. Lo que si le podemos asegurar es que las páginas del interior contienen toda la información necesaria para que recupere la sonrisa que tenía el dia de la primera comunión, ¿se acuerda? Si usted es una mujer en busca de un hombre fiel, buen amante, simple, con buenos cimientos, familiar y amigo de sus amigos, no lo dude: léalo. Si, por el contrario, usted es un hombre en busca de una mujer eterna, buena administradora, ordenada y detallista, no lo dude: cómprelo. Además, contiene un diccionario, un capítulo de regalo y las recetas de la Biblia. ¡Ah! Y aprenderá a clasificar a sus familiares y amigos por su tipo de barriga. ¿Qué más quiere?
Óscar Terol
Ponga un vasco en su vida
ePUB v1.0
nalasss07.08.12
Título original:
Ponga un vasco en su vida
Óscar Terol, Susana Terol, Iñaki Terol, Kike Díaz de Rada, 2006.
Ilustraciones: Óscar Terol
Diseño portada: El Orfanato (www.elorfanato.com)
Editor original: nalasss (v1.0)
ePub base v2.0
Ya que no podemos hacer nada para recuperar al Bucardo (
Capra pyrenaica pyrenaica
), especia lamentablemente extinguida en el año 2000, unamos nuestros esfuerzos para que siga habiendo gente que viva del cuento.
Óscar Terol
(San Sebastián, 1969),
Susana Terol
(1971),
Kike Díaz de Rada
(San Sebastián, 1959), guionistas de innumerables programas de televisión, algunos de ellos míticos, y autores del libro
Todos nacemos vascos
;
Iñaki Terol
(San Sebastián, 1972), filósofo de taberna, y
Conrad Aguirre
(Houston, 1948), catedrático de Antropología de la Universidad de Houston, son los autores de este libro. Sí, ha sumado bien, somos tres hermanos; en este libro descubrirá que el negocio y la familia siempre van unidos para un vasco.
Estimado lector:
Para la perfecta comprensión de las páginas que suceden, le queremos advertir de que, en algunas ocasiones, aparecerán palabras escritas con
tx
en lugar de
ch
, como, por ejemplo, pintxo. Al leerlo tiene que pronunciarlo como:
pincho
.
Tx
en euskera representa el sonido
ch
. ¿Quiere esto decir que ya sabremos euskera al terminar el libro? Hombre, habremos dado unos pasitos importantes en el aprendizaje de la lengua vasca, pero nada más. Le agradecemos de antemano el esfuerzo que va a hacer y le animamos a que participe en los innumerables juegos y divertimentos que el libro propone. Es una gozada, igual que visitar un parque temático, sólo que aquí no hay que esperar largas colas ni sacarse fotos con un muñeco horrible que te persigue y se te abraza sin pedirte permiso.
L
OS AUTORES
Después de nuestro primer libro
Todos nacemos vascos
, donde le revelamos a usted su origen auténtico, ¿qué más desgracias se pueden añadir en un segundo volumen? Además, en honor a la verdad, hay que recordar nuestra promesa de que aquel desdichado tratado sería nuestro último libro. Y antes de que empiecen a sacar conclusiones precipitadas, como que los vascos no somos gente de palabra y ese tipo de cosas, déjenos explicar el porqué de este ensayo cómico ilustrado.
Uno de los motivos que nos han movido a escribir
Ponga un vasco en su vida
es la responsabilidad; una persona noble y honesta no puede arrojar la piedra y esconder la mano.
Todos nacemos vascos
causó una conmoción tremenda en la ciudadanía: cientos de miles de personas descubrieron que no eran españoles, como les habían enseñado desde niños, ni catalanes, «¿para qué queremos ahora ser una nación?», gritaba la gente por las calles de Barcelona. En definitiva, que no podemos olvidarnos de ustedes, y no crean que es altruismo, no. Muchos se han puesto en contacto con nosotros para reclamarnos indemnizaciones por el daño moral que les hemos causado. Nos llegan facturas de psicólogos, de abogados, de restaurantes, de clases de pádel, hasta de un sex-shop de Murcia —que no sé yo qué tendrá que ver, pero nos ha llegado—. Y aunque el libro en cuestión se vendió francamente bien —si no lo digo reviento—, no es suficiente para pagar el desaguisado. Así que hemos decidido escribir un segundo libro para hacer frente a los gastos —la factura del sex-shop no está claro que la paguemos, ¿eh?—. Con este libro seguramente no conseguiremos compensar los agravios morales; tan sólo aspiramos a saldar las deudas y cumplir nuestra promesa de dejar el oficio de Cervantes en mejores manos. No queremos convertirnos en escritores profesionales, en autores modélicos para una editorial; seres sin escrúpulos comerciales, capaces de escribir cualquier cosa con tal de que sea rentable. Imagínense los títulos que podrían salir de nuestras mentes rellenas de queso:
Alatriste nació en Bilbao
;
El ombligo Da Vinci
;
¿Quién es el anoréxico que viajaba con Sancho Panza?
, etcétera.
Pero el tema económico, a pesar de ser importante, no es el motivo principal por el que hemos decidido acometer la secuela. Hay que ir a buscar el origen a Houston
[1]
.
Por todos es conocida la fama que tiene Houston de ser una ciudad avanzada en ciencia y tecnología. No sabemos si la fama es merecida o no, pero lo cierto es que «Houston» suena a que te pueden quitar el bulto malo si tienes dinero, no me digan que no. «Houston, Houston, Houston…». Si hasta lo dices varias veces y te sientes mejor. Hagan la prueba cuando estén solos en casa. En esto de la hipocondría es muy importante la sonoridad de las palabras porque nadie en su sano juicio iría a hacerse un reconocimiento médico, por ejemplo, a Orlando, o peor aún, a Wyoming: no suena serio. En estas localidades seguro que, de cada cuatro inyecciones, tres pinchan hueso. Hombre, a un cufiado mío le sacaron los ojos y el riñón derecho en Las Vegas, en una noche y sin anestesia, con la técnica Black Jack, pero ése es otro tema. Volvamos a Houston, la ciudad de la NASA, de los hospitales romería y de Conrad Aguirre, nuestro hombre.
¿Quién es Conrad Aguirre? Es un catedrático de antropología de la universidad más importante de Houston, tiene cincuenta y muchos años, pelo blanco en el pecho y, en la cabeza, un sombrero que le ha puesto el Gobierno de Estados Unidos porque hace unos años, mientras paseaba por el campo, el brillo de su calva cegó al piloto de un avión cuando realizaba las maniobras de aproximación, lo que causó un aterrizaje forzoso. No es guapo, lo que se dice guapo, pero tiene todos los dientes blancos y alineados, y se le lee todo el Klabin Klein de la goma de los calzoncillos incluso estando de pie; vamos, que todavía tiene un buen polvo el cabrón. Aparte de su labor como docente, se ha dedicado toda la vida al estudio del origen de las; diferentes culturas del mundo. Hasta aquí todo es normal; o sea, que nos importa tres pares de pelotas la vida de este yanqui, ¿no? Es lógico, pero falta un dato. Nuestro amigo Conrad encontró en el asiento trasero de un taxi de Houston un ejemplar abandonado de nuestro primer libro
Todos nacemos vascos
. Por lo visto, se lo debió de dejar un torero español que andaba con prisa aquel día. Nuestro antropólogo lo leyó esa misma noche y vio la luz —sin el túnel, que eso da mal rollo, sólo la luz—. Habíamos coincidido con él en las conclusiones: la clave para entender la historia de la humanidad estaba en los vascos. Sin perder un minuto se puso en contacto con nosotros exultante de alegría y a la semana siguiente lo teníamos bajando de un avión en el aeropuerto de Barajas. Como un Harrison Ford cualquiera, con látigo y todo, se presentó en nuestra vida con la intención de compartir sus experiencias y su tiempo durante las nueve semanas y media que duraban sus vacaciones. Las páginas que vienen a continuación son el resultado de muchas tertulias, siempre alrededor de una mesa, después de una majestuosa comida o una opípara cena, claro está, y que acababan todas de la misma manera: llevando en brazos al americano borracho hasta la habitación de su hotel. Si es que, para saber beber, no hacen falta estudios. ¿De qué me suena a mí esto de las nueve semanas y media?
Toda persona que visita el País Vasco, Euskadi, Euskalherria, Las Vascongadas —tachen las que no correspondan con su ideología— acaba pronunciando la famosa frase: «Como aquí no se vive en ningún sitio». Y lo curioso es que es verdad: se vive como Dios. El clima es moderado: en verano no se derriten los helados antes de la primera chupada, como en Sevilla, y en invierno no se caen los tejados por el peso de la nieve, como ocurre en Rusia. No hay terremotos ni tsunamis, y las olas de frío duran día y medio. Se come como si te fueras a morir al día siguiente, la Seguridad Social es de las mejores del mundo —creo que entra hasta el injerto de pelo— y puedes practicar cualquier deporte y en cualquier división. Además, al ser un país pequeño, si te aburres, en una hora de coche estás fuera del mapa. Se podría decir que tenemos de todo si no fuera porque el vasco no puede tener sexo en la primera cita ni curar el jamón ibérico: uno de nuestros grandes dramas como pueblo, un tema tabú en muchas familias nacionalistas. Incluso hay políticos que sostienen la idea de que la independencia real sólo llegará el día que se incluya Extremadura o Teruel en el proyecto independentista. «Si dentro de Álava está Treviño, que es un pedazo de Burgos, ¿por qué no vamos a poder tener nosotros unas hectáreas de buena bellota en el estado?».