Por qué fracasan los países (62 page)

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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu

BOOK: Por qué fracasan los países
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Lo que desconcierta a Kuznets, y también a muchos otros que visitan Buenos Aires, es que la ciudad parezca tan distinta a Lima, la ciudad de Guatemala o incluso la ciudad de México. Uno no ve indígenas ni descendientes de los antiguos esclavos. En general, lo que se ve es la arquitectura y los edificios espléndidos construidos durante la
belle époque
, los años del crecimiento bajo instituciones extractivas. Sin embargo, en Buenos Aires, solamente se ve una parte de Argentina. Menem, por ejemplo, no era de Buenos Aires. Nació en Anillaco, en la provincia de La Rioja, en las lejanas montañas hacia el noroeste de Buenos Aires, y estuvo tres mandatos como gobernador de la provincia. En la época de la conquista de América por parte de los españoles, esta zona de Argentina era un área periférica del Imperio inca y tenía una densa población indígena (véase el mapa 1). Los españoles crearon encomiendas aquí, y una economía altamente extractiva desarrolló el cultivo de alimentos y la cría de mulos para los mineros de Potosí al norte. De hecho, La Rioja se parecía mucho más a la zona de Potosí de Perú y Bolivia que a Buenos Aires. En el siglo
XIX
, La Rioja vio nacer al famoso señor de la guerra Facundo Quiroga, quien gobernó la zona sin ley y marchó con su ejército sobre Buenos Aires. La historia sobre el desarrollo de las instituciones políticas argentinas es una historia sobre cómo las provincias interiores, como La Rioja, lograron acuerdos con Buenos Aires. Estos acuerdos eran una tregua: los señores de la guerra de La Rioja aceptaron dejar Buenos Aires para que se pudiera ganar dinero. A cambio, las élites de Buenos Aires abandonaron la reforma de las instituciones «del interior». Por eso, a primera vista, Argentina parece un mundo aparte comparado con Perú o Bolivia, pero, en realidad, no es tan distinto una vez que se sale de los elegantes bulevares de Buenos Aires. El hecho de que las preferencias y las políticas del interior se integraran en las instituciones argentinas es la razón de que el país haya experimentado un camino institucional muy similar al de otros países latinoamericanos extractivos.

El hecho de que las elecciones no hayan conllevado instituciones políticas ni económicas inclusivas es el caso habitual en América Latina. En Colombia, los paramilitares pueden amañar un tercio de las elecciones nacionales. En Venezuela, hoy en día, como en Argentina, el gobierno de Hugo Chávez, elegido democráticamente, ataca a sus adversarios, los echa de puestos de trabajo en el sector público, cierra periódicos si no le gustan sus editoriales y expropia bienes. En cualquier cosa que haga, Chávez es mucho más poderoso y tiene menos límites que sir Robert Walpole en la Gran Bretaña del siglo
XVIII
, cuando fue incapaz de condenar a John Huntridge bajo la Ley negra (véase el capítulo 11). A Huntridge le habría ido mucho peor en la Venezuela o la Argentina actuales.

La democracia que emerge en América Latina, en principio, es diametralmente opuesta al gobierno de la élite y, en retórica y acción, intenta repartir derechos y oportunidades como mínimo de un segmento de la élite, pero sus raíces están firmemente ancladas en regímenes extractivos en dos sentidos. Primero, las desigualdades persistentes durante regímenes extractivos que hacen que los votantes de nuevas democracias emergentes voten a favor de políticos que tienen políticas extremas. No se trata de que los argentinos sean ingenuos y piensen que Juan Perón o políticos peronistas más recientes como Menem o los Kirchner son altruistas y defienden sus intereses, o que los venezolanos vean su salvación en Hugo Chávez, sino que muchos argentinos y venezolanos reconocen que todos los demás políticos y partidos durante tanto tiempo no les han dado voz, no han proporcionado los servicios públicos más básicos, como carreteras y educación, ni los han protegido de la explotación por parte de las élites locales. Hoy en día, muchos venezolanos apoyan las políticas que adopta Chávez aunque vengan acompañadas de corrupción y derroche del mismo modo que muchos argentinos apoyaron las políticas de Perón en los cuarenta y los setenta. Segundo, de nuevo, son las instituciones extractivas subyacentes las que hacen que la política sea tan atractiva y tan parcial a favor de hombres fuertes como Perón y Chávez, en lugar de ser un sistema de partidos efectivo que produzca alternativas deseables desde el punto de vista social. Perón, Chávez y docenas de otros hombres fuertes de América Latina son solamente una faceta más de la ley de hierro de la oligarquía, y, como sugiere el nombre, las raíces de esta ley de hierro se encuentran en los regímenes subyacentes controlados por la élite.

 

 

El nuevo absolutismo

 

En noviembre de 2009, el gobierno de Corea del Norte implantó lo que los economistas denominan «reforma monetaria». Los períodos graves de inflación suelen causar dichas reformas. En Francia, en enero de 1960, una reforma de la moneda introdujo un franco nuevo que era igual a cien de los francos existentes. Los francos viejos continuaron en circulación y la gente incluso ponía precios en esos francos, porque el cambio a los nuevos se hizo de forma gradual. Finalmente, los francos viejos dejaron de ser moneda de curso legal en enero de 2002, cuando Francia introdujo el euro. La reforma norcoreana parecía similar, a primera vista. Igual que el gobierno francés en 1960, el gobierno norcoreano decidió quitar dos ceros de la moneda. Cien wones viejos, la moneda de Corea del Norte, valdrían igual que un won nuevo. La gente podía cambiar su vieja moneda por la que se acababa de emitir, pero se tenía que hacer en una semana, en vez de en cuarenta y dos años, como en el caso francés. Entonces, llegó la pega: el gobierno anunció que nadie podría convertir más de 100.000 wones, aunque más tarde relajó la cifra y la dejó en 500.000. Cien mil wones eran unos 40 dólares en el tipo de cambio del mercado negro. El gobierno había barrido de un plumazo una fracción enorme de la riqueza privada de los ciudadanos norcoreanos; no sabemos exactamente cuánta, pero es probablemente más grande que la expropriada por el gobierno argentino en 2002.

El gobierno de Corea del Norte es una dictadura comunista que se opone a la propiedad privada y a los mercados. Sin embargo, es difícil controlar los mercados negros, y éstos hacen las operaciones en efectivo. Evidentemente, también utilizan un poco de moneda extranjera, sobre todo china, pero en muchas operaciones se usa el won. La reforma monetaria tenía por objeto castigar a la gente que utilizaba aquellos mercados y, más concretamente, asegurarse de que no se volvieran demasiado ricos ni poderosos para amenazar al régimen. Mantenerlos pobres era mucho más seguro. Pero la historia no acaba con los mercados negros. La población de Corea del Norte también guardaba sus ahorros en wones porque hay pocos bancos en Corea, y todos son propiedad del gobierno. De hecho, el gobierno utilizó la reforma monetaria para expropiar gran parte de los ahorros de la población.

A pesar de que el gobierno diga que considera que los mercados son malos, a la élite de Corea del Norte le gusta bastante lo que los mercados producen para ella. El líder, Kim Jong Il, tiene un palacio de placer de siete plantas equipado con bar, máquina de karaoke y una pequeña sala de cine. La planta baja tiene una piscina enorme con una máquina de olas donde Kim disfruta haciendo
bodyboarding
con una tabla que tiene un pequeño motor. Cuando, en 2006, Estados Unidos impuso sanciones a Corea del Norte, sabía cómo dar en la llaga al régimen. Finalmente, decidió que fuera ilegal exportar más de sesenta artículos de lujo a Corea del Norte, como yates, motos de agua, coches de carreras, motos, aparatos para reproducir DVD y televisores de más de 29 pulgadas. Ya no habría más pañuelos de seda, estilográficas de diseño, pieles o maletas de piel. Éstos eran exactamente los artículos que coleccionaban Kim y su élite del Partido Comunista. Un erudito utilizó las cifras de venta de la empresa francesa Hennessy para estimar que el presupuesto de coñac anual de Kim antes de las sanciones podría haber sido de hasta ochocidentos mil dólares al año.

Es imposible comprender muchas de las regiones más pobres del mundo a finales del siglo
XX
sin comprender el nuevo absolutismo del siglo
XX
: el comunismo. Marx imaginaba un sistema que generaría prosperidad con condiciones más humanas y sin desigualdades. Lenin y su Partido Comunista se inspiraron en Marx, pero la práctica no podría haber sido más distinta de la teoría. La Revolución bolchevique de 1917 fue sangrienta y no hubo nada de humano en ella. La igualdad no formaba parte de la ecuación, puesto que lo primero que Lenin y su séquito hicieron fue crear una élite nueva, ellos mismos, para liderar el Partido Bolchevique. En este proceso, purgaron y asesinaron no únicamente a elementos no comunistas, sino también a otros comunistas que habrían podido amenazar su poder. Sin embargo, las verdaderas tragedias estaban a punto de llegar: primero, con la guerra civil y, posteriormente, con la colectivización y las frecuentes purgas de Stalin, en las que se pudo haber asesinado hasta 40 millones de personas. El comunismo ruso fue brutal, represivo y sangriento, pero no fue el único. Las consecuencias económicas y el sufrimiento humano eran bastante típicos de lo que ocurrió en otros lugares, por ejemplo, en Camboya en los setenta bajo los jemeres rojos, en China y en Corea del Norte. En todos los casos, el comunismo conllevó dictaduras despiadadas y abusos generalizados de los derechos humanos. Además de la masacre y el sufrimiento humano, los regímenes comunistas establecieron varios tipos de instituciones extractivas. Las instituciones económicas, con o sin mercados, fueron diseñadas para extraer recursos de las personas, y, al aborrecer por completo los derechos de propiedad, a menudo crearon pobreza en lugar de prosperidad. En el caso soviético, como vimos en el capítulo 5, el sistema comunista al principio generó un crecimiento rápido, pero después decayó y condujo al estancamiento. Las consecuencias fueron mucho más devastadoras en la China de Mao, en la Camboya de los jemeres rojos y en Corea del Norte, donde las instituciones económicas comunistas condujeron al hambre y al hundimiento económico.

A su vez, las instituciones económicas comunistas recibían el apoyo de instituciones políticas extractivas, con lo que todo el poder quedaba concentrado en manos de partidos comunistas y no presentaba límites al ejercicio de su poder. Aunque eran instituciones extractivas muy distintas en su forma, tuvieron efectos similares en las vidas de las personas a los de las instituciones extractivas en Zimbabue y Sierra Leona.

 

 

El rey algodón

 

El algodón representa alrededor del 45 por ciento de las exportaciones de Uzbekistán, lo que lo convierte en el cultivo más importante desde que el país estableció su independencia tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Durante el comunismo soviético, toda la tierra de labranza de Uzbekistán estaba bajo control de 2.048 granjas propiedad del Estado. Éstas fueron divididas y la tierra se repartió después de 1991. Sin embargo, eso no significó que los agricultores pudieran actuar con independencia. El algodón era demasiado valioso para el nuevo, y hasta ahora único, gobierno de Uzbekistán, presidido por Islam Karímov. Así que introdujo regulaciones que determinaron qué podían plantar los agricultores y exactamente por cuánto lo podrían vender. El algodón era una exportación valiosa, los agricultores recibían una pequeña fracción de los precios de mercado mundiales por su cosecha y el gobierno se quedaba el resto. Nadie habría cultivado algodón a los precios que se pagaban, así que el gobierno los obligó a hacerlo. Ahora, cada agricultor debe asignar el 35 por ciento de su tierra al algodón. Esto causó muchos problemas, como las dificultades con la maquinaria. En la época de la independencia, alrededor del 40 por ciento de la cosecha era recogida por cosechadoras. Después de 1991, no resulta extraño que, teniendo en cuenta los incentivos que creó el régimen del presidente Karímov para los agricultores, éstos no estuvieran dispuestos a comprarlas ni a encargarse de su mantenimiento. Karímov reconoció el problema y dio con una solución, de hecho, una opción más barata que las máquinas cosechadoras: niños en edad escolar.

Las cápsulas de algodón empiezan a madurar y están listas para ser recogidas a principios de setiembre, aproximadamente en el mismo momento en el que los niños vuelven a la escuela. Karímov emitió órdenes a los gobernadores locales para enviar cuotas de entrega de algodón a las escuelas. A principios de setiembre, dos millones setecientos mil niños dejan vacías las aulas (datos de 2006). Los profesores, en lugar de enseñar, se convierten en reclutadores laborales. Gulnaz, madre de dos de estos niños, explicaba lo que ocurre:

 

Cuando empieza el curso escolar, aproximadamente a principios de setiembre, se suspenden las clases de la escuela y, en lugar de ir al colegio, los niños van a recoger algodón. Nadie pide el consentimiento de los padres. No tienen vacaciones los fines de semana [durante la temporada de cosecha]. Si, por alguna razón, algún niño se queda en casa, su profesor o monitor va allí y denuncia a los padres. Asignan un plan para cada niño, de veinte a sesenta kilos al día en función de la edad del niño. Si un niño no cumple este plan, a la mañana siguiente se le critica duramente delante de toda la clase.

 

La cosecha dura dos meses. Los niños de zonas rurales que tienen la suerte de ser asignados a granjas cercanas a casa pueden volver a pie o en autocar. En cambio, los que proceden de sitios más alejados o de zonas urbanas tienen que dormir en cobertizos o almacenes junto a las máquinas y los animales. No hay lavabos ni cocinas. Los niños tienen que llevarse su propia comida.

Los principales beneficiarios de todo este trabajo forzado son las élites políticas, dirigidas por el presidente Karímov, el rey de facto de todo el algodón uzbeco. Los niños supuestamente reciben dinero por su trabajo, pero no se sabe con certeza. En 2006, cuando el precio mundial del algodón era de alrededor de 1,40 dólares estadounidenses por kilo, se les pagaba a los niños unos 0,03 dólares estadounidenses por su cuota diaria de 20 a 60 kilos. Los niños probablemente recojan el 75 por ciento de la cosecha de algodón. En primavera, la escuela está cerrada porque hay que pasar la azada, desmalezar y trasplantar obligatoriamente.

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