Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción (30 page)

BOOK: Premio UPC 1996 - Novela Corta de Ciencia Ficción
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Pierre echó un vistazo al laboratorio que le rodeaba, indeciso.

—Ha de haber algo que yo pueda hacer. Limpiar los vasos de precipitados, ordenar los archivos... alguna cosa.

Shari miró hacia el cubo de la basura, donde descansaban los trozos de vidrio de un matraz que se le había caído a Pierre esa misma mañana.

—Has dedicado muchas horas al proyecto —le dijo—. Pero..., bueno, ya sé que tú eres quien acostumbra a citar a los galardonados con el premio Nobel, pero ¿no fue Woodrow Wilson quien dijo:«No sólo utilizo todo mi cerebro, sino también todos los cerebros que puedo tomar prestados»? Puedes tomar prestado el mío, seguiré adelante en nombre de los dos. Ya es hora de que des canses. Que pases más tiempo con tu esposa y tu hija.

Pierre notó cómo sus ojos se humedecían. Sabía que este día tenía que llegar, pero era demasiado pronto,
más que
demasiado pronto.

Fue un momento incómodo entre los dos, y Pierre recordó esa tarde de hacía tres años y medio, cuando había acabado abrazando a Shari mientras ésta lloraba por la ruptura de su noviazgo. Tal vez Shari reconoció también el parecido con ese día, ya que con una sonrisa de ánimo se le acercó y con mucha delicadeza le envolvió con sus brazos, sin apretarle con fuerza, dejando que su cuerpo siguiera con su rítmico danzar.

—Te recordarán, Pierre —le dijo—. Y tú lo sabes. Te recordarán siempre por lo que has descubierto aquí.

Pierre asintió con un gesto, intentando hallar consuelo en sus palabras, pero casi inmediatamente las lágrimas le corrieron mejillas abajo.

—No llores —dijo Shari con delicadeza—. No llores.

Pierre la miró y sacudió la cabeza.

—Sé que hemos hecho un buen trabajo —le dijo—, pero...

—Pero ¿qué? —ella le apartó el cabello de la frente.

—Pedacitos y fragmentos —dijo—. Puedo comprender pedacitos y fragmentos de todo eso. Pero el cuadro general, los nucleótidos, los enzimas, las reacciones, la secuencia de genes, ... —Alzó una mano temblorosa y se limpió la mejilla—. Ya no lo recuerdo, y lo poco que recuerdo ya no lo comprendo.

Shari le dio un golpecito en el hombro.

—No importa —le dijo—. Realizaste el trabajo. Tú luciste los descubrimientos. A partir de aquí yo puedo terminarlo.

Dieciocho meses más tarde.

Shari ya había acabado el artículo que habían firmado los dos: «Un mecanismo del ADN intrónico para invocar mutaciones por desplazamiento como una fuerza fundamental conductora de la evolución», y lo había enviado a
Nature.

Pero hoy era un día para no preocuparse de lo que iban a decidir sobre el artículo los editores de la revista, un día para no preocuparse en trabajar con el teléfono o dictar cartas.

No podían simplemente ir al estudio fotográfico de Sears. Tornar una fotografía familiar de los Tardivel-Bond era un poco más complicado que eso. Pierre tenía momentos buenos y otros malos y era necesario esperar más de una hora para que lograra controlarse lo suficiente para sentarse y estar razonablemente quieto. Y Amanda... bueno, con tres años ya empezaba a irle mejor en el trato con otras personas, pero seguía siendo mejor mantenerla lejos de esos bien intencionados pero más bien estúpidos adultos que constantemente decían inconveniencias, pensando que como la niña no podía hablar, tampoco podría oírles.

Molly había ayudado a Pierre a vestirse, como hacía ya cada día. Primero había pensado ponerle un traje y una corbata, bien serio y formal, pero ése no sería Pierre, y Molly deseaba recordarle tal como era. En lugar de eso, le ayudó a ponerse el jersey rojo de los Montreal Candiens del que tan orgulloso estaba.

Por su parte, Molly se vistió un poco más a la moda de lo que hacía habitualmente, con una blusa de seda de color azul pálido y una estilizada falda negra. Incluso se puso un poco de lápiz de labios y sombras en los ojos.

Había pedido prestada en la universidad una sofisticada cámara fotográfica y un trípode. Habían dispuesto dos sillas delante de la chimenea y Molly preparaba la foto con mucho cuidado.

Amanda llevaba un encantador vestido de color rosa con dibujos de flores. Molly había jugado con la idea de enfrentarse a los estereotipos pero, por esta vez por lo menos, quería que su hija pareciera igual que cualquier otra niña. Algunas veces este tipo de cosas eran realmente importantes.

—Creo que.... estoy preparado —dijo por fin Pierre.

Molly sonrió y le ayudó a sentarse en una de las sillas. Movía un poco el antebrazo derecho, pero una vez sentado, Pierre puso la mano izquierda sobre ese antebrazo para mantenerlo quieto. Molly se sentó, se arregló la falda y le hizo un signo a Amanda para que se sentara en su regazo. La niña lo hizo, contenta mientras cruzaba la sala y exageraba los movimientos para lucir el vestido.

Molly la besó en la frente y la niña sonrió. Molly tenía en la mano izquierda el obturador a control remoto de la cámara. Señaló con un dedo a la lente y le dijo a Amanda que mirara hacia allí y sonriera.

Pierre levantó la mano izquierda y él también sonrió al ver que, al menos en ese momento, ya no temblaba. Logró levantarla lentamente y la puso en torno a los hombros de su esposa. La pequeña Amanda levantó su manecita y cogió tres de los dedos de su padre. Molly activó el control remoto, y primero el pre-flash rojo, y después el flash se encendieron y apagaron.

Amanda pegó un brinco en el regazo de su madre, sorprendida pero al mismo tiempo entusiasmada como consecuencia de las luces brillantes. Molly esperó a que se calmara un poco antes de disparar otra foto y, mientras lo hacía, pensó en el extraordinario cuadro familiar que formaban. No eran sólo una mujer, su esposo y su niña, una madre, un padre y una hija que se querían mucho. Eran también, en cierta forma muy real, el retrato de la especie humana... del silencio, del habla, de la telepatía, del pasado, del presente y del futuro, o de dónde había venido, dónde estaba y a dónde se dirigía.

La telepatía de Molly, ahora, al comenzar el siglo XXI, había sido un accidente, el resultado de un único nucleótido que había perdido su sitio en su ADN. Pero el código genético que producía el neurotransmisor de la telepatía estaba ahí, escondido, desplazado en alguna otra cosa, en el ADN de todos los hombres y mujeres de la Tierra.

Molly recordó sus propias palabras:

«Tal vez algún día en un futuro lejano, la humanidad pueda ser capaz de manejar algo así. Pero no ahora; no es el momento adecuado.»

No es el momento adecuado.

Los descubrimientos de Pierre eran asombrosos: todo estaba ahí. No sólo lo que habíamos sido. No sólo los códigos que formaban colas y escamas y huevos con caparazón. No sólo nuestro pasado como peces, como anfibios o como reptiles. No sólo las órdenes que, durante el desarrollo de un embrión, hacían bailar la danza de la ontogenia aparentemente recapitulando la filogenia. No sólo lo que se había dejado atrás y descartado.

No sólo basura.

Sí, el pasado estaba ahí. Pero también estaba el futuro. Era el proyecto, el plan maestro, aquello en lo que nos convertiríamos.

¿Qué era lo que ella misma le había dicho a Pierre, hacía ya tantos años?

«Dios planificó por adelantado todas las grandes líneas: la dirección general que la vida iba a tomar, la senda general que seguiría el universo, y todo eso, pero, después de ponerlo todo en marcha, le basta con simplemente contemplar cómo todo se va desarrollando, dejando que todo crezca y se desarrolle por sí mismo, siguiendo el camino que él diseñó.»

Activó de nuevo el disparador a control remoto de la cámara La luz estaba en todas partes.

Amanda miró a su padre y movió las manos:
¿Por qué hacemos esto?

—Lo hacemos —dijo Pierre—, porque somos una familia.

Las palabras surgieron lentamente pero con claridad.

Los grandes ojos castaños de Amanda le miraron. Tenía la cara deformada. Lo había intentado durante muchísimo tiempo, practicando en secreto con su madre. Pierre les había interrumpido una vez, cuando había ido a la sala de estar sin que se dieran cuenta de que llegaba. Pero Amanda todavía no lo había logrado.

Pero sabía que hoy era un día especial y por eso lo intentóde nuevo con todas sus fuerzas.

El sonido era tosco, como el de romper un papel grueso y basto, era más el ruido de una fuerte aspiración que cualquier otra cosa. Pero era algo inconfundible, al menos para quien había esperado largo tiempo poder oírlo.

—Te quiero —dijo Amanda mirando a su padre.

Los ojos de Pierre estaban húmedos. Pensó algo en francés, pero enseguida, con una sonrisa dirigida a su esposa y apretándola con fuerza, volvió a formular el mismo pensamiento en inglés.

La vida
, pensó Pierre Tardivel,
no puede ser mejor que esto.

Molly sonrió y besó a su marido en la mejilla.

—Te equivocas. La vida es cada vez mejor.

DAR DE COMER AL SEDIENTO

Eduardo Gallego & Guillem Sánchez

AVISO IMPORTANTE PARA QUIEN ESTO LEYERE

La obra que tienes entre manos, amable lector, pretende reflejar de forma escrita un tema asaz complejo: la comunicación entre ordenadores y humanos casi tan inteligentes como ellos. Matices tales como el intercambio cortical directo o las interfases órgano-biocuánticas son de difícil traslación al papel. Hemos procurado conservar cuanto fuera posible al elaborar la información a modo de fichero de texto, aunque en la traducción del interlingua estándar al castellano clásico de inicios de la Era Espacial se pierden algunos matices y jugosos dobles sentidos. También, y para evitar malentendidos, en la novela los protagonistas usan teclados de esa bárbara época, tan diferentes de los biocuánticos avanzados como una bicicleta de un cazabombardero USC. Te rogamos, curioso lector, que seas indulgente con los anacronismos que sin duda detectarás.

El correo electrónico nos planteó otro problema. Ya sabrás, avisado lector, que en la sociedad ekuménica de la posguerra Alien los mensajes interpersonales vía ordenador, además del contenido en sí, permiten la exacta e inequívoca catalogación de las emociones y estados anímicos mediante un código de colores, volúmenes tridi, holoinserciones y tópicos autoanimados bien conocido por todos. El formato papel, por desgracia, elimina semejante riqueza expresiva. Para suplirla dentro de nuestras modestas posibilidades, hemos recurrido a una especie de sencillas carátulas muy populares en su momento, allá por los albores de la Informática: los emoticones.

El más conocido es: :-) ¿No te dice nada, querido lector? Pues gira la página un cuarto de vuelta en sentido horario y tendrás un rostro sonriente, que servirá para indicar alegría, o bien para convencer a tu interlocutor de que una frase aparentemente ofensiva es en realidad una broma o ironía. Del mismo modo, :-( refleja tristeza o adversidad. ;-) expresa un guiño pícaro, y :-D una enorme y saludable carcajada, o quizá burla. Por supuesto, ambos signos son fáciles decombinar: ;-D

:'-( es la viva imagen del llanto, aunque éste puede ser de alegría o de risa: :'-) Tal vez, lector, quedes obnubilado por una noticia, bien sea divertida %-) o desagradable. %-(  Y si se te cae la baba, ya sabes... :-)"'

?:-) dará a tus bromas un matiz diabólico, pero ]:- ( sugerirá malevolencia. Los sentimientos exaltados demandan la repetición de elementos: gran alegría, :-))) risa desenfrenada, :-DDD llanto incontenible :"'-( o la más profunda de las penas. :-((( Por cierto, cuando te apetezca gritar DEBERÁS ESCRIBIR EN MAYÚSCULAS.

Como ves, caro lector, la variedad de combinaciones es casi infinita.

?;-) ?;-DDD %-((( %-DDD

En aquella época también se usaba una peculiar forma de autocensura, ya que las gentes eran muy dadas a guardar las formas. Cuando se introducían tacos o blasfemias en el texto de un mensaje, sus vocales eran sustituidas por asteriscos (por ejemplo: «j*d*r», «c*ñ*», etc.) . Al igual que a ti, perplejo lector, esta costumbre se nos antoja mojigata y absurda, pero no carece de gracejo; de ahí que la conservemos.

Ya que has tenido la paciencia de seguirnos hasta aquí, sabe que nuestro único interés es el de hacerte pasar un rato alegre y divertido, aunque puede que también saques alguna provechosa enseñanza de los trabajos y fatigas de los protagonistas. Si es así, y das por bien empleado el dinero gastado en este libro, nuestra labor habrase visto coronada por el éxito.

Vale.

2/5/10 - 10:35 h.

Usuario > D. Collins

Clave > Burdrubrurbu

ACCESO ADMITIDO

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Palabra Perfecta Plus v.2101.1. N° licencia: PPP9991234567.

Usuario: Universidad de Hlanith, Departamento de Xenopsicología y Gandulfotecnia.

AVISO IMPORTANTE: La copia o reproducción no autorizada por Digilógic Inc. de este programa, o de alguna de sus partes, está prohibida por la ley. Los posibles infractores serán severamente perseguidos por las autoridades competentes.
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«LUCES Y SOMBRAS EN EL PAÍS DEL CREPÚSCULO»

La luminosa luz del crepúsculo del mágico y fascinante reino de Q'rrha'phumn'h'h'ñah'k' iluminó el curtido rostro, curtido por mil batallas, de Stewart Flanaghan, quien contemplaba el crepuscular paisaje mientras mil contradictorias emociones rebullían en su turbulenta mente, pugnando por salir en tropel cual irrefrenable y agitada ola.

Como sangre licuada, rojos eran los raudos fotones que a raudales incidían en sus retinas, pero la mente de Stewart Flanaghan no podía ni quería perder tiempo en apreciar su efímera belleza. Graves asuntos absorbían toda su atención.

Todo cuanto veían sus o os, el mágico y fascinante reino de Q'rrha'phumn'h'h'ñah'k', se hallaba en peligro mortal, letal como el afilado filo de la espada de un conquistador bárbaro, sedienta de la sangre que mana de las gargantas recién sajadas. Y sólo un hombre en toda la galaxia, él, Stewart Flanaghan, estaba llamado a impedirlo, aunque en ello arriesgara su propia vida, su más valioso valor.

Stewart Flanaghan bajó su mirada del sol y miró al suelo, sin miramientos. La hora había llegado, por fin, y estaba solo, muy solo, como siempre había estado. Le daba igual; la fortuna jamás sonreía a los pusilánimes.

Stewart Flanaghan avanzó a buen paso por la llanura, camino de Klah'Vah'Gueh'Rah', la ciudad de los mil minaretes y mármoles esplendentes.

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