Menos de un minuto después volvió a ver al trío, pasando con el cuidador del zoológico octoarácnido delante del frente del sector que alojaba a los mirmigatos. María estaba en los brazos de su madre. Su padre, un hombre moreno y buen mozo con sienes canosas, arrastraba una de las piernas, como sí estuviera rota.
Nunca antes vi a ese hombre
, pensó Nicole.
Lo habría recordado
.
No hubo más imágenes de María ni de sus padres. El flujo que corría por la mente de Nicole mostró la transferencia de los mirmigatos a otra jurisdicción, lejos del zoológico y de la Ciudad Esmeralda, algún tiempo antes que comenzara el bombardeo. Nicole suponía que la última secuencia que se le estaba mostrando había tenido lugar durante la hora en que todos los seres humanos y octoarañas de
Rama
dormían.
No mucho tiempo después de eso
, pensó,
si entiendo su ciclo vital correctamente, los cuatro mirmigatos provenientes de los melones de Richard se convirtieron en material de red… con todos estos recuerdos intactos
.
Las imágenes ahora eran por completo diferentes. Estaba viendo algunas escenas que, según creía, pertenecían al planeta natal de los sésiles. Recordó que Richard le había descrito esas imágenes durante el tiempo que estuvieron juntos, después que ella escapara de Nuevo Edén.
Al entrar en la red, Nicole había colocado a propósito la mano derecha al lado del panel de control de su silla de ruedas. Cuando apretó el botón de encendido y, después, el de marcha atrás, el leve movimiento de la silla se registró de inmediato en el sésil. Las imágenes se detuvieron al punto y, acto seguido, los filamentos se retrajeron.
Al día siguiente, una hora antes del comienzo del período de almuerzo, parte de una de las paredes de cada departamento de la estrella de mar se transformó en una gran pantalla de televisión. A los residentes se les informó, entonces, que se iba a producir un anuncio importante dentro de treinta minutos.
—Esta es nada más que la tercera vez —le informó Max a Nicole mientras aguardaban— que tuvimos alguna clase de trasmisión general. La primera se produjo inmediatamente después que llegamos acá, y la segunda fue cuando se decidió segregar nuestros sectores de habitación.
—¿Qué va a ocurrir ahora? —preguntó Marius.
—Sospecho que vamos a enteramos de los detalles de nuestra mudanza —respondió Max—… por lo menos, ése es el rumor principal.
A la hora fijada, el rostro de El Águila apareció en el monitor.
—El año pasado, cuando a todos ustedes se los puso a dormir y se los mudó deRama —comenzó, dando el mismo mensaje simultáneamente en bandas cromáticas que se desplazaban por su frente—, les dijimos que este vehículo no iba a ser su hogar permanente. Ahora estamos listos para transferirlos a otras ubicaciones, donde sus condiciones de vida van a ser señaladamente mejores.
Hizo una pausa segundos antes de proseguir.
—No se los va a transferir a todos al mismo lugar. Alrededor de un tercio de los residentes actuales de la estrella de mar se mudará a
El Portaaviones
, esa espacionave enorme y plana que se apostó cerca de El Nodo durante la mayor parte de la semana pasada. En las próximas horas,
El Portaaviones
terminará su misión en El Nodo y se desplazará en esta dirección. Aquellos de ustedes a los que se haya transferido a
El Portaaviones
lo harán después de la cena de esta noche.
—Al resto de ustedes se lo mudará a El Nodo dentro de tres o cuatro días. Nadie va a quedar aquí, en la estrella de mar… Una vez más, me gustaría subrayar que las comodidades de ambos sitios serán excelentes y muy superiores a las de este vehículo.
El Águila se detuvo durante quince segundos, como si estuviera dando tiempo a su público para que reaccionara ante lo que ya había dicho.
—Cuando esta reunión haya terminado —prosiguió entonces—, cada una de las pantallas de televisión de los departamentos va a reproducir, en forma repetida, la lista de todos los seres que hay a bordo, ordenados por número de departamento, y exhibirá los asignaciones de transferencia. La lectura de las pantallas es muy sencilla. Si el nombre o el código de identificación de ustedes, o ambas cosas, aparece en el monitor con letras negras sobre fondo blanco, eso significa que se los transfiere a
El Portaaviones
. Si su nombre está escrito en letras blancas sobre fondo negro, permanecerán aquí durante los próximos días y, finalmente, se los mudará a El Nodo.
—Para su información, en
El Portaaviones
cada especie tendrá su propio sector habitacional totalmente aislado. No habrá relación interespecies salvo, naturalmente, en los casos en los que se necesiten relaciones simbióticas. Por contraste…
—Eso tendría que satisfacer a los dirigentes del Consejo —comentó rápidamente Max—. Durante meses han estado agitando para conseguir la completa separación…
—La situación habitacional en El Nodo entraña la comunicación y actividad regulares interespecies… Hemos intentado, al asignar miembros individuales de las especies a los dos sitios, de poner a cada uno de ustedes en el ambiente más apto para su personalidad. Nuestras selecciones se efectuaron cuidadosamente, sobre la base de las observaciones que hicimos tanto aquí, en la estrella de mar, como durante los años en Rama…
—Es importante que todos ustedes se den cuenta de que no habrá interacción entre los dos grupos después que tengan lugar las transferencias. Permítanme expresarlo de otra manera, para tener la seguridad de que no haya errores de interpretación. Aquellos que se muden a
El Portaaviones
nunca más volverán a ver a alguno de los residentes que se vaya a transferir a El Nodo.
—Si se los destinó a
El Portaaviones
—continuó El Águila— deben empezar a empacar de inmediato, y deben estar completamente listos para mudarse antes de venir a cenar. Si se hallan entre los que se designó para mudarse a El Nodo, y no creen que su asignación haya sido la apropiada, pueden solicitar que se la reconsidere. Esta noche, después que todos los residentes actualmente asignados a
El Portaaviones
hayan completado su transferencia, me reuniré en el refectorio con aquellos que creen que desean cambiar El Nodo por
El Portaaviones
…
—Si algunos de ustedes tiene preguntas, durante la próxima hora estaré en el escritorio grande que hay en el salón público de estar…
—¿Qué te dijo El Águila? —le preguntó Max a Nicole.
—Lo mismo que a las otras veinte personas que estaban en el salón y que estaban haciendo la misma pregunta. No hay cambio posible para aquellos a los que se asignó a
El Portaaviones
… Sólo se hará la reconsideración de aquellos que estén designados para la transferencia a El Nodo.
—¿Fue entonces cuando Nai… eh… se derrumbó? —preguntó Eponine.
—Sí —contestó Nicole—. Hasta ese momento había mantenido la compostura bastante bien. Cuando vino a nuestro departamento, después que las listas se mostraron por primera vez, creí que estaba notablemente calma… Evidentemente, al principio debió de haberse autoconvencido de que la designación de Galileo era una especie de error administrativo.
—Puedo entender cómo debe de sentirse —declaró Eponine—. Admito que el corazón se me paró unos instantes, hasta que vi que todo el resto de nosotros estaba junto en la lista de transferencia a El Nodo.
—Apuesto a que Nai no es la única que está perturbada por los destinos —señaló Max. Se paró y empezó a caminar por la habitación—. Esto verdaderamente es un lío —continuó, meneando la cabeza—. ¿Qué, por Dios, habríamos hecho
nosotros
si a Marius se lo hubiera designado para
El Portaaviones
?
—Es fácil —contestó Eponine con rapidez—, tanto tú como yo habríamos presentado la solicitud para ir con nuestro hijo.
—Sip —asintió Max, después de una pausa momentánea—. Sospecho que tienes razón.
—Eso es lo que Patrick y Nai ahora están discutiendo al lado —informó Nicole—. Pidieron a los jóvenes que los dejaran, de modo de poder hablar en privado.
—¿Crees que Nai puede enfrentar toda esta tensión adicional, tan pronto después de… del incidente? —preguntó Eponine.
—En verdad, no tiene alternativa —afirmó Max—. Sólo dispone de un par de horas más para tomar una decisión.
—Me pareció que ella estaba mucho mejor hace veinte minutos —dijo Nicole—. Es indudable que el sedante leve hizo efecto… Tanto Patrick como Kepler la están tratando con mucha delicadeza… Creo que con su estallido temperamental, Nai se asustó principalmente a sí misma más que a todos los demás.
—¿Verdaderamente atacó a El Águila? —preguntó Eponine.
—No… Uno de los cabezas de cubo la contuvo de inmediato cuando se puso a chillar, pero estaba fuera de control… pudo haber hecho cualquier cosa.
—Demonios —dijo Max—, si, cuando estábamos viviendo en la Ciudad Esmeralda, se me hubiese dicho que Nai tenía siquiera la capacidad de actuar con violencia, yo habría contestado…
—A nadie más que a alguien que tuvo hijos —dijo Nicole, interrumpiéndolo— le es posible entender los poderosos sentimientos que una madre tiene en aquello que atañe a su descendencia. Nai ha estado frustrada durante meses… No puedo perdonar su actitud, pero indudablemente entiendo…
Nicole dejó de hablar. El golpe en la puerta se repitió. Patrick ingresó en la habitación unos segundos después. Su rostro denotaba a las claras su angustia.
—Mamá —anunció—, necesito hablar contigo.
—Eponine y yo podemos salir al vestíbulo —dijo Max—. Si eso pudiera ayudar…
—Gracias, Max… Sí, lo agradecería —aceptó Patrick con dificultad. Nicole nunca lo había visto tan perturbado.
—No sé qué hacer —dijo, no bien estuvo a solas con ella—. Todo está ocurriendo con tanta rapidez… No creo que Nai se esté comportando en forma racional, pero yo no parezco poder… —Su voz se fue extinguiendo—. Mamá, quiere que
todos
nosotros solicitemos la reconsideración. Todos. Tú, yo, Kepler, María, Max… Todos nosotros… Dice que, de otro modo, Galileo se va a sentir abandonado.
Nicole miró a su hijo. Estaba próximo a las lágrimas.
No ha vivido lo suficiente como para habérselas con una crisis como esta
, pensó de pronto.
Sólo estuvo despierto poco más de diez años
.
—¿Qué está haciendo ella ahora? —preguntó suavemente.
—Está meditando. Dijo que eso calmaría y sanaría su espíritu… y le daría fuerzas…
—¿Y quiere que tú convenzas al resto de nosotros?
—Sí, eso creo… Pero, mamá, Nai ni siquiera tomó en cuenta que alguien pudiera no estar de acuerdo con lo que ella propone. Está convencida de que lo que debemos hacer está absolutamente claro.
El dolor de Patrick era obvio. Nicole deseó poder extender la mano, tocarlo y hacer que su agonía desapareciera.
—¿Qué crees tú que debamos hacer? —preguntó, después de un silencio.
—No lo sé —contestó Patrick. Empezó a medir la habitación a zancadas—. Como todos los demás, no bien se exhibió la lista advertí que a todos los miembros activos del Consejo se los transfería a
El Portaaviones
, así como a la mayoría de los seres humanos echados de los sectores normales de vivienda. La gente que queremos y respetamos, así como casi todas las octoarañas, van a El Nodo… Pero compadezco a Nai. No puede soportar la idea de que a Galileo se lo aísle, se lo segregue para siempre del único sistema de apoyo que ha conocido…
«¿Qué habrías hecho tú», le preguntó a Nicole una voz dentro de la cabeza, «si fueras Nai? ¿No sentiste pánico, hoy, más temprano, cuando tuviste miedo de que se te pudiera separar de Benjy?»
—¿… Hablarás con ella, mamá —estaba suplicando Patrick—, no bien termine de meditar? Te va a escuchar. Nai siempre dijo lo mucho que te respeta por tu sabiduría.
—¿Y hay algo en especial que deseas que le diga? —preguntó Nicole.
—Dile… —pidió Patrick, retorciéndose las manos— dile que no le corresponde a ella decidir lo que sería mejor para todos los miembros de nuestro grupo. Que ella debería concentrarse en sus propias decisiones.
—Ese es un buen consejo —aprobó Nicole. Miró con fijeza a Patrick—. Dime, hijo —dijo, varios segundos después—, ¿decidiste qué vas a hacer si Nai pide cambio para
El Portaaviones
y ninguno del resto de nosotros lo hace?
—Sí, lo decidí, mamá —respondió Patrick con tono sosegado—. Iré con Nai y Galileo.
Nicole estacionó la silla de ruedas en un rincón, delante del ventanal de observación. Estaba sola, tal como había solicitado. La tarde había estado tan cargada de emociones que se sentía agotada por completo. Al principio pensó que su reunión con Nai resultaba bastante bien. Nai escuchó con toda atención sus consejos, sin hacer muchos comentarios. Por eso, Nicole quedó completamente atónita cuando, una hora más tarde, Nai, ardiendo de ira, los enfrentó a ella, así como a Max, Eponine y Ellie.
—Patrick me dice que
ninguno
de ustedes va a venir con nosotros —comenzó—. Ahora veo qué recompensa merecí por mi firme devoción de todos estos años… Arrastré a mis mellizos lejos de su propio hogar, nada más que por lealtad a ustedes, mis amigos… Los privé a Galileo, y Kepler de conocer jamás una niñez normal debido a mi respeto y mi admiración por ti, Nicole, mi modelo de vida… Y ahora, cuando les pido que por una sola vez me hagan un favor…
—Estás siendo injusta, Nai —interrumpió Ellie suavemente—. Todos te queremos y estamos profundamente perturbados por toda esta cuestión… Iríamos contigo y Galileo si creyéramos…
—¡Ellie, Ellie! —exclamó Nai, cayendo de rodillas ante su amiga y prorrumpiendo en llanto—. ¿Olvidaste todas las horas que pasé con Benjy en Avalon…? Sí, admito que lo hice por propia voluntad, ¿pero habría dado tanto de mí misma a Benjy si él no hubiera sido tu hermano y tú no hubieras sido mi mejor amiga…? Te
quiero mucho
, Ellie… Necesito tu apoyo… Por favor, por favor, ven con nosotros. Tú y Nikki, por lo menos…
Ellie también lloró. Antes que la confrontación hubiera terminado, no quedó un solo ojo seco en toda la habitación. Al final, Nai se disculpó profusamente con todos.
Nicole hizo una profunda inspiración y contempló el panorama desde el ventanal. Sabía que necesitaba una tregua después de todo ese torbellino emocional. Dos veces durante la tarde sintió punzadas de dolor en el pecho.
Ni siquiera todas esas sondas mágicas
, pensó,
me pueden proteger si no me cuido
.