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Authors: Octavia Butler

Tags: #Ciencia Ficción

Ritos de Madurez (2 page)

BOOK: Ritos de Madurez
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—Ten cuidado —le oyó decir a Nikanj—. Te está estudiando otra vez.

—Lo sé —contestó Lilith—. A veces me gustaría que se limitase a mamar, como los bebés humanos.

Lilith frotó la espalda de Akin, y el centelleo de luz por entre y alrededor de los dedos de ella le hizo perder al bebé su concentración. Apartó su carne de la de ella, luego le soltó el pezón y la miró. Ella cerró la ropa por sobre de su pecho, pero siguió sosteniéndolo en su regazo. Siempre agradecía el que la gente lo tuviese en brazos mientras hablaban entre ellos, permitiéndole escuchar. Ya había aprendido de ellos más palabras de las que había tenido oportunidad de emplear. Coleccionaba palabras y, gradualmente, las reunía en preguntas. Cuando sus preguntas eran contestadas, recordaba todo lo que le decían. Su imagen del mundo crecía.

—Al menos no es más fuerte o más rápido en su desarrollo físico que los otros bebés —comentó Lilith—. A excepción de sus dientes.

—No es el primer caso de un bebé que ha nacido con todos sus dientes —le indicó Nikanj—. En lo físico, parecerá tener su edad humana hasta la metamorfosis. Pero tendrá que usar bien la cabeza para salirse de cualquier problema que le ocasione su precocidad.

—Con algunos humanos eso le servirá de bien poco. Sentirán resentimiento hacia él, porque no es completamente humano y, en cambio, parece más humano que sus hijos. Lo odiarán por tener una edad mental superior a la que aparentará físicamente. Lo odiarán porque a ellos no les ha sido permitido tener hijos varones. Tu pueblo ha hecho que los niños varones con aspecto humano sean un bien muy escaso.

—Ahora permitiremos más. Todo el mundo se siente más seguro respecto a como mezclarlos. Antes, demasiados ooloi no sabían percibir la mezcla necesaria. Podrían haber cometido errores, y sus errores podrían haber dado como resultado monstruos.

—La mayoría de los humanos piensan que, precisamente, son monstruos lo que habéis estado creando.

—¿Y tú? ¿Aún lo crees?

Silencio.

—Puedes estar contenta, Lilith. Un grupo de los nuestros creía que lo mejor sería eliminar del todo a los machos nacidos de humana. Que podríamos construir niñas para las mujeres humanas y niños para las mujeres oankali. Y es lo que hemos estado haciendo hasta ahora.

—Y quedado mal con todos: Ahajas quiere hijas y yo quiero hijos. Y no somos las únicas.

—Lo sé. Y controlamos a los niños, en modos que no deberíamos, para hacerlos madurar como hombres nacidos de oankali y mujeres nacidas de humano. Controlamos inclinaciones que deberían ser dejadas al libre albedrío de cada uno de los niños. Incluso el grupo que sugirió que tomásemos este camino sabe que esto es algo que no debemos hacer. Pero tenían miedo. Un macho que es lo bastante humano como para nacer de una hembra humana podría ser un peligro para todos nosotros. Y, sin embargo, debemos de intentarlo. Aprenderemos de Akin.

Akin sintió como Lilith lo apretaba más contra ella.

—¿Por qué lo consideras tanto como un experimento? —exigió saber—. ¿Y por qué tendrían que ser tanto problema los hombres nacidos de humana? Sé que a la mayoría de los hombres de antes de la guerra no les gustáis. Tienen la sensación de que los estáis desplazando y obligándoles a hacer algo pervertido. Y, desde su punto de vista, tienen razón. Pero podríais enseñar a la siguiente generación a amaros, sin importar quién sea su madre. Todo lo que tenéis que hacer es empezar lo antes posible. Indoctrinarlos antes de que sean lo bastante mayores como para desarrollar sus propias opiniones.

—Pero… —dudó Nikanj—. Pero si tuviésemos que trabajar de una forma tan ciega, tan burda, no podríamos realizar un buen intercambio comercial. Tendríamos que arrebataros vuestros hijos, justo después de que naciesen. No podríamos confiar en vosotros para criarlos de un modo adecuado. Sólo os tendríamos para engendrarlos…, como los animales sin inteligencia.

Silencio. Un suspiro.

—¡Dices unas cosas tan horribles con una voz tan amable! No, calla, ya sé que es la única voz que tienes. Dime, Nika, ¿sobrevivirá Akin a los machos humanos que van a odiarlo?

—No lo odiarán.

—¡Claro que sí! No es humano… Las mujeres no-humanas les resultan ofensivas, pero normalmente no tratan de hacerlas daño, e incluso se acuestan con ellas…, como un racista que se va a la cama con una mujer de otra raza. Pero Akin… lo van a ver como una amenaza. ¡Diablos, es una amenaza! ¡Es uno de los que van a reemplazarlos!

—No lo odiarán, Lilith.

Akin se sintió alzado de los brazos de Lilith y abrazado fuertemente contra Nikanj. Jadeó ante el encantador sobresalto del contacto con los tentáculos sensoriales de Nikanj, muchos de los cuales lo sostenían, mientras otros horadaban sin dolor en su carne. ¡Era tan fácil conectar con Nikanj y aprender!

—Lo verán tan hermoso como se ven ellos mismos —afirmó Nikanj—. Y, para cuando sea lo bastante mayor como para que su cuerpo revele lo que realmente es, ya será un adulto capaz de cuidar de sí mismo.

—¿Capaz de luchar?

—Sólo para salvar su vida. Tenderá a evitar las peleas. Será como ya son los machos nacidos de oankali: un solitario que anda errante, cuando no está apareado.

—¿No formará una relación estable con nadie?

—No. La mayoría de los machos humanos no son especialmente monógamos. Tampoco lo serán los machos construidos por nosotros.

—Pero…

—Las familias cambiarán, Lilith…, están cambiando ya. Una familia formada totalmente de construidos estará constituida por una hembra, un ooloi y los niños. Los machos irán y vendrán según deseen y según sean bienvenidos.

—Pero no tendrán hogares.

—Un hogar como este nuestro sería para ellos una prisión. Tendrán lo que deseen, lo que necesiten.

—¿La posibilidad de ser padres de sus hijos?

Nikanj hizo una pausa.

—Quizás elijan mantener el contacto con sus hijos. No vivirán con ellos permanentemente…, y ningún construido, macho o hembra, joven o viejo, considerará esto como una privación. Para ellos será normal, y tendrá un propósito, ya que siempre habrá más mujeres y ooloi que hombres. —Hizo resonar sus tentáculos corporales y craneales—. El comercio significa cambio. Los cuerpos cambian. Los modos de vida deben cambiar. ¿O es que creíste que tus hijos sólo parecerían diferentes?

3

Akin pasaba alguna parte del día con cada uno de sus padres. Lilith le alimentaba y le enseñaba. Los otros sólo le enseñaban, pero iba ansioso con cada uno de ellos. Habitualmente, Ahajas lo tenía en brazos después de Lilith.

Ahajas era alta y ancha. Lo sostenía sin parecer darse cuenta de su peso. Nunca notaba cansancio en ella. Y sabía que disfrutaba llevándole en brazos. Podía notar placer en el momento en que ella hundía en él los filamentos de sus tentáculos sensoriales. Ella fue la primera persona capaz de llegarle, de este modo, con algo más que simples emociones. Ella fue la primera en darle imágenes multisensoriales y señales con presiones, y en ayudarle a comprender que le estaba hablando sin palabras. A medida que fue creciendo, se dio cuenta de que Nikanj y Dichaan también lo hacían. Nikanj lo había hecho ya antes de que naciese, pero él no lo había comprendido. Ahajas había logrado el contacto y le había enseñado con rapidez. A través de las imágenes que creaba para él se enteró del niño que crecía dentro de ella. Le dio imágenes del mismo e incluso consiguió darle al no nacido imágenes de Akin. Tenía varias presencias: todos sus padres, excepto Lilith. Y le tenía a él. Era un compañero de camada.

Sabía que él, cuando creciera, sería un macho. Entendía lo de macho, hembra y ooloi. Y sabía que, debido a que él sería macho, el no nacido, que iniciaría su vida pareciendo mucho menos humano que él, acabaría convirtiéndose en una hembra. Había en esto un equilibrio, una naturalidad que le complacía. Tendría una hermana con la que crecer juntos…, una hermana, pero no un compañero de camada ooloi. ¿Por qué? Se preguntó si el niño que había dentro de Ahajas no acabaría por convertirse en un ooloi, pero tanto Ahajas como Nikanj le aseguraron que no. No le decían cómo lo sabían. De modo que su compañero de camada se convertiría en una hermana. Tardaría años en desarrollarse sexualmente, pero ya pensaba en «ella».

Habitualmente, Dichaan lo tomaba una vez que Ahajas lo había devuelto a Lilith y ésta le había alimentado. Dichaan le enseñaba cosas respecto a los otros.

En primer lugar estaban sus compañeros de camada mayores, algunos nacidos de Ahajas y que se iban haciendo más y más humanos, y otros nacidos de Lilith y que cada vez se hacían más oankali.. También estaban los hijos de los compañeros de camada mayores y, por fin, y eso le asustaba, estaba la gente sin relación familiar. Akin no podía comprender cómo algunos de los no relacionados eran más como Lilith de lo que lo había sido Joseph. Y ninguno de ellos era como Joseph.

Dichaan leyó la confusión no expresada de Akin.

—Las diferencias que percibes entre los humanos, entre grupos de humanos…, son el resultado del aislamiento y los matrimonios entre ellos mismos, la mutación y la adaptación a los distintos medios ambientes de la Tierra —le explicó, ilustrando cada concepto con múltiples y rápidas imágenes—. Joseph y Lilith nacieron en partes muy diferentes del mundo…, en pueblos separados desde hacía mucho. ¿Lo entiendes?

—¿Dónde están los que son como Joseph? —preguntó en voz alta Akin.

—Ahora hay poblados de ellos al suroeste. Se llaman chinos.

—Quiero verlos.

—Los verás. Cuando seas mayor podrás viajar. —Ignoró el estallido de frustración de Akin—. Y algún día te llevaré a la nave, y también podrás ver las diferencias que hay entre los oankali.

Le dio a Akin una imagen de la nave: una enorme esfera hecha con gigantescas placas (a pesar de lo cual aún seguían creciendo), como la concha de una tortuga. De hecho, se trataba de la concha exterior protectora de un ser vivo.

—Allí —le explicó Nikanj— verás a unos oankali que nunca vendrán a la Tierra ni comerciarán con los humanos. Por el momento, se ocupan de la nave en modos que requieren una forma física diferente.

Le dio una imagen, y Akin pensó que se parecía a un gusano.

Akin proyectó una silenciosa interrogación.

—Habla en voz alta —le dijo Dichaan.

—¿Es un niño? —preguntó Akin, pensando en los cambios que sufrían los gusanos.

—No, es un adulto. Tiene mayor tamaño que yo.

—¿Puede hablar?

—Mediante imágenes, con señales táctiles, bioeléctricas y bioluminiscentes, con las feromonas y mediante gestos. Puede gesticular con diez miembros a la vez. Pero sus órganos de la boca y la garganta no producen sonidos. Y es sordo: debe vivir en lugares en los que hay un tremendo volumen de sonido. Los padres de mis padres tenían esa forma.

Eso le pareció terrible a Akin: los oankali obligados a vivir bajo una fea forma, que ni siquiera les permitía oír o hablar.

—Como son les resulta tan natural a ellos como lo es para ti la forma que tienes —le explicó Dichaan—. Y están mucho más cercanos a la nave de lo que jamás podremos estarlo nosotros. Son sus compañeros, y conocen su cuerpo mejor de lo que tú conoces tu propio cuerpo. Cuando yo era un poco mayor que lo que tú eres ahora, quería ser uno de ellos. Me dejaron probar un poco de su relación con la nave.

—Enséñame.

—Aún no. Es una cosa demasiado fuerte. Te lo enseñaré cuando seas un poco mayor.

Todo iba a suceder cuando fuera mayor. ¡Tenía que esperar! Presa de frustración, Akin dejó de hablar. No podía evitar escuchar y recordar todo lo que decía Dichaan, pero no hablaría con él en muchos días.

Y, sin embargo, fue Dichaan quien empezó a dejarle al cuidado de sus hermanas mayores, permitiéndole comenzar a investigarlas. Su favorita entre ellas era Margit. Tenía seis años de edad…, demasiado pequeña para llevarle por mucho tiempo, pero se sentía contento de cabalgar a sus espaldas o sentarse en su regazo durante tanto tiempo como ella pudiera soportar sin sentirse molesta. Ella no tenía tentáculos sensoriales, como sus hermanas nacidas de oankali, pero tenía zonas de nódulos sensitivos que probablemente se convertirían en tentáculos cuando creciese. Podía sobreponer algunas de ellas a las áreas sensoriales, lisas e invisibles, de la piel de él, y entonces ambos podían intercambiar imágenes y emociones tanto como palabras. Ella podía enseñarle.

—Tienes que tener cuidado —le dijo ella, mientras lo llevaba al refugio de su casa familiar para resguardarse de la fuerte lluvia de una tarde—. La mayor parte de las veces tus ojos no siguen lo que está pasando. ¿Puedes ver con ellos?

Pensó al respecto.

—Puedo —dijo—, pero no lo hago siempre. A veces es más fácil ver con otras partes de mi cuerpo.

—Cuando seas mayor esperarán que vuelvas la cara y el cuerpo hacia la gente, cuando hables con ella. Incluso ahora deberías de mirar a los humanos con tus ojos. Si no lo haces, te gritan o te repiten las cosas, porque no están seguros de que les estés prestando atención. O empiezan a ignorarte, porque piensan que tú los estás ignorando a ellos.

—Nadie me hace eso a mí.

—Lo harán. Espera a pasar del estadio en que tratan de hablarte de un modo estúpido.

—¿Te refieres a eso de intentar hablarme como a un niño pequeño?

—¡Me refiero a como hablan los humanos, en general!

Silencio.

—No te preocupes —le dijo ella al cabo de un tiempo—. Es con ellos con quien estoy enfadada, no contigo.

—¿Por qué?

—Porque me culpan por no tener el mismo aspecto que ellos. No pueden evitarlo, y yo no puedo evitar el estar resentida por ello. No sé qué es peor…, los que se estremecen cuando los toco, o los que hacen ver que no pasa nada, pero se estremecen por dentro.

—¿Y cómo se siente Lilith al respecto? —preguntó Akin, porque ya sabía la respuesta.

—Por lo que a ella respecta, sería mejor que me pareciese a ti. Recuerdo que, cuando yo tenía tu edad, ella se preguntaba cómo iba a lograr encontrar un compañero, pero Nikanj le dijo que, para cuando yo creciese, habría muchos machos como yo. Después de eso, nunca volvió a comentar nada sobre este asunto. Lo que me recomienda es que me relacione con los construidos. Y es lo que hago, mayormente.

—Yo les gusto a los humanos —dijo él—. Supongo que es porque me parezco a ellos.

—Tú recuerda el mirarles con los ojos cuando te hablen o cuando tú hables con ellos. Y ándate con cuidado en lo de probar su sabor, eso es algo que no podrás seguir haciendo ya por mucho tiempo. Además, tu lengua no tiene aspecto de humana.

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