Authors: Javier Casado
Aunque la administración Eisenhower intentó restarle importancia, Kennedy, candidato a la presidencia, lo aprovechó para acusar al actual presidente de poco menos que de incompetencia, y de permitir que la Unión Soviética se adelantase a los Estados Unidos en el nuevo campo de los misiles, desestabilizando gravemente el equilibrio bélico mundial a su favor. La expresión “missile gap”, creada para expresar el retraso tecnológico norteamericano frente al ruso en esta materia, se haría famosa, convirtiéndose en uno de los puntos clave de la campaña electoral de Kennedy. Incluso llegaría a decirse en 1960 que
“esta es la primera vez que una campaña presidencial ha comenzado en el espacio exterior, en lugar de en la atmósfera ordinaria”
. Con los años se demostraría que en realidad nunca había existido un “missile gap” como el que se temía en los Estados Unidos que existiera, y cuando algunos años más tarde existió, fue a favor de los norteamericanos. A pesar de todo, el pueblo estadounidense creyó que, efectivamente, Eisenhower se había dormido en los laureles dejándose superar ampliamente por el enemigo, y esto es algo que no le perdonarían, y que pagaría en las próximas elecciones. La prensa norteamericana lo expresaría muy claramente en numerosos editoriales y artículos:
“¿Hemos hecho lo suficiente en el campo de la educación técnica? Escuchamos el ‘bip’ del satélite y respondemos ‘no’. ¿Hemos sido miserables en términos de investigación sobre misiles? ‘Bip, bip’ Y respondemos ‘sí’”
.
En el histerismo de aquellos días, incluso se temía que esta demostración tecnológica rusa pudiera socavar gravemente el prestigio de los Estados Unidos a nivel internacional, y alejar a los países aliados de su esfera de influencia; en paralelo, otros países indecisos podrían sentirse tentados a aproximarse a esta nueva y deslumbrante Unión Soviética. El New York Times, por ejemplo, declaraba que el objetivo ruso
“no es simplemente impresionar a las naciones neutrales, sino intimidar a los indecisos, hacerse propaganda en áreas como Oriente Medio, y meter cuñas entre los Estados Unidos y algunos de sus aliados”
. También el Business Week:
“El peligro actual es que nuestros aliados, incluso en Europa Occidental, puedan rebajar su confianza en los Estados Unidos, y derivar hacia una posición neutral”
.
Nada más lejos de las expectativas de los dirigentes soviéticos que haber pretendido alentar estos infundados temores que de modo casi irracional habían aparecido en los Estados Unidos. Jrushchev, que había autorizado el satélite vagamente y sin el menor entusiasmo, quedaría a la par que sorprendido, encantado por la reacción.
El impacto fue, como decimos, indescriptible. El propio Presidente Eisenhower tuvo que llegar a reconocerlo meses después, en el debate sobre “el estado de la Unión”, en enero de 1958:
“Tengo que reconocer que la mayoría de nosotros no preveíamos la intensidad del impacto psicológico sobre el mundo que tendría el lanzamiento del primer satélite de la Tierra
.”
Entre tanto, mientras la Casa Blanca se defendía de las acusaciones, la Unión Soviética no perdía la ocasión de reafirmar su gran victoria con otra espectacular hazaña en el espacio.
Explotando la ventaja
Tras la puesta en órbita del Sputnik y la inesperada reacción a nivel mundial, el líder soviético Nikita Jrushchev estaba eufórico. Frente a su anterior desinterés, ahora veía en el programa espacial una gran herramienta publicitaria para su país, y no iba a perder la ocasión de utilizarla. Por ello, de inmediato le pidió a Korolev que preparase una misión espectacular para celebrar el aniversario de la Revolución de Octubre, el próximo día 7 de noviembre.
El diseñador ruso no se hizo de rogar, y el 3 de noviembre de 1957, un nuevo éxito soviético en el espacio impresionaba al mundo. Esta vez no se trataba de una pequeña esfera metálica que emitía un pitido: en esta ocasión, un perro vivo orbitaba la Tierra en el interior de un enorme artefacto de 508 kg de peso. La perra Laika se haría famosa en el mundo entero, y la admiración hacia la tecnología soviética, capaz de enviar al espacio enormes y pesados ingenios con seres vivos en su interior, crecería de forma espectacular. En el lado militar, la conclusión también estaba clara: los rusos habían perfeccionado un misil balístico intercontinental con capacidad nuclear, mientras que los norteamericanos aún no habían conseguido el suyo.
Los norteamericanos, por su parte, sólo conseguían quedar en ridículo tras la explosión televisada en directo de su cohete Vanguard el 6 de diciembre, sobre la plataforma de lanzamiento. La situación de ventaja era ampliamente explotada a nivel político y diplomático por la Unión Soviética: su representante en las Naciones Unidas llegaría a ofrecer jocosamente a los Estados Unidos su inclusión en su programa de ayudas al Tercer Mundo, para ayudarlo con su programa espacial.
Imagen: El cohete norteamericano Vanguard estalla sobre su plataforma de lanzamiento, durante una retransmisión en directo que sumió a los Estados Unidos en el ridículo. (
Foto: NASA
)
Habría que esperar hasta el 31 de enero del año siguiente para que los norteamericanos lograsen la revancha con la puesta en órbita del pequeño Explorer, de tan sólo 8 kg de peso. Pero había aún mucho camino por delante para conseguir contrarrestar la ventaja conseguida por los rusos. Y esa ventaja sería explotada a nivel político en las próximas elecciones presidenciales.
John Fitzgerald Kennedy: el presidente espacial
En las elecciones de 1960 a la Presidencia, el republicano Eisenhower debía abandonar forzosamente la Casa Blanca tras cumplir el límite de dos legislaturas en el cargo. En la contienda electoral sería sustituido por Richard Nixon, que se enfrentaría al demócrata John Fitzgerald Kennedy. En unos comicios realmente apretados, Kennedy vencería finalmente por un ajustado 49,7% de los votos frente al 49,5% conseguido por su oponente, y con un 0,8% de votos blancos o nulos.
La campaña electoral de Kennedy se había apoyado fuertemente en dos temas: el avance comunista a nivel mundial, y en particular en la isla de Cuba, y el famoso “missile gap”, o supuesto retraso norteamericano en materia de misiles estratégicos frente a la Unión Soviética. En realidad, nunca había existido tal retraso, pues los misiles intercontinentales R-7 que, en palabras del propio Jrushchev, la URSS fabricaba “como salchichas”, en la práctica nunca se desplegarían en un número mayor a las cuatro unidades. Y los nuevos misiles R-16 que debían sucederles, con mucha mayor operatividad, sufrían serios problemas en su desarrollo que provocarían un fuerte retraso en su entrada en servicio.
Pero en los Estados Unidos, a finales de los 50, no se sabía esto. Los éxitos soviéticos en la carrera espacial denotaban la capacidad intercontinental de sus misiles, y en un momento en que los satélites espía aún no existían, la capacidad norteamericana para comprobar la veracidad de estas hipótesis se reducían a los esporádicos vuelos sobre territorio ruso de los aviones espía U-2. Aunque en 1960 ya la Casa Blanca y la CIA poseían datos que inducían a pensar que dicho “missile gap” no existía en realidad, la idea de su existencia ya había calado con fuerza en la opinión pública, y Kennedy explotó enérgicamente a su favor este sentimiento. Se ignora si Kennedy sabía en los momentos de la campaña que realmente el retraso en misiles era una falacia, pero es de suponer que, de haberlo sabido, probablemente tampoco hubiera cambiado un discurso que sabía que ponía el dedo en la llaga de cara a la opinión pública.
Es difícil determinar hasta qué punto los ataques contra Eisenhower por ese supuesto retraso en materia de misiles influyó o no en el resultado de las elecciones. Pero lo cierto es que fue el eje de la campaña de Kennedy, y que éste finalmente juraba su cargo el 20 de enero de 1961. Podemos decir, por tanto, con un alto grado de probabilidad, que la puesta en órbita del Sputnik y la subsiguiente carrera espacial (aunque fuera en su vertiente militar) pudo tener una gran influencia en la llegada de Kennedy al poder.
Epílogo
La puesta en órbita del Sputnik el 4 de octubre de 1957 tuvo consecuencias inesperadas para todos los actores involucrados. No sólo inauguró una nueva etapa de competitividad tecnológica entre las dos superpotencias que culminaría con la llegada del hombre a la Luna en 1969, sino que tuvo un fuerte impacto político y sociológico en los Estados Unidos. Un impacto que condicionó en buena medida la política de este país en los años venideros, culminando incluso con la posible influencia en la victoria del demócrata Kennedy frente a su rival republicano en las elecciones de 1960.
Más arriesgado es imaginar cómo podría haber cambiado la historia de no haber sido lanzada esa pequeña esfera metálica por los rusos en 1957. Pero si aceptamos que Kennedy pudo deberle en parte su triunfo a este satélite, podríamos incluso concluir que quizás el Sputnik contribuyó a evitar una tercera guerra mundial.
Efectivamente, en 1962, la crisis de los misiles de Cuba fue finalmente cerrada pacíficamente gracias al empeño personal de John Fitzgerald Kennedy, prácticamente solo frente a la opinión mayoritaria de sus consejeros y mandos militares de responder con un ataque preventivo masivo contra Cuba. Si el Sputnik y las subsiguientes críticas de retraso en materia de misiles no hubieran impedido a Nixon ser presidente en 1960, puede que la historia de la segunda mitad del siglo XX hubiera sido muy distinta.
Es evidente que, sin la puesta en órbita del Sputnik en 1957, el satélite artificial y la exploración del espacio habrían sido en cualquier caso un desarrollo inevitable en los años posteriores. Pero fue el momento, y la autoría de la hazaña, lo que influyó notablemente en los acontecimientos venideros. La historia a veces depende de pequeñas anécdotas. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que el Sputnik fue una de ellas.
Referencias
Wernher von Braun: el hombre que nos dio la Luna• Sputnik and the Soviet Space Challenge
. Asif. A. Siddiqi. University Press of Florida, 2003.• The Rocket Team
. Frederick I. Ordway III y Mitchell R. Sharpe. Thomas Y. Crowell Publishers, 1979.• Impact of U.S. and Soviet Space Programs on World Opinion
. U.S. Information Agency, Office of Research and Analysis, 1959.• American Reactions to Crisis: Examples of Pre-Sputnik and Post-Sputnik Attitudes and of the Reaction to other Events Perceived as Threats
. International Affairs Seminars of Washington, October 1958, U.S. President's Committee on Information Activities.• The Impact of Sputnik 1. Case-Study of American Public Opinion at the Break of the Space Age.
Martha Wheeler George. NASA Historical Note No. 22, 1963.
2007
Este año se cumplen 30 años de la muerte de Wernher von Braun, uno de los grandes pioneros de la exploración espacial y un personaje controvertido y de gran complejidad, cuya figura es analizada en un libro de nueva aparición: Wernher von Braun, entre el águila y la esvástica. Os dejamos aquí con un extracto del epílogo de dicho libro.
La figura de Wernher von Braun es, junto con la de astronautas como Gagarin o Armstrong, una de las más conocidas a nivel mundial en el campo de la actividad espacial. Fue un hombre carismático, un gran líder con una insuperable capacidad para aparecer cercano al pueblo y ganarse a toda una generación de norteamericanos para que lo acompañasen en pos de su sueño de juventud. Un sueño que, con raíces en sus años de adolescencia, perseguiría de forma incansable hasta el mismo instante de su muerte, proceso a lo largo del cual realizó concesiones que se mantendrían como una oscura sombra a lo largo de toda su vida.
Imagen: Wernher von Braun en su despacho del Centro Espacial Marshall de la NASA en 1964. (
Foto: NASA
)
Wernher von Braun fue un hombre lleno de contradicciones: un genio de la tecnología incapaz de ajustar el color de un televisor o de cambiarle las pilas a un juguete; un experto en la tecnología más avanzada, amante de la historia y la filosofía; un promotor de la exploración científica del espacio que no dudó en proponer estaciones espaciales repletas de misiles nucleares; un hombre siempre preocupado por el bienestar de las personas, desde sus trabajadores a los más desfavorecidos, que no movió un dedo mientras se torturaban y asesinaban prisioneros para sacar adelante el fruto de su trabajo. Contrasentidos que eran parte de la personalidad de este personaje histórico, y que, frente a su genialidad, lo convertían en un simple ser humano, lleno de contradicciones, como cualquiera de nosotros.