Sepulcro (95 page)

Los amigos y familiares reunidos soltaron algunas risas.

Meredith esperó, excitada y nerviosa, a que se hiciera de nuevo el silencio en la librería. Respiró hondo, tomó el libro y dio comienzo a la lectura.

Esta historia arranca en una ciudad de huesos. En los callejones donde habitan los muertos. En el silencio de los bulevares, de los paseos, de los callejones sin salida del cementerio de Montmartre, en París, un lugar poblado por las tumbas y los ángeles de piedra y los espectros detenidos de quienes caen en el olvido antes de quedar sus cuerpos fríos en sus sepulturas.

Mientras sus palabras flotaban entre el público y pasaban a formar parte de los numerosos cuentos que se habrían de contar en esa Noche de Difuntos, los acogedores sonidos del antiguo edificio hicieron de acompañamiento a la melodía de Meredith. Crujían las sillas sobre la tarima, se oía correr el agua en las viejas tuberías del techo, las bocinas de los coches en la calle, la cafetera que refunfuñaba a ratos en una esquina. Del bar de al lado llegaban a través de la pared los acordes de un piano. Notas blancas y negras que se colaban por las rendijas, entre los tablones de la tarima, en los espacios ocultos entre el techo y el suelo.

Meredith ralentizó el ritmo de la lectura al llegar al final del fragmento.

Y es que en verdad esta historia comienza no con unos huesos en un cementerio parisino, sino con una baraja de cartas. Con el Tarot de Vernier.

Hubo unos instantes de silencio y siguieron los aplausos.

Meredith se dio cuenta de que había contenido la respiración durante un buen rato, así que soltó el aire con alivio. Al mirar a sus amigos, a sus familiares, a sus colegas, sólo durante una fracción de segundo imaginó que al fondo de la sala se encontraba una muchacha de larga melena cobriza y ojos verdes y brillantes. Sonreía.

Meredith le sonrió. Pero cuando volvió a mirar, vio que allí no había nadie.

Pensó en todos los espectros que habían ido rozando su vida. Marguerite Vernier en el cementerio de Passy. En el cementerio de Milwaukee, cercano al lugar en que confluyen los tres ríos, encontró descanso eterno su bisabuelo, Louis-Anatole Vernier, soldado de Francia, ciudadano de Estados Unidos. Pensó en Louisa Martin, pianista, en sus cenizas esparcidas al viento. Pensó en su madre biológica, enterrada en la orilla del lago Michigan, sobre la que se pone el sol. Pero sobre todo pensó en Léonie, apaciblemente dormida en el suelo del Domaine de la Cade.

Aire, agua, fuego, tierra.

—Gracias —dijo Meredith cuando cesaron los aplausos—. Y muchas gracias a todos por venir.

KATE MOSSE es una escritora británica que además trabaja como productora para la BBC. En 1996 publicó su primera novela, Eskimo Kissing, tras las que vendrían Crucifix Lane (1998) y su gran éxito El Laberinto (2005). Con esta última le llegó el reconocimiento internacional, fue traducida a 37 idiomas y vendida a más de 40 países. En 2009 Suma de Letras publicó SEPULCRO, con una edición de lujo y una gran acogida de la crítica y lectores.

Sus novelas, de ficción histórica, contienen abundante aventura y misterio, y menos fondo histórico, con buen desarrollo de la trama y acertada conjugación de los hechos.

Ganó el premio British Book 2005 y en el año 2000 recibió el premio European Women for Achievement por su contribución a las artes.