Pero no son solo las mujeres las que pueden salvar una situación de rutina, también vosotros podéis lanzaros una noche y que al llegar a casa nos encontremos con una cena de esas que no son casuales, una cena que diga sin palabras: «Oye, me sigues gustando tanto como el primer día»…
Santi Millán
es uno de los hombres más atractivos que conozco, es atractivo porque tiene el toque de quien se ha hecho a sí mismo, el toque de los que deciden ser atractivos, tiene una sonrisa que podría iluminar el Camp Nou si se fuese la luz en mitad de un partido. Es divertido. Y golfo. Y caballero… mucho. Recuerdo mi primera alfombra roja, estaba en el Festival de Cine de Málaga y pensé que se me iba a salir el corazón por la boca, no sabía muy bien cómo se hacían estas cosas, Santi y yo apenas nos conocíamos, nos saludamos y me preguntó qué tal estaba. Y se lo conté. Él sonrió, me cogió del brazo y me acompañó todo el tiempo que duró la alfombra roja.
De su brazo, ni los flashes te ciegan ni te pisas el vestido. Lo adoro y os lo presto un ratito.
PARA TI
Por Santi
Millán
Amigos, esta receta va dirigida a todos aquellos que lleven más de diez años con su pareja, o en su defecto (porque cada vez es más difícil encontrarlos) a los que quieran llegar a celebrarlos.
Las relaciones estables de largo recorrido tienen infinidad de pros, pero también tienen sus contras.
Después de diez años de convivencia no esperes que tu mujer llegue a casa por la noche con lencería de encaje, se desnude delante de ti y te pida que le des su merecido porque ha sido una chica mala.
No, desgraciadamente, eso no pasa. Cada vez hay menos sorpresas, y cuando hay alguna suele ser desagradable.
(Ahora leer con tono teletienda.) ¡Pero todo eso va a cambiar si sigues mi consejo! ¿Cuánto hace que no sorprendes a tu chica con una cena romántica hecha por ti? Demasiado, ¿verdad? Pues te voy a ayudar a poner remedio a ese error. Vamos a preparar unos platos con los que tu pareja se va a chupar los dedos, y con un poco de suerte, algo más (fin tono teletienda).
Para el primer plato lo ideal es una ensaladita pero con un toque especial. Por eso te recomiendo nido de parmesano con rúcula y fresas.
La preparación es muy sencilla. Rallas el parmesano, una buena cantidad. Calientas una sartén y echas el parmesano rallado en ella. Cuando se haya fundido y veas que adquiere un color doradito, apartas la sartén del fuego y esperas a que se enfríe un poco para despegar el queso (te tiene que quedar como una tortita). Antes de que se enfríe del todo, coges un cuenco pequeño y lo utilizas de molde para que la tortita de queso adquiera la forma del cuenco. Ahora ya tienes el nido, solo falta que lo rellenes con la rúcula y las fresas cortadas (si puedes, córtalas con una mandolina para que queden bien finitas) y que lo aliñes con una reducción de vinagre de Módena, aceite de oliva virgen y sal.
El entrante ya lo tenemos, ahora vamos a por el principal. Yo creo que, para este plato, algo con un toque oriental va a funcionar de maravilla. Así que haremos sashimi de salmón a la catalana.
Solo necesitamos un buen trozo de salmón bien fresco (es recomendable congelarlo durante veinticuatro horas antes de comerlo crudo), un poco de pan tostado y un tomate muy maduro y gustoso.
Coges el pescado, lo cortas en piezas rectangulares uniformes (el grosor depende de ti) y las colocas en un plato rectangular. Después, pones encima de cada pieza un poco de pan rallado y una pizca de tomate, que también has rallado previamente. No te pases, tiene que ser un toque, no inundes el salmón de pan ni de tomate. ¡Y ya está! Más fácil imposible, y te aseguro que le encantará.
¡Y ahora llega el postre! No lo dudes, tiene que ser de chocolate. Vamos a hacer uno muy sencillo con el que vas a triunfar seguro: tortilla fea de chocolate. Vale, el nombre no es muy atractivo, pero tiene la garantía de ser una receta del maestro Arzak.
Para hacer un par de tortillas vas a necesitar:
—50 g de chocolate para fundir —dos huevos —50 g de azúcar —5 g de cacao en polvo |
La preparación no puede ser más fácil. Fundes el chocolate en el microondas (fúndelo lentamente y así evitarás que se queme) y lo mezclas en un bol con el resto de los ingredientes. Con esta mezcla ya puedes hacer las tortillas en una sartén antiadherente, dejándolas bien jugosas. Si te animas, también puedes hacer una vinagreta de maracuyá para acompañar la tortilla. Solo necesitas un maracuyá, una cucharada de azúcar moreno y una cucharada de aceite de oliva. Cuando sirvas la tortilla, le pones al lado la vinagreta.
Si después de todo esto tu mujer no se lanza a tus brazos, no desesperes. Por lo menos habrás cenado de cojones. ¡Buen provecho!
Pues sí,
este capítulo es para vosotros.
No creáis que iba a dejaros de la mano de Dios.
Sé que pensáis que somos unos seres misteriosos, de costumbres incomprensibles, aparentemente humanas pero con códigos indescifrables para el 98 por ciento de la mitad de la humanidad a la que pertenecéis, así es que, en un gesto de generosidad sin precedentes, voy a contaros algunas cosas que pueden hacer que una relación funcione (nivel usuario). No aseguro nada, pero de verdad,
no somos tan complicadas,
ya veréis…
COSAS QUE NOS GUSTAN A LAS CHICAS. A TODAS. TE LO JURO
No se trata de una leyenda urbana, como la muerta de la curva o el triángulo de las Bermudas; a las chicas nos gustan los hombres que nos hacen reír. Un poco, al menos. Y los que se ríen con nosotras. Si cuando os estamos contando algo gracioso nos miráis con cara de vaca viendo pasar el tren no nos gustará nada. Así que hacednos reír y reíos con nosotras. Además de tenernos encantadas, vuestra esperanza de vida aumentará considerablemente.
Que nos preguntéis qué tal nos ha ido el día y pongáis cara de verdadero interés. Si no estáis muy entrenados, fijaos en cómo lo hacen los perros cuando su amo les habla. Ponen cara de interés y de estar entendiendo. Después de algunos días de práctica os saldrá solo.
Ya sé que esto es para un nivel muy avanzado, pero nos chifla que hagáis cosas que hay que hacer sin que tengamos que pedíroslo. Puede ser tirar la basura, hacer la compra, enviarnos un sms a mitad de mañana o construir un búnker familiar en el jardín por si estalla una guerra. Así que sacad la bola de cristal y tratad de sacar conclusiones…
No conozco a ninguna mujer que no quiera sentirse protegida. Exceptuando a Lara Croft, todas queremos tener esa sensación con nuestra pareja. Pero ojo, esto no implica liarse a puñetazos cuando un tipo nos mire en un bar ni quitarnos el teléfono para seguir la discusión con nuestro jefe. No.
Cuando hablamos de sentirnos protegidas, hablamos de escuchar nuestros problemas mientras nos tranquilizáis y preguntáis: «¿Qué puedo hacer?», de abrirnos la puerta al entrar en un restaurante en vez de que esta nos obligue a una rinoplastia no planificada después de haberse estampado contra nosotras, de presentarnos cuando nos encontramos con gente, de abrir los botes antes de que la presión haga que se nos salgan los ojos de las órbitas.
Deberéis entender, o por lo menos resignaros a que, aunque tengamos cinco bolsos sin estrenar, necesitamos uno más. Esto no admite discusión.
Si decidimos criticar a alguien, por favor, apoyadnos, no le defendáis. Si después de una fiesta, de vuelta a casa se nos ocurre comentar que la mujer del chico rubio que llevaba el traje de Hugo Boss tenía pinta de no haberse comido un bocadillo de chorizo en su vida, y que ese vestido extremadamente corto que llevaba no le favorecía nada, no se os ocurra decir: «Pues a mí me gusta». No. No. No.
La frase correcta
sería algo así como: «No me he fijado mucho en ella, la verdad. Pero es cierto que las mujeres demasiado delgadas dan como cosa. ¿Quién quiere una talla 36 cuando puede tener esas curvas que tienes tú luciendo la 40?».
Y cambiad de tema rápido. Tampoco hace falta jugársela.
Tenéis que entender que a veces necesitamos hablar con una amiga por teléfono durante una hora y tres cuartos. Puede resultaros molesto, pero es vital para nosotras. No nos lo reprochéis.
Tirar cosas viejas. Tirar… VUESTRAS cosas viejas (si no queréis que vuestra horrible chaqueta bicolor con parches militares que adoráis acabe en la basura, con la consiguiente bronca posterior, podéis dejar estratégicamente situadas cosas de las que no os importe desprenderos… aunque no subestiméis nuestro poder rastreador: esa chaqueta acabará en la basura).
Escuchar una y otra vez una canción que nos gusta y que, sin duda, representa fielmente cómo nos sentimos en ese momento. Prestad atención a la letra, aunque esté cantada por Eros Ramazzotti y sintáis que la cabeza os va a estallar. Quizá estamos intentando deciros algo.
Y, pase lo que pase, invitad vosotros en las ocasiones especiales. Léase primera cena, aniversario… Aunque salgáis con Ivanka Trump.
LO QUE NO NOS GUSTA. NUNCA. EN NINGÚN CASO
Que no paguéis la primera cena (¡sorpresa!).
Que miréis el culo a otra. Olvidaos, jamás pasa desapercibido, ni siquiera cuando lleváis puestas las gafas de sol.
Que en la cama nos preguntéis: «¿Qué tal he estado, te ha gustado?». Si no lo sabéis es que ha estado mal. Directamente.
Los celos que amargan fiestas. Si tenéis problemas de autoestima, hay terapeutas estupendos que os pueden ayudar.
Que jamás os pongáis celosos por nada (un puntito de sangre en las venas se agradece), así estemos subidas a caballito, en bikini, a un sueco desconocido mientras este trota por la orilla de la playa.
Puede parecer contradictorio, pero no lo es.
Que nos preguntéis, en medio de una acalorada discusión, si nos va a venir la regla.
NUNCA. JAMÁS LO HAGÁIS.
Bastante tenemos nosotras…
Que no os depiléis.
Que os depiléis… más que nosotras.