Star Wars Episodio V El imperio contraataca (22 page)

BOOK: Star Wars Episodio V El imperio contraataca
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Experimentó una oleada de confianza y se sintió plenamente preparado para hacer frente al Oscuro Señor, como lo haría un jedi ante otro jedi. No necesitaba el arma. Sintió que la Fuerza le acompañaba y que, por fin, estaba preparado para librar esa batalla inevitable. Subió lentamente la escalera hacia Vader.

—Joven Skywalker, la Fuerza te acompaña, pero aún no eres un jedi —dijo Darth Vader desde lo alto.

Sus palabras tuvieron un efecto espeluznante. Luke vaciló fugazmente y recordó las palabras de otro ex caballero jedi: “Luke, utiliza la Fuerza únicamente como conocimiento y como defensa no como arma. No cedas al odio y a la ira. Esas emociones conducen al lado oscuro”. Luke superó sus dudas, cogió la empuñadura perfectamente acabada de su sable de luz y encendió la hoja láser.

En ese mismo instante, Vader encendió su propia espada y, esperó serenamente al ataque del joven Skywalker.

El profundo odio que sentía hacia Vader impulsó a Luke a atacar irreflexivamente, por lo que dejó caer su hoja chisporroteante sobre la del Oscuro Señor. Con un movimiento defensivo del arma, Vader desvió el golpe sin dificultad, Luke volvió a atacar, una vez más, sus hojas de energía se cruzaron.

Después ambos permanecieron quietos y se miraron atentamente durante un interminable momento a través de los sables de luz entrecruzados.

XIII

Seis soldados imperiales de asalto custodiaban a Lando, Leia y Chewbacca, que marchaban a través del corredor interior de Ciudad de las Nubes.

Al llegar a un cruce salieron a bloquearles el camino doce guardias de Lando y su ayudante.

—Código fuerza siete —ordenó Lando a su ayudante, deteniéndose delante de él. En ese momento los doce guardias apuntaron sus armas láser a los desconcertados soldados y el ayudante de Lando les quitó tranquilamente sus armas. Entregó una de las pistolas, a Leia y la otra a Lando y permaneció a la espera de la siguiente orden.

—Retenlos en la torre de seguridad —indicó el administrador de Ciudad de las Nubes—. ¡Sin hacer ruido! Nadie debe saberlo.

Los guardias y el ayudante de Lando —que ahora llevaban las armas extras— obligaron a los soldados de asalto a avanzar hacia la torre.

Leia había observado confusa el rápido giro de los acontecimientos, pero su confusión se convirtió en asombro cuando Lando, el hombre que había traicionado a Han Solo, empezó a liberar a Chewbacca de sus ligaduras.

—Venga —le apremió—. Saldremos de aquí.

Las gigantescas manos del wookie quedaron finalmente libres. Sin esperar explicaciones, Chewbacca se volvió hacia el hombre que le había liberado y empezó a estrangularle mientras lanzaba un espeluznante rugido.

—Después de lo que le hiciste a Han —dijo Leia—, no puedo confiar en que tú...

Mientras trataba desesperadamente de librarse del feroz abrazo de Chewbacca, Lando intentó explicarse:

—No tenía alternativa... —empezó a decir, pero el wookie le interrumpió con un furioso ladrido.

—Todavía existe la posibilidad de salvar a Han —jadeo Lando—. Están en la Plataforma Oriental.

—¡Suéltalo, Chewie! —dijo por fin Leia.

Sin dejar de echar pestes, Chewbacca soltó a Lando y observo sus esfuerzos por recuperar el aliento.

—No le quites los ojos de encima, Chewie aconsejó Leia al wookie, que gruñía amenazador.

—Tengo la sensación de que estoy cometiendo otro grave error —musitó entre dientes. La pequeña y robusta unidad R2 recorría el pasillo orientando sus dispositivos exploratorios en todas las direcciones posibles con la intención de detectar alguna señal de su amo... o de cualquier indicio de vida. Se dio cuenta de que estaba terriblemente desorientado y había perdido la cuenta de los metros recorridos.

Al dar la vuelta en una esquina, Artoo-Detoo divisó una serie de formas que avanzaban corredor arriba. Emitió bips y silbidos androides con la esperanza de que se tratara de amigos.

Sus sonidos fueron detectados por una de las criaturas, que gritó su nombre.

—Artoo... Artoo...

¡Era Threepio! Chewbacca, que aún cargaba con el semi armado See-Threepio, se volvió rápidamente al ver que se acercaba el achaparrado androide R2. Pero cuando el wookie se volvió, Threepio quedó fuera del alcance de la vista de su amigo.

—¡Espera! —chilló el irritado Threepio—. Vuélvete, peludo... ¡Date prisa, Artoo! Estamos tratando de salvar a Han del cazador a sueldo.

Artoo avanzó emitiendo constantes Bips y Threepio respondió pacientemente a sus frenéticas preguntas.

—Lo sé. Pero Amo Luke sabe cuidarse.

Al menos eso era lo que See-Threepio se decía a si mismo mientras proseguían la búsqueda de Han.

En la Plataforma Oriental de Aterrizaje de Ciudad de las Nubes, dos guardias empujaron el cuerpo congelado de Han Solo a través de una escotilla lateral de la
Slave I
. Boba Fett trepó por una escotilla lateral a la abertura y abordó su nave, ordenando que cerraran herméticamente en cuanto entró en la carlinga.

Fett encendió los motores y la nave empezó a rodar por la plataforma de despegue.

Lando, Leia y Chewbacca corrieron hacia la plataforma sólo a tiempo para ver cómo la
Slave
levantaba el vuelo y se remontaba vertiginosamente en el crepúsculo naranja púrpura de Ciudad de las Nubes. Chewbacca empuño su barrena, rugió y disparo contra la nave espacial que partía.

—No tiene sentido —le dijo Lando—. Están fuera de alcance.

Todos fijaron la vista en la nave excepto Threepio. Éste, todavía atado a la espalda de Chewbacca, vio algo que los demás aún no habían advertido.

—¡Oh, no! —exclamó.

Un pelotón de soldados de asalto del Imperio empezó a descargar ráfagas de rayos contra el grupo. La primera descarga erró por un pelo a la princesa Leia.

Lando fue veloz en devolver el fuego al enemigo y el aire quedó surcado por un brillante entre cruzamiento de rayos láser rojos, y verdes.

Artoo, corrió precipitadamente hacia el ascensor de la plataforma y se escondió en el interior para presenciar la furia de la batalla desde una prudente distancia.

—¡Vamos, en movimiento! —gritó Lando por encima del ruido de las descargas, en tanto corría hacia el ascensor abierto sin dejar de disparar contra los soldados de asalto.

Pero Leia y Chewbacca no se movieron. Permanecieron donde estaban y mantuvieron un fuego uniforme sobre los soldados. Éstos gemían y caían cuando sus pechos, brazos y vientres estallaban bajo la puntería fatalmente precisa de aquella fémina humana y de aquel macho wookie.

Lando asomó la cabeza por el ascensor con la intención de llamar su atención, haciéndoles señas de que corrieran. Pero ambos eran como posesos que con sus ráfagas vengaran toda la ira, el cautiverio y la pérdida de un ser querido. Estaban decididos a exterminar las vidas de los mercenarios del Imperio Galáctico.

Threepio hubiese preferido estar en cualquier otra parte. Incapaz de escapar, todo lo que podía hacer era pedir socorro frenéticamente.

—¡Ayúdame Artoo! —gritó—. ¿Cómo me he metido en esto? ¡Estar atado a la espalda de un Wookie es un destino peor que la muerte!

—¡Meteos aquí! —volvió a gritar Lando—. ¡Deprisa! ¡Deprisa!

Leia y Chewbacca empezaron a avanzar hacia él, eludiendo la lluvia de rayos láser, y entrando precipitadamente en el ascensor. Al cerrarse las puertas vieron que los soldados supervivientes corrían hacia ellos.

Las luces de los sables se entrecruzaban en el combate que libraban Luke Skywalker y Darth Vader sobre la plataforma, encima de la cámara congeladora de carbono. Luke sentía que la plataforma se estremecía a cada golpe y a cada estocada de sus armas, pero seguía impertérrito, pues con cada movimiento de la espada alejaba al maligno Darth Vader.

—El temor no te afecta. Has aprendido más de lo que yo preveía.

—Descubrirá que estoy lleno de sorpresas —replicó el confiado joven, amenazando a Vader con otra estocada.

—Yo también, fue la siniestra y serena respuesta de Vader.

Con dos graciosos movimientos, el Oscuro Señor enganchó el arma de Luke, se la quitó de las manos y la arrojó a lo lejos. Un rayo de energía de Vader a los pies de Luke hizo saltar a éste hacia atrás en un esfuerzo por protegerse pero trastabillo y cayo escaleras abajo.

Tendido sobre la Plataforma, Luke levantó la vista y vio que la funesta y oscura figura se cernía sobre él desde lo alto de la escalera. Luego la figura voló directamente hacia él, con su capa negra ondeando en el aire como las alas de un murciélago monstruoso.

Luke rodó rápidamente de costado sin apartar los ojos de Vader mientras la enorme figura negra aterrizaba silenciosamente a su lado.

—Tu futuro está en mis manos, Skywalker —siseó Vader, inclinándose sobre el joven—. Ahora caerás en el lado oscuro. Obi-Wan sabía que ésta es la verdad.

—¡No! —chilló Luke, tratando de rechazar la maligna presencia del Oscuro Señor.

—Es mucho lo que Obi-Wan no te ha dicho —continuó Vader—. Ven conmigo, completaré tu educación.

La influencia de Vader era increíblemente fuerte y a Luke le pareció algo viviente.

No le prestes atención, dijo Luke para sus adentros. Está tratando de engañarme, de llevarme por mal camino, de conducirme al lado oscuro de la Fuerza, tal como Ben me advirtió.

Luke empezó a retroceder para alejarse del Señor de Sith que avanzaba hacia él. A espaldas del joven se abrió sin ruido el ascensor hidráulico, listo para recibirlo.

—¡Prefiero la muerte! —anunció Luke.

—No será necesario.

Inesperadamente, el Oscuro Señor asesto a Luke un golpe tan fuerte con su sable de luz que el joven perdió el equilibrio y cayo en la abertura.

Vader se volvió de espaldas al foso de congelamiento y desactivó con indiferencia su sable de luz.

—Demasiado fácil —se encogió de hombros—. Quizá no seas tan fuerte como creía el emperador.

Mientras Vader hablaba empezó a manar metal fundido en la abertura a la que daba la espalda y del que comenzó a elevarse un contorno borroso.

—El tiempo lo dirá —fue la respuesta de Luke a la observación de Vader.

El Oscuro Señor se volvió. ¡Era indudable que en ese punto del proceso de congelamiento el sujeto tenía que poder hablar! Vader paseó la mirada por la habitación y luego volvió la cabeza cubierta con el casco hacia el techo, Luke estaba suspendido de unos tubos flexibles que colgaban de lo alto, después de saltar unos cinco metros, en el aire para escapar de la carbonita.

—Impresionante —reconoció Vader—. Tu agilidad es impresionante.

Luke volvió a caer sobre la plataforma, al otro lado del humeante foso. Extendió la mano y su espada, caída en otra parte de la plataforma, voló hacia él para que la empuñara. Instantáneamente se encendió el sable de luz.

La espada de Vader cobró vida al momento.

—Ben te ha enseñado bien. Has controlado tu temor. Ahora libera tu ira. He destruido a tu familia. Puedes vengarte.

Pero esta vez Luke fue cauteloso e intentó dominarse. Si lograba dominar la ira como había hecho con el miedo, no sería desviado.

Recuerda el entrenamiento, se aconsejó Luke a sí mismo. ¡Recuerda lo que te enseño Yoda! Aparta de ti toda ira y todo rencor y recibe la Fuerza.

A medida que adquiría dominio sobre sus sentimientos negativos, Luke comenzó a avanzar, pasando por alto las insinuaciones de Vader. Se abalanzó sobre éste y después de un rápido forcejeo empezó a hacerle retroceder.

—Tu odio puede darte el poder de destruirme —le tentó Vader—. Úsalo.

Luke empezaba a comprender lo tremendamente poderoso que era su oscuro enemigo y se dijo entre dientes: “No me convertiré en un esclavo del lado oscuro de la Fuerza”. Avanzó prudentemente en dirección de Vader.

Mientras Luke se aproximaba, Vader retrocedía lentamente. Luke se echo sobre él con la intención de golpearlo vigorosamente, pero cuando Vader bloqueó sus movimientos perdió el equilibro y cayo por el borde exterior de las humeantes tuberías. Aunque casi se le doblaban las rodillas, Luke apeló a todas sus fuerzas, avanzó prudentemente hasta el borde y miró hacia abajo. No vio huellas de Darth Vader. Apagó su sable de luz, lo prendió del cinturón y bajo al foso.

Se dejo caer al suelo y se encontró en una espaciosa sala de control y mantenimiento, abierta al reactor que daba energía a toda la ciudad. Echó un vistazo a la cámara y su mirada tropezó con una gran ventana. Frente a ella se destacaba, erguida e inmóvil, la figura de Darth Vader.

Luke se acercó lentamente a la ventana y volvió a encender el sable de luz.

Pero Vader no encendió su propia espada ni hizo ningún esfuerzo por defenderse mientras Luke se aproximaba. De hecho la única arma del Oscuro Señor era su voz tentadora.

—Ataca —instó al joven jedi—: Destrúyeme.

Confundido por el truco de Vader, Luke vaciló.

—Sólo vengándote lograrás salvarte...

Luke permaneció inmovilizado en su lugar. ¿Debía seguir el consejo de Vader y emplear la Fuerza como arma de venganza? ¿Debía renunciar a esa batalla con la esperanza de tener otra oportunidad de derrotar a Vader cuando tuviese un mayor dominio de sí mismo? No. ¿Cómo podía dejar a un lado la oportunidad de destruir a ese ser maligno? Su oportunidad era ésa y no debía desaprovecharla...

¡Posiblemente no se repetiría esa oportunidad!

Luke aferró con ambas manos su sable de luz letal, apretando la suave empuñadura como si fuera una antigua espada. Levantó el arma para dar el golpe que destruiría a aquel horror enmascarado.

Sin darle tiempo a moverse, un enorme mecanismo se separo de la pared y se precipitó en su dirección. Luke se volvió instantáneamente, lanzó un destello y cortó el objeto por la mitad: los dos enormes fragmentos cayeron al suelo con violencia.

Otro dispositivo avanzó hacia el joven, que volvió a utilizar la Fuerza para desviarlo. El pesado objeto se tambaleó como si hubiese rebotado contra un escudo invisible. Luego un enorme caño se acercó a Luke por el aire. Aunque éste lo repelió, volaron sobre él piezas y fragmentos del mecanismo desde todas direcciones. Enseguida, unos cables que se extendieron desde las paredes se acercaron retorciéndose y echando chispas, para golpearle.

Bombardeado por todas partes Luke hizo todo lo posible por eludir el ataque, pero empezó a sangrar y a llenarse de contusiones en el intento.

Una gran pieza chocó contra el cuerpo de Luke, se desvió y rompió la amplia ventana, dando paso al ululante viento. De pronto todo empezó a volar en la habitación y el feroz viento azotó el cuerpo de Luke y llenó la estancia con un amenazador aullido.

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