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Authors: Martin Gardner

Tags: #Ciencia, Ensayo

¿Tení­an Ombligo Adan y Eva? (17 page)

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Naturalmente, cuando hace esto, sus imágenes están influidas por los acontecimientos recientes (lo que los psicoanalistas llaman «residuos del día»), por recuerdos antiguos, por las circunstancias del dormitorio, por los estados corporales y por los deseos y temores intensos.

Puesto que los sueños no ocultan deseos subconscientes, no se puede aprender nada sobre ellos mediante pruebas de libre asociación ni tratando de interpretar los estrafalarios símbolos freudianos. Los sueños son sólo lo que parecen. Si usted sueña que pierde un tren o un avión, es porque ha experimentado estos desafortunados sucesos. Si sueña que tiene un encuentro amistoso con un pariente o con otra persona, es porque le gusta esa persona. Si sueña con un encuentro hostil, es porque la persona le disgusta o le da miedo. Si sueña que vuela, es porque a menudo se imagina lo agradable que sería deslizarse a través del aire, y esto puede estar reforzado por recuerdos de bucear bajo el agua, saltar, patinar, descender en trineo, etc.

Se dice que Freud afirmó que en algunos sueños un cigarro puede no ser más que un cigarro. Para Hobson, un cigarro soñado es siempre un cigarro. Una vez tuve un sueño muy claro, en el que me encontraba en una habitación desconocida donde había un cigarro humeando en un cenicero. Consciente de que estaba soñando, decidí experimentar para ver si, además de las vividas imágenes (podía ver complicados diseños en el empapelado de las paredes), mi sueño podía incluir olores. Cogí el cigarro y me lo acerqué a la nariz. El resultado fue un olor a tabaco quemándose, tan fuerte que me desperté. El cigarro de mi sueño era sólo un cigarro.

Hobson recuerda un sueño muy realista en el que, durante una visita al Museo de Bellas Artes de Boston, vio y oyó a Mozart tocando un concierto de piano. Se fijó en que Mozart estaba muy gordo. Un analista freudiano podría haber llegado a la conclusión de que Mozart era una imagen paterna, y que su obesidad simbolizaba el deseo subconsciente de Hobson de matar a su padre para quedarse con su madre para él solo. Hobson dice que el concierto era uno que él conocía muy bien. Suele escuchar a Mozart mientras conduce, y visita con frecuencia el Museo de Bellas Artes. Su propia barriga estaba empezando a aumentar de volumen. El sueño no tenía ningún contenido latente. Tal como lo explica Hobson, «Mozart es Mozart». Otros libros de Hobson son
Sleep
(1989) y
The Chemistry of Conscious States
(1994).

Aunque pasamos una tercera parte de nuestra vida dormidos, todavía no está claro por qué esto es necesario para nuestra salud.

Sabemos que el sueño restaura el cuerpo y de algún modo repara la enmarañada trama de las preocupaciones, como decía el Macbeth de Shakespeare. Ha habido que descartar la antigua idea de que los sueños permiten «descansar» a las neuronas, porque ahora sabemos que las neuronas están tan activas durante el sueño como cuando estamos despiertos. Hobson conjetura que se podría retomar la teoría del descanso si suponemos que los sueños hacen descansar a los neurotransmisores fatigados del cerebro, que efectivamente reducen mucho su actividad durante el sueño REM. Otra conjetura de Hobson es que tal vez la evolución desarrolló los sueños como una forma de entretenimiento, ya que la mayoría de los sueños son agradables y divertidos; sería como leer un relato de fantasía o ver películas fantásticas.

En estas tres teorías, la naturaleza extravagante de los sueños se explica por la activación al azar de neuronas y por los esfuerzos del cerebro por conectar escenas sin sentido en una historia más o menos coherente. (Éste no es lugar para comentar los sueños lúcidos o extracorpóreos, en los que uno es consciente de que está dormido y tiene un mínimo de libre albedrío para controlar los episodios. Ver el libro de Susan Blackmore,
Beyond the Body: Investigations of Out-of-the-Body Experiences
, Londres, Heinemann, 1982). Ahora que la teoría de los sueños de Freud se está evaporando rápidamente como un mal sueño, ¿qué teoría de los sueños tenemos? Aunque se están descubriendo muchas cosas y se proponen muchas teorías rivales, sigue siendo un misterio cómo y por qué soñamos. Lo más sorprendente es que las especulaciones actuales no son muy diferentes de las de Platón y Aristóteles.

Addendum

Cuando dije que las pesadillas sólo ocurren durante el sueño NREM, estaba utilizando la palabra con su antiguo significado: un sueño tan horrible que el soñador grita, presa del pánico. Varios lectores me escribieron para decirme que a esos sueños se les llama ahora «terrores nocturnos». Se considera que una pesadilla es simplemente un mal sueño muy vivido, y esto desde luego puede darse en el sueño REM.

Antony Flew y D. F. Hughes escribieron para indicarme, acertadamente, que la evolución elimina las mutaciones perjudiciales, pero a menudo deja en paz las mutaciones inofensivas, aunque no tengan valor de supervivencia.

En 1999, la MIT Press publicó
The Paradox of Sleep: The Story of Dreaming
, del científico francés Michel Jouvet. Jouvet llama «sueño paradójico» al sueño REM; es paradójico porque nadie sabe con certeza por qué soñamos. Está claro que el sueño es imprescindible para la salud, pero parece que a las personas se las puede privar del sueño REM durante largos períodos sin efectos adversos. Jouvet se incluye en el bando de los que consideran que el sueño es el método que usa el cerebro para reprogramarse y borrar los recuerdos no necesarios.

Al leer una reseña de este libro en
American Scientist
(septiembre/octubre de 1999) —no he leído el libro—, me enteré de un hecho sorprendente. Los delfines se ahogan si no respiran aire continuamente. Si un delfín se quedara completamente dormido, no podría subir cada poco rato a la superficie para respirar. ¿Cómo resuelven el problema de dormir y soñar? ¡Teniendo dormido sólo un lado del cerebro, mientras el otro lado permanece despierto para asegurar que obtiene el aire necesario!

En
Science News
(8 de noviembre de 1997) y
Discover
(marzo de 1998) se comunicaba otro asombroso descubrimiento: el ornitorrinco, un mamífero primitivo que pone huevos como el equidna, pasa hasta ocho horas diarias en sueño REM. Esto es más de seis veces la cantidad de sueño REM de los humanos. El descubrimiento era sorprendente porque el equidna no sueña nada, a pesar de que su estructura cerebral y la del ornitorrinco son casi idénticas. El neurólogo Jerome Siegel, de la Universidad de California, que llevó a cabo la investigación sobre el ornitorrinco junto con unos colegas de Australia, dice que este animalito es «el campeón del sueño REM». Lo que no está nada claro es qué tiene que ver esto con la evolución del sueño REM y los sueños.

El libro de J. Allan Hobson,
Sleep
, magníficamente ilustrado, se publicó en 1989, editado por W. H. Freeman. La obra se centra en el sueño fisiológico y sus trastornos, pero contiene un capítulo sobre los sueños que resume las diversas teorías actuales.

Éste no es lugar para una bibliografía de los numerosos libros sobre los sueños publicados en las últimas décadas, pero hay dos libros recientes que vale la pena citar: el de David Foulkes,
Children Dreaming and the Development of Consciousness
(1999), y el de Owen Flanagan,
Dreaming Souls: Sleep, Dreams and the Evolution of the Conscious Mind
(2000).

12. Jean Houston: gurú de la Nueva Era

Fuera de los círculos de la Nueva Era, el público sabía poco sobre Jean Houston hasta que Bob Woodward dedicó diez páginas de su libro
The Choice
(1996) a explicar cómo Houston y Hillary Rodham Clinton se hicieron buenas amigas. Como todos saben ahora, Hillary Clinton asistió a muchas sesiones con Houston, durante las cuales, a manera de ejercicio mental, la primera dama mantuvo conversaciones imaginarias con Eleanor Roosevelt y el Mahatma Gandhi. Se resistió a conversar con Jesucristo, diciendo que aquel diálogo era «demasiado personal».

Más adelante, Houston y la señora Clinton dejaron claro que la primera dama no pensó en ningún momento que estaba en contacto con los espíritus de la señora Roosevelt y otras personas. Era solamente lo que Houston llama uno de sus «juegos mentales».

Houston se describe a sí misma como filósofa y psicóloga; dice que nunca ha asistido a una sesión de espiritismo y que no tiene el más mínimo interés por el tema.

Esto es verdad. Sin embargo, Houston y su marido, Robert E. L. Masters, tienen un permanente interés por la canalización.

Otros canalizadores famosos, como J. Zebra Knight, aseguran que transmiten mensajes de entidades incorpóreas que habitan mundos superiores, pero Houston y Masters ven la canalización desde un punto de vista totalmente diferente. Están convencidos de que los canalizadores, cuando están en trance, entran en contacto con lo que Carl Jung llamaba «el subconsciente colectivo» de la raza humana. En las profundidades de nuestras mentes se encuentran los «arquetipos eternos»: recuerdos inconscientes creados por nuestra historia evolutiva, recuerdos que son fuente de gran sabiduría.

Houston y Masters iniciaron sus carreras experimentando con LSD y otras drogas alucinógenas con la intención de sondear el subconsciente colectivo. Su primer libro,
Varieties of Psychodelic Experience
(1966), causó sensación entre los jóvenes que entonces experimentaban con esas drogas, animados por el difunto Timothy Leary. Cuando el LSD quedó legalmente prohibido, Houston y Masters dirigieron su atención a técnicas sin drogas para explorar lo que ellos llamaban «el yo interior»; en especial, técnicas basadas en el hipnotismo y en la formación de imágenes mentales.

Durante tres décadas, Houston y su marido llevaron a cabo miles de sesiones de seudocanalización con voluntarios en su Fundación para la Investigación de la Mente, cuya sede actual está en Pomona (Nueva York), en una casa construida por el actor Burgess Meredith. A los pacientes se les hace entrar en estado de trance, durante el cual parecen hablar con las voces de personas que llevan mucho tiempo muertas. Por ejemplo, una mujer transmitió sorprendentes mensajes supuestamente procedentes de una antigua diosa egipcia llamada Sekhmet. De estas sesiones trata el libro de Masters,
The Goddess Sekhmet
(1988, reeditado en 1991).

Ni Masters ni Houston creen que una auténtica diosa egipcia hablara por boca de la mujer. Aun así, están maravillados por la belleza y sabiduría de sus mensajes, y lo mismo ocurre con los mensajes que llegan a través de otros «canalizadores» que entran en contacto con el subconsciente colectivo.

Es posible que Hillary Clinton no estuviera al corriente de la creencia de Houston, compartida por Masters, en que las personas en estado de trance pueden tener grandes poderes de percepción extrasensorial (telepatía, clarividencia y precognición).

Estas opiniones de Houston y Masters se recogen en unos quince libros, escritos independientemente o en colaboración. Los dos más influyentes son
Mind Gomes: The Guide to Inner Space
(1972) y
Listening to the Body
(1978). Otros libros anteriores, escritos o coescritos por Masters, son
The Cradle of Erotica
(1963), sobre las prácticas sexuales en África y Asia, y
Eros and Evil
(1962), sobre la relación entre las creencias sexuales y la quema de brujas en la Edad Media.

Se puede encontrar un buen resumen de las opiniones psíquicas de Houston y Masters en el libro de John Klimo,
Channeling, Investigations on Receiving Information from Paranormal Sources
. El libro se publicó en 1987, editado por la empresa editorial de Jeremy P. Tarcher, marido de la ventrílocua Shari Lewis.

Houston le dijo a Klimo lo siguiente:

Estas «entidades» [canalizadas], como nosotros las llamamos —Seth o Saúl o Paul o Jonathan— son básicamente «diosecillos» de las profundidades de la psique. […] Son personajes del yo que adoptan una forma aceptable para que podamos relacionamos con ellos y así dialogar. […] Los arquetipos tradicionales ya no tienen para mucha gente el poder que en otro tiempo tuvieron. La gente busca lo que podríamos llamar arquetipos de forma libre. Y así se obtienen los Seths y los Salems y las miríadas de guías personalísimos que están llenando la psique.

En 1979, Ken Carey, un joven granjero de Missouri, empezó a canalizar a una entidad llamada Rafael (tal vez el arcángel de la Biblia) y más adelante al propio Jesucristo. Carey publicó sus guirigays canalizados en dos libros, a cuál más ridículo:
The Starseed Transmissions: An Extraterrestrial Report
(1982) y
Vision
(1985). «Al entrar en comunión con estas inteligencias espaciales —escribe Carey—, nuestros campos biogravitatorios parecieron fundirse, nuestras conciencias se fusionaron y mi sistema nervioso pareció quedar accesible para ellas como canal para la comunicación».

El material canalizado por Carey está repleto de la palabrería habitual de la Nueva Era —unidad, vibraciones, totalidad, armonía, amor, etc.—, sin transmitir nada que tenga sentido. Aun así, Houston aseguró a Klimo que las transmisiones Starseed son «posiblemente, los mejores ejemplos de "conocimiento canalizado" que he encontrado jamás».

Aunque Houston niega una y otra vez que los canalizadores entren en contacto con personas fallecidas, le falta poco para decir que están en contacto con mentes que están fuera de sus cerebros. Así se lo explicó a Klimo:

Yo creo que el universo está repleto de inteligencia. Parte de ella está encarnada y parte desencarnada, aunque en términos estrictos probablemente no hay ninguna parte desencarnada. Puede tener una estructura con menos de
n
dimensiones, o pasar a través de un agujero negro o de una estructura de partículas negativas.

Pero yo creo que todo tiene una estructura o un patrón. Y creo que así es como se define la encamación. El problema es si se encarna en una proteína, en un ordenador o en una sustancia química.

Si se piensa que la encarnación puede ser una frecuencia de pulsación, puede que ni siquiera estén en el espacio, podrían estar a través del tiempo.

A Houston le gusta lo que llaman el universo holográfico. Como en un holograma, cada porción de un universo holográfico contiene de algún modo el total. Klimo recoge las siguientes declaraciones de Houston:

Si la teoría holográfica tiene alguna prueba que la demuestre, entonces parece indicar que todo es ubicuo [omnipresente], que todo estaría de todos modos en todo momento en este universo matriz simultáneo en todas partes. Y eso explicaría muchas cosas de los canales. […] Ciertos individuos son capaces de alzar las compuertas o bajar el nivel del hielo o volverse diáfanos, estirarse hasta hacerse muy delgados, de modo que esta información ubicua, simultánea en todo momento en todas partes, se hace accesible a los seres humanos. […] Entonces tienes que proyectar un personaje [una fuente] para refrenar la ubicuidad de la información, pues de otro modo no se captaría.

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