¿Qué opino yo de todo esto? Me resulta difícil comprender que los cristianos conservadores y fundamentalistas, que creen que los milagros de la Biblia ocurrieron de verdad, se molesten en buscar explicaciones naturales para lo que la Biblia describe claramente como fenómenos sobrenaturales de origen divino. El Jehová de las Escrituras posee asombrosos poderes, que le permiten suspender las leyes de la naturaleza y hacer cualquier cosa que desee. ¿Por qué molestarse en buscar causas naturales del gran diluvio con el que Dios ahogó a todos los hombres, mujeres y niños del mundo, junto con sus animales, con la excepción de una familia sin importancia y los pocos animales que llevaban en su arca? En cierta ocasión le pregunté a un adventista del Séptimo Día por qué Dios fue tan cruel al matar a todos aquellos niños inocentes. ¡Me respondió que Dios sabía lo malvados que habrían sido si se les hubiera permitido crecer! En mi no tan humilde opinión, la historia de la Estrella es puro mito, similar a muchas antiguas leyendas sobre la milagrosa aparición de una estrella que anuncia un gran acontecimiento, como el nacimiento de César, de Pitágoras, de Krishna (el salvador hindú) y otros famosos personajes y divinidades. Se dice que Eneas fue guiado por una estrella cuando viajaba rumbo a Occidente desde Troya hasta el lugar donde fundó Roma. (No he sido capaz de encontrar ninguna mención de tal hecho en la
Eneida
de Virgilio, y le estaría agradecido al lector que me pudiera localizar la referencia). Muchos estudiosos creen que la leyenda de la Estrella de Belén se inventó para que se cumpliera una profecía del libro de los Números (24:17): «Le veré, pero no ahora. Le contemplaré, pero no de cerca. Una estrella se alzará de Jacob, y un cetro surgirá de Israel».
Aunque no creo que la Estrella de Belén existiera, ni que fuera una ilusión provocada por un suceso astronómico natural, la declaración de la señora White me parece más digna de admiración que los fútiles esfuerzos de los cristianos liberales por eliminar de la Biblia todas las alusiones a los poderes milagrosos de Dios. Esto me parece casi tan degradante para la Biblia como los esfuerzos de las ultrafeministas cristianas por expurgar de las Escrituras todas las frases en las que a Dios se llame «Padre» (o cualquier otro término masculino) y a Jesús se le llame «Hijo». Es una tendencia que me resulta aún más ridícula que intentar cambiar la palabra «negro» por «afroamericano» en novelas clásicas como Huckleberry Finn y «el negro» en el
Narciso
de Joseph Conrad.
¡Dejemos que la Biblia sea la Biblia! No es un libro de ciencia. No es historia rigurosa. Es un barril de feria lleno de fantasías religiosas escritas por muchos autores. Algunos de sus mitos, como la Estrella de Belén, son muy hermosos. Otros son aburridos y feos. Algunos expresan elevados ideales, como las parábolas de Jesús.
Otros son moralmente repugnantes. Estoy pensando en la trágica leyenda sobre el impetuoso juramento de Jefté, que le obligó a sacrificar a su hija. (¿Por qué san Pablo habla de Jefté como un hombre de mucha fe?) O en el pasaje en el que el furioso Jehová mata a dos sobrinos de Moisés con sendos rayos, simplemente porque no mezclaron bien el incienso para un sacrificio. ¡A Dios no le gustaba cómo olía el humo! El Dios del Antiguo Testamento es tan hábil como Zeus en el manejo del rayo como arma de castigo.
La Biblia del Rey Jacobo es casi un milagro en sí misma; su estilo poético es mucho más bello y conmovedor que el de cualquiera de las traducciones modernas al inglés o a otras lenguas.
Representa, además, una gran mejora con respecto al estilo frecuentemente tosco de los antiguos autores hebreos y griegos. La Biblia del Rey Jacobo es una obra maestra de la literatura, que más vale dejar inalterada. Es un clásico digno de figurar en una estantería junto a las grandes fantasías de Homero, Virgilio, Dante, Milton y… sí, incluso el Corán.
Addendum
En 1999, poco después de escribir este capítulo, dos editoriales universitarias publicaron sendos libros sobre la Estrella:
The Star of Bethlehem
, de Mark Kidger (Princeton University Press) y
The Star of Bethlehem
, de Michael Molnar (Rutgers University Press).
Kidger, astrónomo británico, opina que la Estrella era una nova que, según los registros de los astrónomos chinos, brilló en el cielo durante setenta días en 5 a.C. Ocurrió después de una serie de conjunciones que los Magos interpretaron como señales astrológicas de que había nacido el Mesías.
Molnar, astrónomo de Rutgers, argumenta que la Estrella es un mito basado en un evento astrológico: la ocultación de Júpiter por la Luna en la constelación de Aries, el 17 de abril de 6 a.C. Según él, ésta fue la fecha del nacimiento de Jesús. San Mateo describió incorrectamente este suceso astrológico como una estrella que se movía a través del firmamento.
Si Mateo se equivocó de tal manera con respecto a la estrella, ¿cómo podemos estar seguros de que es verdad lo que dice sobre el viaje de unos magos desde Oriente? La conjetura de Molnar me parece tan irrelevante como las demás hipótesis sobre fenómenos celestes que pudieran confundirse con una estrella. Sin duda, la explicación más sencilla del relato de Mateo es que tanto la Estrella como los Magos forman parte de las muchas leyendas evangélicas que carecen de base real.
Dennis J. Cuniff, David Barclay y Don G. Evans me escribieron respondiendo a mi pregunta sobre dónde encontrar la Estrella en la
Eneida
de Virgilio. El pasaje comienza en la línea 694 del Libro Segundo. Me equivoqué al pensar que la Estrella guió a Eneas hasta el futuro emplazamiento de Roma. Era simplemente una señal en los cielos, producida por Júpiter para hacer saber a Eneas que aprobaba sus planes de fundar una nueva ciudad en Italia. La Estrella, acompañada por un rayo, era un brillante meteoro que cruzó el firmamento dejando una estela de luz y olor a azufre.
Sin embargo, no me equivoqué tanto al decir que había una leyenda sobre una estrella que guió a Eneas en su búsqueda de un lugar donde fundar Roma. William C. Waterhouse, matemático de Penn State, me escribió para decirme que existe un pasaje escrito por el erudito romano Mario Terencio Varro y citado en un comentario a la
Eneida
escrito en el siglo IV d.C. por un hombre llamado Servio. Varro dice que esta Estrella Matutina, conocida como la estrella de Venus, fue siempre vista por Eneas hasta llegar a la tierra laurentina; y que en cuanto llegó allí, dejó de ser visible, y eso indicó a Eneas que había llegado a su destino.
Al parecer, esto no se refiere a una estrella de duración limitada, sino al planeta Venus, que, según Varro, parecía guiar a Eneas hacia su destino hasta que se volvió invisible en el firmamento.
No cabe la menor duda de que la mente puede ejercer fuertes influencias, totalmente subconscientes, sobre tareas en las que intervienen las manos. Es el secreto del tablero Ouija. Es el secreto de la brusca inclinación de las varillas radiestésicas cuando el radiestesista cruza sobre ciertos puntos del terreno. Antes, en las tiendas de baratijas se vendía un artículo llamado «indicador del sexo». Consistía simplemente en una pequeña pesa atada al extremo de un cordel. Se puede hacer uno en un santiamén. Se sujeta el extremo libre del cordel, dejando que la pesa cuelgue. Si se sostiene la pesa sobre la mano de un hombre, oscila de delante atrás en línea recta. Si se sitúa sobre la mano de una mujer, oscila en una órbita elíptica. Por supuesto, esto sólo funciona si la persona que sostiene el cordel sabe qué esperar. Los movimientos subconscientes de la mano hacen que el artefacto cumpla las expectativas.
Hace poco hubo un escándalo basado en el efecto del tablero Ouija: se aseguraba que algunos niños autistas, ayudados por un «facilitador», eran capaces de escribir a máquina largos documentos, muy por encima de la capacidad del niño para comunicarse hablando. Mediante ingeniosas pruebas, se demostró que el facilitador guía subconscientemente las manos del niño autista mientras éste pulsa las teclas. Incluso se han dado casos de niños autistas que, en manos de facilitadores neuróticos, han mecanografiado falsas acusaciones de espantosos abusos sexuales perpetrados por sus amantes padres.
Durante más de un siglo, los magos han localizado objetos escondidos valiéndose de lo que en el oficio se llama «lectura muscular». Una persona que sabe dónde está escondido el objeto agarra la muñeca del mago. Las presiones subconscientes de la mano del voluntario guían al mago hasta el lugar correcto. (Debo añadir que algunos magos, no queriendo correr riesgos con un espectador poco cooperativo, tienen un colaborador entre el público que envía señales electrónicas mediante un interruptor de lengüeta oculto en un zapato. Un pequeño receptor adosado al cuerpo del mago produce pulsaciones que le indican hacia dónde ir). Uno de los ejemplos más divertidos de control de la mente sobre el cuerpo es el antiguo ritual chino de poner huevos frescos de gallina en posición vertical sobre el extremo ancho, el primer día de primavera. La idea de que la posición del Sol o de los planetas en ciertos días puede influir en las fuerzas gravitatorias que actúan sobre el huevo es tan ridícula que los físicos se ríen de esta hipótesis. Sin embargo, personas inteligentes que no saben nada de ciencia y tienen tendencia a las creencias paranormales creen de verdad que en ciertas épocas del año es más fácil poner en equilibrio un huevo que en otras épocas.
Este ritual del equilibramiento de huevos parece remontarse a la antigua China. Según la tradición, en el día de Li Chun (el primer día de primavera; el nombre significa «comienza la primavera») a los huevos les resulta más fácil equilibrarse sobre una superficie lisa que en los demás días del año. Esta leyenda aparece recogida en antiguos libros chinos de fecha incierta, como El caleidoscopio secreto y Saber lo que saben los cielos.
La leyenda llegó a Estados Unidos en 1945, cuando la revista UFO publicó en su número del 19 de marzo un artículo de
Annalee Jacoby
que describía el ritual. Al igual que nuestro día de Acción de Gracias, Li Chun es una fecha variable. Suele caer en el 4 ó 5 de febrero. En 1945 fue el 4 de febrero, vigésimo segundo día del duodécimo mes lunar chino. Algunos años no tienen Li Chun. Se les llama años lunares «ciegos», porque son incapaces de «ver» el primer día de primavera. Otros años lunares pueden tener dos Li Chuns consecutivos.
Según el artículo de UFO, la mayoría de la población de Chungking se dedicaba a equilibrar huevos el día de Li Chun. Por toda la ciudad se podían ver huevos frescos, con la cascara intacta, de pie sobre el pavimento, las mesas y otras superficies. Corresponsales de la United Press enviaron reportajes acerca de esta manía.
Se dice que Albert Einstein comentó que no creía que la fecha influyera en modo alguno en el equilibrio de los huevos. Chungking estaba dividida en creyentes y escépticos. Alguien propuso equilibrar un gran número de huevos formando las palabras «Einstein está chiflado», pero todo quedó en nada.
Por razones que reflejan la ignorancia científica de la masa, combinada con su afición a los milagros, la idea de que los huevos frescos son más fáciles de equilibrar el primer día de primavera causó sensación en Estados Unidos. Sin embargo, aquí el primer día de primavera coincide con el equinoccio vernal, cuando el Sol cruza el ecuador y el día y la noche tienen igual duración.
Esto ocurre hacia el 21 de marzo, más de un mes después del primer día de la primavera china. Pero esta discrepancia no preocupó a los creyentes norteamericanos.
El artículo de UFO desencadenó una pequeña epidemia de equilibramiento de huevos, no sólo en Li Chun sino en el equinoccio vernal. La manía alcanzó su momento culminante casi cuarenta años después, en 1983 y en Manhattan. Según un reportaje de tres páginas publicado en
The New Yorker
(4 de abril de 1983), una creyente llamada Donna Henes organizó su sexta ceremonia anual de equilibramiento de huevos en el parque Ralph J. Bunche, donde se cruzan la Primera Avenida y la calle 42, enfrente del edificio de las Naciones Unidas. El 20 de marzo, el Sol cruzó el ecuador exactamente veintiún minutos antes de la medianoche. En aquel instante, según creía Henes, los huevos se equilibrarían fácilmente sobre su extremo ancho.
Henes era entonces una artista de 37 años muy comprometida con campañas a favor de la paz mundial. Con su ritual de equilibramiento de huevos pretendía promover la armonía internacional. El acto se inició disparando 52 bengalas de emergencia, una por cada semana del año. Cuando las bengalas se apagaron, Henes distribuyó 360 huevos frescos donados por los Productores de Huevos de la Costa de Jersey, que tenía preparados en un cesto de colada. ¿Por qué 360? Porque, según explicó Henes, la circunferencia de la Tierra tiene 360 grados.
«La primera vez que hice esto —le dijo Henes al
New Yorker
—, creía que había que utilizar huevos ecológicos. Pero resultó que no es preciso». Dijo que no tenía ni idea de por qué los huevos se equilibraban el día del equinoccio. «Lo hacen, y eso es todo. Algunos amigos me han dicho que incluso se pueden utilizar huevos sacados del frigorífico. Ni siquiera tienen que estar a la temperatura ambiente». Varios centenares de pacifistas se congregaron para el ritual de 1983. Según
The New Yorker
, la música corría a cargo de «dos ocarinas, dos saxofones, un cascabel, una armónica, cuatro silbatos y una pandereta». En las verjas de hierro que rodeaban el parque se ataron mensajes de paz escritos en cientos de cintas de color naranja. Las frases eran del tipo «¡Amistad mundial! ¡La queremos ahora!», «El universo se extiende ante nosotros, inefablemente profundo» y «Si la paz viene a la Tierra, Donna será uno de los principales responsables».
Durante varios minutos, antes del equinoccio, Henes cantó un lema pacifista; a continuación, equilibró cuidadosamente un huevo sobre la base de hormigón de una escultura abstracta titulada Forma de Paz Uno. Por todo el pequeño parque se equilibraron huevos sobre el pavimento e incluso sobre la verja de hierro. Un hombre puso en pie un huevo sobre la línea divisoria de la Primera Avenida, y allí quedó el huevo hasta que fue aplastado por un taxi a cuadros. Henes se movía entre la multitud, estampando en los huevos con un sello de goma las palabras «Este huevo se mantuvo en pie, 20/3/83».