¿Tení­an Ombligo Adan y Eva? (9 page)

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Authors: Martin Gardner

Tags: #Ciencia, Ensayo

BOOK: ¿Tení­an Ombligo Adan y Eva?
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A continuación hizo una declaración de la que espero que Puthoff se sienta completamente avergonzado en la actualidad: habló de dos seguidores de madame H. P. Blavatsky, fundadora de la teosofía, que durante treinta años intentaron percibir por visión remota ¡la estructura interna de los átomos! Annie Besant y C. M. Leadbeater publicaron sus curiosos resultados en un libro titulado
Occult Chemistry
(1908). Está repleto de dibujos de la estructura interna de los átomos. Estas fantásticas ilustraciones no tienen absolutamente ningún valor científico, pero Puthoff estaba convencido de que de vez en cuando se anticipaban a la moderna física de partículas. En un extracto de su conferencia, citado en
The Explorer
(vol. 4, octubre de 1987), Puthoff decía que los dibujos constituían un «notable» estudio de los «componentes básicos de la materia». Según él, los dibujos «habían mostrado relativamente poca correlación con los hechos científicos conocidos, hasta el reciente desarrollo de las teorías de los quarks y las supercuerdas, que presentan sorprendentes correspondencias con las observaciones comunicadas». Por desgracia, las sorprendentes correspondencias sólo son visibles para Puthoff y los teósofos.

No sé qué pensará ahora Puthoff sobre la microvisión remota de Besant-Leadbeater en el interior de los átomos, ni sobre el «genio» de L. Ron Hubbard o la eficacia de los É-metros. Una de las múltiples doctrinas extrañas que Hubbard añadió a la Dianética cuando la convirtió en una religión libre de impuestos fue la reencarnación. En la actualidad, es una creencia tan fundamental para los cienciologistas como para los teósofos. Puthoff ha declarado que ya no tiene relación con la Cienciología, pero ¿cuánto sigue creyéndose? ¿Cree todavía el doctor Puthoff que las enfermedades mentales pueden ser consecuencia de experiencias vividas en vidas anteriores? Por lo que yo sé, Puthoff ya no realiza experimentos sobre visión remota. Él y Targ siguieron caminos separados después de salir del SRI.

Durante la década pasada, los incansables esfuerzos de Puthoff en el Instituto de Estudios Avanzados, donde ya es director, se han dedicado a investigar una manera de obtener ilimitada energía gratuita de las fluctuaciones cuánticas del espacio vacío. Para casi todos los demás expertos, esta empresa es tan quijotesca y fútil como tratar de construir una máquina de movimiento perpetuo.

Consideran que esta situación es comparable a una investigación sobre el funcionamiento del cerebro dirigida por un neurólogo que cree en la frenología. Según Yam, el instituto de Puthoff ha probado unos diez aparatos para captar la energía del espacio, y todos ellos han fracasado.

Con la expresión «energía del punto cero» se denomina la energía que fluctúa constantemente en el vacío del espacio y en el corazón de toda la materia. En otro tiempo se creía que si se pudiera hacer bajar la temperatura de la materia hasta el cero absoluto, sus átomos y electrones internos dejarían de moverse, y la materia se colapsaría. Ahora se sabe que esto no puede ocurrir. La energía del punto cero mantiene el átomo en constante agitación.

El famoso principio de incertidumbre de Heisenberg le impide quedar inmóvil.

Esta agitación se aplica también a cualquier partícula supuestamente en «reposo». Imaginemos un electrón confinado en un espacio cada vez más pequeño por medio de un pistón. A medida que la posición del electrón se va conociendo con más precisión, la relación de incertidumbre hace que su momento (cantidad de movimiento) se vuelva más borroso y menos intenso. El electrón no puede quedar totalmente inmóvil, porque entonces se conocerían con exactitud su posición y su momento cero. A medida que apretujamos el electrón en un espacio cada vez más reducido, su presión sobre el pistón aumenta, ya que choca contra el pistón con más fuerza y frecuencia. Esta presión de los electrones dentro de todos los átomos es lo que mantiene al átomo en el llamado «estado basal» (
ground state
).

El incesante revoloteo de todas las partículas cuando están al cero absoluto se ha verificado de numerosas maneras. La deriva de Lamb, por ejemplo, es consecuencia de la acción de la energía del punto cero sobre el espectro. En el famoso efecto Casimir, la energía del punto cero obliga a dos láminas metálicas paralelas a aproximarse una a otra. La energía del punto cero provoca un ruido de bajo nivel en los receptores de microondas. Es lo que excita a los átomos en las lámparas fluorescentes. Interviene en la tensión superficial de los líquidos, en las imágenes formadas en la retina del ojo, en la dispersión de la luz que hace que veamos el cielo azul, y en otros muchos fenómenos físicos. A nivel cosmológico, hace que los agujeros negros emitan radiación. Su presión impide el colapso de las estrellas enanas blancas.

El principio de incertidumbre de Heisenberg también es el fundamento de uno de los más extravagantes aspectos de la teoría cuántica. El vacío del espacio-tiempo no es, ni mucho menos, la «nada». Es un espumeante mar de partículas en constante burbujeo, que entran en existencia durante efímeros microsegundos, sólo para ser reabsorbidas por el mar-madre del que por un instante tomaron prestada una minúscula cantidad de energía.

El tiempo y la energía, como la posición y la cantidad de movimiento, están también sometidos a la relación de incertidumbre.

Si se conoce con exactitud el tiempo durante el que se mide la energía, la cantidad de energía se vuelve incierta. Cuanto menor sea el intervalo de tiempo, mayor será la incertidumbre. Cuando dicho intervalo es suficientemente corto, en el vacío del espacio puede aparecer energía de la nada, con tal de que se desvanezca en el mar-madre con rapidez suficiente para mantener la energía cero del vacío en general.

Esta energía que surge al azar del espacio vacío adopta la forma de parejas partícula/antipartícula que se aniquilan mutuamente. Esto ocurre con demasiada rapidez para poder observarlo, pero se puede inferir de otros fenómenos. Por término medio, la pareja existe durante aproximadamente una miltrillonésima de segundo (0,000000000000000000001 seg)., con una distancia máxima entre sus miembros de una billonésima de centímetro (0,0000000001 cm).

Se cree que en el agitado vacío surgen durante breves instantes todos los tipos conocidos de partículas; las partículas más ligeras, como los electrones y los fotones, lo hacen con más frecuencia que las partículas más pesadas, como los protones, neutrones y quarks. En teoría, es posible que durante un instante se cree un macroobjeto, como por ejemplo una manzana, pero la probabilidad de que esto ocurra es tan ínfima que se puede descartar. Estas partículas fantasmales se llaman «virtuales» para distinguirlas de sus formas «reales», que persisten en el tiempo.

La fluctuación de los pares de partículas se da en todos los campos cuánticos, pero sobre todo en los campos electromagnéticos y gravitatorios. Se supone que el campo gravitatorio puede generar los conjeturados, pero aún indetectados, pares gravitón/antigravitón, carentes de masa. La incertidumbre de la energíatiempo permite, además, que cada partícula real esté rodeada por una nube de partículas virtuales de todas las variedades, que están siendo constantemente emitidas y reabsorbidas por el hirviente vacío que rodea a la partícula real.

He aquí cómo describe Heinz Pageis, en
The Cosmic Code
, el vacío del espacio:

El espacio parece vacío sólo porque esta gran creación y destrucción de toda clase de cuantos ocurre en tiempos y distancias pequeñísimos. Visto a gran distancia, el vacío parece plácido y llano —como el océano, que nos parece liso cuando volamos a gran altura en un avión—. Pero en la superficie del océano, vista de cerca desde una pequeña embarcación, el mar puede estar encrespado y fluctuar con grandes olas. De manera similar, si lo miramos de cerca, el vacío fluctúa con la creación y destrucción de cuantos.

En 1973, el físico Edward Tryon hizo una sorprendente sugerencia en un artículo de dos páginas titulado «Is the Universe a Vacuum fluctuation?» («¿Es el universo una fluctuación del vacío?») (
Nature
, vol. 246, pp. 396-397). ¡Sugirió que una fluctuación del vacío pudo desencadenar el Big Bang! Según sus palabras, «nuestro universo es simplemente una de esas cosas que ocurren de vez en cuando». Esto implica que el espacio y el tiempo existían antes del estallido. Desde entonces, otros físicos han propuesto maneras ligeramente diferentes en las que una fluctuación en un vacío desprovisto de espacio y tiempo podría crear un universo desbocado, aunque no está claro cómo puede fluctuar algo sin espacio ni tiempo. Por supuesto, nuestro universo no pudo surgir de la nada absoluta. Tenía que haber campos cuánticos capaces de fluctuar, lo cual deja sin respuesta la pregunta definitiva: ¿de dónde salieron esos campos cuánticos y sus leyes?, o ¿por qué hay algo en lugar de no haber nada? En los últimos años, numerosos físicos se han preguntado si es posible captar de algún modo la energía del punto cero del inquieto vacío. Casi todos los físicos consideran que no hay esperanzas de conseguirlo. Al final del programa de la PBS,
Scientific American Frontiers
, Steven Weinberg —ganador del premio Nobel de física y actualmente en la Universidad de Texas en Austin— explicaba que esta energía es sumamente débil. En la totalidad del universo, dijo, es enorme, pero la cantidad total de energía del punto cero disponible en un espacio del tamaño de la Tierra es aproximadamente equivalente a la energía que puede proporcionar un galón (3,78 litros) de gasolina. Y por supuesto, para captar esta energía se necesitaría una máquina capaz de extraer la energía de las partículas virtuales antes de que éstas desaparecieran. Nadie tiene ni idea de cómo se podría lograr tal cosa; e incluso si se pudiera hacer, la energía obtenida sería insignificante.

El físico británico Paul Davies decía lo siguiente en el capítulo 4 de su libro
Other Worlds
, 1980): «Es impensable […] hacer funcionar una máquina con energía prestada. […] El rendimiento energético de una luz eléctrica emitida en un segundo sólo se puede tomar prestada, según el principio de incertidumbre, durante una milmillonésima de milmillonésima de milmillonésima de milmillonésima de segundo. Dicho de otro modo, el mecanismo de captación cuántica sólo podría aumentar el rendimiento de una bombilla eléctrica en una parte por cada 1000000000000000000000000000000000000». Puthoff discrepa. Como otros disidentes que trabajan en máquinas de energía del punto cero, interpreta la oposición de los físicos «convencionales» como pataleos irracionales de una élite.

«La mayoría de los físicos en activo no son auténticos científicos», le dijo a un entrevistador en 1990. «Son masticadores de números, operadores de ordenador, técnicos de laboratorio. No toda la culpa es suya. El principal responsable es el complejo militar-industrial». En numerosas publicaciones técnicas y en varios artículos publicados en revistas de divulgación, ha defendido la posibilidad de obtener energía ilimitada del espacio vacío. En el programa del
Scientific American
en la PBS predijo que, así como este siglo es conocido como la era nuclear, el próximo milenio será conocido como la era de la energía del punto cero.

Puthoff se ve a sí mismo como un pionero solitario, y confía en que sus investigaciones serán la antesala de esta asombrosa nueva era. En su artículo «Quantum Fluctuations of Empty Space: A New Rosetta Stone of Physics» («Fluctuaciones cuánticas del espacio vacío: ¿Una nueva piedra de Rosetta de la física?») (una conferencia reproducida en
Frontier Perspectives
, vol. 2, otoño/invierno de 1991, pp. 19-23, 43), predice que la captación de energía del punto cero revolucionará la historia. «Sólo el futuro —concluye— nos revelará las aplicaciones que encontrará la humanidad para este residuo del fuego de los dioses…». Muchas de las conjeturas recientes de Puthoff están totalmente fuera de los límites de la física. Cree que la gravedad puede estar causada por la energía del punto cero, de un modo similar al del efecto Casimir. Ha sugerido que la energía del punto cero mantiene a los electrones en sus órbitas, y que si los átomos se pudieran «encoger» hasta un estado basal más bajo, emitirían energía del punto cero. Cree que la inercia podría estar causada por la resistencia de la energía del punto cero cada vez que se acelera un objeto. Si se pudiera reducir esta resistencia, sería un gran avance que permitiría aumentar la velocidad de propulsión de los cohetes espaciales. En «SETI, the Velocity-of-Light Limitation, and the Alcubierre Warp Drive: An Integrate Overview» («SETI, la limitación de la velocidad de la luz y el impulso de la combadura Alcubierre: Una visión integrada») (
Physics Essays
, vol. 9, 1996, pp. 156-158), Puthoff defiende la posibilidad de que las naves espaciales viajen más deprisa que la luz, siempre que se pueda manejar adecuadamente la energía del punto cero.

Puthoff y Targ consiguieron subvenciones millonarias para su investigación en el SRI sobre visión remota. De manera similar, Puthoff está obteniendo ahora fondos de fuentes que prefiere no revelar.

Aún está por ver si en las próximas décadas este excéntrico físico resulta ser uno de los más grandes científicos de todos los tiempos, o si sus especulaciones y trabajos sobre la energía del punto cero se quedan en nada, como ocurrió con las cuestionables investigaciones que supervisó cuando él y Targ vivían sus días de gloria en el SRI.

Addendum

La larga réplica de Puthoff a mi columna se publicó en el número de septiembre/octubre de 1998 del
Skeptical Inquirer
. En ella defendía enérgicamente el valor de sus investigaciones e insistía en que ya no era un miembro activo de la Cienciología, pero no decía nada de sus creencias en lo paranormal. Ésta fue mi respuesta:

Me complace mucho enterarme de que Harold Puthoff ha cortado sus lazos con la Iglesia de la Cienciología, aunque sigue sin estar claro hasta qué punto puede seguir aceptando algunas de sus doctrinas básicas. En cualquier caso, que en algún momento tomara en serio a L. Ron Hubbard no dice mucho a favor de la sagacidad juvenil de Puthoff.

El aspecto más llamativo de la carta de Puthoff es lo que no dice. No hay ninguna pista de sus actuales opiniones sobre la percepción extrasensorial, la psicoquinesis y la precognición. Tampoco abjura de su convicción de que, hace más de un siglo, dos teósofos vieron por visión remota el interior de los átomos, con resultados que no se pueden explicar por el azar.

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