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Corran había estado bastante seguro de que lo conseguiría, pero pese a la tranquilizadora insistencia de los otros candidatos nunca se había permitido dar por sentado que lo lograría. En el pasado se había llevado más de una desilusión al dar por seguras demasiadas cosas. Eso había acabado llevándole a unirse a la Rebelión, desde luego, lo que en conjunto no era mala cosa, pero le había alejado considerablemente del sitio en el que se había imaginado que se encontraría durante aquella etapa de su vida.

No se había permitido el lujo de creer que lo conseguiría antes de llegar a salvar el último obstáculo, pero aun así estaba orgulloso de haber sido seleccionado para el escuadrón. Corran siempre había intentado dar lo mejor de sí mismo en todo lo que hacía. Entró en la Academia de la Fuerza de Seguridad de Corellia apenas hubo terminado la secundaria, y continuó la tradición familiar de los Horn estableciendo nuevos récords durante el proceso de adiestramiento. Una de las últimas marcas que sobrepasó había sido obtenida por su padre, Hal, veinte años antes, y a su vez Hal había superado el récord fijado por su propio padre.

«Y ahora soy un rebelde, un fuera de la ley… ¿Qué dirían mi padre y mi abuelo si me vieran? —Un extraño frío interno hizo que se le pusiera la piel de gallina—. Bueno, estoy seguro de que verme convertido en un imperial aún les hubiese gustado menos».

Rhysati Ynr agitó la mano para indicarle que se sentara en su banco.

—Lo conseguimos. Realmente lo hemos conseguido…

—El comandante Antilles ha sido muy amable al coincidir con la opinión de nuestro grupo. —Corran subió los peldaños hasta llegar a la hilera de Rhysati y se sentó junto a ella—. En ciertos aspectos, todavía no he acabado de digerirlo.

El gandiano, que estaba sentado detrás de ellos, se inclinó hacia adelante.

—Ooryl se ha enterado de que tu escenario del
Redención
obtuvo la puntuación más elevada de nuestro ciclo de adiestramiento.

Corran, que había descubierto que exagerar sus expresiones ayudaba a que Ooryl comprendiese mejor su alcance, obsequió al gandiano con una enorme sonrisa.

—¿Quién quedó en segundo lugar? Apuesto a que fue Bror Jace. El gandiano meneó la cabeza.

—Gavin Darklighter venció al thyferrano.

—¿Qué el chico venció a Jace?

Corran volvió la cabeza hacia el banco en el que el alto y delgado piloto de cabellos castaños procedente de Tatooine estaba hablando con Shiel, el hombre-lobo shistavaniano de oscuro pelaje. Corran, que había acumulado años de experiencia en los espaciopuertos y estaciones de Corellia, ya se había dado cuenta de que Gavin era bastante joven a pesar de su tamaño. «Se le nota en los ojos… Los años sencillamente no están ahí, pero al parecer las habilidades de pilotaje sí».

El twi'lek se sentó junto a Ooryl y curvó una de sus colas cefálicas, extendiéndola por encima de su hombro izquierdo.

—Jace se lo tomó igual de mal que si hubieras sido tú quien le venció. Se ofreció voluntario para pilotar un globo ocular durante el ejercicio de Gavin, y un cohete acabó con él casi al instante. Nunca tuvo una sola posibilidad.

Corran asintió y luego alzó la mirada hacia la sección de la parte delantera de la sala en la que estaba Bror. Alto, esbelto y apuesto, el piloto de rubios cabellos y ojos azules había demostrado ser muy bueno durante los ejercicios de selección. El corelliano pensó que Jace incluso hubiese podido llegar a caerle bien, pero el problema estribaba en que su ego era tan grande como un Destructor Estelar…, y probablemente casi igual de mortífero. Los casos de ego exagerado que Corran había conocido en la Fuerza de Seguridad siempre despedían un intenso resplandor, pero también acababan consumiéndose muy pronto. Al final siempre llegaba un momento en el que se metían en una situación que hubiesen podido evitar con toda facilidad si hubieran estado pensando con un mínimo de lógica.

Corran lanzó una sonrisa en la dirección de Jace y obtuvo como respuesta una inclinación de cabeza de la mujer de cabellos negros con la que estaba hablando Jace.

—¿Qué tal le fue a Erisi Dlarit en el ejercicio, Ooryl?

—Quedó hacia la mitad de la cacería, después de Nawara Ven y por delante de Ooryl. Lujayne Forge quedó al final del grupo, con los demás entremedio. Aun así las puntuaciones fueron muy buenas, pero hay una competencia realmente feroz.

Wedge Antilles entró en la sala y fue hacia el lugar en el que el proyector holográfico brotaba del suelo como una seta mecánica. Un instante después Corran vio reunirse con él al piloto misterioso del día anterior y a un androide 3P3 negro con un diseño de cabeza bastante peculiar. La estructura recordaba al diseño de concha visto en los androides controladores de vuelo, donde el disco cóncavo superior se superponía al inferior pero dejaba un agujero facial. Aquel diseño tan poco usual tenía su lógica, dada la falta de piezas de repuesto para los androides por una parte y el hecho de que aquel androide en concreto hubiera sido asignado a un escuadrón de caza por otra. El asomo de cresta sagital que se alzaba sobre su cabeza le daba un aspecto un tanto marcial.

—Si tenéis la bondad de sentaros… Soy Wedge Antilles, el comandante del Escuadrón Rebelde. —El hombre de ojos verdes sonrió afablemente—. Me gustaría daros la bienvenida y felicitaros por haber sido elegidos para el Escuadrón Rebelde. Quiero repasar con vosotros los criterios básicos que hemos utilizado a la hora de hacer nuestra selección, e informaros de lo que se esperará de vosotros a medida que prosiga vuestro adiestramiento y se nos vayan asignando misiones.

Wedge contempló a su audiencia y Corran sintió una especie de estremecimiento cuando sus ojos se encontraron con los del comandante. «Sus ojos han visto los años —pensó—. De hecho, han visto más años de los que debería…». Corran conocía el pasado de Wedge porque Hal Horn había sido uno de los investigadores que siguieron el rastro de los piratas que mataron a la familia de Wedge en Gus Treta. Hal había mantenido estrechamente vigilado a Wedge, y cuando éste empezó a dedicarse al contrabando de armas para la Rebelión le declaró una causa perdida.

Wedge dejó escapar el aliento en una lenta exhalación.

—Todos conocéis la historia de este escuadrón. Incluso antes de que fuera creado formalmente, ya se nos asignó la misión de destruir a la primera Estrella de la Muerte. La destruimos, y perdimos a muchos pilotos magníficos durante el proceso. Todos ellos eran y son héroes de la Rebelión, y en los años venideros llegarán a ser tan famosos como algunos de los antiguos Caballeros Jedi. Después de aquello, el Escuadrón Rebelde estuvo muy ocupado protegiendo convoyes y atacando navíos imperiales. Cubrimos la evacuación de Hoth, luchamos en Gall y un año más tarde, en Endor, destruimos otra Estrella de la Muerte. Desde allí fuimos a Bakura y nos enfrentamos a los ssi-rruuk.

»Después de siete años de combates incesantes, el liderazgo de la Nueva República decidió reconstruir y revitalizar esta unidad. Fue una decisión muy sabia porque todos nosotros —todos los que habíamos sobrevivido— habíamos visto incorporarse a muchos pilotos nuevos al Escuadrón Rebelde y los habíamos visto morir en él. —Wedge volvió la mirada hacia el piloto misterioso—. Todos los veteranos querían que el Escuadrón Rebelde siguiera existiendo, pero también querían que los pilotos que ingresaban en él recibieran el adiestramiento necesario para sobrevivir.

El piloto del TIE asintió para indicar que estaba totalmente de acuerdo con las afirmaciones de Wedge. El comandante volvió a clavar la mirada en los nuevos pilotos.

—Hace cosa de un año el almirante Ackbar, a petición del Consejo Provisional, me mostró los planes para la reforma del Escuadrón Rebelde. El Escuadrón Rebelde se había convertido en un símbolo para la Alianza. Tenía que ser capaz de estar a la altura de su leyenda y poder volver a convertirse en un grupo de pilotos de elite a los que se pudiera recurrir para la clase de misiones imposibles que el Escuadrón Rebelde siempre había conseguido llevar a cabo. Como sabéis, hemos entrevistado y examinado a un montón de pilotos, casi cien para cada una de las doce vacantes que ahora estáis ocupando.

—Os cuento todo esto para que seáis conscientes de algo que tal vez hayáis pasado por alto durante vuestro proceso de selección. Sois pilotos de elite y sois algo más que meramente eso, pero da igual quienes seáis o lo buenos que seáis, porque nunca se os considerará tan buenos como Biggs Darklighter o Jek Porkins o cualquier otro que haya muerto sirviendo al Escuadrón Rebelde. Ellos son leyendas y esta unidad es una leyenda, y ninguno de nosotros conseguirá jamás llegar a ser más de lo que son ellos.

«Salvo en el caso de alguien como usted, comandante, que ya es más… —Una sonrisa floreció en el rostro de Corran—. Y siempre puedo soñar, ¿verdad?».

Wedge extendió las manos.

—Puestos a decir la verdad, la mayoría de vosotros ya sois mejores pilotos que muchos de los hombres y mujeres que han muerto combatiendo con esta unidad. Formáis un grupo muy ecléctico: dos de vosotros teníais marcas de muerte en vuestra contra antes de uniros a la Alianza, y los demás os las ganaréis tan pronto como el Imperio se entere de quién ha sido asignado a esta unidad. Fuisteis elegidos por vuestras capacidades de vuelo y por otras capacidades que poseéis porque el almirante Ackbar quiere que esta unidad sea algo más que un escuadrón de caza. Quiere que seamos capaces de operar independientemente en el caso de que ello sea necesario, y que podamos llevar a cabo operaciones que normalmente requerirían un grupo mucho más grande de individuos.

Rhysati se inclinó hacia Corran.

—El barón-administrador Calrissian disponía de su propio grupo de comandos-piloto. No consiguieron evitar que Darth Vader siguiera causando problemas, pero aun así hay que reconocer que la idea tenía cierto mérito.

Corran asintió.

—La Fuerza de Seguridad disponía de su propio Equipo de Respuesta Táctica. El que quieran convertir el Escuadrón Rebelde en algo similar explica por qué algunos de nosotros hemos conseguido superar las pruebas en tanto que otros fracasaron.

Corran todavía se estaba preguntando qué habilidades especiales iba a aportar Gavin al grupo, pero estaba dispuesto a esperar una respuesta en vez de limitarse a dar por sentado que ésta no existía.

El comandante siguió hablando.

—Durante el próximo mes se os someterá al adiestramiento más intensivo por el que hayáis pasado jamás. El capitán Celchu se encargará de ello. Para aquellos de vosotros que no le conocéis, os diré que el capitán Celchu se graduó en la Academia Naval Imperial y sirvió como piloto de cazas TIE. Abandonó el servicio imperial después de que el Imperio destruyera Alderaan, su mundo natal. Se unió al escuadrón poco después y participó en todo lo que hicimos, desde la evacuación de Hoth hasta la destrucción de la Estrella de la Muerte en Endor y muchas cosas más. Es un piloto soberbio, como algunos de vosotros ya habéis tenido ocasión de descubrir, y lo que os enseñará os protegerá de los mejores pilotos que el Imperio puede llegar a enviar contra nosotros.

—Wedge volvió la cabeza hacia el androide. —Emetrés es nuestro androide de protocolo militar. Se encargará de todas las solicitudes, asignaciones de deberes y demás funciones administrativas. Os trasladaréis a un complejo independiente para proseguir con vuestro adiestramiento. Emetrés ya tiene las listas de vuestros alojamientos y asignaciones de aparatos iniciales, y os las comunicará al final de esta reunión.

»Bien, ahora todos formáis parte del Escuadrón Rebelde… Lo que podéis esperar del futuro es, básicamente, dosis infinitas de rutina y aburrimiento puntuadas por momentos del terror más absoluto. Sois unos pilotos magníficos, pero los estudios estadísticos llevados a cabo sobre los pilotos de caza indican que la mayoría de vosotros moriréis en alguna de vuestras primeras cinco misiones. El índice de supervivencia asciende posteriormente, pero aun así no hay muchas probabilidades de que viváis para llegar a ver la destrucción completa del Imperio. La razón es que estaréis aquí para ver cómo se le van cortando pequeños fragmentos. Al Escuadrón Rebelde se le asignarán misiones muy duras y se esperará que las lleve a cabo…, precisamente porque somos los mejores pilotos disponibles. —Wedge apoyó las manos en las caderas—. Esto es todo por ahora, a menos que tengáis alguna pregunta.

Jace se levantó.

—¿Cuál será la naturaleza exacta de nuestro adiestramiento? —preguntó—. ¿Consistirá en más trabajo con los simuladores, o dispondremos de auténticos ala-X que pilotar?

—Buena pregunta, y tienes todo el derecho del mundo a hacerla. Emetrés me ha informado de que a nuestro escuadrón se le ha asignado una docena de ala-X. En estos momentos disponemos de diez, y esperamos recibir los otros dos antes de que termine la semana. Cuando lleguen esas naves, empezaremos a entrenarnos con ellas. Hasta entonces, y como forma de suplementar el entrenamiento de vuelo, aumentaremos considerablemente el número de los ejercicios con simulador. —El comandante sonrió—. Y, sí, podrían habernos asignado ala-A o ala-B, pero vamos a utilizar ala-X. Podéis discutir los méritos de las distintas naves entre vosotros, pero el Escuadrón Rebelde siempre ha sido primariamente un escuadrón de ala-X, y seguirá siéndolo. ¿Alguna otra pregunta? ¿No? Pues entonces podéis iros. Volveremos a reunimos mañana a las ocho, y entonces iniciaremos el proceso de convertiros en una auténtica unidad de combate.

Corran se levantó con la intención de ir a agradecer al comandante que le hubiera elegido para el escuadrón, pero Jace se le adelantó y Corran no quería hacer absolutamente nada que pudiera producir la impresión de que estaba imitando a Jace. «Más tarde… Siempre puedo darle las gracias más tarde».

Nawara Ven se acarició el mentón con la mano izquierda.

—Así que dos de nosotros ya hemos recibido la marca de muerte… Me pregunto quiénes serán.

Rhysati le asestó un suave codazo en las costillas.

—¿Quieres decir que no eres tú, Nawara? Después de todo, fuiste abogado.

—Sí, y estoy seguro de que a algunos antiguos clientes míos que todavía están en Kessel les encantaría matarme, pero que yo sepa no he recibido una marca de muerte. —Entrecerró sus ojos rojizos—. El shistavaniano tiene bastantes probabilidades. Enseguida me di cuenta de que el Imperio quiere echarle el guante.

Rhysati frunció el ceño.

—Creo que podemos estar prácticamente seguros de que le ha correspondido una de las marcas. ¿Qué me dices de Andoorni Hui? Es rodiana, y la mayoría de ellos tendían a trabajar para el Imperio. ¿Hizo algo que pudiera enfurecer a sus antiguos jefes?

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