Una mochila para el Universo (18 page)

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Authors: Elsa Punset

Tags: #Ensayo, Ciencia

BOOK: Una mochila para el Universo
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¿Qué podemos hacer para enfrentarnos a hablar en público con más tranquilidad?

Vamos a ayudar al cerebro inconsciente a calmarse. Para ello no vale decirle lo que no se cree: «No hay peligro, no ves que toda esta gente es toda ella buena gente y está encantada de escucharme hablar…», sino que hay que darle pruebas concretas de que controlas la situación en la medida de lo razonable. Sólo así se calmará.

  • – Da la charla repetidas veces en tu cabeza. Antes de impartir la conferencia o de hablar en público, imagina en tu cabeza que das la charla; también puedes hablar frente a un espejo. Hazlo tantas veces como haga falta hasta que superes el nerviosismo y puedas dar la charla con tranquilidad. Recrea en tu cabeza la sensación de estar rodeado de personas en el escenario. Algunos investigadores han sugerido terapias con realidad virtual que incluyen auditorios llenos de avatares que te silban y te maldicen mientras tú hablas.

  • – Bebe un trago de agua antes de salir al escenario. El mensaje que le estás dando al cerebro límbico (emocional) es: «Si no estoy huyendo, sino que bebo, no hay peligro de muerte y puedo relajarme un poco». Y el cerebro asiente: «Si estuviese en peligro de muerte, este tipo no bebería, no sería tan tonto».

  • – Respira hondo. El miedo afecta a todos tus procesos fisiológicos, por ejemplo, el digestivo, el urinario y el respiratorio. Vamos por tanto a enviar otra señal de tranquilidad al cerebro emocional: restablece una respiración profunda, desde el abdomen. Éste le dice al cerebro que el peligro es menor del temido. Además, si respiras bien tu voz se proyectará con más fuerza y sin temblores.

  • – Evita estar detrás de una mesa. Intenta crear una corriente de comunicación abierta con el público, porque eso os dará confianza a ambas partes. Así que no te sientes detrás de una mesa porque trasmitirás desinterés o miedo, es preferible estar de pie, relajadamente.

  • – Mantén contacto visual con tu público. Para ello puedes utilizar la técnica de los tres segundos: mira directamente a los ojos a una persona del público durante ese intervalo de tiempo, y de vez en cuando mira a la audiencia entera antes de volver a fijar tu mirada tres segundos en otra persona. Así utilizarás el contacto visual para que tu audiencia se sienta involucrada. Hazlo con naturalidad y con transparencia.

  • – «Toda la audiencia está desnuda.» Éste es un viejo truco que a mí no me funciona pero que es popular entre algunas personas: imagina que toda la audiencia está desnuda. Eso os pondrá a todos en situación de igualdad y te relajará. Sin embargo, no recomiendo este truco si padeces un desorden sexual llamado laliofilia, que hace que te excites sexualmente cuando hablas en público…

No pretendas aparentar lo que no eres y trabaja tus sentimientos desde dentro, con autenticidad. Si te pueden la inseguridad y la ansiedad, tu cara, tu mandíbula y tus expresiones serán rígidas y te delatarán. Dice la escritora Lise Heyboer que cuando convivimos con nuestras emociones con naturalidad, nos olvidamos de lo demás e irradiamos relajación y ligereza: «Es comprensible que sintamos miedo y ansiedad pero estas emociones sabotean lo que queremos transmitir a los demás. Cuando la gente habla de cómo se siente con sus seres más queridos, alude a sus sentimientos de comodidad y seguridad. Si estás cómodo y relajado, la otra persona se sentirá cómoda también». ¿Crees que no puedes influir sobre la impresión que causas en los demás? Sí puedes. Veamos qué elementos componen esta primera impresión y cómo podemos mejorarlos.

¿Cuánto se tarda en causar una primera impresión?: quince segundos

De forma inconsciente, todos los humanos tienden a formarse una primera impresión cuando conocen a alguien. Esta primera impresión es un mecanismo automatizado del cerebro, que es capaz de procesar deprisa mucha información de forma inconsciente —el entorno, las circunstancias, los gestos, la apariencia, incluyendo multitud de detalles que pasan desapercibidos— de otra persona. Nuestros sentidos recogen esta información y el cerebro la analiza, y luego la compara con experiencias pasadas almacenadas en la corteza cerebral (la parte «racional» del cerebro) y en el sistema límbico (la parte «emocional»). Así se forma la primera impresión que recibimos o causamos en los demás.

¿Por qué son importantes las primeras impresiones?

La perspectiva evolutiva nos indica que las primeras impresiones son importantes por motivos de seguridad, ya que el cerebro necesita decidir en el menor tiempo posible —esto es, de forma intuitiva e inconsciente— si quien tiene delante es seguro o no, y a qué «tribu» pertenece. En general, el cerebro tiende a preferir lo familiar, porque no le asusta y sabe cómo clasificarlo. En cambio, la incertidumbre le desconcierta y pone en guardia.

¿La belleza es determinante para esta primera impresión?

La belleza física y la juventud resultan atractivas, y sin duda favorecen a quienes las poseen, pero las primeras impresiones positivas no dependen de estos elementos: las claves determinantes para causar buena impresión son mostrar interés por el otro e inspirarle confianza.

¿Siempre acertamos con la primera impresión?

Una primera impresión se forma en base a mecanismos inconscientes, por lo que a veces nos equivocamos al juzgar, en especial si hemos acumulado prejuicios inconscientes, como puede ocurrir cuando juzgamos en base al género, a la raza, a la cultura… Por ello hay que ser capaces de filtrar una primera impresión y no caer en la trampa de creer que todo lo intuitivo y automático es fiable.

Sin embargo, si no tenemos prejuicios las primeras impresiones suelen ser bastante fiables. En el estudio «Half a Minute: Predicting Teaching Evaluations from Thin Slices of Behavior and Physical Attractiveness» de Nalini Ambady y Robert Rosenthal, en el Journal of Personality and Social Psychology, se muestra como un grupo de mujeres que miran breves segmentos de un video sin sonido son capaces de emitir una primera impresión certera sobre múltiples facetas de la personalidad de un profesor dando una clase, incluyendo su competencia, confianza, honradez, optimismo… más de una docena de aspectos de la persona observada. ¡Las primeras impresiones pueden ser muy certeras!

Anatomía de una primera impresión.

Tardamos una media de quince segundos en hacernos una primera impresión de alguien. «Una imagen vale más que mil palabras»: mi imagen le lega al otro en unos tres segundos. El 55 por ciento de la primera impresión se basa sobre la apariencia; el 7 por ciento sobre las palabras que usamos durante una conversación; y el 38 por ciento sobre el tono de nuestra voz. Así pues, la apariencia y la actitud son más importantes de cara a una primera impresión que lo que decimos. Durante una conversación telefónica, sólo el 30 por ciento de la primera impresión depende de nuestras palabras (el 70 por ciento restante depende del tono de voz). Por eso deberíamos aprender oratoria en los colegios, ya que las habilidades de comunicación son claves: a veces, cómo decimos las cosas es más importante que lo que decimos (se puede decir algo difícil con buenos modales).

¿Hay cosas que debo evitar porque no ayudan a dar buena impresión?

Desde luego, por ejemplo sugiero que evites éstas:

  • – Los gestos que muestran autoprotección: frotarse las manos, abrazarse, evitar la mirada o humedecerse los labios dan impresión de debilidad.

  • – No levantes las cejas (pones en duda lo que el otro dice, muestras desconfianza).

  • – No levantes las palmas de las manos hacia fuera (es un gesto de rechazo hacia el otro).

Por favor, ¡dame estrategias para causar una buena primera impresión!

Una primera impresión es muy difícil de deshacer, así que vamos a compartir estrategias para causar una buena primera impresión. Como principio general recuerda que las personas necesitan pertenecer, sentirse aceptadas. Por ello, si quieres crear una buena impresión, céntrate en la persona a la que hablas y haz que se sienta especial:

  • – Preséntate con naturalidad y mira al otro a los ojos cuando le hablas.

  • – Di su nombre (y acuérdate de él: «Hola, Juan». No metas la pata en medio de la conversación olvidando su nombre).

  • – Si hay cierta confianza, tócale en el hombro o el antebrazo; es un gesto típico de los primates que sugiere protección y cierta dominancia, pero no dominio agresivo.

  • – Si quieres pertenecer a un grupo específico, adopta su forma de vestirse.

Hay un gesto que resulta tremendamente atractivo para conectar con los demás: los científicos lo llaman sonrisa «cálida o verdadera» o «sonrisa de Duchenne
[21]
». Hay estudios que han comprobado que las personas que sonríen así tienen generalmente vidas afectivas y profesionales más felices. ¿Qué distingue una sonrisa cálida o verdadera de una sonrisa más forzada o mecánica
[22]
? La sonrisa de Duchenne involucra los músculos de los ojos. Las personas que sonríen así lo hacen con toda la cara y resultan tremendamente atractivas.

En 1960, los psicólogos Dacher Keltner y Lee Anne Harker, de la Universidad de California, estudiaron ciento cuarenta y una fotografías de alumnos de fin de curso de una escuela. Los psicólogos analizaron que en torno a la mitad de los alumnos sonreían con sonrisa de Duchenne (la otra mitad sonreía mecánicamente). Se pusieron en contacto con los alumnos cuando estos cumplieron veintisiete, cuarenta y tres y cincuenta y dos años, y les preguntaron acerca de su matrimonio y su satisfacción con la vida. El estudio mostró que las mujeres con sonrisa de Duchenne tenían más probabilidades de seguir casadas y de experimentar un mayor bienestar personal, y estos resultados fueron consistentes durante un seguimiento de treinta años. Comprobaron si estos resultados tenían algo que ver con la apariencia física de las mujeres, pero encontraron que la satisfacción marital o vital no tenía relación con el atractivo físico. El hábito de sonreír genuinamente podría contribuir a una mayor felicidad y a un mejor ajuste vital.

Compara una sonrisa auténtica con las sonrisas forzadas de, por ejemplo, algunos profesionales que atienden al público y sonríen mecánicamente, como las azafatas.

Tendemos a confiar automáticamente en las personas que sonríen con sonrisa de Duchenne, porque la sensación que transmiten es de ser auténticos y tener emociones transparentes. Es difícil fingir una sonrisa verdadera, pero un truco si estás nervioso y necesitas ayuda es pensar en algo que te mueve de verdad y sonreír pensando en eso. Resulta mucho más atractivo para tu interlocutor. Lo bueno es legar a sentir esa calidez, esa alegría de vivir que viene de dentro y sale por los ojos, de forma natural y habitual… Estos pequeños trucos nos ayudan a recordar la importancia de lograr sentirnos bien por dentro, para poder mostrarlo y compartirlo con los demás.

RUTA 12. SEÑALES DE HUMO
PARA LLAMAR LA ATENCIÓN DEL RESTO DEL MUNDO

Lo que un apretón de manos revela de ti

No tenemos escapatoria: incluso la forma de dar la mano revela cosas importantes acerca de ti. Si ofreces una mano delicada o blanda, fuerte o tensa, si miras fijamente los pies o miras a los ojos mientras das la mano, si retiras esa mano demasiado pronto o si te agarras hasta que el otro se siente incómodo… todo eso dice mucho acerca de quién eres.

¿Cómo empezó este rito extraño del apretón de manos?

¿Por qué nos prestamos a frotar nuestras palmas desnudas con personas que a veces no quisiéramos tocar ni con guantes de látex? ¿Por qué hacemos este baile extraño, intentando sincronizar las manos con perfectos desconocidos?

Pues resulta que es un rito bastante corriente en muchos lugares del mundo y entre muchos seres, empezando por los chimpancés: los más dominantes a veces extienden una mano abierta a sus subordinados como gesto para calmarles. En los grupos humanos, en cambio, suele ser el subordinado el que inicia el apretón de manos, sobre todo para dirigirse a las personas dominantes a las que quieren impresionar.

Saludarse te hace más vulnerable al otro.

En Europa la costumbre dicta que los hombres deberían sacarse los guantes para saludarse. Esto podría remontarse a la Edad Media, cuando los guantes eran de acero y protegían a los combatientes. Hay muchas tradiciones que muestran esta tendencia a hacerte vulnerable cuando saludas, por ejemplo saludarse con la punta del pene, una costumbre de algunas tribus de Nueva Guinea.

Algunas formas de saludo pueden ser más agresivas, como por ejemplo la de unas tribus esquimales que exigen al extraño que se acerca a un miembro del grupo al que quiere unirse mostrar la mejilla para recibir un bofetón. Entonces el miembro del grupo le presenta al extraño su mejilla y recibe otro bofetón, y así por turnos, cada vez más fuerte, hasta que uno de ellos se cae al suelo. Es un duelo de bofetones que sirve para que el extraño pruebe que es digno de ser admitido en el grupo.

Cuando lo consigue, puede incluso casarse.

¿Cuál es la regla de oro del buen apretón de manos?

Es un poco como la cama de Ricitos de Oro: ni demasiado blando, ni demasiado duro, justo en su punto. Vamos a ver algunos trucos para dar bien la mano, aunque hay que avisar de que puede resultar difícil cambiar tu forma de dar la mano, porque tu apretón de manos se parece a ti: puede ser seguro de sí mismo o tímido, cálido o frío. Algunos estudios recientes han encontrado una relación significativa entre la forma de dar la mano y la personalidad: un estudio de la Universidad de Alabama (Estados Unidos) concluyó que los hombres que dan la mano con más fuerza —se calcula el vigor con el que agarran la mano del otro, el tiempo que emplean y si te miran a los ojos— también eran más extrovertidos, más abiertos a nuevas experiencias y menos neuróticos. Las mujeres que tenían resultados altos en estas dimensiones (vigor, duración y mirar a los ojos) eran más abiertas y curiosas. También resultaban más simpáticas a los demás que las mujeres que daban la mano de forma menos vigorosa.

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