Cuando aparece el primer tallito, usted no le da un pisotón, diciendo que eso no es una tomatera; más bien lo mira y se alegra. «¡Qué bien, ya está saliendo!», dice, y lo mira crecer con deleite. En su momento, si sigue regándola, cuida de que no le falte sol y le quita las malezas, la plantita llegará a convertirse en una tomatera con más de un centenar de espléndidos tomates. Y todo empezó con una semillita.
Lo mismo pasa cuando usted quiere crearse una experiencia nueva. La tierra es la parte subconsciente de su mente. La afirmación nueva es la semilla.
La nueva experiencia está, en su
totalidad, en esa semillita.
Usted la riega con afirmaciones, deja que se bañe en el sol de sus pensamientos positivos, limpia de malezas el jardín arrancando las ideas negativas que se le ocurren. Y cuando ve por primera vez una mínima prueba de que algo está creciendo, no la pisotea, quejándose de que eso no es bastante, sino que la mira y exclama jubilosamente:
—Oh, ¡qué bien! Ya está saliendo. ¡Esto funciona!
Y sigue observando cómo crece, para convertirse en la manifestación de su deseo.
Ejercicio: La creación de nuevos cambios
Ahora es el momento de que
tome la lista de cosas que no le gustan de usted y las exprese en forma de afirmaciones positivas
. O también puede enumerar todos los cambios que quiere realizar, y las cosas que quiere tener y hacer. Después, elija tres puntos de la lista, y expréselos como afirmaciones positivas.Supongamos que su lista negativa era más o menos así:
Mi vida es un caos.
Tendría que rebajar de peso.
A mí nadie me quiere.
Quiero mudarme.
Mi trabajo me enferma.
Debería organizarme.
No hago lo suficiente.
Yo no sirvo para...
A todo esto se le puede dar la vuelta de manera que suene más o menos así:
Quiero liberarme del modelo mental que creó todas estas condiciones.
Estoy en el proceso de hacer cambios positivos.
Tengo un cuerpo sano y esbelto.
Dondequiera que voy me quieren.
Tengo una vivienda perfecta.
Me estoy creando un estupendo trabajo nuevo.
Ahora me organizo muy bien.
Todo lo que hago me da placer.
Me amo y me apruebo sin reservas.
Confío en que el proceso de la vida me dé lo que es mejor para mí.
Me merezco lo mejor, y ahora mismo lo acepto.
De este grupo de afirmaciones provendrán todas las cosas que usted quiere cambiar en su lista. Al amarse y aprobarse se creará un espacio de seguridad y confianza en que la aceptación de sus méritos permitirá que su peso corporal se normalice. Estas afirmaciones generarán la organización en su mente, crearán en su vida relaciones de amor, le atraerán un trabajo nuevo y un nuevo lugar donde vivir. Es milagroso cómo crece una tomatera. Es milagrosa la forma en que podemos hacer que nuestros deseos se manifiesten.
El merecimiento del bien
¿Cree usted que se merece tener lo que desea? Si no es así, no se permitirá tenerlo. Circunstancias que parecen fuera de su control concurrirán para impedírselo.
Ejercicio: Me merezco
Vuelva a mirarse en el espejo y diga: «Me merezco tener... (o ser...), y lo acepto ahora». Dígalo dos o tres veces.
¿Cómo se siente? Preste siempre atención a sus sentimientos, a lo que sucede en su cuerpo. Pregúntese si se cree lo que dice, ¿o todavía se siente indigno?
Si su cuerpo le transmite cualquier sentimiento negativo, vuelva a afirmar:
«Renuncio a la pauta que en mi conciencia está creando resistencias a mi propio bien». Y repita: «Me merezco...».
Repítalo hasta que sienta que lo acepta, aunque tenga que hacerlo durante muchos días seguidos.
El punto de vista holístico
Para enfocar la construcción de algo nuevo en nuestro interior nos interesa partir de un punto de vista holístico. La filosofía holística procura nutrir y alimentar la totalidad del ser: cuerpo, mente y espíritu. Si nos desentendemos de cualquiera de estos aspectos somos seres incompletos, no estamos enteros. No importa por dónde comencemos, siempre y cuando terminemos por incluir también las otras áreas.
Si comenzamos por el cuerpo
, tenemos que trabajar con la nutrición, aprender la relación que hay entre nuestra elección de alimentos y bebidas y la forma cómo nos sentimos. Deseamos optar por lo que sea más beneficioso para el cuerpo. Hay hierbas y vitaminas, tenemos la homeopatía y también los remedios florales de Bach y el tratamiento del colon.
Asimismo, deseamos encontrar una forma de ejercicio que nos resulte atractiva. El ejercicio nos fortalece los huesos y mantiene joven el cuerpo. Además de diversos deportes, entre ellos la natación, no hay que olvidar la danza, las artes marciales, el tai-chi, el yoga... A mí me encanta ejercitarme en el trampolín, y lo hago todos los días. Y la tabla inclinada me va estupendamente para relajarme.
O podemos explorar alguna forma de trabajo corporal, como el rolfing, las conocidas como Heller o Trager, diversas formas de masaje, la reflexoterapia de los pies, la acupuntura o la quiropraxia. También están la técnica Alexander, la bioenergética, los trabajos de Feldenkrais, toque terapéutico y Reiki.
Si empezamos
por la mente
, podemos explorar técnicas de visualización, de imaginación o de fantasía guiada, y también las afirmaciones. Hay muchísimas técnicas psicológicas: la
Gestalt
, el renacimiento, la hipnosis, el psicodrama, las regresiones a las vidas pasadas, la terapia por el arte, y se puede incluso trabajar con los sueños.
La
meditación
en cualquiera de sus formas es una manera de aquietar la mente y permitir que nuestra propia «sabiduría» aflore a la superficie. Yo, en general, me limito a sentarme con los ojos cerrados, preguntar qué es lo que necesito saber, y esperar tranquilamente una respuesta. Si la respuesta viene, perfecto; si no viene, también. Ya vendrá otro día.
También hay
grupos
que hacen trabajos diversos, en forma de talleres. Los hay para todos los gustos. Ningún taller ni seminario le librará a uno para siempre de
todos
sus problemas, pero pueden ayudarle a cambiar su vida aquí y ahora, en esta circunstancia momentánea y concreta.
En el
terreno espiritual
están la oración, la meditación y diversas maneras de conectarse cada uno con su Fuente Superior. Para mí, la práctica del perdón y del amor incondicional son disciplinas espirituales.
Existen también grupos espirituales relacionados con diversas orientaciones religiosas, especialmente protestantes, pero se trata de un terreno demasiado personal para dar en él ninguna orientación concreta.
Sin embargo, quiero que mis lectores sepan que hay muchísimos caminos que puede explorar. Si en unos de ellos no encuentran lo que buscan, prueben otro. Todas estas sugerencias han demostrado ser benéficas, pero yo no puedo decir cuál es la mejor para cada uno. Eso es algo que todos tenemos que descubrir por nosotros mismos, y yo no tengo todas las respuestas para nadie. No soy más que un peldaño en la senda que conduce a la salud, dentro de una concepción holística.
Capítulo 9En la infinitud de la vida, donde estoy,
todo es perfecto, completo y entero.
Mi vida es siempre nueva.
Cada momento de ella es nuevo, fresco y vital.
Para crear exactamente lo que quiero,
uso mi pensamiento afirmativo.
Hoy es un nuevo día. Yo soy un yo nuevo.
Pienso, hablo y actúo de manera diferente.
Los demás me tratan de manera diferente.
Mi nuevo mundo es un reflejo de mi manera
de pensar nueva.
Es un jubiloso deleite plantar nuevas semillas
porque sé que de ellas brotarán mis nuevas experiencias.
Todo está bien en mi mundo.
EL TRABAJO COTIDIANO
«Disfruto al practicar mis nuevas habilidades mentales.»
Si abandonaran la primera vez que se caen, los niños jamás aprenderían a caminar
Como con cualquier otra cosa nueva que usted aprende, necesita practicar para incorporar todo esto a su vida. Primero hace falta mucha concentración, y hay quien piensa que esto lo convierte en un «trabajo duro». A mí no me gusta considerarlo así, sino más bien como algo nuevo que hay que aprender.
El proceso de aprendizaje es siempre el mismo, no importa lo que se aprenda; tanto da que sea conducir un coche, escribir a máquina, jugar al tenis o pensar de manera positiva. Primero andamos a tientas y a tropezones mientras nuestro subconsciente aprende, ensayando y fallando, y sin embargo cada vez que volvemos a practicar se nos hace más fácil y nos sale un poco mejor. Claro que nadie lo hará «perfectamente» el primer día; hará lo que pueda, y eso, para empezar, ya está bien.
No olvide decirse con frecuencia: «Estoy haciéndolo lo mejor que puedo».
Prodíguese todo el apoyo posible
Recuerdo muy bien mi primera conferencia. Cuando bajé del podio me dije inmediatamente: «Louise, estuviste fantástica. Absolutamente estupenda para ser la primera vez. Cuando hayas dado cinco o seis conferencias más, serás una profesional»
Un par de horas más tarde, me dije que habría algunas cosas que cambiar, y anoté mentalmente dos o tres, pero me negué rotundamente a criticarme.
Si hubiera bajado del podio vapuleándome a mí misma con frases como: «Oh, qué mal estuviste. Te equivocaste en esto, te olvidaste de lo otro y dijiste mal lo de más allá», me habría sentido aterrorizada en mi segunda clase. Tal como fueron las cosas, la segunda salió mejor que la primera, y para la sexta ya me sentía realmente como una profesional.
Observe cómo funciona «La Ley» en nuestro entorno
Poco antes de empezar a escribir este libro me compré un ordenador con un programa de procesamiento de textos. Era algo nuevo que había decidido aprender. Descubrí que aprender a usar mi «Mago», como decidí llamarlo, era muy parecido a aprender las Leyes Espirituales. Cuando asimilé las leyes del ordenador y del programa, vi que ciertamente era «mágico» lo que podían hacer por mí. Pero si no seguía al pie de la letra sus leyes, o bien la cosa no funcionaba como
yo
quería, o simplemente no pasaba nada. El «Mago» no me hacía la menor concesión. Ya podía yo frustrarme a mi gusto; él esperaba pacientemente a que yo aprendiera sus leyes, y entonces me brindaba su magia. Y para eso necesité práctica.
Lo mismo pasa con el trabajo que usted está encarando ahora. Debe aprender las Leyes Espirituales y seguirlas al pie de la letra. No podrá adaptarlas a su antigua manera de pensar. Debe aprender y hablar un lenguaje nuevo, y cuando lo consiga,
entonces
la «magia» se manifestará en su vida.
Refuerce su aprendizaje
Cuantas más maneras encuentre de reforzar el aprendizaje, mejor. Yo le sugiero que:
Exprese gratitud.
Escriba afirmaciones.
Practique meditación.
Disfrute al ejercitarse.
Mejore su nutrición.
Exprese afirmaciones en voz alta.
Cante sus afirmaciones.
Tómese tiempo para ejercicios cíe relajación.
Use visualizaciones e imágenes mentales.
Lea y estudie.
Mi trabajo cotidiano
Mi trabajo diario se desarrolla aproximadamente así:
Al despertarme, en lo primero que pienso antes de abrir los ojos es en dar las gracias por todo lo que se me ocurre.
Después de ducharme, dedico una media hora a la meditación y a decir mis afirmaciones y plegarias.
A continuación, unos quince minutos de ejercicios, generalmente con el trampolín. A veces sigo algún programa matutino de gimnasia aeróbica por televisión.
Y ya estoy lista para el desayuno: fruta o zumo de frutas e infusiones de hierbas. Doy las gracias a la Madre Tierra por brindarme estos productos, y agradezco a las frutas y a las hierbas que den su vida para que yo pueda alimentarme.
Antes del almuerzo me gusta mirarme en un espejo y hacer algunas afirmaciones en voz alta, o incluso cantándolas. Algo así como:
Louise, eres maravillosa y te quiero.
Este es uno de los mejores días de tu vida.
Todo lo que sucede, sucede para tu bien.
Todo lo que te hace falta saber te es revelado.
Todo lo que necesitas te llega.
Todo está bien.
Mi almuerzo suele consistir en una abundante ensalada, y una vez más bendigo y agradezco la comida.
Al atardecer me paso algunos minutos en la tabla inclinada, dejando que mi cuerpo se relaje profundamente, y a veces escucho música durante ese rato.
La cena consiste en verduras cocidas al vapor y cereales. A veces también como pescado o pollo. Mi cuerpo funciona mejor con alimentos simples. Me gusta compartir mi cena, y cuando somos varios intercambiamos bendiciones además de bendecir la comida.
A veces, por la noche, dedico un rato a leer y estudiar. Siempre hay algo más que aprender, pero también suelo aprovechar esa hora para escribir diez o veinte veces la afirmación con la que estoy trabajando.
Cuando me voy a la cama hago unos instantes de recogimiento. Repaso los acontecimientos del día y bendigo cada actividad. Afirmo que dormiré profundamente y que me despertaré fresca y renovada, jubilosa ante el nuevo día.
Parece abrumador, ¿verdad? Al comienzo, todo eso impresiona muchísimo, pero después de un corto tiempo la nueva manera de pensar se habrá convertido en parte de su vida y lo hará fácilmente, porque será algo tan automático como ducharse o cepillarse los dientes.
Podría ser maravilloso para una familia que sus miembros se dediquen a hacer juntos algunas de estas cosas; por ejemplo meditar en grupo para empezar el día, o bien antes de cenar, es fuente de paz y armonía para todos. Si les parece que no tienen tiempo, podrían levantarse media hora antes: los beneficios bien valen el esfuerzo.
¿Cómo empieza usted su día?
¿Qué es lo primero que dice usted por la mañana, cuando se despierta? Todos tenemos algo que nos decimos prácticamente cada día. ¿Es positivo o negativo? Yo recuerdo la época en que me despertaba gimiendo: «Ay, mi Dios, otro día más». Y así eran exactamente los días que tenía: todo me iba mal, una cosa tras otra. Ahora, cuando me despierto, sin abrir siquiera los ojos, agradezco a la cama el sueño reparador que me ha brindado. Después de todo, nos hemos pasado toda la noche cómodamente juntas. Entonces, todavía con los ojos cerrados, me quedo unos diez minutos sin hacer otra cosa que agradecer todo lo bueno que hay en mi vida. Me programo un poco el día, afirmando que todo me irá bien y que lo disfrutaré muchísimo. Todo esto, antes de levantarme.