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Authors: David Wellington

Tags: #Ciencia ficción, #Terror, #Fantasía

Zombie Planet (44 page)

BOOK: Zombie Planet
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Capítulo 21

Unas lenguas de fuego lamían las cenizas de Mael Mag Och. Los esqueletos esperaron un momento y luego se hicieron a un lado, abriéndole el paso si ella así lo decidía. Podría tener la energía de la Fuente si la quería, le estaban diciendo. Si poseía las facultades para manipularla. Si supiera cómo, podría deshacerlo todo. Podría poner los muertos a descansar y hacer que el mundo fuera verde otra vez. Si supiera cómo.

No sabía, y no quedaba nadie para enseñarle.

Se dio media vuelta y regresó al vagón de carga que estaba en el valle.

—¿Qué has hecho? —le preguntó Ayaan cuando llegó.

Sarah no encontraba las palabras. Sólo era capaz de señalar. Su dedo apuntó hacia la masa de necrófagos que habían estado esperando pacientemente en perfecta formación a que el mundo acabara. Ahora se movían, avanzaban en masa. Se dirigían al horizonte de sucesos. Sarah se imaginaba la razón. Mael Mag Och estaba atrapado, tal como había sugerido Nilla. Podía proyectar su conciencia a cierta distancia para tomar otro cuerpo, pero todos los disponibles estaban demasiado lejos.

—¿Qué has hecho? —preguntó Ayaan de nuevo. Cogió a Sarah por los brazos y la zarandeó.

Sarah levantó la vista hasta la cara de su mentora.

—Respondí a una pregunta —dijo ella—. Me preguntaron qué era más importante que el fin del mundo y se lo dije.

Ayaan la soltó.

—¿Qué podría ser más importante…?

Los necrófagos desfilaban directamente hacia su destrucción. A medida que cada uno de ellos alcanzaba el horizonte de sucesos se consumía por completo.

—Lo has detenido. Ya lo entiendo —dijo Ayaan muy suavemente—. Eso… eso es bueno —afirmó. El humo de los muertos ardiendo contaminaba el aire a su alrededor y el hedor era opresivo.

Finalmente no quedó ninguno.

—Ha acabado —anunció Ayaan—. Venga, salgamos de aquí. —Saltó del vagón y se dirigía al pa0so que daba a la carretera.

—Tengo un par de cosas que hacer —dijo Sarah—. Ve hacia allí, yo te alcanzaré.

Ayaan frunció el ceño al oír eso, pero no podía negar que Sarah caminaba mucho más deprisa. Se encogió de hombros y se puso rumbo al camino.

Sarah sacó el diente de Gary de su bolsillo de atrás.

—¿Estás viendo esto? —preguntó ella—. Ya no le quedan cuerpos. Se ha quedado atrapado en la Fuente. No sé si eso cuenta como haberlo matado o no, pero ahora no tiene poder.

No creo que puedas matarlo. Créeme, lo he intentando. Y en cuanto a no tener poder…, no cometas el error de subestimarlo. Tengo una parte de él dentro de mí. Le gusta burlarse de mí e insultarme. Todavía está aquí. Pero, de momento, lo has detenido.

La voz de Gary sonaba muy difusa y remota. Sarah se imaginó que debía tratarse de un truco. Estaría en algún lugar cercano, escondido, lamiéndose las heridas. No querría que ella lo encontrara.

Bueno. Tenía una buena razón.

—Gary —le dijo ella—. Ya no hay nadie que pueda curarte. Ya no eres a prueba de balas.

Él permaneció callado durante un buen rato.

No olvidemos que yo te ayudé cuando lo necesitabas,
—apuntó.

—Y no olvidemos que has tenido a mi padre prisionero de su conciencia durante doce años. Voy a por ti, Gary, y te voy a matar. Eso es lo que yo hago. Mato
liches
. —No quiso escuchar su respuesta. Tiró el diente tan lejos como pudo. Al instante se perdió entre los huesos esparcidos por el valle.

Ayaan no lo habría aprobado. Habría dicho que el diente constituía una fuente de información, que cuanto más supiera Sarah de Gary, más fácil le resultaría matarlo. Pero Sarah recordaba que todo el mundo que había escuchado a Gary había tenido motivos para lamentarlo. Podía seducir con palabras y podía mentir con elegancia. Que la temiera. Que se preguntara dónde estaba ella. Le haría bien.

Así que eso ya estaba resuelto. Sólo le quedaba un cabo suelto que atar. Fue a la yurta de la parte de atrás del vagón de carga. Encontró a la momia esperándola, con los brazos extendidos para coger el frasco. Ella negó con la cabeza.

—Ahora eres libre. Ptolemaeus Canopus murió para liberarte.

La momia no se movió. Lo mismo podría estar muerta. Bueno tendría mucho tiempo para averiguarlo por sí sola. Lo más probable es que pasara la eternidad allí, esperando a que el fresco regresara a sus brazos, pero si lo hacía, sería por su propia decisión. Al menos alguien había sido rescatada con éxito. Sarah suspiró y rebuscó en las numerosas cajas y cofres de la yurta hasta que encontró lo que quería. Su Makarov PM. Se la metió en el bolsillo de la sudadera con capucha, salió al exterior y bajó del vagón.

Ayaan estaba a unos doscientos metros, de espaldas a Sarah. Pero no sería tan fácil. Sarah le debía a Ayaan algo más. Corrió a paso ligero y luego le dio un golpecito a la
lich
en el hombro.

Ayaan se dio media vuelta con mucho esfuerzo, como si tuviera tortícolis. No pareció sorprenderse en absoluto al ver la pistola en la mano de Sarah.

No perdió tiempo suplicando por su vida. Tenía un argumento mejor.

—Cuando tu padre se estaba muriendo, yo estaba con él. Yo estaba donde tú estás ahora, mirando a un monstruo. Él me pidió que no disparara, y no lo hice. Creo que probablemente te alegras de mi decisión.

—¡Acabas de matar a mi padre permanentemente! —exclamó Sarah, la sangre le subió a las mejillas—. ¿Cómo te atreves a invocarlo ahora?

—Tuvisteis algo de tiempo para estar juntos. ¿No fue eso mejor que nada? La vida es preciosa, Sarah, y la muerte es eterna. Cualquier aplazamiento del vacío es algo bueno —dijo Ayaan.

—Venga. Eres una
lich
, Ayaan. Eres una abominación. ¿Qué diría tu Dios si te viera ahora? —La mano de Sarah temblaba. Pasó a una postura a dos manos.

—Oh, Él me ve bien —repuso Ayaan. Cerró los ojos y su boca se movió en silencio durante un rato. Sarah sabía exactamente qué estaba haciendo. Estaba rezando. Cuando acabó, abrió los ojos y miró muy serenamente a Sarah—. Entonces esto es lo que has decidido hacer. No suplicaré como un perro. Si realmente crees que puedes apretar ese gatillo, entonces, por favor, hazlo ahora.

Sarah sofocó un grito. Apenas podía pensar con claridad.

—Es lo que tú me enseñaste a hacer.

—Yo no te enseñé a hablar —dijo Ayaan muy despacio—.Yo te enseñé a disparar. Espero que recuerdes lo que conlleva matar a un
lich
. Espero que recuerdes que tendrás que mutilar mi cuerpo. Tendrás que machacar mi cabeza hasta polvo. ¿Estás preparada para eso? Mi cuerpo debe ser quemado o aplastado con piedras.

—Piensas que no puedo hacerlo —dijo Sarah.

—Apuesto que no, la verdad. —Ayaan la escudriñó durante largo rato con una mirada muy fría—. Creo que no te has preparado psicológicamente para esto. Creo que te perseguirá durante mucho…

Sarah apretó el gatillo. El sonido del disparo reverberó por el valle. Cuando Osman la encontró, muchas horas después, ella ya había quemado el cuerpo de Ayaan con gasolina y esparcido las cenizas en el aire. Sólo quedaba el corazón. Se negaba a arder. No había nada mágico en ello; un corazón humano era un trozo duro de denso tejido muscular no muy inflamable. Lo sujetó en la mano cuando Osman fue a buscarla. Esperaba oír la voz de Ayaan en su cabeza. Esperaba que Ayaan se hubiera convertido en un fantasma como Mael Mag Och.

También esperaba que no pasara nada por el estilo. En eso depositaba sus deseos.

Osman le echó un vistazo al órgano chamuscado que tenía en la mano y se frotó la cabeza con sus largos dedos.

—No puedes llevar eso a mi helicóptero —protestó él—. De ninguna manera.

Sarah escarbó un pequeño hoyo en la tierra cerca del valle de la Fuente y enterró el corazón. Era lo más cercano a una tumba que Ayaan podía tener. Sarah recordó lo que Ayaan le había enseñado sobre la
baraka
, la peligrosa bendición de los santos sufíes. Se decía que podías invocar
baraka
cuando estabas cerca de la tumba de una persona poderosa. Sarah se preguntó si alguna generación futura de guerreras vendría donde estaba enterrado el corazón y sacaría fuerzas de él. No dejó marca alguna, ni lápida. Esas futuras guerreras tendrían que encontrar la tumba por sí mismas.

Sarah se ató el cinturón en el asiento del copiloto del Jayhawk, se elevaron y se fueron. Osman la llevó sobre un mundo verde, un mundo de árboles, rocas y agua y sin personas. Un mundo vacío en el que incluso escaseaban los muertos. Un lugar realmente silencioso y encantado.

Era esa clase de planeta. Iba a ser esa clase de planeta durante mucho tiempo.

— FIN —

Nota

[1]
«SMAW» (
Shoulder-launched Multipurpose Assault Weapon
), arma de asalto multipropósito de lanzamiento desde el hombro. Un sistema de ataque versátil, liviano y letal.

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