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Authors: Lewis Carroll & Martin Gardner

Tags: #Clásico, Ensayo, Fantástico

Alicia ANOTADA (34 page)

BOOK: Alicia ANOTADA
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[2] Era práctica habitual entre los primeros peregrinos llevar coronas de flores en la cabeza.
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Capítulo I

[1] Los dibujos que Tenniel hizo de Alicia no son retratos de Alicia Liddell, que tenía el pelo moreno y corto, con un flequillo recto sobre la frente. Carroll le envió a Tenniel una fotografía de Mary Hilton Badcock, otra amiguita suya, recomendándole que la utilizara para su modelo; pero se discute si Tenniel aceptó su consejo o no. Las siguientes líneas, de una carta que Carroll escribió algún tiempo después de la publicación de los dos libros de
Alicia
(carta que cita la señora Lennon en su libro sobre Carroll), sugieren firmemente que no fue así:

«El señor Tenniel es el único artista, que ha dibujado para mí, que se ha negado categóricamente a utilizar un modelo, y ha declarado que lo necesita tanto como yo una tabla de multiplicar para resolver un problema matemático. Me atrevo a creer que se equivocaba, y que por falta de modelo, dibujó varios retratos de "Alicia" completamente desproporcionados, con la cabeza demasiado grande y los pies demasiado pequeños.»

En «Alice on the Stage», artículo citado en una nota anterior, Carroll dio la siguiente descripción de la personalidad de su heroína:

«¿Cómo eras tú, Alicia soñada, a los ojos de tu padre adoptivo? ¿Cómo te describiría él? En primer lugar, cariñosa; cariñosa y amable: cariñosa como un perro (perdona lo prosaico de este símil, pero no conozco un amor terrenal más puro y más perfecto), y amable como un cervatillo; después, deferente: deferente con todos, con el grande y con el humilde, con el ilustre y con el grotesco, con el Rey y con la Oruga, como si fuese ésta incluso la hija de un rey, y su vestido estuviese labrado en oro; en tercer lugar, confiada, dispuesta a aceptar los más disparatados imposibles con esa total credulidad que sólo los soñadores conocen; y por último, curiosa: ¡tremendamente curiosa, y con esa ávida fruición de la Vida que sólo se da en las horas felices de la niñez, cuando todo es nuevo y hermoso, y cuando el Dolor y el Pecado no son más que nombres, palabras vacías que no significan nada!»
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[2] Como es natural, Carroll sabía que en un estado normal de caída libre, Alicia no podía ni dejar caer el tarro (habría seguido suspendido delante de ella), ni volverlo a colocar en un anaquel (su velocidad de descenso sería demasiado grande). Es interesante señalar que en el capítulo VIII de su novela
Sylvie and Bruno
, Carroll describe la dificultad de tomar el té en el interior de una casa cayendo, así como en una casa que es lanzada hacía abajo con una aceleración aún mayor, anticipándose en cierto modo al famoso «experimento del pensamiento» en el que Einstein utiliza la caída de un ascensor imaginario para explicar determinados aspectos de la teoría de la relatividad.
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[3] William Empson ha señalado (en la parte dedicada a Lewis Carroll de su
Some Versions of Pastoral
) que éste es el primer chiste sobre la muerte que aparece en los libros de Alicia. Luego vienen muchos más.
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[4] En tiempos de Carroll, la gente especuló muchísimo sobre qué sucedería si uno se cayese por un agujero que pasara por el centro de la tierra. Plutarco había formulado ya esta cuestión, y son muchos los pensadores famosos, entre ellos Francis Bacon y Voltaire, que la han abordado. Galileo (
Diálogo del Massimi Sistemi, Giornata Seconda
, edición de Florencia de 1842, vol. I, págs, 251-52) dio la solución correcta: el objeto caería a velocidad creciente pero con aceleración decreciente hasta que llegase al centro de la tierra, en cuyo momento su aceleración sería cero. A partir de ahí, su velocidad disminuiría al aumentar su deceleración, hasta alcanzar la abertura del otro extremo; entonces volvería hacia atrás otra vez. Ignorando la resistencia del aire y la fuerza coriolis resultante de la rotación de la tierra (a menos que el agujero fuese de polo a polo), el objeto se desplazaría eternamente en vaivén. La resistencia del aire, naturalmente, acabaría por detenerlo en el centro de la tierra. El lector interesado puede consultar «A Hole through the Earth», del astrónomo francés Camille Flammarion, en
The Strand Magazine
, vol. 38, pág. 348; 1909; aunque sólo sea para ver sus espeluznantes ilustraciones.

El interés de Carroll por esta cuestión se pone de relieve en el hecho de que en el capítulo VII de
Sylvie and Bruno Concluded
describe (además de un viaje de Moebius, un plano proyectivo, y otros inventos científicos y matemáticos extravagantes), un extraordinario método de hacer funcionar los trenes valiéndose de la gravedad como única fuente de energía. Las vías atraviesan un túnel completamente recto de una ciudad a otra. Como el punto medio del túnel está necesariamente más cerca del centro de la tierra que sus extremos, el tren se desplazará cuesta abajo hasta dicho punto, con lo que adquiere suficiente impulso para recorrer la otra mitad del túnel. Por extraño que parezca, este tren haría el recorrido (ignorando la resistencia del aire y la fricción de las ruedas) exactamente en el mismo tiempo que tardaría un objeto en caer a través del centro de la tierra: poco más de cuarenta y dos minutos. Este tiempo es constante, independientemente de la longitud del túnel.

La caída en el interior de la tierra como recurso para entrar en el país de las maravillas ha sido utilizada por otros muchos escritores de fantasías para niños, entre los que cabe destacar a L. Frank Baum, en su
Dorothy and the Wizard in Oz
, y Ruth Plumly Thompson en
The Royal Book of Oz
. Baum utiliza también el metro a través de la tierra como recurso eficaz en
Tik-Tok of Oz
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[5] Dinah era el nombre de una gata que pertenecía a las pequeñas Liddell. La volvemos a encontrar, con sus gatitas, en el primer capítulo de
A través del Espejo
.
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[6] Como sub-bibliotecario del
Christ Church
, Carroll tenía un pequeño despacho desde el que se dominaba el jardín de la residencia del decano, donde las pequeñas Liddell jugaban al croquet. ¡Cuántas veces debió de observarlas, deseando escapar de los oscuros recintos de Oxford a las alegres flores y frescas fuentes del Paraíso de la niñez!
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Capítulo II

[1] «
Fender
», utensilio metálico de forma rectangular, a veces ornamental, que se coloca entre la alfombrilla y la chimenea.
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[2] En su artículo «Alice on the Stage» (citado en la primera nota del poema preliminar del libro), escribe Carroll:

«¿Y el Conejo Blanco, qué? ¿Se encuadra en las líneas de "Alicia", o está pensado como contraste? Como contraste evidentemente. Lo que en ella es "juventud", "audacia", "vigor", y "rapidez de resolución", léase: "madurez", "timidez", "debilidad", "titubeo nervioso", y nos habremos acercado
algo
a lo que yo quería que fuese.
Creo
que el Conejo Blanco debía llevar lentes. Estoy seguro de que tenía una voz destemplada, que le temblaban las rodillas, y que su aspecto general denotaba una total incapacidad para plantarle cara a una gallina.»

En
Alice's Adventures Underground
, el manuscrito original, el conejo deja caer un ramillete en vez de un abanico. La subsiguiente reducción del tamaño de Alicia es consecuencia de oler las flores.
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[3] La explicación más sencilla de por qué Alicia no llegará nunca a 20 es la siguiente: la tabla de multiplicar se detiene tradicionalmente en el 12, de modo que si continuamos esta disparatada progresión —4 por 5, 12; 4 por 6, 13; 4 por 7, 14; y así sucesivamente, terminaremos en 4 por 12 (el número más elevado al que se puede llegar), 19: exactamente uno menos de 20.

A. L. Taylor, en su libro
The White Knight
, propone una teoría interesante aunque más complicada. 4 por 5 son efectivamente 12 en un sistema de numeración que utilice como base el 18. 4 por 6 son 13 en un sistema con base 21. Si seguimos esta progresión, aumentando siempre la base de 3 en 3, el producto seguirá aumentando hasta llegar a 20, en que por primera vez se rompe la pauta. 4 por 13 no son 20 (en un sistema numeral con base 42), sino «1», seguido de cualquier símbolo que se adopte para el «10».
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[4] La mayoría de los poemas de los dos libros de Alicia son parodias de poemas o de canciones populares, muy conocidos por los lectores contemporáneos de Carroll. Salvo alguna excepción, los originales han caído en el olvido, conservándose los títulos únicamente por el hecho de haberlos elegido Carroll. Dado que gran parte de la gracia de una parodia se pierde si no se conoce el poema caricaturizado, reproducimos todos los originales en esta edición. En el presente caso se trata de una parodia ingeniosa del poema más conocido de Isaak Watts (1674-1748), teólogo inglés, y escritor de famosos himnos como «O God, our help in ages past». El poema entero de Watts «Contra la ociosidad y el daño» (de su
Divine songs for Children
, 1715) dice así:

¡Cómo la afanosa abejita

aprovecha cada hora de luz,

y pasa el día cogiendo miel

de todas las flores abiertas!

¡Con qué habilidad hace su celda!

¡Con qué esmero pone cera

y almacena con trabajo

el dulce alimento que crea!

En obras de esfuerzo o destreza

quiero trabajar yo también;

pues Satanás tiene siempre un mal

que proponer a las manos ociosas.

Que en libros, obras y juegos saludables

pasen mis primeros años,

y pueda dar de cada día

al final buena cuenta.

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[5] Los cosmólogos han citado las primeras expansiones de Alicia para ilustrar aspectos de la teoría de la expansión del universo. Su librarse por los pelos de este pasaje nos recuerda una teoría del universo en
disminución
, propuesta en otro tiempo en forma de broma carrolliana por el eminente matemático sir Edmund Whittaker. Quizá la cantidad total de materia del universo se está reduciendo continuamente, y al final el universo entero se desvanecerá en la nada. «Esto tendría la ventaja», dice Whittaker, «de facilitar una representación muy simple del destino final del universo» (
Eddington's Principie in the Philosophy of Science
; conferencia de Whittaker publicada en 1951 por Cambridge University Press).
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[6] Las máquinas de bañarse eran pequeñas casetas con ruedas. Tiradas por caballos, eran arrastradas al mar hasta la profundidad deseada por el bañista, que entonces salía recatadamente por una puerta que se abría de cara al mar. Un enorme quitasol detrás de la máquina de bañarse le ocultaba de la vista del público. En la playa, las máquinas de bañarse se empleaban naturalmente para vestirse y desvestirse en privado. Este pintoresco artefacto Victoriano lo inventó Benjamin Beale hacia 1750, cuáquero que vivía en Márgate, y fue utilizado por primera vez en la playa de Márgate. Más tarde, estas máquinas fueron introducidas en Weymouth por Ralph Allen, el original del señor Allworthy, de la novela
Tom Jones
, de Fielding. En
Humphry Clinker
de Smollett, 1771, una de las cartas de Matt Bramble describe una máquina de bañarse en Scarborough (véase
Notes and Queries
, 13 de agosto de 1904, Serie 19, vol. 11, págs. 130-131).

El segundo «ataque» del gran disparate poético de Carroll,
La caza del Snark
(subtitulado:
Agonía en Ocho Ataques
), nos cuenta que la afición a las máquinas de bañarse es uno de los cinco «rasgos inequívocos» por los que se puede reconocer a un auténtico snark:

El cuarto es su afición a la máquina de bañarse

que siempre lleva consigo

y cree que da belleza al paisaje…

convicción expuesta a toda duda.

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[7] El Pato es el reverendo Duckworth; el Lori (loro australiano) es Lorina Liddell; Edith Liddell es el Aguilucho; y el Dodo es el propio Lewis Carroll. Cuando Carroll tartamudeaba, pronunciaba su apellido «Do-Do-Dodgson»; y es divertido señalar que cuando se incluyó su biografía en la
Encyclopaedia Britannica
, se insertó inmediatamente delante del término Dodo. Los individuos de este «grupo raro» representan a los que participaron en un episodio recogido en el diario de Carroll el 17 de junio de 1862. Carroll llevó a sus hermanas Fanny y Elizabeth y a su tía Lucy Lutwidge (¿los «otros bichos extraños»?) a una excursión en barca, acompañados por el reverendo Duckworth y las tres pequeñas Liddell:

«
17 de junio (martes)
. Expedición a Nuneham. Ina y Duckworth (del
Trinity
); Alicia y Edith han venido con nosotros. Salimos alrededor de las 12.30 y llegamos a Nuneham hacia las 2; comimos allí, luego paseamos por el parque y emprendimos el regreso hacia las 4.30. Como una milla más arriba de Nunehan nos cogió un chaparrón; y después de soportarlo un rato, decidí que era mejor dejar el bote y caminar, tres millas de marcha nos dejaron calados. Yo iba delante con las niñas, ya que ellas andaban más de prisa que Elizabeth, y las llevé a la única casa que yo conocía en Sandford, la de la señora Broughton, donde se aloja Ranken. Las dejé con ella para que les secase las ropas, y salí en busca de un vehículo; pero no hubo forma de conseguirlo, así que al llegar los demás, Duckworth y yo continuamos hasta Iffley, desde donde les enviamos un simón.»

En el manuscrito original,
Alice's Adventures Underground
, aparecen varios detalles relacionados con esta experiencia, que Carroll eliminó después porque consideraba que tenían poco interés para nadie ajeno al círculo de personas que tuvo que ver con ello. Cuando se publicó una edición facsímil en 1886, Duckworth recibió un ejemplar con la siguiente inscripción: «The Duck from the Dodo» [«Al Pato, del Dodo»].
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Capítulo III

[1] Roger Lancelyn Green, editor del diario de Carroll, identifica este polvoriento pasaje con una cita real del
Short Course of History
de Havilland Chepmell, 1862, págs. 143-144. Carroll estaba emparentado lejanamente con los condes Eduino y Morcaro; pero Green considera poco probable que Carroll estuviera enterado (véase
The Diaries of Lewis Carroll
, vol. I, pág. 2). El libro de Chepmell fue uno de los textos estudiados por las pequeñas Liddell. Green sugiere en otra parte que quizá Carroll pretendió que el Ratón representara a la señorita Prickett, institutriz de las niñas.
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