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Authors: Octavia Butler

Tags: #Ciencia Ficción

Amanecer (35 page)

BOOK: Amanecer
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—¿Que has... qué...?

—Te he preñado con el hijo de Joseph. No lo hubiera hecho tan pronto, pero quería usar su semilla, no una impresión. No podía relacionarte a ti lo bastante íntimamente con un crío mezclado de una impresión. Y hay un límite al tiempo que puedo mantener vivo al esperma.

Lo estaba mirando, muda. Estaba hablando de un modo tan casual como si hablase del tiempo. Se alzó y se hubiera apartado de él, pero el ooloi la atrapó por ambas muñecas.

Hizo un violento esfuerzo por liberarse, descubrió que no podía soltarse de su apretón.

—¡Dijiste...! —Se quedó sin aliento, y tuvo que empezar de nuevo—. ¡Dijiste que no lo harías! ¡Dijiste...!

—Dije que no lo haría hasta que estuvieses dispuesta.

—¡No lo estoy! ¡Jamás lo estaré!

—Ahora estás dispuesta para tener la descendencia de Joseph. La hija de Joseph.

—¿Hija...?

—Te mezclé una niña para que fuera tu compañera. Has estado muy sola.

—¡Gracias a ti!

—Sí. Pero una hija será tu compañera durante largo tiempo.

—¡No será una hija! —Tiró de nuevo de sus brazos, pero él no la dejó ir—. ¡Será una cosa... no humana!

Contempló su propio cuerpo, con horror.

—¡Está dentro de mí, y no es humana!

Nikanj la atrajo y le pasó un brazo sensorial alrededor de la garganta. Pensó que le inyectaría algo y le haría perder el conocimiento. Esperó la oscuridad, casi con ansiedad.

Pero Nikanj sólo la volvió a sentar en el tronco.

—Tendrás una hija —dijo—. Y estás dispuesta para ser madre. Tú nunca lo hubieses reconocido, del mismo modo que nunca me hubiera invitado Joseph a compartir su lecho..., sin importar lo mucho que me desease tener allí. Nada en ti, excepto tus palabras, rechaza a esta niña.

—¡Pero no será humana! —susurró ella—. ¡Será una cosa! ¡Un monstruo!

—No debes de empezar a mentirte a ti misma. Ése es un hábito mortífero. La niña será tuya y de Joseph, de Ahajas y Dichaan. Y, porque yo la he mezclado, la he moldeado, y me he ocupado de que sea hermosa y sin conflictos mortales, también será mía. Será mi primer hijo, Lilith. Por lo menos, el primero en nacer. Ahajas también está preñada.

—¿Ahajas? ¿Y cuándo ha encontrado el tiempo para ello? ¡Ha estado en todas partes!

—Sí. Y Joseph y tú también seréis padres de su hijo. —Usó su brazo sensorial libre para volverle la cara hacia la de él—. La niña que salga de tu cuerpo se parecerá a Joseph y a ti.

—¡No te creo!

—Las diferencias estarán ocultas hasta la metamorfosis.

—¡Oh, Dios, también eso!

—La criatura nacida de ti y la criatura nacida de Ahajas serán de la misma camada.

—Los otros no volverán a esto —dijo ella—. Yo tampoco hubiese vuelto a esto.

—Nuestros hijos serán mejores que cualquiera de nuestras razas —continuó él—.

Moderaremos vuestros problemas jerárquicos y vosotros disminuiréis nuestras limitaciones físicas. Nuestros hijos no se destruirán a sí mismos en una guerra y, si necesitan volver a hacerse crecer un miembro o cambiarse ellos mismos de algún modo, serán capaces de conseguirlo. Y tendrán otros beneficios.

—Pero no serán humanos —insistió Lilith—. Y eso es lo que importa. No puedes entenderlo, pero eso es lo que importa.

Sus tentáculos se anudaron.

—La niña que hay dentro de ti importa. —Soltó sus brazos, y las manos de ella se agarraron la una a la otra.

—Esto nos destruirá —susurró ella—. ¡Dios mío... no me extraña que no me dejases marcharme con los otros!

—Te irás cuando lo hagamos todos: tú, Ahajas, Dichaan, yo y nuestros niños. Pero tenemos trabajo que hacer aquí antes de partir. —Se alzó—. Ahora nos iremos a casa.

Ahajas y Dichaan nos están esperando.

¿A casa?, pensó amargamente ella. ¿Cuándo era la última vez que había tenido una verdadera casa? ¿Cuándo podría esperar tener una?

—Déjame quedar aquí —dijo. Él rehusaría, sabía que lo haría—. Esto es lo más cerca de la Tierra que parece que me vais a dejar llegar.

—Puedes venir aquí con el siguiente grupo de humanos. Vámonos ahora a casa.

Ella pensó en resistirse, en obligarle a drogaría y llevársela de regreso por la fuerza.

Pero eso parecía un gesto inútil. Al menos tendría la oportunidad de estar con otro grupo humano. Una posibilidad de enseñarles..., pero nunca una posibilidad de ser uno de ellos.

Eso nunca. ¿Nunca?

Otra oportunidad de decir: «aprended y huíd».

Esta vez, ella tendría más información para ellos. Y ellos tendrían largas, saludables vidas ante sí. Quizá pudieran hallar una respuesta a lo que los oankali les habían hecho.

Y quizá los oankali no fuesen perfectos. Podría escapárseles alguna gente fértil, aunque fuera poca. Y quizá esa gente fértil pudieran hallarse los unos a los otros. Quizá.

«Aprended y huid». Aunque ella estuviera perdida, otros no tenían por qué estarlo. La Humanidad no tenía por qué estarlo.

Dejó que Nikanj la llevase por la oscura selva hacia una de las salidas ocultas.

Octavia Estelle Butler (22 de junio de 1947 – 24 de febrero de 2006) fue una escritora estadounidense de ciencia ficción. Ganó los premios Hugo y Nébula. En 1995 se convirtió en la primera escritora de ciencia ficción en recibir el título "Genius" de la Fundación MacArthur.

En español se ha publicado su relato Bloodchild ("Hijo de la sangre"), así como la trilogía de Xenogénesis: Amanecer, Ritos de madurez e Imago y sus Libros de las Parábolas: La Parábola del Sembrador y La Parábola de los Talentos.

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