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Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

Amos y Mazmorras I (4 page)

BOOK: Amos y Mazmorras I
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L

 

Eso querría decir que, fuera el caso que fuese, ya lo tenía casi resuelto, ¿no? Lo cierto era que actuar como un infiltrado del FBI acarreaba muchos riesgos y, también, sembraba inseguridades en las personas más cercanas a tu círculo.
Miró a Ringo. Hacía media hora que el camaleón intentaba camuflarse con el cojín verde en el que estaba jugando. ¿Ringo sufriría por ella cuando entrara en el cuerpo?
Al ver que empezaba a darle la paranoia al imaginarse a L en situaciones delicadas, cogió a Ringo entre sus manos y lo alzó hasta la altura de sus ojos.
—Eh, Ringo —susurró acariciándole la cola—. Ringo, mírame... Mírame —por una extraña razón que no se atrevía a analizar, Cleo se creía capaz de hacer que un camaleón, que movía sus ojos de forma independiente, es decir el izquierdo hacia Canadá y el derecho hacia México, sincronizara sus pupilas y las dirigiese hacia ella a la vez—. Al frente, Ringo, al frente... —chasqueó los dedos de la mano libre delante de la cómica carita del reptil—. ¿No puedes? Ay, qué mono...
El sonido del timbre de la puerta hizo que se tensara.
Eran las diez y media de la noche y no tenía visitas a esa hora.
Con el ceño fruncido y Ringo en mano, puso la película de
Willow
en pausa y se levantó para abrir la puerta.
Tras la mosquitera que cubría el marco de la entrada se reflejaba la sólida figura de un hombre alto y delgado, pulcramente trajeado.
Cleo activó la pantalla ofimática que identificaba a sus visitantes. El monitor mostraba a un hombre calvo de ojos azules que miraba directamente a la pequeña cámara que había a mano izquierda del timbre.
No lo conocía. No sabía quién era ese individuo.
—¿Señorita Connelly? —preguntó mirando fijamente por el visor informático.
Cleo abrió la puerta y dejó a Ringo sobre el ficus de la entrada.
—Buenas noches, señorita Connelly —se llevó la mano al trasero y levantó su placa de identificación—. FBI. ¿Puedo entrar?
Elias Montgomery: subdirector del FBI.
Malas noticias. Cuando el FBI llamaba a tu puerta solo podía significar dos cosas. O que te creían indirectamente involucrado en un delito federal, o bien que podías aportar pistas para solventar uno. O eso, o su madre, Darcy, había sido acusada por su padre, Charles, por intento de homicidio.
Pero Cleo entendió que el subdirector del FBI no estaba ahí por ese motivo.
Tres días era demasiado tiempo para Leslie. Y ese hombre estaba ahí por algo relacionado con su hermana. Su intuición innata así se lo decía.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y tragó compulsivamente.
—Es Leslie, ¿verdad?
—¿Me deja entrar, por favor? Este no es sitio para hablar —contestó el agente con educación.
—Claro. Disculpe.
El subdirector Elias se detuvo en la entrada.
—Después de usted, señorita Connelly. Necesito hablarle largo y tendido sobre algo, y es estrictamente confidencial.
Cleo asintió firmemente. La barbilla le temblaba y los labios le hacían pucheros. «Por favor, por favor... Que no me dé malas noticias».
—Tome asiento. —Llegaron al salón y le señaló el sofá—. ¿Desea tomar algo?
—No, estoy bien gracias —contestó sentándose en la butaca solitaria—. Siento haberla importunado. Estaba cenando, ¿verdad?
—Oh, no se preocupe —retiró la mesa auxiliar y la dejó en la cocina—. Ya no tengo hambre. —Su pantalla plana Sony tenía congelada la imagen de Willow lanzando una bellota al cielo. Entornó los ojos y apagó la televisión con el mando a distancia. Nerviosa como jamás había estado, se sentó en el sofá, al lado del señor Elias—. ¿Cuál es el motivo de su visita? Y debe de ser algo importante para que venga un alto cargo del FBI a mi casa. ¿Mi hermana está bien?
Él entrelazó las manos y apoyó los codos en sus rodillas.
—¿Le dijo su hermana Leslie en qué estaba trabajando?
—¿Además de que era agente especial? No. ¿Sigue viva, verdad? —preguntó impaciente.
—No lo sabemos. Creemos que sí, pero... No podemos asegurarlo a ciencia cierta.
Cleo se mordió el labio inferior y cerró los ojos. ¿Así que eso se sentía cuando te daban noticias de ese tipo? Por Dios, quería morirse. Llorar y morirse.
—¿Qué se sabe? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo... Cómo ha desaparecido?
—Señorita Connelly, antes de que yo le explique nada, déjeme advertirle de que, si en algún momento sale de su boca algo de lo que hayamos hablado aquí, será considerado como un delito y una traición al Gobierno de los Estados Unidos de América. ¿Entendido?
Cleo no pudo valorar si lo que más la enfureció de ese comentario era su tono o lo que daba a entender con sus palabras.
—Soy policía de Nueva Orleans, señor. Trabajo para mi país, para su bienestar. Creo que su advertencia está de más —le dijo desafiante.
Algo parecido a una sonrisa cruzó los ojos azules de Elias.
—Me habían dicho que tenía un problema en controlar su lengua. Excelentes notas en la preparación cadete de Quantico —chasqueó con la boca—, pero un desastre en la entrevista personal. No obstante, no creo que sea un caso perdido.
—¿Así que han hablado de mí?
—Sí, por supuesto. Leslie es un diamante como agente especial, y tienen los mismos genes, así que esperábamos que usted nos diera los mismos excelentes resultados... Ella es muy disciplinada y usted es más... impulsiva. Pero nada que no se pueda limar, ¿no cree?
¿Así que habían hablado de ella? Eso ya no importaba. Leslie sí.
—Soy una tumba, señor. Sé dónde y para quién trabajo. Y L es una excelente profesional. Espero ser como ella algún día.
—Me alegra saberlo.
—Y ahora, por favor, ¿puede explicarme el motivo de su visita?
—¿Sabe? He cambiado de idea. ¿Me puede ofrecer un café con hielo?

 

 

 

El subdirector le daba vueltas a su café solo y después lo vertió todo en el vaso con cubitos de hielo.
—Leslie trabajaba como agente especial infiltrada en un caso de trata de blancas.
Cleo abrió los ojos, y las palmas de las manos se le enfriaron.
—Después del narcotráfico, la trata de personas es el delito más redituable. ¿Lo sabía?
—Sí, señor. —Estaba al tanto de los índices de delitos federales. La mayoría de las veces, la trata de blancas se relacionaba con la esclavitud, el abuso sexual y los trabajos forzosos. Por Dios, tenía ganas de vomitar, y un manojo de nervios muy inestable le oprimía la boca del estómago.
—Todas las naciones sufren de tráfico de humanos y, como con todos los delitos, intentamos erradicarlo, pero no es fácil. Hace quince meses se encontró el cadáver de Irina Lewska. Una mujer rusa de veinte años hallada muerta por sobredosis en el desierto de las Vegas, cerca de la interestatal 215. Irina llevaba un collar de perro en la garganta con un medallón en el que rezaba «pertenece a los hombres lagarto».
—¿Un collar?
—Sí. Un collar de sumisa. ¿Cuánto sabe de DS, Cleo?
—¿Perdón? ¿DS? Mmm... Que es el apellido de Nintendo.
Elias entrecerró los ojos y frunció los labios. El silencio se tornó espeso y pesado entre ellos.
—Dominación y sumisión.
—Ah, BDSM —contestó como si esas siglas no le dieran un terrible respeto—. ¿
Bondage
y sadomasoquismo?
—Bueno, ahora lo llaman solo DS, porque quieren acercarlo un poco al populismo. Como le decía, Irina llevaba un collar de sumisa y al parecer tenía a un amo o, en este caso, varios amos. Hasta ahí, todo indicaba que podía ser un crimen pasional sexual y que se les fue la mano con las drogas ¿verdad?
—Sí, continúe.
—Desde Las Vegas se pusieron en contacto con Washington, y desde entonces llevamos el caso nosotros. Investigando, nos dimos cuenta de que Irina había desaparecido de su país dos meses atrás —tomó un sorbo de café helado—. Era practicante principiante en el mundo DS. En sus extractos bancarios descubrimos compras por Internet a varias tiendas de fetiches y sumisión, por tanto, la mujer sabía lo que se hacía.
—¿Y cómo fue a parar a Las Vegas?
—Irina había comprado dos billetes con destino a Miami, en respuesta, posiblemente, a una invitación.
—¿Qué tipo de invitación?
—Un encuentro de DS.
Cleo se removió en el sofá. Aquello era incómodo.
—Un encuentro de sado, de acuerdo. ¿Cómo sabían que su visita a Miami respondía a ese tipo de invitación?
—Por lo que averiguamos luego gracias a Leslie y a Clint, que después le explicaré.
—Dios... —Apoyó los codos en las rodillas y se cubrió el rostro con las manos.
—Una vez la joven llegó a Miami, se perdió su pista totalmente. Ninguna actividad bancaria, ninguna conexión a internet, ninguna llamada telefónica... Cero.
—Hasta que la encontraron muerta, con el collar que la identificaba como propiedad de los hombres lagarto.
—Sí. El cuerpo de Irina no nos decía mucho más. No había rastro de semen ni de agresión física, excepto un exceso de un tipo de droga que se halló en su cuerpo, conocida como
popper
, mezclada con cocaína.
Cleo sabía lo que era el
popper
. Era una droga afrodisíaca que se servía en forma de inhalador, y de la que si se abusaba, podía causar graves daños cerebrales, incluso la muerte.
—Irina murió por una sobredosis y por una reacción asmática al inhalador; pero su hallazgo propició que entráramos en uno de los casos de trata de blancas más importantes y mejor camuflados de los últimos tiempos. Después de Irina, vinieron Katia, Roxana, y Marru... Las tres en un espacio de diferencia de tres semanas.
—¿También cerca de Las Vegas?
—No. Esta vez en Phoenix, Arizona; en Albuquerque, Nuevo México y en Sacramento, en California. Las relacionamos con el mismo caso sobre todo porque también murieron por sobredosis.
—También por
popper
.
—Sí. Todas tenían la misma droga en su sangre. Se había denunciado la desaparición de una de ellas, Marru, dos meses atrás en Noruega. Estudiamos sus movimientos bancarios y descubrimos similitudes con Irina: le encantaba lo
fetish
y las fustas; y lo último de lo que el sistema tiene constancia es de que vino a Albuquerque para algo, y ahí se perdió su rastro. La hallaron muerta en la frontera entre Nuevo México y Juárez. Las otras dos víctimas, Katia y Roxana, no presentaban ninguna denuncia por desaparición y eran originarias de Phoenix y Sacramento, respectivamente. Ambas adoraban el sado, y una de ellas tenía un tatuaje que rezaba: «Los monos cuidarán de Dorothy».
Cleo sacudió la cabeza. No podía hilar casi nada. Ni una sola vez había nombrado a Leslie todavía.
—¿Dorothy? ¿
El Mago de Oz
?—preguntó confusa—. No logro entender...
—Hasta entonces, nosotros teníamos un rompecabezas del que solo teníamos a cuatro chicas muertas: dos pelirrojas y dos morenas, de rostro pálido y ojos claros, esbeltas —enumeró—. Tenían en común sus inclinaciones por el sado y la dominación. Dos de ellas estaban declaradas desaparecidas en sus respectivos países. Y las cuatro habían muerto por una variante de
popper
con cocaína. Lo único que teníamos claro era que el escenario en el que debíamos trabajar era el DS.
—Mi hermana cuadraba en el perfil —entendió con voz monótona y la mirada perdida—. Morena, piel clara y ojos claros. Esbelta.
—Sí. Decidimos trabajar con ella por muchas razones. La agente Connelly se internó en el mundo del DS como practicante: se infiltró.
¿Su hermana? No... ¿Leslie había hecho eso? ¿En eso estaba metida? Dios... Se le puso la piel de gallina.
—El collar de sumisa de Irina y el mensaje tatuado de Roxana les llevó a buscar por todos lados el significado de los hombres lagarto y la relación que podían tener con Dorothy y los monos. La agente Leslie y el agente Clint hicieron un trabajo de investigación sublime. Internarse en el DS, conocer su mundo y hacerse pasar por practicantes les llevó a un juego de rol muy popular en el ambiente:
Dragones y Mazmorras DS
.

 

 

 

«Dragones y mazmorras, un mundo infernal, se oculta entre las sombras las fuerzas del Mal», canturreó Cleo mentalmente. Increíble: había un juego de rol inspirado en
Dragones y Mazmorras
, que, a su vez, era el primer juego de rol de la historia. Y todo mezclado con un ambiente BDSM.
—El medallón de Irina hablaba de los hombres lagarto y el tatuaje de Roxana insinuaba que los monos cuidarían de Dorothy. En el juego de rol de
Dragones y Mazmorras
, en el real, existen los hombres lagarto: son seres oscuros que esclavizan a los débiles. Y también existen los monos voladores. Los adictos al rol afirman que estos personajes los incluyeron en honor al
Mago de Oz
de Judy Garland. Todo apuntaba al rol de
Dragones y Mazmorras DS
, cuyas iniciales D&M son conocidas en el ambiente como
Domines y Mistresses
: amos y amas. Pero, como habrás podido deducir, no es solo un juego de rol. Hay una organización que está utilizando este juego BDSM como tapadera para traficar con mujeres y hombres. Buscan esclavas y esclavos sexuales con un determinado perfil. Piel clara, ojos claros y pelo largo y liso.
—Demonios... ¿Dónde está Leslie?—preguntó frotándose las manos, levantándose con brío—. ¿Sigue viva?
—Esto es todo lo que Leslie nos ha filtrado. En una semana se celebran los juegos de
Dragones y Mazmorras DS
; una cita del ambiente que se realiza cada quince meses. Esta vez son solo cuatro días de juegos eróticos, dominación y sumisión. Una especie de torneo, como unas olimpiadas, en el que al parecer es la única ocasión en la que se muestran los tres cabecillas más poderosos del rol, conocidos como los Villanos. Algunos miembros del rol que intimaron con Clint y Leslie afirman que el colofón final viene cuando presentan a un grupo de esclavas y esclavos neófitos y se los dan como carnaza a los Villanos. Primero juegan con ellos públicamente, pero luego se los llevan y nadie sabe qué es lo que hacen con ellos...
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