No me seduce particularmente la idea de que las pequeñas fluctuaciones cuánticas que ha generado mi vida nos confieran una especie de inmortalidad.
«Esta visión de la vida debería serte de gran consuelo. En el universo, la información no puede morir. Nunca se olvida nada; ni un paso, ni un recuerdo, ni una pena de tu vida. Como individuo, te perderás en la vorágine del tiempo y se dispersarán tus moléculas, pero quién fuiste, qué hiciste y cómo viviste son cosas que se insertarán para siempre en el cálculo universal.»
Perdona, pero hablar de la existencia como «cálculo» me sigue pareciendo tan mecánico, tan desalmado…
«Si lo prefieres, llámalo soñar, anhelar, pensar. Todo lo que ves forma parte de un cálculo inimaginablemente grande y hermoso, desde un bebé que balbucea sus primeras palabras hasta una estrella absorbida por un agujero negro. Nuestro universo es un cálculo maravilloso que empezó por un solo axioma de gran simplicidad, y que lleva trece mil millones de años funcionando. ¡Apenas hemos empezado la aventura! Cuando encontréis el modo de cambiar vuestro proceso de pensamiento, limitado por la carne por otros sistemas cuánticos naturales, empezaréis a controlar el cálculo. Empezaréis a entender su belleza y perfección.»
Si todo es cálculo, ¿de qué sirve la inteligencia? ¿Y la mente?
«La inteligencia está en todas partes, hasta en procesos inertes. Una tormenta eléctrica es un proceso muchísimo más inteligente que un cerebro humano. A su manera es inteligente.»
Una tormenta eléctrica no tiene conciencia. Un cerebro humano tiene conciencia de sí. Esta es la diferencia, y no es baladí.
«¿No os he dicho que la conciencia de uno mismo es una ilusión, una herramienta de la evolución? La diferencia no llega ni tan siquiera a ser baladí.»
Un fenómeno meteorológico no es creativo. No hace elecciones. No puede pensar. Solo es un despliegue mecánico de fuerzas.
«¿Y cómo sabes que vosotros no sois despliegues mecánicos de fuerzas? Al igual que el cerebro, un fenómeno meteorológico tiene propiedades químicas, eléctricas y mecánicas complejas. Piensa y es creativo; lo que ocurre es que sus pensamientos son distintos de los vuestros. Un ser humano crea complejidad escribiendo una novela en la superficie de una hoja de papel; una perturbación la crea escribiendo olas en la superficie de un mar. ¿Cuál es la diferencia entre la información contenida en las palabras de una novela y la información contenida en las olas del mar? Si escuchas, las olas hablarán, y yo os digo que un día escribiréis vuestros pensamientos en la superficie del mar.»
Muy bien, ¿y qué calcula el universo? ¿Qué gran problema es el que intenta resolver?
«El misterio más profundo y maravilloso de todos.
Tenemos muy poco tiempo. Lo siguiente que debo deciros es de la máxima importancia.»
Sigue, por favor. Gozas de toda nuestra atención.
«La religión surgió como un esfuerzo para explicar lo inexplicable, controlar lo incontrolable y volver soportable lo insoportable. La fe en una fuerza superior se convirtió en la más poderosa innovación de la fase más reciente de la evolución humana. Las tribus con religión tenían ventaja sobre las que carecían de ella. Tenían un norte, una motivación, una misión. El valor de supervivencia de la religión era tan espectacular, que la sed de creencias se inscribió en el genoma humano. Lo que intentó la religión lo ha cumplido finalmente la ciencia. Ahora tenéis una manera de explicar lo inexplicable y controlar lo incontrolable. Ya no necesitáis ninguna religión "revelada". Finalmente la humanidad se ha hecho mayor. La religión es tan esencial para la supervivencia humana como la comida y el agua. Si intentáis sustituir la religión por la ciencia, fracasaréis. En vez de eso, lo que haréis será ofrecer la ciencia como una religión. Pues en verdad os digo que la ciencia es religión. La única religión verdadera. En vez de presentar un libro con la verdad, la ciencia ofrece un método para la verdad. La ciencia es la búsqueda de la verdad, no la revelación de la verdad. No es un dogma, sino un medio. No es un destino, sino un viaje.»
Sí, pero ¿y el sufrimiento humano? ¿Cómo puede la ciencia «volver soportable lo insoportable», como has dicho?
«Durante el siglo pasado, la medicina y la tecnología aliviaron más el sufrimiento humano que todos los curas del último milenio.»
Te refieres al sufrimiento físico, pero ¿y el sufrimiento del alma? ¿Y el sufrimiento espiritual?
«¿No os he dicho que todo es uno? ¿No es un consuelo saber que vuestro sufrimiento hace que el propio universo se estremezcla? Nadie sufre a solas, y el sufrimiento tiene un objetivo. Hasta la caída de un gorrión es esencial para el conjunto. El universo nunca olvida. ¡No os dejéis vencer por la inseguridad! Sois mis discípulos. Tenéis el poder de darle la vuelta al mundo. La ciencia acumula más pruebas en un solo día que la religión durante toda su historia. La gente se aferra a la fe porque la necesita. La ansia. Vosotros no le negaréis la fe; le ofreceréis una nueva. No he venido a sustituir al Dios judeocristiano, sino a completarlo.»
Respecto a esta nueva religión que quieres que prediquemos… ¿Qué le pediremos a la gente que adora? ¿Qué tiene de hermoso y de sobrecogedor todo esto?
«Os pido que contempléis el universo tal como ahora sabéis que existe. ¿No es más sobrecogedor en sí mismo que cualquier concepto de Dios propuesto por las religiones históricas? Cien mil millones de galaxias, islas de fuego solitarias, lanzadas cual monedas a un espacio tan inmenso que supera la comprensión biológica del cerebro humano. Y yo os digo que el universo que habéis descubierto solo es una minúscula fracción de la extensión y la magnificencia de la creación. El lugar que habitáis no es sino una diminuta mota azul en las infinitas bóvedas celestes; y sin embargo esa mota tiene para mí un valor enorme, porque es parte esencial del todo. Por eso he venido a vosotros. Adoradme a mí y a mis grandes obras, no a un dios tribal imaginado hace miles de años por tri-bus de pastores en guerra.»
Más. Cuéntanos más.
«Seguid las facciones de mi rostro con vuestros instrumentos científicos. Buscadme en el cosmos y en el electrón. Pues soy el Dios del tiempo y el espacio profundos, el Dios de los supercúmulos y los vacíos, el Dios del Big Bang y la inflación, el Dios de la materia oscura y la energía oscura. La ciencia y la fe no pueden coexistir. La una destruirá a la otra. Debéis aseguraros de que sea la ciencia la que sobreviva, ya que de lo contrario vuestra pequeña mota azul estará condenada…»
¿Qué tenemos que hacer?
«Con mis palabras venceréis. Contadle al mundo lo que ha ocurrido aquí. Decidle que Dios ha hablado con la humanidad, por vez primera. ¡Sí, por vez primera!»
Pero ¿cómo podemos explicarte, cómo podemos describirte si no nos dices qué eres?
«No repitáis el error de las religiones históricas, enzarzándoos en discusiones sobre qué soy o qué pienso. Yo estoy más allá de cualquier comprensión. Soy el Dios de un universo tan grande que solo pueden describirlo los números de Dios, de los que os he dado el primero. Sois los profetas que llevaréis el mundo hacia el futuro. ¿Qué futuro elegís? La llave está en vuestras manos…
Y yo os digo que este es vuestro destino: encontrar la verdad. Por eso existís. Esa es vuestra finalidad. La ciencia solo es el cómo. He ahí lo que debéis adorar: la búsqueda misma de la verdad. Si lo hacéis de todo corazón, llegará el gran día, en un futuro lejano, en el que comparezcáis ante Mí. Tal es mi pacto con la humanidad.
Conoceréis la verdad. Y la verdad os hará libres.»
Deseo agradecer la generosa ayuda de muchas personas, empezando, como no podía ser menos, por Selene Preston, Eric Simonoff, Susan Hazen-Hammond, Bobby Rotenberg, Hywel White y Ronald OttewelL Conste también mi deuda con John Javna, por haberme prestado su biblioteca sobre la derecha cristiana. Hago extensiva mi gratitud a Clauda Rülke por diseñar nuestra nueva página web. También estoy agradecido a Tobias Daniel Wabbel por haber sido el primero en animarme a desarrollar algunas de mis ideas en un artículo para
Im Anfang war (k)ein Gott: Natur-wissenschaftliche und theologische Perspektiven
. Quisiera expresar mi profundo agradecimiento a mi compañero de pluma, Lincoln Child, que leyó el manuscrito y me dio sus inigualables consejos de siempre. Gracias, también, a mi editor, Bob Gleason, por su inestimable y creativo asesoramiento, y a Eric Raab por su ayuda.
Debo muchísimo a mis amigos navajos, que durante largos años me han dado a conocer la religión y la vida de los navajos en la reserva, particularmente Norman Tulley, Edsel Brown, Frank Fatt, Ed Black, Víctor Begay, Neswood Begay, Nada Currier y Cheppie Natán. Los primeros versos del canto navajo de la creación citados en la novela parten de una versión recogida por el padre Berard Haile de boca de un chamán de la reserva navajo a principios del siglo XX.
Como siempre, hago extensiva mi profunda gratitud a Christine, Aletheia e Isaac por su amor, su apoyo y su paciencia a la hora de soportar a un escritor gruñón.
Algunas de las ideas filosóficas, evolutivas y matemáticas presentadas en esta novela me fueron sugeridas por, o partieron de, los escritos de Gregory Chaitin, Rudy Rucker, Brian Greene, Stephen Wolfram, Edward Fredkin, Sam Harris, Richard Dawkins y Frank J. Tipler. El número de Dios está expresado con la notación matemática de flecha hacia arriba de Knuth.