Bridget Jones: Sobreviviré (21 page)

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Authors: Helen Fielding

Tags: #Novela

BOOK: Bridget Jones: Sobreviviré
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Código de Práctica de Citas:

1.
Si los ciudadanos saben que no quieren salir con alguna otra persona, para empezar, no deben incitarla.

2. Cuando un hombre y una mujer decidan que les gustaría acostarse juntos, si cualquiera de las dos partes sabe que no quiere más que una «aventura», debería dejarlo claro de antemano.

3. Cuando los ciudadanos se besuquéen o follen con otros ciudadanos, no tienen por qué fingir que no pasa nada.

4. Los ciudadanos no deben salir con otros ciudadanos durante años y años y a la vez seguir diciendo que no quieren ir demasiado en serio.

5. Después de haber mantenido relaciones sexuales es sin lugar a dudas de muy mala educación no quedarse a pasar la noche.

—Pero ¿y si...? —interrumpió Patchouli violentamente.


¿Me dejas
acabar? —dije gentil y autoritariamente, como si yo fuese Michael Heseltine y Patchouli Jeremy Paxman. Luego proseguí con el resto de la lista, y añadí—: Además, si los gobiernos van a seguir apostando por los valores familiares, entonces van a tener que hacer algo más positivo para los Solterones que ponerlos como un trapo —me detuve revolviendo mis papeles desenfadadamente—. Éstas son mis propuestas:

Sugerencias Promocionales para Matrimonio Petulante:

1. Enseñar
Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus
en las escuelas, de modo que ambos bandos enfrentados se comprendan entre sí.

2. Enseñar a todos los niños que compartir las tareas domésticas no consiste en juguetear con un tenedor debajo del grifo.

3. Crear una gigantesca Agencia Gubernamental Casamentera para Solterones, con un estricto Código de Práctica de Citas, una Prestación para los Buscadores-de-Pareja que les permita tomar copas, hacer llamadas telefónicas, adquirir cosméticos etc., penalizaciones por cometer gilipollez emocional, y la normativa de tener que haber acudido a un mínimo de doce citas concertadas por el Estado antes de poder declararte un Solterón; y sólo si tienes motivos razonables para haber rechazado las doce.

4. Si los motivos se consideran poco razonables, entonces tienes que declararte un gilipollas.

—Dios mío —dijo el Horrible Harold—. Quiero decir que, de verdad me parece que aquí el tema es el euro.

—No, esto es bueno, esto es muy bueno —dijo Richard, mirándome fijamente, ante lo que Harold puso cara de acabar de tragarse un palomo—. Estoy pensando en debates en directo en el estudio. Estoy pensando en Harriet Harman, estoy pensando en Robin Cook. Puede que incluso esté pensando en Blair. Vale, Bridget. Muévete. Prepáralo. Habla con la oficina de Harman y mañana la traes aquí; luego inténtalo con Blair.

Hurra. Soy la investigadora encargada del tema principal. ¡Todo va a cambiar para mí y para la nación!

7 p.m. Mmm. Harriet Harman no me ha devuelto la llamada. Y tampoco Tony Blair. El tema ha sido cancelado.

martes 29 de abril

No me puedo creer lo de Gary el Chapuzas. Le he dejado un mensaje cada día de la semana y nada. Ninguna respuesta. Quizá esté enfermo o algo así. Además me llegan continuamente vaharadas de algún olor horrible que viene de las escaleras.

miércoles 30 de abril

Mmm. Acabo de llegar a casa del trabajo y el agujero está tapado por una cortina grande de plástico, pero no hay nota, ni mensaje, y por supuesto nada de devolverme las 3.500 libras. Nada. Ojalá me llamase Mark.

8
Oh, Baby

jueves 1 de mayo

58 Kg., 5 unidades de alcohol (pero por celebrar la victoria del Nuevo Partido Laborista), contribución a la victoria del Nuevo Partido Laborista, aparte de las unidades de alcohol: 0.

6 p.m. ¡Hurra! Realmente hay un ambiente fantástico hoy: los días de elecciones son una de esas pocas ocasiones en las que las personas nos damos cuenta de que somos nosotras las que estamos al mando y que los miembros del gobierno no son más que arrogantes peones abotargados y mutados, y que ahora al fin ha llegado nuestra hora para permanecer unidos y ejercer nuestro poder.

7.30 p.m. Acabo de volver de la tienda. Lo que está pasando ahí fuera es asombroso. Todo el mundo saliendo en avalancha de los
pubs
completamente borrachos. Realmente me siento parte de algo. No es sólo que la gente quiera un cambio. No. Es una gran sublevación de nosotros, la nación, contra toda la codicia, la falta de principios y de respeto por la gente real y sus problemas y... Oh, estupendo, el teléfono.

7.45 p.m. Mmm. Era Tom. —¿Ya has votado?

—De hecho estaba a punto de ir para allá —dije.

—Oh claro. ¿A qué colegio electoral?

—El que está a la vuelta de la esquina.

Odio cuando Tom se pone así. Sólo porque había sido miembro de Red Wedge y andaba por ahí entonando «Canta si estás contento de ser gay» con voz morbosa, no tiene por qué comportarse como si fuera la Inquisición española.

—¿Y a qué candidato vas a votar?

—Mmm —dije mirando frenéticamente por la ventana en busca de letreros rojos en las farolas—. ¡Buck!

—Pues adelante —dijo—. Y recuerda a la señora Pankhurst.

Sinceramente, ¿quién se cree que es..., el tercer aviso para que un diputado acuda a votar en un importante debate o algo así? Claro que iré a votar. Sin embargo será mejor que me cambie. Con esto que llevo puesto no parezco demasiado de izquierdas.

8.45 p.m. Acabo de regresar del colegio electoral. «¿Tiene su cartilla para votar?», me ha preguntado un mequetrefe mandón. ¿Qué cartilla para votar? Eso es lo que yo quiero saber. Resultó que no estaba registrada en ninguna de sus listas, a pesar de haber estado pagando mis jodidos impuestos municipales durante muchos años, y ahora tengo que ir a otro colegio electoral. Otra vez a cotejar el callejero.

9.30 p.m. Mmm. Joder, allí tampoco estaba registrada. Tengo que ir a una biblioteca o algo así que está a varios kilómetros de distancia. No importa, es genial estar por las calles esta noche. Nosotros, la gente, unidos por el cambio. ¡Siiiií! Sin embargo, ojalá no me hubiese puesto zapatos con plataforma. Ojalá, además, dejase de percibir ese horrible olor procedente de las escaleras cada vez que salgo.

10.30 p.m. No puedo creer lo que ha ocurrido. He defraudado a Tony Blair y a mi país, aunque no ha sido culpa mía. Resultó que, a pesar de que el apartamento figuraba en las listas, yo no estoy registrada para votar, aun cuando llevaba conmigo el libro del impuesto municipal. Sinceramente, arman todo ese lío sobre no poder votar si no pagas tus impuestos y luego resulta que no puedes votar aunque los pagues.

—¿Rellenó el formulario en octubre pasado? —dijo una mujercilla que llevaba una camisa con cuello de volantes y un broche y se las daba de importante, disfrutando de un delirante momento de gloria sólo porque se daba el caso de que era presidente de mesa en el colegio electoral.

—¡Sí! —mentí. Obviamente, no se puede esperar que las personas que viven en apartamentos abran cada aburrido sobre marrón dirigido a «El Inquilino» que te echan en el buzón. ¿Y si Buck pierde por un voto y resulta que se pierden las elecciones por un escaño? Será culpa mía, mía. Ir hasta casa de Shazzer desde el colegio electoral fue una horrible caminata llena de deshonra. Y además ahora ya no puedo llevar más las plataformas porque tengo los pies demasiado doloridos, y parecería más bajita.

2.30 a.m. ¡Joer! ¡Ha sío una pfiersta genial! Corruptos. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! Uups.

viernes 2 de mayo

58,5 Kg. (¡Hurra! Primer medio kilo de la nueva era del Nuevo Partido Laborista).

8 a.m. ¡Hurra! No podría estar más satisfecha con la arrolladora victoria electoral. Eso será un golpe para mis vergonzosos madre y ex novio miembros del partido
tory.
Ja ja. No puedo esperar para refocilarme. Cherie Blair es fantástica. Mira, probablemente ella tampoco cabría en uno de esos bikinis de los probadores de las tiendas. Ella tampoco tiene un culo prieto y, sin embargo, de alguna manera, es capaz de obtener ropa que le abarca el trasero y sigue haciéndola parecer una modelo para imitar. Quizá ahora Cherie utilice su influencia con el primer ministro, que ordenará a todas las tiendas de ropa que empiecen a fabricar prendas que hagan que los culos de todo el mundo queden atractivos.

Sin embargo me preocupa que el Nuevo Partido Laborista sea como estar colada por alguien y al final conseguir salir con él y entonces, cuando tienes la primera discusión, es un terrible cataclismo. Pero Tony Blair es el primer primer ministro con el que me puedo imaginar practicando el sexo de forma voluntaria. De hecho, Shaz tenía anoche una teoría según la cual la razón por la que él y Cherie siempre se estaban tocando no era cosa de los asesores de imagen, sino que, a medida que llegaban los resultados positivos, Cherie se iba excitando más y más: el afrodisíaco del poder o... Ohhh, el teléfono.

—Oh, hola, cariño, adivina qué —mi madre.

—¿Qué? —dije con aire de suficiencia, lista para regocijarme.

—Hemos ganado, cariño. ¿No es maravilloso? ¡Mayoría absoluta! ¡Imagínate!

Un escalofrío me recorrió de repente todo el cuerpo. Cuando nos acostamos, Peter Snow estaba paseando a grandes zancadas arriba y abajo maravillosa pero incomprensiblemente, y parecía bastante claro que iban a ganar los laboristas pero... Oh-oh. Quizá no lo entendimos bien. Estábamos un poco achispados y nada, aparte de los edificios azules de los
tories
en el mapa del Reino Unido volando por los aires, tenía un sentido especial. O quizá algo había ocurrido durante la noche que acabó dando la victoria a los
tories.

—Y adivina qué.

Todo es culpa mía. Los laboristas han perdido y todo es culpa mía. Mía y de gente como yo que, como advirtió Tony Blair, se ha vuelto autosatisfecha. No soy digna de llamarme ni ciudadana británica ni mujer. Maldición. Maldiciooooón.

—Bridget, ¿me estás escuchando?

—Sí —susurré mortificada.

—¡Vamos a tener una noche para las Damas de la Sociedad Rotaría en homenaje a Tony Blair y Cordón Brown! Todo el mundo llamará a los demás por su nombre de pila y vestirá con ropa deportiva en lugar de llevar corbata. Merle Robertshaw está intentando dar al traste con todo porque dice que nadie, aparte del vicario, quiere venir en pantalones pero, de hecho, Una y yo creemos que sólo es porque Percival está furioso por lo de los revólveres. Y Wellington daría un discurso. ¡Un hombre negro hablando en la Sociedad Rotaría! ¡Imagínate! Pero ya ves, cariño, que ése es el verdadero espíritu del Partido Laborista. Colores y ética como Nelson Mándela. Geoffrey ha estado llevando a Wellington por ahí a dar unas vueltecitas y enseñándole los
pubs
de Kettering. ¡El otro día se quedaron enganchados a un camión de Nelson Myers lleno de tablones de andamiaje y creímos que habían tenido un accidente!

Intentando no pensar en la posible motivación para las «vueltecitas» del tío Geoffrey con Wellington, dije:

—¿No acabáis de hacer una fiesta por las elecciones con Wellington?

—Oh no, de hecho, cariño, Wellington decidió que no quería hacerla. Dijo que no quería contaminar nuestra cultura y hacer que Una y yo saltásemos por encima de hogueras en las fiestas en lugar de preparar
vol-au-vents.
—Me eché a reír—. Así es que quiere dar ese discurso y reunir algo de dinero para su moto de agua.

—¿Qué?

—Una moto de agua, cariño, ¿sabes? En lugar de vender conchas, quiere montar un pequeño negocio en la playa. Está convencido de que a los de la Sociedad Rotarla les gustará la idea porque son partidarios de los negocios. ¡Bueno, tengo que irme zumbando! ¡Una y yo vamos a llevarlo a que le tiñan!

Soy una mujer segura de sí misma, receptiva y sensible que no se responsabiliza del comportamiento de los demás. Sólo del mío propio. Sí.

sábado 3 de mayo

58 Kg., 2 unidades de alcohol (el estándar saludable para evitar ataques al corazón), 5 cigarrillos (muy bien), 1.800 calorías (muy bien), 4 pensamientos positivos (excelente).

8 p.m. Un estado de ánimo totalmente nuevo y positivo. Seguro que todo el mundo está siendo más cortés y bondadoso bajo el nuevo régimen Blair. Es una victoria a todos los niveles, con una escoba barriendo a los malvados del mandato de los
tories.
Incluso me siento diferente con respecto a Mark y Rebecca. Sólo porque ella haya montado una cena no quiere decir que estén saliendo, ¿no? Sólo está siendo manipuladora. De verdad, es maravilloso cuando uno siente que ha llegado a un punto en concreto en que todo parece encantador. Todas las cosas que solía pensar acerca de no ser atractiva a partir de una cierta edad no son ciertas. Mira a Helen Mirren y a Francesca Annis.

8.30 p.m. Mmm, sin embargo, pensar que la cena es esta noche no me hace ningún bien. Creo que voy a leer un poco de
Budismo: el drama del monje adinerado.
Es bueno para tranquilizarme. No puedo esperar que la vida siempre me vaya bien y que todo el mundo necesite por fuerza alimentar su alma.

8.45 p.m. ¡Sí! ¿Ves? El problema es que he estado viviendo en un mundo de fantasía, mirando constantemente al pasado o el futuro en lugar de disfrutar el momento presente. Voy a sentarme aquí y a disfrutar del momento presente.

9 p.m. No estoy disfrutando lo más mínimo del momento presente. Hay un agujero en la pared, mal olor en las escaleras, un saldo deudor que aumenta en el banco y Mark está en una cena con Rebecca. Quizá abra una botella de vino y vea
Urgencias.

10 p.m. Me pregunto si Magda ha vuelto. Me prometió que me llamaría en cuanto llegase para darme un informe exhaustivo. Seguro que me dirá que Mark no está saliendo con Rebecca y que él preguntó por mí.

11.30 p.m. Acabo de llamar a la canguro de Magda. Todavía no han llegado. He dejado un mensaje para que le recuerden que me llame.

11.35 p.m. Todavía no ha llamado. Quizá la cena de Rebecca es un éxito rotundo y todavía están todos allí pasándoselo en grande; y habrán alcanzado el clímax cuando Mark Darcy se haya subido a la mesa para anunciar su compromiso con Rebecca... Ohhh, el teléfono.

—Hola, Bridge, soy Magda.

—Bueno, y ¿cómo ha ido? —dije demasiado rápidamente.

—Oh, de hecho ha sido bastante bonito.

Me encogí de miedo. No podía haber dicho nada peor, nada.

—Ha preparado
crottin grillé
en ensalada verde y después
penne carbonara,
pero con espárragos en lugar de
pancetta,
una cosa riquísima, y para terminar melocotones cocidos en Marsala con
mascarpone.

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