Camino al futuro (2 page)

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Authors: Peter Rinearson Bill Gates

BOOK: Camino al futuro
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El terminal no tenía pantalla. Para jugar con él digitábamos nuestros movimientos en un teclado como el de las máquinas de escribir y nos sentábamos a su alrededor hacía que deglutía los resultados y salían en papel por una pesada impresora. Nos lanzábamos sobre ellos para echar un vistazo y ver quien había ganado, o para decidir un próximo movimiento Un juego que podría durar 30 segundos con un papel y un lápiz, podía consumir más tiempo del que dedicábamos al almuerzo. ¿Pero quién se preocupaba por ello? Había algo de ingenio en la máquina.

Más tarde me di cuenta de que parte de ese atractivo podía haber consistido en que se trataba de una máquina enorme y cara y que nosotros los niños podíamos controlarla. Éramos demasiado jóvenes para conducir vehículos o para realizar todas las demás actividades que parecían divertir a los adultos, pero podíamos dar órdenes a esta gran máquina y siempre nos obedecería.

Las computadoras son estupendas porque cuando se trabaja con ellas se obtienen resultados inmediatos que permiten saber si el programa funciona.

Es una retroalimentación que no se obtiene en muchas otras actividades.

La retroalimentación a partir de programas sencillos es particularmente inequívoca. Aún hoy me estimula saber que si puedo conseguir que el programa esté bien, siempre funcionara perfectamente, tal y como le digo que lo haga. La experiencia de este estímulo fue el comienzo de mi fascinación por el software.

A medida que mis amigos y yo ganamos confianza comenzamos a practicar con la computadora, acelerando las cosas cuando podíamos o haciendo que los juegos fuesen más difíciles. Uno de mis amigos de Lakesidí desarrolló un programa en BASIC que simulaba el juego del Monopolio. E BASIC (Beginner's All-purpose Symbolic Instruction Code) es, como sugiere su nombre, un lenguaje de programación relativamente fácil de aprender que utilizábamos para desarrollar programas cada vez más complejos. Mi amigo descubrió cómo hacer que la computadora jugase cientos de juego de manera verdaderamente rápida. Le metíamos instrucciones para descubrir distintas formas de jugar. Deseábamos descubrir las estrategias quien ganaban más.

Y —«toca-toca-toca»— la computadora nos las decía.

Al igual que el resto de los niños, nosotros no sólo nos divertíamos con nuestros juguetes, sino que los modificábamos. Si alguna vez ha visto los niños con un cartón y una caja de lápices crear una astronave con paneles de control de frío. O ha escuchado sus improvisadas reglas tales como los automóviles rojos pueden saltar sobre todos los demás", usted sabe que este impulso de hacer que un juguete haga más de lo que hace es el meollo de la innovación. Es también la esencia de la creatividad.

Por supuesto que en aquellos días nosotros simplemente jugábamos o, por lo menos, así lo creíamos. Pero el juguete con el que nos divertíamos resultó ser extraordinario. Algunos de nosotros, en Lakeside. No dejaríamos de jugar con él. Muchos de los escolares quedamos identificados con la computadora y ella con nosotros. Un profesor me pidió que le ayudase a enseñar programación informática y ello pareció normal a todo el mundo.

Pero cuando me dieron el papel de protagonista en la representación escolar de
Black Comedy
, se oyó murmurar a algunos niños, ¿por qué eligieron al niño de la computadora? Esa es la manera como aún se me llama a veces.

Toda una generación de nuestros niños de la computadora, en todo el mundo, arrastramos hasta la edad adulta ese juguete favorito. Y al hacerlo, originamos una especie de revolución pacífica, principalmente y ahora la computadora se ha apoderado de nuestras oficinas y de nuestros hogares. Las computadoras se hicieron cada vez más pequeñas y potentes, mientras que su precio bajaba de una manera drástica, Y todo ello ocurrió muy rápidamente.

No tanto como pensé, pero si con la rapidez suficiente. Ahora se encuentran chips informáticos baratos en máquinas, relojes, en frenos antibloqueo, en máquinas de fax, en ascensores, en surtidores de gasolina, en cámaras fotográficas, en termostatos, en máquinas expendedoras, en alarmas antirrobo e incluso en tarjetas de felicitación que hablan. Los niños actuales hacen en el colegio cosas sofisticadas con computadoras personales que no son mayores que los libros de texto, pero que superan a las computadoras más grandes de hace una generación.

Ahora que la informática es asombrosamente barata y que las computadoras están en todos los rincones de nuestras vidas, estamos en el límite de otra revolución. Esta implicará una comunicación barata que no tiene precedentes; todas las computadoras se unirán pura comunicarse con nosotros y para nosotros. Interconectadas globalmente, formarán una gran red interactiva a la que a veces se denomina superautopista de la información. La precursora directa de esta red es la actual Internet, que está evolucionando rápidamente en la dirección adecuada. El alcance y uso de la red interactiva emergente, sus promesas y peligros, son el tema de este libro.

Todos los aspectos de lo que está a punto de ocurrir me parecen emocionantes. Cuando tenía diecinueve años tuve una visión del futuro y basé mi carrera en ella. Descubrí que había tenido razón. Pero el Bill Gates de los diecinueve años estaba en una posición muy diferente de la que me encuentro ahora. En aquellos días, yo no sólo tenía toda la autosuficiencia de un adolescente inteligente, sino que además nadie se fijaba en mí, y si fracasaba, ¿qué importaba? Hoy, mi posición se parece mucho a la de los gigantes informáticos de los setenta, pero espero haber aprendido de ellos algunas lecciones.

En cierta época, pensé que me gustaría graduarme en Economía en la universidad. Finalmente cambié de idea pero, en cierto modo, toda mi experiencia con la industria informática ha constituido una serie de lecciones económicas. Me he visto impresionado, en primera instancia, por los efectos de las espirales positivas y de los modelos empresariales inflexibles. He visto el modo como evolucionaron los estándares de la industria.

He visto la importancia que tienen en tecnología la compatibilidad, la retroalimentación y la innovación constante.

Pero no estoy utilizando estas lecciones para limitarme a teorizar sobre la nueva era. Estoy apostando por ella. Cuando era adolescente, me di cuenta del impacto de las computadoras de bajo costo. Pensé que podíamos tener una computadora sobre cada mesa de trabajo y en cada hogar y esto se convirtió en la misión corporativa de Microsoft. Hemos contribuido a que ello se haga realidad. Ahora estas computadoras se están conectando unas a oirás, y nosotros estamos construyendo el software —las instrucciones dicen al hardware qué tiene que hacer— lo que permitirá en todas partes obtener el poder de comunicación de este universo conectado-Es imposible predecir exactamente a que se parecerá utilizar la red interactiva de banda ancha cuando llegue a su plenitud.

Parece como si nos fuéramos a comunicar con la red mediante una diversidad de dispositivos, incluyendo algunos que parecen televisores, otros como PC otros como teléfonos y algunos del tamaño y casi la forma de un monedero, Y en el corazón de cada uno de tales dispositivos habrá una poderosa computadora conectada de manera invisible a millones más.

Casi ha llegado el día en que podremos dirigir negocios fácilmente, estudiar, explorar el mundo y sus culturas, disfrutar de un gran espectáculo, hacer amigos, ir a mercados locales y enseñar fotos a los parientes, sin que importe el lugar donde se encuentren, sin abandonar nuestra mesa de trabajo ü nuestro sillón. Una vez que esta nueva era esté en pleno apogeo, no abandonaremos nuestra conexión a la red en la oficina o en el aula. Nuestra conexión será más que un dispositivo que hemos comprado o un objeto que portamos. Será nuestro pasaporte para un modo de vida nuevo y «transmitido».

Las experiencias de primera mano son personales y no transmitidas. Nadie en nombre del progreso le quitará su experiencia de tenderse en una playa, andar por el bosque, sentarse en un teatro o comprar en un mercado. Pero las experiencias de primera mano no siempre son gratificantes.

El hecho de esperar en una fila es una experiencia de primera mano, pero traíamos de inventar maneras de evitar hacerlo desde cuando hicimos la primera fila.

Las herramientas son mediadoras, y una buena parte del progreso humano se ha producido porque alguien inventó una herramienta más sencilla y mejor.

Las herramientas físicas aceleran el trabajo y liberan a las personas del trabajo duro. El arado y la rueda, la grúa y el
bulldozer
, amplifican las capacidades físicas de quienes los utilizan.

Las herramientas de la información son mediadores simbólicos que amplifican el intelecto más que el músculo de quienes las utilizan. Al leer este libro usted está teniendo una experiencia transmitida: no estamos realmente en la misma habitación, pero aun así, es usted capaz de ver lo que hay en mi mente. Una buena parte del trabajo actual implica toma de decisiones y conocimiento, de manera que las herramientas de la información se han convertido, y continuarán siéndolo cada vez más, en el objetivo de los inventores. De la misma manera que una palabra puede presentarse con una serie de letras, estas herramientas permiten que la información de lodo tipo pueda representarse en forma digital, en una estructura de impulsos eléctricos que son fáciles de manejar por las computadoras. En el mundo actual hay más de cien millones de computadoras que tienen como fin ayudarnos a manejar la información. Nos están haciendo mucho más fácil administrar y transmitir información que ya está en forma digital, pero en un futuro próximo nos permitirán acceder a casi toda la información que haya en el mundo.

En Estados Unidos, la conexión de las computadoras del mundo en una red interactiva se ha comparado con otro proyecto masivo: el sistema interestatal de autopistas que se puso en marcha durante la era de Eisenhower.

A principios de los años noventa, la «autopista de la información» parecía como una metáfora obvia y el entonces senador Al Gore, cuyo padre patrocinó en 1956 la Federal Aid Highway Act, popularizó el término.

Sin embargo, la metáfora de la autopista no es del lodo acertada. Sugiere paisaje, geografía, distancia entre puntos, y ello implica que tienes que viajar para ir de un lado a otro. Pero, de hecho, esta nueva tecnología de las comunicaciones eliminará la distancia. No importa si la persona con la que nos ponemos en contacto está en la habitación de al lado o en otro continente, porque esta red con un alto nivel de transmisión no se verá afectada por millas y por kilómetros.

El término autopista sugiere también que todo el mundo sigue la misma ruta. Esta red es más como un sistema de carreteras nacionales. Todos pueden emprender su propia rula, a su propia velocidad y en su propia dirección. Otra implicación, quizá, de la metáfora de la autopista es que la tendría que construir el gobierno, lo que constituye probablemente un gran error en la mayoría de los países. No obstante, el problema real de la metáfora de la autopista es que se centra en la infraestructura en lugar de sus aplicaciones. En Microsoft hablamos de «información en la punta de los dedos» lo que realza el beneficio en lugar del medio.

Mi metáfora preferida es el mercado. Se ajusta más a la descripción de muchas de las actividades que tendrán lugar en la red. La red interactiva será el mercado final. Los mercados, desde los almacenes hasta los centros comerciales, son fundamentales para la sociedad humana, y creo que este nuevo mercado acabará siendo un lugar central en donde los animales sociales comprarán, venderán, comerciarán, invertirán, regatearán, adquirirán bagatelas. Discutirán, conocerán a nuevas personas y estarán conectados. Cuando piense en la red interactiva, imagine un mercado o una Bolsa de Valores en lugar de una carretera. Piense en el ajetreo y en el bullicio de la Bolsa de Nueva York o en el mercado de los granjeros, o en una librería llena de gente que busca fascinantes historias e información. Todas las formas de actividad humana tendrán cabida en la red, desde negocios de miles de millones de dólares hasta coqueteos. Muchas de las transacciones implicarán dinero, presentado en forma digital en vez de en moneda.

El nuevo medio de cambio en este mercado ya no será tanto el dinero como la información digital de todas clases.

El mercado de la información global combinará todas las formas de intercambiar los bienes humanos, los servicios y las ideas. En la práctica, nos proporcionará más posibilidades de elegir en la mayor parte de las cosas, incluyendo el modo como ganamos e invertimos, lo que compramos y cuánto pagamos por ello, quiénes son nuestros amigos y cómo pasamos el tiempo con ellos, y dónde y con qué grado de seguridad vivimos nosotros y nuestra familia. El lugar de trabajo y la idea de lo que significa ser «culto» se transformarán quizás de manera que nadie pueda llegar a reconocerlos. Nuestro sentido de la identidad, de quiénes somos y a dónde pertenecemos puede ampliarse considerablemente. En resumen, casi todo se hará de manera diferente.

¿No está usted seguro de creerlo? o ¿quiere creerlo? Quizá rehusé participar. Es muy común que las personas adopten este modo de proceder cuando alguna tecnología nueva amenaza cambiar aquello con lo que se sienten familiarizadas y confortables. Al principio, la bicicleta parecía un artefacto estúpido; el automóvil, un intruso ruidoso; la calculadora de bolsillo, una amenaza para el estudio de las matemáticas; y la radio, el final de la cultura.

Pero los votos que se hacen para resistir una innovación no –suelen mantenerse. Con el tiempo, la nueva máquina se hace un lugar en nuestra vida diaria porque no sólo ofrece comodidades y ahorra trabajo, sino que puede inspirarnos también cosas nuevas y creativas. Ocupa un lugar de confianza junto a nuestras oirás herramientas. Una nueva generación crece con ella, cambiándola y humanizándola jugando con ella.

El aviador y escritor francés Antoine de Sainl-Exupéry escribió en su libro. Viento, arena y estrellas, de 1939. Que «la máquina formará parte de la humanidad poco a poco». El escribía acerca del modo como la gente tiende a reaccionar ante la nueva tecnología, y ponía como ejemplo la resistencia inicial contra el ferrocarril en el siglo XIX. Señalaba que a los humeantes y demoníacos ruidosos motores de las primitivas locomotoras se les denominaba monstruos de hierro. Después, a medida que se colocaban más rieles, las ciudades construyeron estaciones de ferrocarril. Los bienes y los servicios circularon por él. Nacieron nuevos oficios interesantes. En torno a esta nueva forma de transporte nació y se desarrolló una cultura, y el desdén se convirtió en aceptación e incluso en aprobación. Lo que se había conocido en un primer momento como el monstruo de hierro pasó a denominarse el caballo de hierro. «¿Qué es hoy para el habitante de un pueblo si no un humilde amigo que silba todas las tardes a las seis?», preguntaba Saint-Exupery.

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