Hice señas a Jason para que se acercara. Rodeo el Jeep, la sonrisa desvaneciéndose en los bordes. Tal vez parecía tan pálida como me sentía.
—Vamos.
—Él no es un federal —dijo Jenkins.
Había tenido suficiente de Jenkins. Si me hubiera estado sintiendo mejor lo habría intimidado a través de nuestro camino, pero… hay otras maneras de intimidar.
Esperé hasta que Jason estuvo allí para estabilizarme, entonces moví mi pelo a un lado mostrando la gasa blanca y el esparadrapo en mi cuello. Tiré a un lado del esparadrapo descubriendo hacia abajo, y le di un vistazo de la mordida a Jenkins. No eran pinchazos limpios en la herida. Asher se había dejado llevar, porque estaban arrancadas de los bordes las heridas.
—Miiiiierda —dijo Jenkins.
Dejé a Jason cubrir nuevamente la herida, mientras hablaba con el otro hombre.
—He tenido una noche dura, Oficial Jenkins, y tengo la autoridad para entrar a cualquier escena del delito relacionado con lo sobrenatural que yo considere entrar.
El esparadrapo fue arreglado de nuevo en su lugar, y Jason estaba de pie muy cerca de mi brazo izquierdo, como si supiera cuan inestable me sentía. Jenkins no pareció darse cuenta.
—No es un ataque de vampiros —dijo Jenkins.
—¿No estoy hablando en castellano aquí, Jenkins? ¿He dicho que tenía algo que ver con los vampiros?
—No, señora, quiero decir… No.
—Entonces, o bien acompáñenos a la escena del crimen, oficial, o dé un paso al costado y encontraremos nuestro propio camino.
Parpadeó por la mordedura de vampiro que le había mostrado, pero aún no quería a un federal jugando con su crimen. Probablemente a su jefe no le gustaba, pero ese no era mi problema. Tenía un credencial federal. En teoría, tenía derecho a la escena del crimen. En realidad no, si la policía local prohibía el ingreso no había mucho que pudiera hacer. Podría ir a buscar una orden judicial y forzar la cuestión, pero tomaría tiempo, y no tengo esa clase de tiempo. Dolph ya estaba enojado conmigo. No quería hacerle esperar tanto tiempo.
Jenkins, finalmente se retiró. Empezamos a caminar por la colina. Tuve que tomar el brazo de Jason a medio camino. Mi objetivo en la vida para ese momento era no caerme, vomitar o desmayarme, mientras que Jenkins seguía dándole vueltas a si había hecho lo correcto al dejarnos pasar.
DIECISIETE
Mi tarjeta de identificación colgaba de un cordón del cuello. La mayoría de los policías a los que saludé, sabían mi nombre, o habían trabajado conmigo antes. Siempre era bueno ser conocida. Se cuestionó la presencia de Jason. Finalmente les dije que venía conmigo.
Un policía grande y alto, con los hombros más amplios que cualquiera de nosotros juntos dijo:
—He oído un montón de cosas pero él no es un agente como nosotros.
Me giré hacia él, lentamente, porque no me podía mover rápido, y la misma lentitud, no ayudó a la amenaza. Es difícil amenazar a alguien cuando apenas le llegas a su cintura, pero he tenido mucha práctica.
Jason debió tener miedo de lo que yo hiciera, porque, dijo:
—Sólo está celoso.
El gran hombre movió la cabeza en el sombrero Smokey.
—Me gusta mi mujer.
—Es curioso —dije—, eso no es lo que dice tu esposa.
Le tomó un minuto conseguirlo, entonces levanto los brazos fornidos y dio un paso hacia nosotros.
—¿Por qué tú…?
—Agente Kennedy —dijo una voz desde detrás de nosotros—. ¿No tienes algún infractor por exceso de velocidad que multar?
Me volví para ver a Zerbrowski caminando hacia nosotros. Estaba vestido con su habitual atuendo desaliñado, parecía que hubiera dormido con el traje marrón, llevaba una camiseta amarilla con una solapa del cuello levantada, y una corbata con el nudo flojo, que tenía una mancha, aunque probablemente no había desayunado. Su esposa, Katie, era muy pulcra y ordenada. Nunca entendí como le dejaba ir con esas pintas.
—Estoy en mi jurisdicción, detective —dijo el agente Kennedy.
—Y esta es mi escena del crimen, agente. No creo que te necesitemos aquí.
—Y por qué ella puede estar aquí.
—Ella es un agente federal, Kennedy, puede estar aquí.
El hombre parecía perplejo.
—No quería ofenderle con el comentario.
—Sé que no lo hizo, Kennedy, al igual que para la agente Blake no significa nada. ¿Lo hizo, Anita?
—No conozco a su esposa, por lo que, sólo estaba tomándole el pelo, Oficial Kennedy, lo siento mucho.
Kennedy, frunció el ceño, pensando que era lo mejor para decir:
—No tuve intención de ofenderla señora.
Él no estaba convencido de tratarme como un agente, o Marshall. Mi estatus federal era tan nuevo para mí que me costaba acostumbrarme y me olvidaba del significado del cargo.
Cuando el policía se hubo ido a su coche, Zerbrowski llamó a uno de los otros detectives del Equipo Regional de Investigación Preternatural, coloquialmente conocido como RPIT. Si se quería fastidiar se les llamaba PIR.
—A ver si puedes despejar la escena del personal que no necesitamos.
—Voy a ello, sargento —y el hombre fue a hablar con todos los policías que no tenían jurisdicción allí.
—Sargento —dije.
—Sabía que Dolph había sido ascendido a teniente, pero no tenía noticias de lo tuyo.
Se encogió de hombros, paso una mano por sus rizos desordenados. Katie le haría cortarse el pelo pronto.
—Cuando ascendieron a Dolph, alguien tenía que ocupar su lugar.
—¿No te han hecho una fiesta?
Se ajustó las gafas de montura metálica.
—Sí, están con los preparativos.
Si yo hubiera sido un hombre, me habrían invitado, pero era una chica, y una chica no se metía en cosas de hombres.
—¿Fui invitada a la fiesta de Dolph por Louie, pero no a la tuya?
—Me gusta Micah, Anita, pero Dolph… Esperaba que Micah viniera a mi fiesta contigo.
—Simplemente no puede manejar el hecho de mi nuevo cargo.
Zerbrowski se encogió de hombros.
—Katie me dio órdenes estrictas de invitarte a ti y a Micah a cenar para que te viera. Así que ¿cuándo puedes?
No le pregunté si Katie se lo había dicho realmente a Zerbrowski, probablemente no era así, pero, de cualquier forma estaba tratando de ofrecer la pipa de la paz, y la aceptaría.
—Le preguntare a Micah como tiene la agenda de citas.
Sus ojos miraron a Jason, y él sonrió. La sonrisa me recordó mucho a la sonrisa de Jason, que me hizo preguntarme como seria Zerbrowski en la universidad, cuando Katie y él se conocieron.
—¿A menos que hayas cambiado de chico de nuevo?
—No —dije—. Jason es sólo un amigo.
—Solo amigo. —Jason se agarró su corazón con la mano libre, la puso a mí alrededor—. Me has herido profundamente.
—Sí, he tratado de meterme en sus pantalones durante años. No me ha dejado.
—Dímelo a mí —dijo Jason.
—Vosotros dos ya basta, ahora mismo —dije.
Los dos se rieron, y las risas eran tan similares que era enervante.
—Sé que tienes el derecho de hacerle agente, pero sé lo que es el Sr. Schulyer y conozco su residencia.
Zerbrowski se acercó lo suficientemente como para que nosotros y nadie más lo oyeran.
—Dolph me mataría si le dejo entrar en la escena del crimen.
—Me cogerás si me desmayo y él se quedara aquí.
—Pero —dijo Zerbrowski—. Estás bromeando, ¿verdad?
—Ya me gustaría. —Yo tenía las dos manos sobre el brazo de Jason, ahora, luchaba por no tambalearme.
—Dolph dijo que estabas enferma. ¿Sabía que estabas tan enferma?
—A él no parece importarle, sólo quería que viniera hasta aquí.
Zerbrowski frunció el ceño.
—Si hubiera sabido que estabas algo enferma, no hubiera insistido.
—Seguro que sí —dije. Podía sentir la sangre subiendo a la cabeza. Tenía que sentarme, en breve, sólo durante unos minutos.
—Me gustaría saber si es gripe, pero veo el vendaje en el cuello. ¿Qué paso?
—Vampiro —dije.
—¿Quieres denunciar un delito? ¿Te han curado? ¿Necesitas sentarte?
Le miré a través de las gafas de sol.
—Realmente necesito sentarme durante unos minutos, Zerbrowski, y sabes que no te lo pediría si no lo necesitara.
Él me ofreció su brazo.
—Yo te acompañaré, pero Schulyer no puede venir. —Miró a Jason—. Lo siento, hombre.
Jason se encogió de hombros.
—Está bien, ya buscaré en que entretenerme.
—Pórtate bien —dije.
Él sonrió.
—¿No lo hago siempre?
Se había quedado allí y me aseguré de que me prometía que no se metería en líos, pero sólo tuve la energía suficiente para entrar en la casa y sentarme antes de que me fallaran las piernas. Deje a Jason con los policías y los equipos de emergencia. Él no haría nada malo, sólo sería irritante.
Me tropecé con los escalones del pequeño porche delantero. Si Zerbrowski no me hubiera agarrado, me habría caído.
—Jesús, Anita, deberías estar en la cama.
—Eso es lo que le dije a Dolph.
Me ayudo a atravesar la puerta y me sentó en una pequeña silla de respaldo recto, en el pasillo.
—Le hablaré a Dolph sobre la gravedad de tu enfermedad y dejaré que el chico te lleve a casa.
—No —dije, aunque puse mi frente en mis rodillas mientras el mundo se estabilizaba a mí alrededor.
—Jesús, Anita, eres tan terca como él. Dolph no acepta un no por respuesta, así que arrastras el culo fuera de la cama estando enferma para venir aquí. Te doy permiso, ya hablaré con Dolph, pero que quiero demostrar a Dolph que eres tan terca y obstinada como él. ¿Piensas aguantar hasta desmayarte en mis brazos? ¿Eso es realmente lo que quieres?
—Cállate, Zerbrowski.
—Bien, siéntate durante unos minutos. Vuelvo y veo cómo estás, y te acompaño a través de la escena del crimen. Pero eres una estúpida.
Hablé con mi cara todavía en mi regazo.
—Si Dolph estuviera enfermo, él también estaría aquí.
—Eso no prueba que tienes razón, Anita, sólo demuestra que ambos sois estúpidos.
Después dejó la casa. Menos mal que se fue porque lo último que quería ahora era discutir con él.
DIECIOCHO
Cuando Zerbrowski me llevó a la sala, lo primero que pensé fue, hay un hombre levitando contra la pared. Parecía como si estuviera flotando. Sabía que no era cierto, pero sólo por un momento, mis ojos y mi mente, trataron de aparentar que era así. Entonces vi las líneas oscuras, donde la sangre se había secado en el cuerpo. Parecía como si hubiera sido fusilado, pero las balas no lo hubieran clavado en la pared.