Chamán (89 page)

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Authors: Noah Gordon

BOOK: Chamán
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Conversé con Edward Gulick de pacifismo y me habló de Elmira, en el estado de Nueva York. Elizabeth Gulick compartió conmigo sus ideas sobre la Sociedad de los Amigos y me ofreció algunos de sus escritos sobre el culto cuáquero. Don Buckloh, conservador de recursos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, respondió a mis preguntas sobre las primeras granjas del Medio Oeste. Su esposa, Denise Jane Buckloh, la ex hermana Miriam de la Eucaristía, OCD, me proporcionó detalles sobre el catolicismo y la vida cotidiana de una monja en un convento.

Donald Fitzgerald me prestó libros de consulta y me regaló una copia del diario de la guerra civil de su bisabuelo, John Fitzgerald, que a los dieciséis años había caminado desde Rowe, Massachusetts, hasta Greenfield, a cuarenta kilómetros de distancia bajando por el Sendero Mohawk, para alistarse en el ejército de la Unión. John Fitzgerald luchó con el 27 de Voluntarios de Massachusetts hasta que fue capturado por los confederados, y sobrevivió en varios campos de prisioneros, incluido Andersonville.

Theodore Bobetsky, un granjero de toda la vida cuyas tierras lindan con las nuestras, me suministró información sobre la matanza de animales. El abogado Stewart Eisenberg habló conmigo del sistema de libertad bajo fianza utilizado por los tribunales del siglo XIX, y Nina Heiser me prestó algunos libros de su colección sobre los nativos norteamericanos.

Walter A. Whitney Jr. me entregó la copia de una carta escrita el 22 de abril de l862 por Addison Graves a su padre, Ebenezer Graves Jr., de Ashfield, Massachusetts. La carta es un informe de la experiencia de Addison Graves como enfermero voluntario en el buque hospital War Eagle, que trasladaba a los heridos de la Unión desde Pittsburgh, Tennessee, hasta Cincinnati. Fue la base para el capítulo en el que Rob J. Cole presta servicios como cirujano voluntario en el buque hospital War Hawk.

Beverly Presley, bibliotecaria de mapas y geografía de la Clark University, calculó la distancia recorrida durante la travesía de los buques hospital históricos y de ficción.

El cuerpo docente del departamento de lenguas clásicas del College of the Holy Cross me ayudó con varias traducciones del latín.

Richard M. Jakowski, doctor en medicina veterinaria, profesor adjunto del departamento de patología del Tufts-New England Veterinary Medical Center, en North Grafton, Massachusetts, respondió a mis preguntas sobre la anatomía de los perros.

Expreso mi agradecimiento a la University of Massachusetts, en Amherst, por seguir concediéndome prerrogativas de profesor en todas sus bibliotecas, y a Edla Holm, de la Interlibrary Loans Of fice, de dicha universidad. Doy las gracias a la American Antiquarian Society, en Worcester, Massachusetts, por permitirme acceder a sus colecciones.

Recibí ayuda y materiales de Richard J. Wolfe, conservador de libros raros y manuscritos, y de Joseph Garland, bibliotecario de la Countway Medical Library de la Harvard Medical School, y conté con préstamos a largo plazo de la Lamar Soutter Library de la University of Massachusetts Medical School, en Worcester. También doy las gracias al personal de la Boston Public Library y del Boston Athenaeum por su colaboración.

Bernard Wax, de la American Jewish Historical Society de la Brandeis University, me proporcionó información y trabajos de investigación sobre la Compañía C del 82 de Illinois, “la compañía judía”.

En el verano de 1989 mi esposa y yo visitamos varios campos de batalla de la Guerra de Secesión. En Charlottesville, el profesor Ervin L. Jordan Jr., archivero de la Alderman Library de la University of Virginia, me brindó la hospitalidad de esa biblioteca y me proporcionó información sobre los hospitales del ejército confederado. Las condiciones médicas, batallas y acontecimientos de la guerra civil que se narran en Chamán están basados en la historia. Los regimientos en los que sirvió Rob J. Cole son ficticios.

Mi fuente con respecto al yiddish fue Dorothy Seay, mi suegra.

Durante gran parte del tiempo que dediqué a escribir este libro, Ann N. Lilly formó parte del personal de la Forbes Library de Northampton y del Western Massachusetts Regional Library System de Hadley, Massachusetts. Me localizó algunos documentos y retiró los libros de ambas instituciones para llevarlos a su casa de Ashfield. También doy las gracias a Barbara Zalenski, de la Belding Memorial Library de Ashfield, y al personal de la Field Memorial Library de Conway, Massachusetts, por su colaboración en la investigación.

La Planned Parenthood Federation of America me envió material sobre la fabricación y el uso de condones durante el siglo pasado. En el Center for Disease Control, de Atlanta, Georgia, Robert Cannon, doctor en medicina, me suministró información sobre el tratamiento de la sífilis durante el periodo que abarca mi relato, y la American Parkinson Disease Association, Inc., me facilitó información sobre esa enfermedad.

William McDonald, estudiante de una escuela para graduados, del departamento de metalurgia del Massachusetts Institute of Technology, me informó sobre los metales utilizados para fabricar instrumental durante la época de la Guerra de Secesión.

El análisis de Jason Geiger sobre lo que habría ocurrido si Lincoln hubiera permitido que la Confederación se separara de la Unión sin que hubiera guerra, como se expresa en el capitulo setenta y dos, está basado en la opinión expresada por el fallecido psicógrafo Gamaliel Bradford en su biografía de Robert E. Lee (Lee the American, Houghton Mifflin Company, Boston, l9I2).

Doy las gracias a Dennis B. Gjerdingen, presidente de la Clarke School for the Deaf, en Northampton, Massachusetts, por permitirme el acceso al personal y a la biblioteca de dicha escuela. Ana D. Grist, exbibliotecaría de la Clarke School, me permitió tener libros en préstamo durante largos períodos. Estoy especialmente agradecido a Marjorie E. Magner, que pasó cuarenta y tres años enseñando a niños sordos, no sólo por las ideas que me proporcionó sino también por haber leído el manuscrito para comprobar su precisión con respecto a la sordera.

Varios médicos de Massachusetts me han prestado su generosa ayuda en este libro. Albert B. Giknis, doctor en medicina, médico forense del distrito de Franklin, en Massachusetts, me habló detalladamente de la violación y el asesinato, y me permitió consultar textos sobre patología. Joel F. Moorhead, doctor en medicina, director médico de la división de pacientes no internados del Spaulding Hospital, y profesor clínico en medicina de rehabilitación de la Tufts Medical School, respondió a mis preguntas sobre lesiones y enfermedad. Wolfgang G. Gilliar, D.O., director del programa para la medicina de rehabilitación de Greenery Rehabilitation Center y profesor en medicina de rehabilitación de la Tufts Medical School, me habló de la medicina física.

El médico internista de mi familia, Barry E. Poret, doctor en medicina, me facilitó información y puso a mi alcance sus libros de medicina.

Stuart R. Jaffee, doctor en medicina, urólogo principal del St. Vincent Hospital de Worcester, Massachusetts, y profesor adjunto de urología de la University of Massachusetts Medical School, respondió a mis preguntas sobre litotomía y leyó el manuscrito para comprobar las precisiones sobre el tema.

Expreso mi agradecimiento a mi agente, Eugene H. Winick, de McIntosh Otis, Inc., por su amistad y entusiasmo, y al doctor Karl Blessing, Geschaftsfuhrer de la Droemer Knaur Publishing Company de Munich. Chamán es el segundo libro de una proyectada trilogía sobre la dinastía médica de los Cole. La fe inicial del doctor Blessing en el primer libro de la trilogia, El médico, ayudó a que se convirtiera en un best-seller en Alemania y en otros paises, y me alentó enormemente mientras escribía Chamán.

En muchos sentidos, Chamán fue un proyecto familiar. Mi hija Lise Gordon se ocupó de la edición de Chamán antes de que la novela llegara a las manos de la editorial. Es una persona meticulosa, dura incluso con su padre, y maravillosamente estimulante y colaboradora. Mi esposa, Lorraine, me ayudó a preparar el manuscrito y, como de costumbre, me entregó su amor y su apoyo total. Mi hija Jamie Beth Gordon, fotógrafa, alivió mi temor a la cámara durante una sesión especial y muy divertida, mientras me tomaba fotos para la sobrecubierta del libro y para los catálogos de la editorial. Mientras duró la escritura del libro, me apoyó con sus notas y postales. Y las frecuentes conferencias telefónicas de mi hijo Michael Seay Gordon llegaban invariablemente cuando yo necesitaba el aliento que él siempre me da.

Estas cuatro personas son la parte más importante de mi vida, y han aumentado, multiplicando al menos por diez, mi alegría por concluir esta novela.

Ashfield, Massachusetts

20 de noviembre de l991.

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