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Authors: Paul Ekman

Tags: #Ensayo, Psicología

Como detectar mentiras en los niños (15 page)

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Todas estas habilidades —memoria, planificación, ponerse en el lugar de la otra persona, pensar y hablar con rapidez, y controlar las emociones— son necesarias para que el niño se desarrolle y se convierta en adulto. Irónicamente, las aptitudes que hacen que los padres estén satisfechos y se sientan orgullosos con el desarrollo de su hijo son las mismas que más tarde permitirán al niño decepcionarles y engañarles.

El crecer y asumir la independencia significa que un niño tiene la capacidad y también la responsabilidad de escoger entre la sinceridad y la faltad de honradez. Cuando el niño sabe que él o ella no pueden tener éxito con sus mentiras, en realidad no hay mucho donde elegir. La tentación solamente existe cuando los niños saben que pueden tener éxito si deciden engañar.

Independencia significa tener control sobre la información que revelamos a otros sobre nosotros mismos. Intimidad significa tomar uno mismo la decisión de quién sabe qué cosa sobre nosotros. Tener ese control —disfrutar de la propia intimidad— no requiere mentir. Igual que los padres les dicen a menudo a sus hijos, con palabras más o menos acertadas: «¡Eh! Eso no es asunto tuyo; no me preguntes eso», un niño puede tener también a veces el derecho a decirle lo mismo a uno de los padres
[24a]
.

Estas observaciones acerca de por qué mienten los adolescentes concuerdan con la opinión psicoanalítica sobre el hecho de mentir, que hace hincapié en el papel de la mentira para establecer una independencia de la familia. Los psicoanalistas consideran que la mentira no es exclusiva de la adolescencia sino que está presente a lo largo de toda la infancia. El psicólogo Michael F. Hoyt escribe: «… La primera mentira con éxito del niño rompe la tiranía (de la omnisciencia paterna, es decir, el niño empieza a sentir que tiene una mente propia, una identidad privada desconocida para sus padres»
[25]
. Los secretos, el ocultar información, sigue diciendo el doctor Hoyt, se ve como que juegan «… un papel significativo en el desarrollo normal de los límites del ego y del concepto del yo[…]. De manera más general, la posesión de un secreto confiere la sensación de tener algo que es únicamente propio, de ser un individuo aparte»
[26]
.

Además de los cambios en las capacidades, también existen cambios en las actitudes que hacen que mentir resulte más fácil y más posible cuando se llega a la adolescencia. Las convenciones sociales que antes eran inviolables ahora aparecen como arbitrarias. El adolescente joven, de manera característica, no acepta sin antes cuestionar, o simplemente no acepta, la legitimidad de muchas normas sociales
[27]
.

Anna Freud, hija de Sigmund Freud y psicoanalista infantil, aportó una de las descripciones más agudas sobre las espectaculares oscilaciones de las actitudes adolescentes. En
Das ich und die Abwehrmechanismen
, escribió que los adolescentes son:

[…] excesivamente egoístas, se consideran el centro del universo y el único objeto de interés, pero en ninguna época posterior de su vida son tan capaces de sacrificio y devoción. Forman las más apasionadas relaciones amorosas, sólo para romperlas tan abruptamente como las iniciaron. Por un lado, se lanzan con entusiasmo a la vida comunitaria y, por otro, tienen un deseo poderosísimo de soledad. Oscilan entre la sumisión ciega ante un líder que ellos mismos han escogido y la rebelión desafiante contra cualquier y toda autoridad. Son egoístas y materialistas y al mismo tiempo están llenos de elevados ideales. Son ascéticos, pero de repente se sumergen en caprichos de los instintos de carácter muy primitivo. A veces su conducta con otras personas es brusca y desconsiderada, pero ellos a su vez son extremadamente susceptibles. Sus cambios de humor oscilan entre un optimismo despreocupado y el pesimismo más negro
[28]
.

Desde esta perspectiva, puede que un día pueda confiar por completo en su hijo adolescente y al siguiente, debido a un cambio de humor, no pueda confiar en él en absoluto.

Los adolescentes van adquiriendo mayor seguridad en su capacidad de engañar a sus padres y sienten menos temor de ser descubiertos. Como mencioné antes, casi todos los niños que entrevisté dijeron que habían tenido la experiencia de colar una mentira cuando tenían entre cinco y siete años. Aunque no todas las mentiras tenían éxito, empezaron a saber que ello es posible. Y si siguen mintiendo, aprenderán que con cada año que pasa las posibilidades de éxito aumentan. Si existe menos miedo a ser descubierto, uno de los factores disuasivos ha desaparecido.

La adolescencia es un período de transición, tanto para el hijo como para los padres, un tiempo en que las reglas, las obligaciones, los privilegios y los derechos cambian, no sólo una vez sino repetidamente al ir alcanzando el adolescente más independencia. Los conflictos pueden surgir entre el deseo de los padres de que el niño tenga más responsabilidad pero también de no disminuir su supervisión y protección. Durante esta época supongo que el sentimiento de culpabilidad por mentir disminuye para muchos adolescentes, en parte porque éste ya no considera a sus padres omniscientes, en parte porque (en nuestra cultura) el adolescente necesita establecer su independencia de los padres y de los valores de éstos.

El rechazo de los valores paternos suele formar parte del proceso de separación. La opinión de sus compañeros de la misma edad —no la de sus padres— tiene más valor. Tanto si se trata de una delgada brecha generacional como de una rebelión a gran escala, muchos adolescentes no se sienten tan obligados a hacer y actuar según el deseo de sus padres. El adolescente vive en dos mundos sin mucha relación entre ellos: el de sus amigos y el de los adultos. Existe un cierto consuelo en recordar que no todos los adolescentes están desconectados de sus padres. Recordemos, por ejemplo, el estudio que mostraba que los chicos que mantenían un respeto hacia sus padres se veían menos influidos para cometer acciones antisociales con su grupo de semejantes. Pero incluso aquellos que todavía buscan la aprobación paterna se pueden sentir con más derecho, u obligados, a vivir sus propias vidas, y pueden justificar la mentira como un medio para conseguir ese fin. Armado con tal justificación, el adolescente mentiroso se siente menos culpable y, como ya hemos visto, menos inclinado a decir la verdad.

JUICIO MORAL Y SOCIAL

Muchos psicólogos del desarrollo han propuesto que la capacidad para hacer juicios morales sigue una serie de etapas. Aunque estos científicos no se han interesado de manera específica en el hecho de mentir, sus hallazgos pueden ayudar a los padres a comprender qué piensan los niños sobre si mentir es bueno o malo. Con diferencia, el estudio de mayor envergadura, y también el más polémico, fue el realizado por Lawrence Kohlberg
[29]
, basado en las ideas del psicólogo suizo Jean Piaget. Kohlberg presentó a los niños unos dilemas morales en los que la obediencia a las leyes, normas u órdenes de la autoridad entraban en conflicto con las necesidades o el bienestar de otros. Éste es uno de los dilemas que Kohlberg y muchos otros científicos han utilizado:

En Europa, una mujer estaba cerca de la muerte debido a un tipo especial de cáncer. Existía un medicamento que los médicos pensaban que podría salvarla. Era una forma de radio que un farmacéutico de la misma ciudad había descubierto recientemente. La droga era cara de preparar, pero el farmacéutico cobraba diez veces más de lo que le costaba hacerla. Pagó 200 dólares por el radio y cobró 2.000 dólares por una pequeña dosis de medicamento. El esposo de la mujer enferma, Heinz, recurrió a todas las personas que conocía para pedir el dinero prestado, pero sólo pudo conseguir 1.000 dólares, que era la mitad de lo que costaba. Le dijo al farmacéutico que su mujer se estaba muriendo y le pidió que le vendiera el medicamento más barato o que le dejara pagarlo más tarde. Pero el farmacéutico dijo: «No, yo descubrí la droga, y voy a hacer dinero con ella». Heinz se desesperó y entró en la tienda para robar el medicamento para su esposa.

Kohlberg entrevistó a niños de diferentes edades, preguntándoles qué pensaban ellos que era lo correcto. El tema no era cómo resolverían ellos un dilema como el de Heinz, sino qué pensaban sobre lo que era correcto y lo que no lo era. Kohlberg sostenía que los juicios infantiles acerca de la moralidad pasan por una serie de fases, que cambian a medida que van creciendo (véase el recuadro de la página siguiente)
[30]
.

Si Kohlberg está en lo cierto, y muchos psicólogos así lo creen, los padres deberían tener presentes estas etapas y ver dónde encaja su hijo. Si utiliza un razonamiento basado en la fase en la que se encuentra su hijo, ello le permitirá tener más poder de convicción cuando le explique por qué está mal mentir.

Kohlberg propone también dos etapas posteriores, basadas en la convicción personal sobre principios éticos. La persona en este estadio ya no cree que siempre es correcto cumplir las normas, las expectativas y las convenciones de la sociedad. En su lugar, la definición del bien se basa en un acuerdo mutuo y en unos principios. Los adolescentes casi nunca llegan a estas etapas; incluso muchos adultos no lo hacen.

Las edades que se dan en el recuadro para cada etapa son sólo como guía aproximada. No todo el mundo llega a la fase 4. Muchos adultos no pasan nunca de la 2. Incluso cuando los niños o adultos progresan hasta la fase 3 o 4, no siempre piensan de esa manera. Cuando sienten emociones intensas, pueden retroceder a una fase anterior.

Consideremos cómo cambian las actitudes de los niños frente a las mentiras en cada etapa, y cómo este conocimiento le ayudará a discutir el tema con su hijo
[30a]
.

Edad
Qué es lo correcto
Razones para ser bueno
Etapa 0
4
Conseguir lo que quiero.
Lo que yo quiero es lo justo.
Conseguir recompensas y
evitar el castigo.
Etapa 1
5-6
Hacer lo que te dicen.
Lo que te dicen los adultos.
No meterse en problemas.
Etapa 2
6-8
Hacer a los demás exactamente
lo que ellos te hacen a ti.
Qué saco yo de todo ello.
Etapa 3
8-12
Vivir de acuerdo con
las expectativas de los demás.
complacer a los demás.
Para que los demás piensen bien de mi
y así yo pueda pensar bien de mi mismo.
Etapa 4
12+
Cumplir con las obligaciones
de la sociedad.
Mantener unida la sociedad;
ser un buen ciudadano.

En la fase 0, los niños de preescolar normalmente piensan en términos de lo que ellos quieren, y sea lo que sea eso, es lo correcto. Para ellos el mentir en sí no es malo si con ello consiguen lo que desean. En esta etapa, haga saber a sus hijos que usted se siente feliz cuando le dicen la verdad, y que no quiere que él o ella mienta. No obstante, no espere conseguir grandes resultados confiando en que comprenderán que mentir es algo malo.

Los niños en la etapa 1 se ven impresionados por el poder superior de los adultos. Cooperan mucho más, pero esta cooperación no está basada en la comprensión de las reglas, sino en querer obedecer a los adultos. Este es el periodo en que los niños creen que los padres siempre saben cuando el niño miente. Haga saber a su hijo que no le gusta que él o ella mienta. En este punto, empiece a apelar a sentimientos de la siguiente etapa, ayudando así a su hijo a abrirse y a crecer en su pensamiento moral. Explíquele lo injusto que resulta la mentira para la persona a quien se miente. Pregúntele a su hijo cómo se sentiría si alguien le mintiera a él o a ella.

En la fase 2, los niños ya no creen que los adultos siempre tienen razón. Su idea de justicia es la regla de oro, ojo por ojo, diente por diente. Es difícil para los niños que están en esta etapa comprender que mentir perjudica a otros. Intente utilizar esa justicia del ojo por ojo para explicarles qué les ocurriría a su familia, amigos o escuela si todo el mundo mintiera y engañara. Asimismo, empiece a reforzar el razonamiento que acompaña la siguiente etapa dejando bien clara su propia decepción si su hijo le miente.

En la etapa 3, el niño quiere estar a la altura de las expectativas de los demás. Un período de conformidad, esta fase subraya lo que se ha llamado la moralidad del «niño bueno». A los adolescentes que se encuentran en esta etapa les importa tanto la aprobación de sus semejantes que otras preocupaciones morales se pueden ver debilitadas si entran en conflicto con lo que sus compañeros esperan de ellos. Es éste un período en que surge la conciencia, en el sentido de que los niños se ven motivados no solamente para evitar el castigo, sino para estar a la altura de su propia autoimagen. Los niños mienten en esta etapa para evitar desagradar a sus padres, para evitar el ridículo y ganar la aprobación de su mismo grupo de edad. En esta etapa se puede apelar a la preocupación de su hijo por su reputación, explicando lo terrible que es tener fama de mentiroso. También puede empezar a utilizar argumentos de la fase 4, explicando cómo la sociedad de hundiría si todo el mundo mintiera.

Los adolescentes que alcanzan la fase 4 (y Kohlberg no dice que todos lo hagan) se preocupan por ser buenos miembros de su comunidad, escuela o sociedad. Ahora pueden comprender el conflicto real entre la lealtad a un amigo que ha cometido una transgresión y la obligación hacia una sociedad amenazada por esa transgresión. Es un tiempo en que usted puede hacer hincapié en lo que ocurre cuando se pierde la confianza. También puede recalcar ese punto a los niños más jóvenes, pero no espere que lo comprendan fácilmente.

Aunque creo que es útil que los padres conozcan estas ideas, debo decir que la propuesta de Kohlberg sobre las etapas del juicio moral ha sido criticada por varias razones. Por ejemplo, que están sesgadas hacia los niños occidentales; que están sesgadas a favor de los hombres; que requieren una base cultural más elevada y un curso de filosofía moral; y que políticamente están sesgadas hacia el liberalismo. Los críticos dicen que Kohlberg presenta el desarrollo como algo más fijo y ordenado de lo que en realidad es
[31]
. Otros sostienen que aunque los hallazgos sean correctos, nos dicen solamente aquello que piensan los niños, no lo que realmente hacen
[32]
. Puede que los niños, igual que los adultos, no practiquen lo que predican. El psicólogo del desarrollo Augusto Blasi examinó de manera crítica las pruebas de muchos estudios, concluyendo que el nivel del juicio moral de una persona está relacionado con la propia conducta moral
[33]
.

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