Contra el viento del Norte (14 page)

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Authors: Daniel Glattauer

BOOK: Contra el viento del Norte
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Cuatro minutos después

Fw:

No, no es una historia de amor. Nunca lo ha sido. Y me asombra que hayas dudado de ello y que lo hayas dudado hasta tal punto. Antes sabías bastante bien lo que hacías. «Lo que hacías», sí, ésa es la cuestión. ¿Quieres que entre en detalles?

Seis minutos después

Re:

¡Eso es injusto, Leo! Yo no sabía bien lo que hacía. No estaba haciendo nada. No había pensado antes lo que podía ocurrir si conocías a mi amiga. Simplemente tenía curiosidad por saber qué decía ella y qué decías tú, Leo. Sólo cuando lo dijisteis, mejor dicho, cuando NO lo dijisteis, supe lo poco que me gustaba lo dicho, es decir, lo que Mía y tú NO dijisteis. Pero sigue contando si quieres. De todos modos ya has escrito la frase más importante. (La primera.) Ya no puede pasar gran cosa.

Una hora y media después

Fw:

Mia y yo nos vimos por primera vez aquella tarde de domingo en el café, y de inmediato supimos por qué estábamos allí (no por nosotros, sino por ti). No teníamos ninguna posibilidad de conocernos mejor, menos todavía de enamorarnos. Éramos poco más o menos lo contrario de dos personas hechas la una para la otra. Desde el primer instante nos sentimos como títeres tuyos, como piezas de ajedrez que tú, querida Emmi, acababas de mover. Pero no entendíamos cuál era el «juego». Y hasta hoy sigue siendo incomprensible. Tú sabes que Mia te aprecia mucho, Emmi, te admira, es mas, te envidia. ¿Querías aumentar aún más mi interés por ti? Y si es así, ¿para qué? ¿Querías que supiera lo perfecta e idílica que es tu vida familiar? ¿Para qué? ¿Qué tiene eso que ver con nuestros correos electrónicos? ¿Acaso impide que el viento del norte entre por tu ventana y no te deje dormir?

Y Mía: ella está completamente desorientada respecto a ti. Sólo ha sentido una cosa desde el principio: que para ella yo estaba vedado. Yo llevaba al cuello un letrero que ponía: «Pertenece a Emmi. Prohibido tocar». Mia se sentía reducida a tantearme. Debía contarte detalles sobre mí, debía ofrecerte el otro lado de Leo, el que tú no conoces, el físico, para que tuvieras una imagen completa. Pues bien, Emmi, Mia y yo no estábamos dispuestos a cumplir con el papel que se nos había destinado. Estábamos decididos a desbaratar tu extraño juego. Es más, nos rebelamos: si bien no nos enamoramos, nos acostamos. Nos hizo bien, fue divertido, quedamos en paz. No nos palpitaba el corazón, no sentíamos un gran deseo ni una pasión profunda. Lo hicimos únicamente para fastidiarte. Fue la cosa más simple y honrada del mundo. Estábamos realmente cabreados contigo. Así que jugamos nuestro propio juego dentro del juego. Sí, una noche funcionó, pero no más. A la larga uno sólo puede acostarse «con» otra persona, no contra un tercero en común. Y estaba claro que no surgiría nada entre Mia y yo. No obstante, seguimos viéndonos con gusto, era agradable charlar, sí, nos caíamos —y nos caemos— bien y nos gustaba mantenerte así, a distancia, Emmi. A modo de pequeño castigo por tu arrogancia.

Ésa fue la historia. Estoy ansioso por ver si la entiendes —y cómo la digieres—, mi querida compañera de correo electrónico. Se ha hecho de noche. Por lo que veo, hay luna llena. Y el viento del norte ha amainado. Puedes dormir con la cabeza junto a la ventana.

¡Buenas noches!

Dos días después

Sin asunto

Querida Emmi:

Uno se siente bastante desgraciado cuando le dejan dos días en el aire como tú a mí. Por eso te invito amablemente a contestarme. Tírame por los suelos si quieres, pero no me dejes colgado.

Muy atentamente,

Leo

Al día siguiente

Asunto: Digestión

Hola, Leo.

Jonás se dislocó el brazo jugando al voleibol. Hemos pasado dos noches en el hospital. Ahí tienes una pequeña muestra del idilio familiar.

En cuanto a la digestión: he intentado varias veces digerir tu mensaje, pero lamentablemente se resiste. Ahora ya no es más que una papilla de sabor indefinido. Me preguntas si yo quería que te enteraras por Mia de lo perfecta e idílica que es mi vida familiar. Mi querido Leo, Mia y tú os equivocáis. Mi vida familiar es buena, pero ni mucho menos perfecta. La «vida familiar» como tal no tiene nada que ver con la perfección, sino con la perseverancia, la paciencia, la indulgencia y los brazos dislocados de los niños. ¿Me permites que excepcionalmente me remita a mis largos años de experiencia, de la que —lo digo sin ánimo de ofenderos— Mia y tú carecéis? Lo de «idilio familiar» es un oxímoron, dos conceptos que se excluyen: o familia o idilio.

Bien, y algo más sobre tu «juego dentro del juego». ¿Dices que te acostaste con Mia porque ambos estabais cabreados conmigo? Hacía tiempo que no oía nada tan infantil. Leo, Leo... Has perdido varios puntos.

Capítulo 7

Dos días después

Asunto: Orden

Hola, Emmi.

¿Cómo te va? A mí, no extraordinariamente bien. Ni tampoco estoy muy orgulloso de mí. No tendría que haber conocido a Mia. Debí saber que eso me ligaría más a ti de un modo absurdo, Emmi. Te eché en cara que ése fuera tu objetivo. Pues me retracto a medias de aquel reproche. Creo que era el objetivo de ambos, sólo que hasta hoy no nos hemos atrevido a reconocerlo. Mia sirvió de intermediaria entre nosotros. Tú le encomendaste que se hiciera cargo de mí. Y yo me desquité con ella. No fue justo por lo que a ella respecta. El creciente interés de Mia por mí corresponde a su creciente interés por ti, Emmi. Creo que eres tú quien debería acercarse un poco a ella. Y yo quien tendría que alejarse. Necesito poner un poco de orden en este asunto.

Que tengas un buen día.

Leo

Una hora después

Re:

¿Y cuál es el siguiente asunto que pondrás en orden, Leo? ¿Yo?

Ocho minutos después

Fw:

Siempre he pensado que los mensajes como tales estaban bastante en orden. Pero también creo que tendría que ir frenando esto alguna vez.

Cuatro minutos después

Re:

Leo, el vacilante, está de nuevo en su elemento: «Creo que», «tendría que», «ir frenando», «alguna vez». ¿Te divierte hacerme partícipe de los retrocesos que anuncias con timidez? Hazme un favor, Leo: si vas a frenar, ¡frena como es debido! Y sin atormentarme a mí: con tanto «creo que», «tendría que», «ir frenando», «alguna vez»... ¡Creo que me estoy hartando!

Tres minutos después

Fw:

De acuerdo, voy a frenar.

40 segundos después

Re:

Por fin.

35 segundos después

Fw:

Ya estoy frenando.

25 segundos después

Re:

¿Y?

Dos minutos después

Fw:

Aún no lo sé. Estoy esperando a que nos detengamos.

25 segundos después

Re:

Pues acabamos de detenernos. ¡Buenas noches!

Dos días después

Sin asunto

Hola, Emmi:

¿Qué pasa? ¿Ya no nos escribimos más?

Siete horas después

Re:

Parece que no.

Al día siguiente

Sin asunto

Hace bien no recibir mensajes de vez en cuando.

Dos horas y media después

Fw:

Sí, uno acaba por acostumbrarse.

Cuatro horas después

Re:

Sólo entonces ves lo agotador que era.

Cinco horas y media después

Fw:

Estrés. Puro estrés.

Al día siguiente

Sin asunto

¿Y qué tal está Mia?

Dos horas después

Fw:

Ni idea, hemos dejado de vernos.

Ocho horas después

Re:

¡Ah..., no me digas! Es una pena.

Tres minutos después

Fw:

Sí, es una pena.

Al día siguiente

Sin asunto

Me lo paso muy bien contigo, Leo.

Nueve horas después

Fw:

Gracias, no puedo más que devolverte el cumplido.

Al día siguiente

Sin asunto

¿Qué es de la vida de Marlene? ¿Habéis vuelto a reincidir?

Tres horas después

Fw:

No, hasta ahora no, pero estoy en ello. ¿Y cómo está la familia? ¿Cómo va la rodilla de Jonas?

Dos horas después

Re:

El brazo.

Cinco minutos después

Fw:

Sí, eso es, perdón, ¿cómo va el brazo?

Tres horas y media después

Re:

No se ve. Está escayolado.

Media hora después

Fw :

¡Ah ...! Ya. Claro.

Dos días después

Sin asunto

Es muy triste, Emmi, ya no tenemos nada que decirnos.

Diez minutos después

Re:

Tal vez nunca hemos tenido nada que decirnos.

Ocho minutos después

Fw:

Sin embargo, hemos hablado de lo lindo.

20 minutos después

Re:

Hemos hablado sin decir nada. Pura palabrería.

Cinco minutos después

Fw:

Si tú lo dices, así será.

12 minutos después

Re:

Qué bien que hayas dado un frenazo.

Tres minutos después

Fw:

¡La que anunció que nos deteníamos fuiste tú, Emmi!

Ocho minutos después

Re:

Y tú lo manifestaste cada día.

Cinco horas después

Fw:

¿Quieres que lo dejemos del todo?

Tres minutos después

Re:

De todos modos, ya lo hemos hecho.

50 segundos después

Fw:

Sabes muy bien cómo deprimir a alguien.

Dos minutos después

Re:

He aprendido de ti, Leo.

Buenas noches.

Tres minutos después

Fw:

Buenas noches.

Dos minutos después

Re:

Buenas noches.

Un minuto después

Fw:

Buenas noches.

50 segundos después

Re:

Buenas noches.

40 segundos después

Fw:

Buenas noches.

20 segundos después

Re:

Buenas noches.

Dos minutos después

Fw:

Son las tres de la mañana. ¿Sopla el viento del norte?

Buenas noches.

15 minutos después

Re:

Tres horas, diecisiete minutos. Viento de poniente, me trae sin cuidado.

Buenas noches.

A la mañana siguiente

Asunto: Buenos días

Buenos días, Leo.

Tres minutos después

Fw:

Buenos días, Emmi.

20 minutos después

Re:

Esta noche me voy a Portugal durante dos semanas: vacaciones en la playa con los niños. ¿Estarás ahí cuando vuelva, Leo? Necesito saberlo. Cuando digo «ahí», quiero decir... ¿Qué es lo que quiero decir? Quiero decir, simplemente, ahí. Tú ya me entiendes. Tengo miedo de perderte. Por mí, frenemos. Por mí, detengámonos. Por mí, hablemos sin decir nada. Pura palabrería, pero palabrería CONTIGO. ¡No sin ti!

18 minutos después

Fw:

Sí, querida Emmi. No me quedaré esperándote, pero estaré ahí cuando vuelvas. Siempre estoy ahí para ti, aunque nos hayamos detenido. A ver cómo estamos después de estas dos semanas de «pausa». Quizá nos vengan bien. Me parece que en estos últimos días hemos cogido bastante práctica.

Saludos cariñosos,

Leo

Dos horas después

Re:

Algo más antes de marcharme, Leo. ¡Pero sé sincero, por favor! ¿Has perdido el interés por mí?

Cinco minutos después

Fw:

¿De veras quieres que sea sincero?

Ocho minutos después

Re:

Sí, de veras. Sincero y rápido. Tengo que llevar a Jonás a que le quiten la escayola.

50 segundos después

Fw:

Cuando veo que llega un mensaje tuyo, me palpita el corazón. Hoy, ayer y hace siete meses.

40 segundos después

Re:

¿A pesar de ser pura palabrería? ¡¡¡Eso está muy bien!!! ¡Las vacaciones están salvadas!

Adieu.

45 segundos después

Fw:

Adieu.

Ocho días después

Sin asunto

Hola, Leo.

Estoy en un cibercafé de Oporto. Te escribo deprisa para que tu corazón no se pare de puro «no palpitar». Estamos bien: el pequeño está con diarrea desde el comienzo de las vacaciones, la mayor se ha enamorado de un profesor de surf portugués. ¡Faltan sólo seis días! ¡Me alegrarán tus mensajes!

P D.: ¡No hagas nada con Marlene!

Seis días después

Asunto: ¡Hola!

Querido Leo:

Aquí estoy. ¿Cómo ha sido la «pausa»? ¿Qué hay de nuevo? ¡Te he echado de menos! No me has escrito. ¿Por qué no? Tengo miedo de tu primer mensaje. Y más miedo aún de que tarde mucho en llegar. Pregunta: ¿cómo continuamos?

15 minutos después

Fw:

Emmi:

No tienes por qué tener miedo de mi primer mensaje. Aquí está, y es completamente inofensivo.

1) ¿Qué hay de nuevo?: nada.

2) ¿Cómo ha sido la pausa?: larga.

3) ¿Por qué no te he escrito?: porque estábamos haciendo una pausa.

4) ¿Que me has echado de menos?: ¡yo también! (Probablemente más que tú a mí. Tú al menos tenías que defender a una hija de dieciséis años de un profesor de surf portugués. ¿Cómo acabó la historia?)

5) ¿Que cómo continuamos?: hay exactamente tres posibilidades. Seguir como hasta ahora. Dejarlo. Quedar.

Dos minutos después

Re:

Respecto a 4): Fiona emigrará a Portugal y se casará con el profesor de surf. Sólo ha vuelto a casa con nosotros para preparar sus cosas. Eso es lo que ella cree.

Respecto a 5): Estoy a favor de: ¡quedar!

Tres minutos después

Fw:

Anoche soñé intensamente contigo, Emmi.

Dos minutos después

Re:

¿De veras? A mí también me ha pasado. Quiero decir que yo también he soñado intensamente contigo. ¿Qué es lo que entiendes tú por «intensamente»? ¿El sueño era sólo intenso o también erótico?

35 segundos después

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