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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #Fantasía

Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (47 page)

BOOK: Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media
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Una nota al texto que precede añade cierta información acerca de Morwen a la que se da en
El Señor de los Anillos
[Apéndice A (II), «Los Reyes de la Marca»]:

Se la conocía como Morwen de Lossarnach, pues allí vivía. Su padre se había trasladado allí desde Belfalas por amor de sus valles florecientes; él era descendiente de un ex Príncipe de ese feudo y, por tanto, pariente del Príncipe Imrahil. Éste reconocía su parentesco, aunque distante, con Éomer de Rohan, y nació entre ellos una estrecha amistad. Éomer se casó con la hija de Imrahil [Lothíriel], y el hijo de ambos, Elfovino el Hermoso, tenía un sorprendente parecido con el padre de su madre.

Otra nota observa que Celeborn era «un Linda de Valinor» (eso es, uno de los Teleri que se llamaban a sí mismos Lindar, los Cantores) y que era considerado por ellos alto, como su nombre indica («plata alta»), aunque los Teleri en general eran de corpulencia y talla algo menores que las de los Noldor.

Ésta es la última versión de la historia del origen de Celeborn y de la significación de su nombre.

En otro sitio mi padre escribió acerca de la estatura de los Hobbits en relación con la de los númenóreanos, y del origen del nombre Medianos:

Las observaciones [acerca de la estatura de los Hobbits] en el Prólogo de
El Señor de los Anillos
son innecesariamente vagas y complicadas por causa de la inclusión de referencias a los sobrevivientes de la raza en tiempos posteriores; pero en lo que a
El Señor de los Anillos
concierne, pueden reducirse a lo siguiente: los Hobbits de la Comarca medían entre tres a cuatro pies, nunca menos y rara vez más. Por supuesto, ellos no se daban a sí mismos el nombre de Medianos; así los llamaban los númenóreanos. Evidentemente, la denominación se refería a su talla en comparación con la de ellos, y fue aproximadamente exacta cuando se la otorgaron. Se aplicó primero a los Pelosos, que fueron conocidos de los gobernantes de Arnor en el siglo xi [cf. el renglón del año 1050 en «La Cuenta de los Años»] y luego también a los Albos y a los Fuertes. Los Reinos del Norte y del Sur mantenían estrechas comunicaciones por entonces y, en verdad, también mucho después, y cada cual estaba perfectamente informado de todo lo que acaecía en la otra región, especialmente de la migración de los pueblos de toda especie. Así, aunque ningún «Mediano», que se sepa, había aparecido nunca en Gondor antes de Peregrino Tuk, la existencia de su pueblo en el reino de Arthedain era conocida en Gondor, y se les dio el nombre de Medianos o, en sindarin, perian. No bien se llamó la atención de Boromir sobre Frodo [en el Concilio de Elrond], lo reconoció como miembro de esta raza. Probablemente hasta entonces los había considerado criaturas de lo que nosotros llamaríamos cuentos de hadas o folklore. Parece evidente, por la recepción que tuvo Pippin en Gondor, que de hecho se recordaba allí a los «Medianos».

En otra versión de esta nota se dice más acerca de la disminución de la talla tanto de los Medianos como de los Númenóreanos:

La mengua de los Dúnedain no era una tendencia normal compartida por los pueblos cuya patria fuera la Tierra Media; sino una consecuencia de la pérdida de su vieja tierra en el lejano Oeste, la más cercana de todas las mortales al Reino Imperecedero. La mengua muy posterior de los hobbits debió de ser consecuencia de un cambio de estado y de estilo de vida; se convirtieron en gentes fugitivas y furtivas, obligadas (a medida que los Hombres, el Pueblo Grande, cada vez más numerosos, usurpaban las tierras más fértiles y habitables) a refugiarse en los bosques y los descampados: un pueblo errante y pobre, olvidado de sus artes, de individuos que vivían una vida precaria absorbidos por la búsqueda de alimentos y temerosos de ser vistos.

Nota del editor

Ésta es una narración «tardía», lo que sólo significa que en ausencia de indicios claros, pertenece al último período en que mi padre escribió sobre la Tierra Media, al igual que «Cirion y Eorl», «Las Batallas de los Vados de Isen», «los Drúedain» y los ensayos filológicos cuyos extractos forman «La historia de Galadriel y Celeborn», y no al tiempo de la publicación de
El Señor de los Anillos
y los años que la siguieron. Hay dos versiones: una dactilografiada muy corregida de la totalidad (obviamente la primera etapa de la composición) y otra bien dactilografiada que incorpora numerosos cambios y se interrumpe en el punto en que Elendur insta a Isildur a huir. Aquí la mano correctora tuvo poco que hacer.

II
Cirion y Eorl y la amistad de Gondor y Rohan
1
Los Hombres del Norte y los Aurigas

L
a Crónica de Cirion y Eorl
[1]
sólo empieza con el primer encuentro de Cirion, Senescal de Gondor, y Eorl, Señor de los Éothéod, después de terminada la Batalla del Campo de Celebrant y destruidos los invasores de Gondor. Pero hubo baladas y leyendas de la gran expedición de los Rohirrim desde el norte tanto en Rohan como en Gondor, de las cuales procede lo que se cuenta en Crónicas posteriores,
[2]
junto con muchas otras informaciones acerca de los Éothéod. Todo esto se pone aquí por escrito brevemente en forma de crónica.

Los Éothéod fueron conocidos por primera vez con ese nombre en los días del Rey Calimehtar de Gondor (que murió en el año 1936 de la Tercera Edad); eran en ese tiempo un pueblo pequeño que vivía en los Valles del Anduin entre Carroca y los Campos Gladios, en su mayoría sobre la orilla occidental del río. Eran un resto de los Hombres del Norte, que habían constituido anteriormente una confederación numerosa y poderosa de los pueblos que moraban en las vastas llanuras que se extienden entre el Bosque Negro y el Río Rápido, grandes criadores de caballos y jinetes renombrados por su habilidad y resistencia, aunque sus casas estaban en las orillas del Bosque, y especialmente en el Entrante Oriental, en gran parte abierto por ellos con la tala de árboles.
[3]

Estos Hombres del Norte eran descendientes de la misma raza de los que en la Primera Edad pasaron al Oeste de la Tierra Media y fueron aliados de los Eldar en las guerras contra Morgoth.
[4]
Eran por tanto desde tiempos remotos parientes de los Dúnedain o Númenóreanos, y hubo estrecha amistad entre ellos y el pueblo de Gondor. Constituían en realidad un baluarte de Gondor que defendía las fronteras septentrionales y orientales de la invasión; aunque los Reyes no se dieron plena cuenta hasta que este baluarte se debilitó y fue finalmente destruido. La decadencia de los Hombres del Norte de Rhovanion empezó con la Gran Peste, que apareció allí durante el invierno del año 1635 y pronto se diseminó por Gondor. En Gondor la mortandad fue grande, especialmente entre los que vivían en las ciudades. Fue más grande en Rhovanion, pues aunque sus gentes vivían casi en su totalidad al aire libre y no tenían grandes ciudades, la Peste llegó en un crudo invierno en que los caballos y los hombres tuvieron que refugiarse bajo techo y las casas de madera y los establos estaban atestados; además, eran poco hábiles en las artes de la curación y la medicina, de las que mucho se conocía todavía en Gondor, preservadas de la sabiduría de Númenor. Cuando la Peste cesó, se dice que más de la mitad de la entera población de Rhovanion había muerto, y también la mitad de sus caballos.

Fueron lentos en recuperarse; pero nadie puso a prueba esta debilidad, durante un largo período. Sin duda los pueblos del Este habían sido igualmente afectados, de modo que los enemigos de Gondor provenían sobre todo del sur o de ultramar. Pero cuando empezaron las invasiones de los Aurigas e involucraron a Gondor en guerras que se prolongaron durante casi cien años, los Hombres del Norte tuvieron que soportar el peso de los primeros ataques. El Rey Narmacil II condujo a un gran ejército hacia el norte, a las llanuras que se extienden al sur del Bosque Negro, y entre los dispersos Hombres del Norte reunió a todos los sobrevivientes que pudo encontrar; pero fue derrotado, y él mismo cayó en la batalla. Los restos de su ejército se retiraron por la Dagorlad a Ithilien, y Gondor abandonó todas las tierras al este del Anduin, salvo Ithilien.
[5]

En cuanto a los Hombres del Norte, unos pocos, se dice, huyeron cruzando el Celduin (Río Rápido) y se mezclaron con el pueblo del Valle, bajo Erebor (de quienes eran parientes), algunos se refugiaron en Gondor, y otros fueron reunidos por Marhwini, hijo de Marhari (que cayó en la acción de retaguardia después de la Batalla de los Llanos).
[6]
Dirigiéndose hacia el norte entre el Bosque Negro y el Anduin, se asentaron en los Valles del Anduin, donde se les unieron muchos fugitivos que venían del Bosque. Éste fue el origen de los Éothéod,
[7]
aunque nada se supo de ellos en Gondor por muchos años. La mayor parte de los Hombres del Norte habían sido reducidos a la servidumbre, y todas sus viejas tierras quedaron ocupadas por los Aurigas.
[8]

Pero por fin, el Rey Calimehtar, hijo de Narmacil II, libre de otros peligros,
[9]
decidió vengar la derrota de la Batalla de los Llanos. Le llegaron mensajeros de Marhwini que le advirtieron que los Aurigas se proponían atacar Calenardhon cruzando los Codos;
[10]
pero dijeron también que estaba preparándose una rebelión de los Hombres del Norte sometidos a esclavitud, y que estallaría si los Aurigas hacían la guerra. Calimehtar, por tanto, partió en cuanto pudo con un ejército de Ithilien, cuidando de que su movimiento fuera perfectamente advertido por el enemigo. Los Aurigas avanzaron con toda la fuerza de que disponían, y Calimehtar cedió ante ellos alejándolos de sus casas. Por fin la batalla se libró en la Dagorlad y el resultado estuvo largo tiempo indeciso. Pero en el momento crítico, los jinetes que Calimehtar había enviado a los Codos (que el enemigo había dejado sin custodia) se juntaron en una gran éored
[11]
conducida por Marhwini y atacaron a los Aurigas por el flanco y la retaguardia.

La victoria de Gondor fue abrumadora, aunque en aquel momento no decisiva. Cuando los enemigos, quebrantados, huyeron desordenadamente hacia el norte, hacia sus casas, Calimehtar decidió atinadamente que no los perseguiría. Habían dejado casi la tercera parte de sus huestes muertas en la Dagorlad, para que se pudrieran entre los huesos de otras más nobles batallas del pasado. Pero los jinetes de Marhwini hostilizaron a los fugitivos y les infligieron muchas bajas mientras escapaban en desorden por las llanuras. Al fin los jinetes divisaron a lo lejos el Bosque Negro. Allí dejaron a los Aurigas, mofándose: —¡Huid hacia el este y no hacia el norte, pueblo de Sauron! ¡Mirad! ¡Las casas que robasteis están todas en llamas! —En efecto, se alzaba una gran humareda en la lejanía.

La rebelión planeada y ayudada por Marhwini había efectivamente estallado; los esclavos se habían alzado incitados por los proscritos que salían desesperados del Bosque, y juntos habían logrado incendiar muchas casas de los Aurigas, y sus almacenes, y los campamentos fortificados donde guardaban los carros. Pero la mayor parte de ellos habían muerto en el intento; porque estaban mal armados y el enemigo no había dejado sus casas indefensas: los niños y los ancianos recibieron la ayuda de las mujeres más jóvenes, que en ese pueblo estaban también ejercitadas en las armas, y lucharon fieramente en defensa de sus hogares y de sus hijos. Así, al final, Marhwini fue obligado a retirarse de nuevo a su tierra junto al Anduin, y los Hombres del Norte nunca regresaron a sus antiguos hogares. Calimehtar se retiró a Gondor, que gozó por un tiempo (desde 1899 a 1944) de un respiro en la guerra, antes del gran ataque en que la dinastía de los reyes de Gondor se acercó a su término.

No obstante, la alianza entre Calimehtar y Marhwini no había sido en vano. Si bien la fuerza de los Aurigas de Rhovanion no había sido quebrantada, el ataque se habría producido antes y con mucha mayor fuerza, y el reino de Gondor podría haber sido des-truido. Pero el efecto principal de esa alianza se revelaría en un futuro que nadie podía prever entonces: las dos grandes expediciones de los Rohirrim que acudieron a salvar a Gondor, la llegada de Eorl al Campo de Celebrant y los cuernos del Rey Théoden en las Pelennor, sin los cuales el retorno del Rey habría sido en vano.
[12]

Entretanto, los Aurigas se lamían las heridas y planeaban el momento de la venganza. Más allá del alcance de las armas de Gondor, en tierras al este del Mar de Rhûn desde donde no llegaban nuevas a los Reyes, el pueblo de los Aurigas se extendió y multiplicó, ansioso de conquistas y botines, e inflamado de odio por Gondor, que se le interponía en el camino. Transcurrió mucho tiempo, sin embargo, antes de que se pusieran en movimiento. Por una parte, temían el poder de Gondor, y como nada sabían de lo que pasaba al oeste del Anduin, suponían que el Reino era más grande y populoso de lo que era en realidad por aquel entonces. Por otra parte, los Aurigas del este habían estado expandiéndose hacia el sur, más allá de Mordor, y estaban en conflicto con los pueblos de Khand y sus vecinos del sur. Por fin se acordó una paz y una alianza entre estos enemigos de Gondor, y se preparó un ataque simultáneo desde el norte y el sur.

Poco o nada, claro está, se sabía de estos designios y movimientos en Gondor. Lo que aquí se dice lo dedujeron mucho después los historiadores, que llegaron también a comprender con claridad que el odio hacia Gondor y la alianza de sus enemigos en acción concertada (para la cual ellos mismos no tenían el tino ni la voluntad suficientes) habían sido consecuencia de las maquinaciones de Sauron. Forthwini, hijo de Marhwini, advirtió en verdad al Rey Ondoher (que sucedió a su padre Calimehtar en el año 1936) que los Aurigas de Rhovanion se estaban reponiendo de su debilidad y su temor, y que sospechaba que estaban recibiendo refuerzos desde el Este, pues lo inquietaban mucho las incursiones llevadas a cabo en los territorios meridionales, y que venían río arriba o a través de los Estrechos del Bosque.
[13]
Mientras tanto Gondor no podía hacer otra cosa que tratar de reunir e instruir un ejército de suficiente envergadura. Así, cuando el ataque se produjo finalmente, no sorprendió a Gondor desprevenido, aunque no disponía de todas las fuerzas que hubiera necesitado.

Ondoher sabía que sus enemigos del sur estaban preparándose para la guerra, y tuvo el tino de dividir sus fuerzas destinando un ejército al norte y otro al sur. Este último era más pequeño, porque el peligro allí se estimaba menor.
[14]
Estaba al mando de Eärnil, miembro de la Casa Real, pues era descendiente del Rey Telumehtar, padre de Narmacil II. La base se encontraba en Pelargir. El ejército del norte estaba al mando del mismo Rey Ondoher. Ésta había sido siempre la costumbre en Gondor, que el Rey, si así lo quería, estuviera al mando del ejército en una batalla importante, con tal de que un heredero con derecho indiscutible al trono estuviera dispuesto para sustituirlo. Ondoher provenía de un linaje guerrero, y era amado y estimado de sus soldados, y tenía dos hijos, ambos en edad de portar armas: Artamir era unos tres años mayor que Faramir.

La noticia de la aproximación del enemigo llegó a Pelargir el noveno día de Cermië del año 1944. Eärnil ya había adoptado medidas: había cruzado el Anduin con la mitad de sus fuerzas, y dejando indefensos intencionadamente los Vados de Poros, acampó a unas cuarenta millas al norte, en Ithilien del Sur. El Rey Ondoher se había propuesto conducir a su ejército hacia el norte a través de Ithilien y desplegarlo por la Dagorlad, terreno de malos augurios para los enemigos de Gondor. (En ese tiempo los fuertes sobre la línea del Anduin, al norte de Sarn Gebir, que había construido Narmacil I, estaban todavía en buen estado y contaban con hombres suficientes como para impedir cualquier intento enemigo de cruzar el río por los Bajos). Pero la noticia del ataque del norte no le llegó a Ondoher hasta la mañana del duodécimo día de Cermië, ya cuando se acercaba el enemigo, mientras el ejército de Gondor se trasladaba lentamente, pues Ondoher no había recibido hasta entonces ningún aviso, y la vanguardia no había llegado todavía a las Puertas de Mordor. La fuerza principal iba por delante con el Rey y su Custodia, seguida por los soldados del Ala Derecha y el Ala Izquierda que ocuparían sus lugares después de dejar atrás Ithilien y al aproximarse a la Dagorlad. Esperaban allí que el ataque llegara del norte o el nordeste, como había ocurrido antes en la Batalla de los Llanos y en ocasión de la victoria de Calimehtar en la Dagorlad.

Pero no fue así. Los Aurigas habían reunido una gran hueste en las costas meridionales del mar mediterráneo de Rhûn, fortalecida por gentes de Rhovanion, emparentadas con ellos, y por los nuevos aliados de Khand. Cuando todo estuvo pronto, se pusieron en camino hacia Gondor desde el este, trasladándose de prisa a lo largo de la línea de las Ered Lithui, donde se los descubrió demasiado tarde. Así fue que cuando la delantera del ejército de Gondor sólo había llegado a las Puertas de Mordor (las Morannon), una gran polvareda llevada por un viento del Este anunció la llegada de la vanguardia del enemigo.
[15]
Ésta se componía no sólo de los carros de guerra de los Aurigas, sino también de una fuerza de caballería mucho mayor de lo esperado. Ondoher sólo tuvo tiempo de volverse y hacer frente al ataque con su flanco derecho cerca de las Morannon, y enviar la orden a Minohtar. Capitán del Ala Izquierda en la retaguardia, de que cubriera el flanco izquierdo tan de prisa como le fuera posible, cuando los carros y los jinetes chocaron con los desordenados defensores. De la confusión del desastre que siguió, pocas noticias claras llegaron alguna vez a Gondor.

Ondoher no estaba en absoluto preparado para salir al encuentro de una carga de jinetes y carros de gran peso. Acompañado por la Custodia y llevando el estandarte había ascendido de prisa a una pequeña loma, pero esto de nada sirvió.
[16]
Lo más pesado de la carga se dirigió contra su estandarte, que le fue arrebatado; la Custodia fue casi por completo aniquilada, y él mismo fue muerto junto a su hijo Artamir. Los cuerpos nunca se recuperaron. El ataque del enemigo pasó sobre ellos y a ambos lados de la loma, y penetró profundamente entre las filas desordenadas de Gondor, haciéndolas retroceder sobre los que estaban detrás en medio de una gran confusión y dispersando y persiguiendo a muchos otros hasta la Ciénaga de los Muertos.

Minohtar tomó el mando. Era un hombre a la vez valiente y diestro en la guerra. El primer furor del ataque se había extinguido felizmente, y las pérdidas no eran tantas como el enemigo había esperado. La caballería y los carros se habían retirado, porque se aproximaba el grueso de las fuerzas de los Aurigas. En el tiempo de que dispuso Minohtar, levantando su propio estandarte, reunió a los hombres restantes del Centro y a los suyos propios que estaban allí. Inmediatamente envió mensajeros a Adrahil de Dol Amroth,
[17]
el Capitán del Ala Izquierda, ordenándole que se retirara rápidamente, tanto con los que tenía a su mando, como con la retaguardia del Ala Derecha que no había entrado todavía en acción. Con esas fuerzas debía ocupar una posición defensiva entre Cair Andros (que contaba con hombres) y las montañas de Ephel Dúath, donde a causa de una curva del Anduin hacia el este, el terreno era muy estrecho, y cubrir tanto tiempo como le fuera posible los accesos a Minas Tirith. Minohtar, por su parte, para dar tiempo a esta retirada, recompondría la retaguardia e intentaría impedir el avance enemigo. Adrahil debía enviar sin dilación mensajeros que informaran a Eärnil, si les era posible encontrarlo, del desastre de las Morannon y de la posición del ejército del norte en retirada.

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