Read El camino de Steve Jobs Online
Authors: Jay Elliot
Entonces ¿qué es lo que pasa con esos empresarios que tienen esa clase de reveses? Se levantan y empiezan todo de nuevo. David había empezado una nueva aerolínea en Brasil, «Azul», que transportó 2,2 millones de pasajeros en sus primeros doce meses, destrozando los récords anteriores para una aerolínea nueva.
¿Por qué en Sudamérica? Porque tienen una de las economías de más rápido crecimiento del mundo. Como lo dijo David, «lo que importa no es lo que pasa en tu vida. Lo que realmente importa es como reaccionas».
Uno de los elementos esenciales de un empresario es el
momentum
, una característica que veo en todos estos líderes. No renuncies, sigue andando, siempre adelante a pesar de los contratiempos, siempre abierto a la siguiente idea. Aprendí eso de Steve y lo he mantenido como un principio guía, un principio que me llevó a crear más de diez productos en los últimos ocho años.
Martin Luther King dijo una vez: «Juzga a un hombre por cómo reacciona al fracaso, no al éxito».
En 1995 Pixar estaba radiante con el éxito de
Toy Story
pero NeXT apenas se mantenía en pie, sobreviviendo sólo porque Steve seguía invirtiendo grandes cantidades de dinero al mes. Sin embargo su vida de negocios estaba a punto de dar un vuelco en forma extraordinaria, llevándolo a ser reconocido como, quizás, el mejor director ejecutivo de todos los tiempos.
Tomando en cuenta lo que fueron sus años de juventud, su éxito es casi ridículo, lo cual deja claro que nadie que ha tenido un mal comienzo o comienza tarde debe perder la esperanza de lo que puede conseguir más adelante.
Reconocer oportunidades
En 1971 un vecino llevó a Steve Jobs, quien entonces tenía 16 años, a conocer el trabajo manual de un niño del mismo vecindario, Steve Wozniak. Tres años antes, a sus 18 años, Woz ya había fabricado su primer ordenador con un amigo. En aquellos tiempos «ordenador» para la mayoría de la gente todavía significaba una enorme y compleja máquina, resguardada por unos hombres vestidos de blanco en un almacén con ventilación propia. Los primeros equipos comerciales para fabricación de ordenadores caseros simples no aparecerían sino hasta varios años después. Por ello aunque la versión de Woz de un ordenador no podía hacer mucho más allá de encender y apagar unas diminutas bombillas, era un logro impresionante.
Steve de inmediato reconoció a Woz, cinco años mayor que él, como un alma gemela que compartía su pasión por la tecnología. Eran parecidos en muchas cosas y muy distintos en otras, por lo cual resultaron ser el complemento perfecto entre sí.
Desde temprana edad Steve Jobs había sido una especie de alborotador. Un día una maestra, la señora Hill, reconoció que era un joven realmente muy brillante y lo engatusó para que se dedicara con empeño a estudiar, usando dinero, dulces y un equipo para construir una cámara. Steve se sintió tan motivado que incluso elaboró su propio lente. En la entrevista histórica con el Smithsonian, Steve dijo: «Creo que aprendí más académicamente en ese año que en toda mi vida». Valioso testimonio de la transformación que una maestra en particular puede lograr en la historia de un estudiante.
Esa experiencia perfiló a Steve de una forma que resultará sorprendente para muchos. Desde los primeros días de Apple él puso en marcha programas para que estudiantes y maestros —desde la Primaria hasta la Universidad— pudieran adquirir ordenadores con un gran descuento. Esto no era un truco publicitario, sino el resultado de una profunda convicción por su propia experiencia de la infancia en la clase de la señora Hill:
Yo creo firmemente en la igualdad de oportunidades... Igualdad de oportunidades para mí significa, más que nada, la mejor educación... Me duele porque nosotros sabemos cómo ofrecerla. En verdad lo sabemos. Podríamos asegurarnos de que cada niño en este país obtuviera una gran educación, pero nos falta mucho para conseguirlo... Estoy convencido al 100 por ciento que de no haber sido por la señora Hill en cuarto grado y unos cuantos profesores más, yo habría terminado en la cárcel. Pude ver la tendencia en mí mismo de tener cierto tipo de energía para hacer algo. Cuando eres joven, un poco de corrección del rumbo suele tener grandes resultados.
Después de la secundaria Steve insistió en ir a Reed College en Portland. Esto significaría un gran esfuerzo para el presupuesto familiar pero sus padres adoptivos habían prometido a su madre biológica, estudiante de postgrado, que velarían por el mejor interés del niño hasta la universidad. Sus intenciones eran buenas pero Steve tuvo que salirse después de cursar sólo un semestre, aunque continuó asistiendo como oyente a ciertas clases por varios meses más.
Regresó a Silicon Valley y consiguió un trabajo nocturno en Atari para ahorrar dinero y poder pagarse un «viaje a Oriente». Steve resurgió de su viaje a la India convertido en un practicante del Budismo Zen además de frugívoro. Volvió a Atari que, si mal no recuerdo, fue el único empleo en el que ha trabajado para alguien más. También se puso en contacto con Woz, quien tenía un trabajo durante el día en Hewlett Packard en Palo Alto y en su tiempo libre desarrollaba tableros de circuitos impresos. Woz era miembro del hoy legendario Homebrew Computer Club, una agrupación de jóvenes obsesionados con la tecnología y los ordenadores.
A pesar de su formación contracultural, o quizás gracias a ella, Steve siempre ha sido particularmente astuto para identificar oportunidades de negocios que otros no alcanzan a ver. Así notó que el trabajo que hacía Woz representaba ese tipo de oportunidad.
Steve había reconocido bastante pronto que cuando se desea algo apasionadamente, se puede utilizar el poder de esa convicción para persuadir también a otros. Algunos años atrás su familia vivía en un área con una escuela a la cual él no quería asistir y manifestó que simplemente no iría ahí. En sus primeros años de adolescente logró convencer a sus padres de dejar su casa y cambiarse a un vecindario diferente para poder asistir a la escuela que él quería.
En Homebrew Steve notó que los compañeros de Woz estaban diseñando esquemas de tableros de circuitos, sin importarles llevar a cabo la construcción de lo que diseñaban. Steve sugirió que Woz construyera tableros y los vendiera a los miembros del Homebrew que no mostraban interés en la construcción de nada.
Woz no se explicaba cómo podrían hacer dinero a partir de ese proyecto. Más tarde recordaría: «No era que los dos pensáramos que llegaríamos lejos con esto. Más bien era hacerlo por diversión y, aunque probablemente perdiéramos algo de dinero, podríamos decir que tuvimos una empresa». Recién inspirado, Woz se embarcó con Steve en la asociación que se convertiría en Apple Computer.
En su autobiografía Woz revela por qué en realidad necesitaba al imparable Steve. Woz estaba fabricando lo que llegaría a ser el primer ordenador Apple y quería utilizar DRAM chips de Intel, pero eran muy caros. Steve dijo que él se haría cargo. Llamó a Intel y convenció a alguien en mercadotecnia de darle los chips, gratis. Woz estaba tan atónito como agradecido. «Jamás habría podido hacer eso. Yo era demasiado tímido», señala. Sin embargo para Steve no había sido gran cosa: unos cuantos años atrás, siendo todavía un adolescente, había conseguido establecer contacto telefónico con el cofundador del Hewlett Packard, William Hewlett, quien estaba tan intrigado que se pasó media hora en el teléfono con él, y lo recompensó ofreciéndole un trabajo de verano en la compañía.
La pasión no es opcional: una lección en el arte de vender
En 1996 con ambas compañías NeXT y Pixar aún drenando capital, la oportuna casualidad que habría de salvar el cuello de Steve y prepararlo para todas las grandes cosas que vendrían, llegó de la fuente menos probable, el último lugar que podría haber esperado.
Apple Computer necesitaba desesperadamente un nuevo sistema operativo. Microsoft Windows, debido a todas sus imperfecciones, estaba sacando nuevas versiones con muy convenientes y atractivas aplicaciones, lo cual alejaba a los clientes de Mac. En ausencia de Steve, Apple parecía haber perdido la habilidad de crear un nuevo sistema operativo interno. Un gran equipo de ingenieros había estado trabajando en el tema, pero evidentemente estaban lejos de alcanzar una solución efectiva, en parte porque la persona que supuestamente estaba a cargo no tenía ninguna autoridad real para hacerlo.
La compañía estaba entonces en manos de Gil Amelio, un experto con doctorado en Tecnología, quien había logrado un cambio notable en la fabricación de chips de National Semiconductor y fue llamado a Apple por ser especialista en el tema del liderazgo en tecnología y para solucionar los problemas financieros. Cuando resultó claro que los ingenieros de Apple no conseguirían desarrollar un sistema operativo nuevo, Gil empezó a mirar más allá de los muros de One Infinite Loop.
Pronto surgieron varios talentosos candidatos para la tarea central de crear un nuevo Apple OS —en particular de Microsoft—. Bill Gates hizo una enorme labor para tratar de convencer a Gil Amelio de que Windows NT podría adaptarse para cubrir las necesidades de su rival de tantos años. Microsoft era un gorila de 500 toneladas, pero la idea de permitir que los ingenieros de
software
que crearon Windows desarrollaran algo tan imperfecto para Apple, era verdaderamente aterradora y caería como un globo de plomo ante las hordas de devotos de Macintosh.
En cuanto a Amelio la posibilidad más viable era que Sun Microsystems desarrollara una versión de su SunOS diseñada por un anterior ejecutivo de Apple, Jean-Louis Gassée, quien años atrás había reemplazado a Steve en Macintosh.
Para evaluar cada uno de los prospectos, Gil formó equipos técnicos encabezados por tres de sus mejores ingenieros en sistemas: Wayne Meretsky, Winston Hendrickson, y Kurte Piersol. Cada equipo debía presentar una evaluación escrita.
Cierto día a la mitad de este proceso la directora de Tecnología, Ellen Hancock, recibió la llamada de un ingeniero de NeXT, quien dijo haber oído que Apple buscaba un nuevo sistema operativo. (De hecho Steve quizás movió los hilos detrás de aquella escena. Al sospechar que una llamada suya personalmente no sería bien recibida, pudo haber arreglado que ese ingeniero llamara). Ellen le pidió a Winston que, junto con otros dos especialistas, se reuniera con los ingenieros de NeXT y viera de qué se trataba. El equipo pasó tiempo examinando a NeXTStep, y Winston respondió que era una posibilidad digna de considerarse.
Steve había reconocido que NeXT necesitaba desesperadamente una especie de rescate, y un contrato para desarrollar el nuevo sistema operativo de Apple podría ser la respuesta. Quién mejor para dirigir ese esfuerzo que el propio Steve.
Mientras tanto Amelio tuvo un revés. Las evaluaciones técnicas de SunOS habían sido prometedoras y las negociaciones de Gil con el director general Scott McNealy habían ido bien. En el último minuto el consejo había rechazado la oferta. Eso dejó a NeXT y Be como los contendientes finales.
El escenario estaba preparado para una espléndida batalla entre Steve y Jean-Louis, sobre todo después de que Steve leyera que Gassée ya había comenzado las conversaciones con Apple, una noticia que Gil estaba convencido o que tuvo su origen en una fuga premeditada por parte de Gassée.
El 10 de diciembre de 1996 fue la fecha fijada para el «Duelo en el OK Corral». Steve y Jean-Louis fueron invitados a exponer sus argumentos en una sesión de confrontación, uno a la vez, en el Hotel Garden Court de Palo Alto, ubicación poco común para una reunión, elegida para frustrar a los periodistas.
Steve entró a la sala, tenía a Avie Tevanian, su experto en sistemas operativos, sentado ante una mesa al borde de una instalación abierta en forma de U, enfrente a Gil y a Ellen en el otro extremo. El experto en
software
de Apple, Wayne Meretsky, quien se encontraba de lado a mitad de la sala, describe la escena: «La presentación de Steve fue dirigida completamente a Gil como si no hubiera nadie más en la sala. Steve estuvo, como era de esperarse, tranquilo mientras exaltaba las virtudes del NeXT», marcando los rasgos esenciales que lo hacían apropiado para Apple y demostrando, en un ordenador portátil, la forma en que el sistema operativo NeXTStep podía controlar dos películas simultáneamente... luego desplegó tres más: cinco películas que corren a la vez en un solo ordenador. Todos los presentes entendieron lo valioso que resultaría para Apple contar con un
software
capaz de controlar tanta potencia de procesamiento.
Wayne continúa: «Steve hizo una excelente labor, y con su presentación en mancuerna con Avie, demostró una vez más que es sin duda el mejor vendedor y orador en el negocio de la tecnología. Gassée, por su parte, no tenía una ponencia preparada, sólo iba dispuesto a responder preguntas». Había calculado mal pensando que Apple no tenía ninguna otra opción realista excepto su BeOS. No hizo ningún tipo de oferta objetiva que explicara por qué BeOS y sólo BeOS era la solución que Apple necesitaba. Como Wayne Meretsky lo describe: «la decisión de elegir a NeXT en lugar de Be Inc. resultó evidente».
Sin revelar la decisión de Apple, el director ejecutivo, Amelio, se puso en contacto con Steve para ver qué tipo de acuerdo podrían hacer. Una vez más, para evitar filtraciones de la prensa, se reunieron en casa de Steve. Gil recuerda: «Steve es un orador talentoso, y esto se traslada a sus negociaciones», pero «promete más de lo que puede ofrecer en un esfuerzo por conseguir que el otro esté de acuerdo». ¿Cuál era la postura de Gil en la negociación? En una variación de la táctica que usualmente Steve había utilizado con John Sculley, dice Gil, su planteamiento fue: «¿Quieres perder el tiempo con NeXT o cambiar el mundo?».
Al final Apple no firmó con NeXT el contrato para el desarrollo de un nuevo sistema operativo de Macintosh; en su lugar, Apple compró toda la compañía de Steve, ganando los derechos absolutos de NeXTStep, muchos de los mejores talentos de NeXT... y a Steve Jobs, en el papel de asesor del director general. La gente advirtió a Gil que si permitía que Steve volviera a Apple, Steve pronto le quitaría la compañía. La respuesta de Gil fue que él había tomado la decisión que resultaba mejor para la empresa.
Sólo unos meses más tarde Gil Amelio se encontraría lamentando no haber insistido en una cláusula adicional en su contrato de trabajo con Apple: que él continuaría siendo presidente durante tres años, o incluso cinco —el tiempo suficiente para poder darle un giro completo a la empresa, restablecer una sana situación financiera, con productos sólidos y un importante flujo de capital—. Él sabía que dar nueva vida a la empresa tomaría tiempo. Asumió que el consejo le daría la oportunidad de lograr que esto sucediera.