El Desfiladero de la Absolucion (49 page)

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Authors: Alastair Reynolds

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El Desfiladero de la Absolucion
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La propulsión se niveló a ocho ges. No tenía protección inercial contra esa aceleración, a pesar de que el control de la inercia de la masa formaba parte de la tecnología combinada desde hacía más de medio siglo, pero no podía utilizarse. El resto de tecnología que llevaba la nave (la reluciente maquinaria del arma hipométrica) era incompatible con las alteraciones de la métrica local. Las armas hipométricas ya eran lo suficientemente difíciles de manejar en el espacio tiempo casi plano y tranquilo, pero bajo la influencia de la tecnología inercial se volvían maliciosamente impredecibles, como perversos diablillos. Remontoire hubiera deseado poder acelerar aún más, pero por encima de ocho ges corría el serio peligro de desplazar de su correcta alineación los diminutos componentes del arma.

El arma en sí misma no parecía gran cosa vista desde fuera. Envuelta en una carcasa con forma de puro sobresalía como una extensión del propio puntal que sujetaba el motor. No tenía cañón, ni escape, sin marcas de ningún tipo en su superficie. La única restricción en su diseño había sido colocar el arma lo más alejada posible del ocupante humano. Según Remontoire era una medida del amenazante atractivo del artefacto el hecho de que se sintiese más seguro con el peligroso e inestable motor combinado entre él y la quijotesca arma.

Comprobó el progreso del grupo de inhibidores, y ni complacido ni decepcionado vio que estaba exactamente donde había predicho que estaría. Pero algo había cambiado: su partida desde la
Luz del Zodiaco
había llamado la atención de los otros protagonistas. Uno de los antiguos aliados de Skade se acercaba para interceptar su trayectoria a una aceleración mayor de la que él podía mantener.

La otra nave combinada lo alcanzaría en quince minutos. Cinco o seis minutos después, un segundo grupo lo habría alcanzado también.

Remontoire se permitió un atisbo de inquietud, justo lo suficiente para bombear un poco de adrenalina en su sangre y luego lo bloqueó igual que uno cerraría la puerta de golpe en una fiesta bulliciosa. Sabía que lo lógico habría sido quedarse en la
Luz del Zodiaco
, donde su coordinación y perspicacia eran muy apreciadas. Podría haber programado una simulación de nivel beta de sí mismo para que pilotase esta nave, o solicitar un voluntario. Habría obtenido decenas de candidatos dispuestos, algunos de ellos equipados con sus propios implantes combinados. Pero había insistido en pilotar él mismo. No había sido únicamente porque él había dedicado más tiempo que la mayoría de los demás en aprender el funcionamiento del arma hipométrica; también era por su sentido de la responsabilidad: era algo que tenía que hacer él.

Él sabía que era por Ana Khouri. Había cometido un error al dejarla descender al planeta sola. Desde una perspectiva militar había sido la acción correcta; no tenía sentido comprometer los ya de por sí sobreexplotados recursos cuando era muy probable que Aura ya estuviese muerta. Es más, pensaba, cuando parecía que Aura ya les había sido todo lo útil que podía serles. Además, de todas formas, nada mayor que una cápsula de escape tenía ni la más mínima oportunidad de alcanzar la superficie, con el bloqueo inhibidor en su mayor apogeo.

Pero Clavain no lo habría visto de la misma forma. Nueve de cada diez veces había basado sus decisiones en la estricta aplicación del sentido militar. Él no habría vivido quinientos años de no ser así. Pero una de cada diez veces despreciaba por completo las normas y hacía algo que no tenía sentido salvo a nivel humano. Remontoire pensó que probablemente esta sería una de esas ocasiones. Aunque probablemente Skade y Aura estuviesen ambas muertas, Clavain habría bajado con Khouri incluso si el intento de rescate supusiera casi con seguridad la pérdida de sus propias vidas.

Una y otra vez a lo largo de los años, Remontoire había examinado los pormenores de la vida de Clavain, los momentos críticos, intentando entender si esos actos irracionales habían ayudado u obstaculizado a su viejo amigo. Revisó las decisiones de Clavain una vez más mientras esperaba el encuentro con la nave combinada. Como siempre, no logró alcanzar una respuesta satisfactoria, pero había decidido que en esta ocasión necesitaba vivir según las reglas de Clavain en lugar de seguir las rígidas astucias del análisis táctico.

Un reloj sonó en su cerebro: habían pasado sus quince minutos. No tenía sentido pensar en la nave combinada que se acercaba antes de que llegase. Una rápida revisión de las opciones le había mostrado que no ganaría nada desviando su trayectoria actual. La otra nave se adentraba en sus fronteras sensoriales como un pez curioseando entre las claramente definidas corrientes marinas. En su imaginación se convirtió en algo tangible, en lugar de en una vaga sombra en los datos del sensor.

Era una corbeta de tipo morena, como la nave de Skade, de un negro absorbente de luz como la nave de Remontoire, pero con la forma de un extraño anzuelo espinado en lugar de con forma de tridente. Incluso de cerca, el espectral susurro de sus sigilosos motores era apenas detectable. Su casco irradiaba un promedio de dos coma siete kelvin por encima del cero absoluto. Más cerca, dentro del espectro de las microondas, tenía puntos fríos y calientes. Localizó el emplazamiento de los motores crioaritméticos, observando cuáles funcionaban de forma menos eficiente que los demás. También observó los que funcionaban preocupantemente fríos, cuyo ciclo algorítmico se tambaleaba al borde de la inestabilidad. Ocasionalmente saltaba un destello azul cuando uno de los nodos bajaba de un kelvin, antes de ser arrastrados de vuelta al ritmo constante de los demás.

Las naves podían volverse arbitrariamente frías y por lo tanto fundirse con la radiación circundante del universo temprano, que seguía brillando tras quince billones de años. Pero el mapa de fondo no era liso: la inflación cósmica había aumentado las diminutas imperfecciones del universo en expansión para producir sutiles variaciones en el ambiente, dependiendo de hacia dónde se mirase. Eran desviaciones de auténtica anisotropía: arrugas en el rostro de la creación. A menos que pudieran ajustar las temperaturas de su casco para ajustarse a esas fluctuaciones, las naves tan solo podrían alcanzar una coincidencia imperfecta con el espectro de fondo. Bajo ciertas circunstancias, buscar esas pequeñas señales de desajuste era la única forma de detectar una nave enemiga.

Pero la nave combinada mantenía su casco frío únicamente como camuflaje contra las fuerzas inhibidoras cercanas. No estaba haciendo verdaderos esfuerzos para esconderse de Remontoire; de hecho, incluso estaba intentando hablar con él.

Los combinados tenían algo que incluso los no aumentados debían admirar: no se rendían. Veintiocho mil peticiones de negociación sin contestar no evitarían la veintiocho mil una. Remontoire permitió que la fina línea del mensaje láser repasase su casco hasta encontrar uno de sus escasos sensores. Examinó la transmisión a través de numerosas capas de cortafuegos mentales. Finalmente, tras muchos segundos de meditación, decidió que era seguro descargar el mensaje en las partes más sensibles de su mente. El formato del mensaje era en lenguaje natural en lugar de en alguno de los complicados protocolos combinados. Pensó que e trataba de un rebuscado insulto: desde la perspectiva de los aliados de Skade estaba escrito en el equivalente al balbuceo infantil.

[¿Remontoire? ¿Eres tú? ¿Por qué no quieres hablar con nosotros?]

Compuso un pensamiento en el mismo formato.

¿Por qué estáis tan seguros de que soy Remontoire
?

[Siempre has sido más aficionado a los gestos descabellados de lo que te gustaría admitir. Esto está sacado directamente del libro de las audaces aventuras de Clavain.]

Alguien tenía que hacerlo
.

[Es un esfuerzo muy valiente, Remontoire, pero es inútil preocuparse por la gente del planeta. Nada de lo que hagamos podría ayudarles ya. Ni siquiera son relevantes para el resultado de la guerra.]

Entonces será mejor que los dejemos colgados. ¿Esa sería la decisión de Skade
?

[Skade haría lo que estuviese en su mano por ellos si eso cambiase algo. Pero así solo estás empeorando las cosas. No lleves la batalla hasta allí abajo, no alargues la situación cuando necesitamos consolidar nuestras fuerzas.]

¿Otra súplica de cooperación? Skade debe de estar revolviéndose en su tumba
.

[Ella era pragmática, Remontoire, igual que tú. Hubiera reconocido que ahora era el momento de unificar nuestras fuerzas, para reunir nuestras bases de conocimientos e infligir un daño real en las máquinas enemigas.]

Lo que quieres decir es que ya habéis logrado todo lo que habéis podido mediante el engaño y el robo. Sabes que jamás volveré a confiar en vosotros. Ahora no tenéis nada que perder negociando
.

[Reconocemos, con pesar, que se han cometido errores tácticos, pero ahora que Skade está, como tú mismo decías, muy probablemente, muerta…]

Los patitos están buscando a una nueva mamá pato
.

[Elige la analogía que prefieras, Remontoire. Nosotros únicamente tendemos la mano de la amistad. La situación aquí es más compleja de lo que hasta ahora habíamos establecido. Ya debes de haberte dado cuenta por ti mismo: las señales engañosas en los datos, los pequeños objetos, señales demasiado pequeñas por sí mismas pero que sumadas conducen a una clara conclusión. No estamos tratando únicamente contra los lobos, Remontoire, hay algo más.]

No he visto nada que no pudiera explicar
.

[Entonces no has estado muy atento. Mira, Remontoire, examina nuestros datos si no nos crees. A ver si esto te hace cambiar de opinión. ¿Lo ves más claro ahora?]

El archivo de datos encriptados llegó a su cabeza. El instinto le sugería que lo borrase antes de descomprimirlo, sin leerlo, pero decidió dejarlo ahí por el momento.

¿Sugieres una alianza
?

[Desunidos nunca venceremos. Juntos podemos cambiar las cosas.]

Quizás, pero no es a mía quien buscáis, ¿verdad que no
?

[Claro que no, Remontoire.]

Sonrió. Los combinados de Skade podían estar sin líder, incluso podían haberse dirigido a él por algún instinto imperativo de llenar ese vacío, pero principalmente lo que buscaban era el arma hipométrica. Era la única tecnología que no habían logrado robar o crear mediante ingeniería inversa, a pesar del secuestro de Aura. Lo único que necesitaban era el prototipo, ni siquiera hacía falta que estuviese intacto, mientras pudieran reconstruirlo para que funcionase.

Gracias por la oferta, pero en realidad estoy un poquito atareado ahora mismo. ¿Por qué no hablamos de esto más tarde, digamos, dentro de unos meses
?

[Remontoire… no nos obligues a hacerlo.]

Aplicó un empuje lateral, girando bruscamente para alejarse de la otra nave. Trazó mapas de las áreas de funcionamiento cerebral de forma intermitente conforme la sangre chapoteaba por su cráneo. Un momento después, la corbeta estaba encima de él, imitando sus despiadados movimientos con una delicadeza que rayaba el sarcasmo.

[Necesitamos el arma, Remontoire.]

Eso me ha parecido. ¿Por qué no me la habéis pedido directamente desde el principio
?

[Queríamos darte la oportunidad de ver las cosas bajo nuestra perspectiva.]

En tal caso supongo que debería estaros agradecido
.

Notó que su nave vibraba. En su cabeza se iluminaron indicadores de daños, brillantes y geométricos como una migraña. Lo habían alcanzado con múltiples descargas capaces de penetrar el casco y dirigidas a las funciones críticas de la nave. Era muy quirúrgico: querían dejarlo a la deriva, listo para ser saqueado en lugar de hacer estallar su nave. Si les importaba su supervivencia eso era ya otra cuestión.

[Entréganos el arma ahora, Rem, y te dejaremos la suficiente capacidad de vuelo para escapar del grupo de lobos que se nos acerca.]

Lo siento, pero eso no entra en mis planes de hoy
.

Su nave vibró de nuevo: más funciones vitales fallaron o dejaron de funcionar por completo. La nave ya estaba intentando buscar alternativas, haciendo grandes esfuerzos por seguir volando, pero su capacidad de absorción de daños tenía un límite. Consideró responderles, pero prefería reservar su artillería convencional para los lobos, lo que le llevaba a la propia arma hipométrica, que apenas había sido puesta a prueba desde su laboriosa calibración. Emitió la orden mental y comenzó a girar en modo de activación de energía, compensando la desviación en el vector de la nave al transferir la velocidad angular a las brillantes entrañas del arma. Desde fuera no se apreciaba ningún cambio en el aparato. Se preguntaba con qué tipo de sensores le apuntaría la corbeta y si serían lo suficientemente buenos como para percibir las sutiles señales de la activación.

Era un arma pequeña con la correspondiente limitada precisión y volumen radial de efecto (la terminología convencional como «alcance» o «exactitud» eran vagamente aplicables a las armas hipométricas), pero también se activaba muy rápidamente. Ajustó su escala de efecto; encontró la solución en la compleja topografía de los parámetros del arma correspondientes a un punto específico en el volumen tridimensional del espacio circundante. Reestableció el canal de comunicación con la corbeta.

Retírate
.

[Insisto, no nos obligues a hacerlo, Remontoire.]

Disparó el arma. En el mapa de frecuencia microondas de los puntos fríos de la corbeta había aparecido una herida de repente: un mordisco perfectamente hemisférico en un costado de la nave. Los gradientes de temperatura criogénica fluían como el agua en un sumidero, girando y revoloteando, intentando encontrar un nuevo equilibrio. Nódulos fríos se unían de dos en dos creando modos de oscilación inestables. El arma disparó de nuevo, creando otro agujero en el casco de la corbeta, esta vez más profundo, de forma que la herida era cóncava.

La corbeta respondió. A regañadientes se defendió de la munición nave a nave con un despliegue de contramedidas a la vez que reservaba algunas para los inhibidores. El arma giró por tercera vez. Remontoire se concentró, intentando encontrar una solución desde todos los ángulos posibles. Un error ahora podía ser fatal para todos los implicados.

Fuego. Su tercer ataque fue completamente invisible. Si había hecho sus cálculos correctamente, acababa de hacer un agujero esférico dentro de la nave sin tocar el casco, aunque no habría dañado ningún sistema vital interno. Y su
coup de gráce
, el centro del último agujero, estaría exactamente en línea con los centros de los otros dos con una precisión de una miera.

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