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Authors: Keith Luger

Tags: #Ciencia ficción, Bolsilibros, Pulp

El hombre que vino del año 5000 (9 page)

BOOK: El hombre que vino del año 5000
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—Estoy contigo, Mark. Caramba, entre los dos podríamos escribir una buena historia de la humanidad.

—Lo malo es que no nos van a dar tiempo para hacer ese trabajo.

En aquel momento oyeron que se abría la puerta de la mazmorra.

—Ahí están nuestras atormentadoras para acabar con nosotros —dijo Howard.

Mark volvió la cabeza y se quedó asombrado.

Había entrado una mujer, pero no era Atlanta ni ninguna de aquellas mujeres rubias o pelirrojas al servicio de Venus XXIV.

—¡Susie!

Sí, era ella, Susie Garland.

La joven corrió al lado de Riley.

—Oh, Mark, al fin te encuentro vivo.

—Pero, ¿qué haces aquí? ¿Por qué te envió tu tío?

—No fue él. Yo misma me envié.

—¡Estás loca!

—Tenía que hacerlo, Mark, y no me arrepiento.

—¡Te matarán como a nosotros!

Susie lo miró dulcemente a los ojos. Se puso de puntillas y lo besó en los labios. Cuando se apartó dijo: —No podía dejarte morir solo.

Oyeron la voz de Howard Marvin:

—Eh, pareja, ya os diréis las dulzuras más adelante —Susie lo miró.

—¿Quién es tu amigo, Mark?

—Howard Marvin, un tipo estupendo que vive bajo tierra...

—Y me mandarán ahora bajo tierra para pudrirme si tu amiguita no se da prisa en sacarnos de la mazmorra.

Susie libró a Mark de la argolla. Luego Riley corrió hacia el potro y libertó a Marvin. Este se levantó haciendo crujir sus huesos.

—Howard —dijo Mark—, te presento a Susie Garland, del año 1971.

Él le estrechó la mano.

—Señorita Garland, bienvenida al año 5000. La recordaré mientras viva, aunque sólo sean unos minutos.

—Espero que dure algo más, Howard —sonrió Susie.

—Están las cosas muy feas. Aquí hay una serie de mujeres que no son como usted. Ellas odian a los hombres. Ya lo ve, usted vino por Mark. ¿Por qué? Porque está enamorada de él.

Susie se ruborizó y Mark dijo:

—Eres un charlatán, Howard.

—Un charlatán que dice la verdad.

—Lo que quiero decirte es que, si seguimos hablando, nos van a atrapar de nuevo.

Susie intervino.

—Mark, tío Douglas intentará volvernos al año 1971. Trabajará con dos coordenadas la 74-192.

—Olvídate de eso ahora.

—¿Olvidarlo?

—Tenemos que ayudar a Howard.

El aludido dio un manotazo en el aire.

—Sólo quiero una cosa. Dejarme caer por el hermoso palacio de Venus XXIV y cortarle el cuello.

—Con eso no adelantarás nada.

—¿Y qué quieres conseguir tú?

—Que se permita vivir en paz a los de la colonia de Los Angeles.

—Eso no lo lograrás con estas mujeres ni en un millón de años.

—Valdrá la pena intentarlo.

—Oye, muchacho. Me eres simpático y también me es simpática Susie. Pero habéis hecho un mal viaje, y ahora os toca regresar.

—Yo diré cuándo regresaremos. Nuestra meta es el palacio de Venus.

—¿Y cómo llegaremos al palacio?

En aquel instante oyeron ruido junto a la puerta.

Mark cogió a Susie de la mano y echó a correr hacia la pared. Howard los siguió.

La puerta se abrió y Atlanta entró con las dos guardianes que portaban las metralletas.

Mark y Howard saltaron sobre las mujeres armadas.

Atlanta, al ver atacadas a sus subordinadas por los prisioneros, corrió hacia un cuadro de mandos, pero Susie le hizo la zancadilla derrumbándola en el suelo.

Mark conectó un puñetazo en la cara de su enemiga y la hizo caer. Inmediatamente le arrebató la metralleta.

Howard hizo lo propio con su enemiga y le quitó el arma.

Atlanta se puso en pie llena de furia. Mark le apuntó con la metralleta.

—Atlanta, han cambiado los papeles —los ojos de Atlanta relampaguearon furiosos.

—No por mucho tiempo.

—Eso lo vamos a decidir Howard y yo.

—Arrojad las armas.

—Eres una estúpida. ¿Crees que hemos luchado por nuestra libertad para entregarnos de nuevo?

Atlanta miró a Susie.

—¿Quién es ella, Riley?

—Una amiga mía que vino a salvarme —Atlanta habló a Susie:

—Eres una mujer y has ayudado a un hombre.

—Sí, le he ayudado.

—¿Por qué?

—Porque lo amo.

—Eres despreciable por decir eso. Mark interrumpió aquel diálogo.

—Atlanta, queremos ir al palacio de Venus. Vendrás con nosotros.

—¿Por qué he de ir con vosotros? Ya sabéis el camino.

—Te utilizaremos como rehén.

—No vais a adelantar nada.

—Eso dependerá de nosotros... ¡Vamos! Atlanta salió con Mark, Howard y Susie. Marvin Howard cerró la mazmorra.

En el corredor otras dos guardianes levantaron las armas.

Mark les advirtió.

—Cuidado, tenemos a Atlanta con nosotros y la fulminaremos.

Atlanta gritó.

—¡Obedecedle! ¡No disparéis! ¡Paso libre! Mark sonrió.

—Así me gusta, Atlanta. Que le tengas apego a la vida.

Howard ordenó:

—Muchachas, arrojad las metralletas por el agujero que hay a la izquierda.

—Era un respiradero.

Las morenas se habían quedado indecisas ante aquella orden.

—Arrojad las armas —dijo Atlanta.

Las guardianes dejaron caer las armas por el respiradero.

Howard abrió una puerta que había a la derecha.

—Adentro, muchachas.

Esta vez las dos jóvenes morenas no necesitaron que Atlanta las indujese a obedecer. Ellas mismas se metieron en la habitación y Howard cerró la puerta y pasó un cerrojo.

—El camino está libre —dijo Mark.

—Vamos a entrevistarnos con nuestra hermosa mujer de cabello rubio plateado.

Susie protestó.

—No me gusta que la llames así —y lo remedó—. La hermosa mujer de cabello plateado.

Howard se echó a reír.

—Qué suerte tienes, Mark. Una mujer, una auténtica mujer celosa. Ya tengo ganas de encontrarme con una que se pirre por mí de esa forma.

CAPITULO XIV

Venus XXIV estaba tendida en un diván escuchando música.

La puerta se abrió de golpe y una guardiana entró dando trompicones.

Venus gritó.

—¿Qué significa esto?

Pero se quedó perpleja al ver entrar tras la centinela a los prisioneros que creía en la mazmorra. Con ellos venía Atlanta y una joven a quien no conocía.

—¿Qué ha pasado, Atlanta?

Mark y Howard levantaron sus armas.

—Ahora somos nosotros los dueños de la situación —dijo Mark.

Atlanta señaló despreciativamente a Susie.

—Ella también pertenece al mismo mundo que Riley. Vino para salvarle porque está enamorada de él.

Los ojos de Venus miraron con curiosidad a Susie.

—¿Tú quieres a ese hombre?

—Sí.

Susie comprendió ahora por qué Mark había llamado hermosa a Venus. Era realmente impresionante como mujer.

Venus se acercó a Susie.

—¿Cuánto tiempo necesitaste para amar a este hombre?

—Muy poco.

—¿Qué pretendes de él?

—Que me ame como yo lo amo a él.

—¿Para qué?

—Para vivir juntos. Para tener hijos y ser felices con ellos. Para luchar por la vida.

—¿Luchar por la vida...?

—No me refiero a guerrear, a pelear con las armas en la mano, Venus. La vida es una lucha porque hemos de hacer frente a las enfermedades y a nuestras necesidades. Y el hombre y la mujer deben estar unidos, tanto en la felicidad como en la desgracia, porque sólo en su unión encuentran la fortaleza que necesitan.

Venus levantó la barbilla.

—Parece bonito lo que dices. Atlanta rugió.

—¡No es bonito! ¡Es horrendo!

—Cállate, Atlanta...

Venus dio unos pasos hacia el fondo de la estancia, pero luego se volvió y se detuvo mirando a Howard Marvin.

—¿Tienes mujer?

—No.

—¿No encontraste entre las tuyas ninguna a la que amar?

—Todavía no.

—¿Por qué no?

—Porque me gustó una fuera de mi colonia.

—¿Quién?

—Tú.

Venus hizo un gesto de asombro.

—¿Yo?

—Sí, tú. Aunque hace un momento venía con la intención de cortarte el pescuezo...

—¿Y por qué te fijaste en mí?

—Si yo te contase...

—Cuéntalo.

—Me he pasado mucho tiempo viéndote en nuestras pantallas de localización. Me gustabas.

Venus se tocó la boca y miró a Mark porque él era quien la había besado.

—Ven aquí, Howard —Marvin se acercó a ella.

—Baja tu arma, Howard. No la necesitas.

Marvin dejó el arma en un almohadón y entonces Venus cerró los ojos.

—Bésame, Howard.

Marvin se acercó a ella, pero no la besó. Venus abrió los ojos.

—Te he ordenado que me beses.

—No quiero que sea una orden.

—¿Qué?

—Debes decir: «Bésame, Howard, por favor» —Venus cerró los puños y los levantó para golpear la cara de Howard, pero éste la sujetó por la muñeca y la enlazó por la cintura.

—No, Venus. No me puedes pegar. El amor es otra cosa —y entonces Howard la besó.

Atlanta se arrojó sobre la metralleta que Howard había dejado en el almohadón aprovechando que todos estaban distraídos.

—¡Muere por traidora, Venus!

Fue a disparar, pero Mark disparó antes.

Atlanta soltó un aullido mientras se convertía en ceniza.

Venus y Howard se habían separado.

La hermosa mujer de cabello plateado respiraba agitadamente.

—Howard —dijo—, firmaremos la paz. Tu pueblo podrá vivir con nosotros. Creo que Mark tenía razón. Podemos cambiar nuestra forma de vida porque la nuestra es muy aburrida sin vosotros, los hombres. Y estoy segura de que mis súbditas lo comprenderán también. Susie sonrió a Riley.

—Mark, ¿no crees que debemos volver ya? —Él la abarcó por la cintura.

—Sí, Susie. Ya podemos volver —Susie dio un suspiro.

—Si es que tío Douglas puede conseguirlo —Howard protestó:

—Eh, un momento, muchachos. ¿Por qué infiernos os tenéis que marchar? ¿Es que no habéis oído? La vida en el año 5000 va a cambiar. Existirá el amor entre los hombres y las mujeres, y ellas tendrán hijos, como siempre los tuvieron las mujeres.

Mark le puso una mano en el hombro.

—Cada hombre o cada mujer pertenece a su época... Y debe vivir en ella.

—Sí, Mark, te comprendo, pero te voy a echar de menos.

—Yo también te echaré de menos a ti.

Venus alargó la mano a Mark y éste se la estrechó.

—Adiós, Riley.

—Buena suerte, Venus XXIV —Venus miró a Susie.

—Te llevas un gran hombre.

Susie le sonrió señalando a Howard Marvin.

—Estoy segura de que tú también te llevas a otro estupendo.

Venus cogió la mano de Howard Marvin.

—Por primera vez en muchos siglos, una de nuestras mujeres tendrá descendencia de varón. Pero creo que valdrá la pena.

Howard exclamó.

—Eh, Mark, ¿por qué no viniste antes? —éste encogió los hombros.

Susie sacó del bolsillo un aparato electrónico.

—Ponte a mi lado, Mark. Voy a situar las coordenadas.

La joven puso en funcionamiento el aparato electrónico.

—No puedo, Mark.

—¿Qué pasa?

—No puedo establecer las coordenadas que Douglas me dijo.

Venus sonrió.

—Es culpa nuestra. Estamos demasiado cerca de vosotros. Tanto Howard como yo producimos un campo electromagnético. Bastará con que nos alejemos unos metros para que cese nuestra influencia.

Ella y Howard, siempre cogidos de la mano, retrocedieron.

Susie exclamó:

—¡Ahora! ¡Ya lo estoy consiguiendo! ¡Tenía razón, Venus...! ¡Sujétame fuerte, Mark! ¡Estamos en las coordenadas 74-192!

En la habitación se produjo un zumbido.

Al fondo Venus y Howard levantaron la mano a manera de despedida.

Susie y Mark se disolvieron.

* * *

Douglas Hollman estaba aumentando la presión y las ondas magnéticas del impulsor electrónico.

La camilla seguía vacía.

El zumbido del tubo era ensordecedor.

No, no resultaría el experimento. Susie nunca volvería. Y tampoco Mark Riley regresaría del año 5000. Tendría que abandonar el experimento.

Se dirigió hacia el cuadro de mandos para bajar la palanca que interrumpía las conexiones.

De pronto creyó observar algo en la camilla. ¡Se estaban produciendo vibraciones! Corrió hacia aquel lugar al ver cómo iban apareciendo poco a poco dos cuerpos! ¡Eran Susie y Mark!

Los dos jóvenes fueron adquiriendo su justo volumen.

El zumbido del aparato fue descendiendo.

Entonces Douglas se apresuró a desconectar el impulsor.

Susie y Mark abrieron los ojos y se incorporaron en la camilla.

—Hola, tío.

—¡Lo conseguisteis, muchachos! ¡Lo conseguisteis! —Susie y Mark se miraron.

—Y él está curado del cáncer, tío. Y vivirá muchos años.

—¿Quién lo curó? ¿Quién? —preguntó Hollman con ansiedad.

Mark contestó:

—Una hermosa mujer de cabello rubio platino llamada Venus, y que vivirá en el año 5000.

—Eso tú y yo no lo veremos —repuso Susie y echándole los brazos al cuello unió su boca a la de él.

FIN

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