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El hombre sonriente (55 page)

BOOK: El hombre sonriente
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—Entonces, ¿quién podrá contestarla, si la propia policía no puede?

Wallander dejó el icono sobre la mesa con cuidado. Él se hacía la misma pregunta.

—Me figuro que está pensando en cómo puede haber personas que maten a otras para arrebatarles los órganos y luego venderlos —aventuró—. Y, la verdad, no sé qué responder. Para mí resulta tan incomprensible como para usted.

—¿Adónde irá a parar el mundo? —se lamentó ella—. Alfred Harderberg era una persona modélica a la que todos debíamos respetar. ¿Cómo puede nadie desembolsar grandes sumas en donaciones a organizaciones humanitarias con una mano, y matar a sus semejantes con la otra?

—Lo único que podemos hacer es oponernos en la medida de nuestras posibilidades —concluyó Wallander.

—¿Y cómo vamos a oponernos a lo inexplicable?

—No lo sé —confesó Wallander—. Ése es otro objetivo que hay que alcanzar.

La conversación se agotó. Ambos permanecieron en silencio un buen rato. Desde el pasillo, les llegó la risa alegre de Martinson. Transcurridos unos minutos, la mujer se puso en pie.

—No lo molesto más —afirmó resuelta.

—Lamento no haberle podido dar mejor respuesta —comentó Wallander mientras le abría la puerta.

—Al menos, ha sido usted sincero.

Entonces, Wallander recordó que también él tenía algo que darle a la señora Dunér. Se fue al escritorio, abrió uno de los cajones y sacó una postal con la imagen de un paisaje finlandés.

—Le prometí que se la devolvería. Ya no la necesitamos.

—¡Ah, sí! ¡Ya la había olvidado! —exclamó al tiempo que la guardaba en el bolso.

Él la acompañó hasta la calle.

—Bien, deseo que pase una feliz Navidad —dijo ella.

—Gracias, igualmente —correspondió él—. Cuidaré bien del icono.

Cuando se hubieron despedido, él regresó a su despacho. La visita de la mujer lo había inquietado, pues le recordó el estado de pesimismo en que había estado viviendo durante tanto tiempo. Pero apartó el desasosiego, tomó su chaqueta y se marchó. Estaba de vacaciones. No sólo de su trabajo, sino de todo pensamiento desmoralizador.

«El icono no me lo merezco», se dijo. «Pero unos días de descanso, sí que me los he ganado.»

Regresó a casa en medio de una creciente neblina y aparcó el vehículo.

Después se puso a limpiar el apartamento. Antes de acostarse, fabricó un soporte provisional para el árbol de Navidad y lo adornó.

Había colgado el icono en el dormitorio. Antes de apagar la luz de la mesilla, se quedó tumbado un rato, admirándolo.

Se preguntaba si aquel icono podría protegerlo.

Al día siguiente era Navidad.

El cielo seguía estando nublado y gris.

Pero a Kurt Wallander le parecía estar viviendo en un mundo en el que no podía dejarse vencer por los aspectos grises de la vida.

Salió camino del aeropuerto de Sturup a las dos, pese a que el aterrizaje no estaba previsto hasta las tres y media. Sintió un profundo malestar al aparcar el coche y acercarse al edificio amarillento del aeropuerto. Le dio la impresión de que todos lo miraban.

No obstante, no pudo evitar aproximarse hasta las puertas de acceso a las pistas que quedaban a la derecha del edificio.

El Gulfstream había desaparecido. No se lo veía por ninguna parte.

Experimentó una sensación de alivio inmediato.

La imagen del hombre sonriente iba desvaneciéndose.

Entró en la galería de salidas y volvió a salir, tan nervioso como recordaba que se había sentido de adolescente. Se dedicó a contar las grietas de las losas de la calle, practicó mentalmente su pésimo inglés…, todo ello sin dejar de pensar con entusiasmo en lo que estaba por venir.

Cuando el avión aterrizó, él seguía aún fuera del edificio del aeropuerto. Entonces salió corriendo hacia la galería de llegadas y se dispuso a esperar a la altura del quiosco de prensa.

Ella llegó de las últimas.

Pero era ella. Barba Liepa.

Tal y como él la recordaba.

[ 1]
Véase
La leona blanca
(N. del E.)

[ 2]
Véase
Los Perros de Riga
. (N. del E.)

[ 3]
Linden, en español, «el tilo». (N de la T)

[ 4]
Organismo público de carácter provincial, dotado de atribuciones similares las diputaciones españolas, que dirige y administra los intereses de cada región, especialmente en lo relativo a la sanidad pública. (N. de la T)

[ 5]
Systembolaget, únicos comercios con autorización estatal para la venta de bebidas alcohólicas en Suecia. (N. de la T)

[ 6]
Jenny Maria Lind Gotdschmidt (1820-1867), soprano sueca célebre a escala internacional y «amor imposible» del escritor danés Hans Christian Andersen, a quien conoció durante una estancia en Copenhague con motivo de su primera actuación en a capital danesa. (N. de la T)

[ 7]
El tuteo inmediato entre desconocidos es una práctica social común en Suecia. Mantenemos este rasgo en la traducción, aunque pueda resultar llamativo para el lector habla hispana. (N. del E.)

[ 8]
Véase
La leona blanca
. (N. del E.)

[ 9]
Véase
Los Perros de Riga
. (N. del E.)

[10]
Véase
Asesinos sin rostro
. (N. del E.)

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